Saturday, September 30, 2017

¡Que indecible consolación, cuando el alma con convencimiento en su salvación se separa del cuerpo, dejándolo, como si fuera ropa! ( San Teognost )


¡Que indecible consolación, cuando el alma con convencimiento en su salvación se separa del cuerpo, dejándolo, como si fuera ropa! Porque, como si ya poseyera los futuros bienes, ella lo deja sin pesar, yendo en paz hacia el Ángel, que desciende desde lo alto con alegría hacia ella, y junto con él sin impedimento pasando la extensión aérea, no siendo sometida a ningún ataque de parte de los espíritus del mal, sino con alegría elevándose con seguridad y con agradecidas exclamaciones, hasta que alcanza la adoración al Creador, y allí recibirá la disposición de ser alojada junto a infinidad de otras semejantes emparentadas a ella en las virtudes hasta la común resurrección.

San Teognost

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Tuesday, September 26, 2017

Venerable David ( Dmitar Nemanjić ) (Septiembre 24).

Dmitar Nemanjić fue un Príncipe de Serbia , el hijo de Vukan Nemanjić y el sobrino del rey Stefan II de la Primera-Coronado . Es venerado como San David Nemanjić con el título de la Venerable (Prepodobni) en la Iglesia Ortodoxa Serbia .

Él era el hijo de Vukan Nemanjić , que tenía dos hermanos Djordje y Stefan . En abril de 1271, le preguntó el emperador Miguel VIII de conceder la Chilandar una posesión del río Struma . Luego tomó los votos Monásticos, bajo el nombre de David. Tenía el Monasterio Davidovica cerca Brodarevo en el río Lim construido en agosto de 1281, con la ayuda de albañiles de Dubrovnik . Se le menciona en 1286, cuando viajó a Jerusalén en una peregrinación .

Tenía un hijo, Vratislav . Su nieto Vratko es el Padre de la princesa Milica . Él es venerado cada 24 de Septiembre (7 de Octubre en el nuevo calendario) en la Iglesia Ortodoxa Serbia.

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Santa Eufrosine de Alejandría (Septiembre 25)

Eufrosine era hija de Paunucio, un hombre rico y distinguido de Alejandría. Sus Padres , que eran estériles, habían suplicado a Dios por el nacimiento de una criatura, y Eufrosine les fue dada. Estos piadosos padres criaron a su hija en la fe cristiana. No deseando casarse, la joven Eufrosine se escondió de su padre, y poniéndose ropa de hombre, se presentó ante el abad de un monasterio como si fuese un eunuco del emperador Teodosio, usando el nombre de Esmaragdo. El abad la recibió, y la puso bajo la guía del Padre espiritual Agapito. Por la rigurosidad ascética de su ayuno y oración, Esmaragdo sobrepasó rápidamente a todos los Monjes de aquel Monasterio. Cuando hubo complido treinta y Ocho años de Estricto Ascetismo, su padre Paunucio visitó el Monasterio, y el abad lo dirigió a Esmaragdo para oración y consejo. Esmaragdo reconoció Paunucio, pero Paunucio no reconoció Esmaragdo. Cuando el padre confesó su pena por su hija perdida, Esmaragdo le dijo que no perdiera la esperanza, pues vería a su hija otra vez en esta vida, y le suplicó que regresara en tres días. Al regresar Paunucio, Esmaragdo estaba en su lecho de muerte. El Monje moribundo dijo a Paunucio: «Yo soy tu hija Eufrosine, y tú Eres mi Padre». A causa de la fuerte impresión, el padre no pudo componerse durante un largo tiempo. Entonces, la bienaventurada Eufrosine respiró su último aliento, y su padre la endechó. Después de enterrarla, Paunucio mismo entró al monasterio, estableciédose en la celda de su santa hija muerta; y tras diez años de Ascetismo, Paunucio también entró a su descanso en el Señor.

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Saturday, September 23, 2017

Santa Tecla ( Septiembre 24 )



Santa Tecla nació de unos Padres reconocidamente paganos.Cuando tenía 18 años de edad, fue prometida en matrimonio a un joven . En una ocasión el apóstol Pablo predicó el evangelio en el lugar donde ella vivía. Después de escuchar el mensaje evangélico de Pablo, ella se volvió cristiana y se comprometió a vivir una vida de castidad. Este cambio trastornó tanto a su madre que le ocasionó a Tecla padecer hambre y recibir golpes. Sin embargo, cuando no funcionó esta táctica, su madre, incapaz de desviarla de su nueva fe fundada en Cristo, fuera de todo juicio la arrojó al fuego, pero Dios la conservó intacta.
Tecla se hizo discípula del apóstol Pablo y fue con él a Antioquia. Aquí un anciano de la ciudad, atraído por la belleza de la santa, intentó tomarla por la fuerza pero ella, zafándose, quedó fuera de su alcance. Enfurecido el agresor la llevó al gobernador acusándola de ser cristiana y este la echó a las bestias salvajes, pero los animales ni siquiera la tocaron. Sorprendido el gobernador por este suceso, le preguntó: “¿quién eres tú y cual es el poder que hay en ti que nada puede hacerte daño?” la Santa le respondió: “soy una sierva del Dios vivo.” El administrador, entonces, la dejó libre y ella empezó a predicar el evangelio conduciendo a muchos a la verdadera fe.
Santa Tecla se retiró a un lugar solitario viviendo una vida sencilla, curando los enfermos por sus oraciones y atrayendo a numerosas personas a la cristiandad. Los médicos, celosos de su habilidad curativa mandaron a unos jóvenes para que la atacaran. Ella rogó al Señor que la protegiera de aquellos hombres y la piedra en que estuvo orando se abrió y la ocultó. Esta piedra vendría a ser su escondite y mas tarde, su tumba.

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz:
"te extraño, oh novio mío, y lucho buscándote;
me crucifico y me entierro contigo Por el Bautizo;
sufro por ti para contigo reinar; y muero por ti para que viva en ti."
Acepta, como ofrenda inmaculada, a quien se sacrifica con anhelo por ti,
Por cuyas intercesiones, oh Misericordioso, Salva Nuestras Almas.” 

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Friday, September 22, 2017

San Nifon, Patriarca de Constantinopla.


San Nifon II fue nombrado Patriarca Tres veces: a) 1486-1489. b) 1497-1498 y c) 1502, oriundo del Peloponeso sus padres se llamaron Manuel y Maria su nombre laico era Nicolás. Lo ordenaron Monje, influenciado por un Monje llamado Antonio, en un Monasterio en Epidaurus con el nombre de Nifon. A la muerte de su padre espiritual fue al castillo de Nardas, donde conoció a otro Monje de la Santa Montaña llamado Zacarías retirándose luego al Monasterio de la Virgen Maria en Ajrida.
Al ser Zacarías elegido Arzobispo de Ajrida, Nifon fue ordenado diácono y en seguida Sacerdote en el Monasterio de Dionisos, y poco tiempo después Metropolita de Tesalónica y de allí, luego la muerte de Simeón, fue entronizado como Patriarca Ecuménico de Constantinopla. Fue apartado del trono y enviado al exilio dos veces a Blajia y de allí a la Santa Montaña al monasterio de Dionisio. La tercera vez que fue llamado a ocupar el trono Patriarcal, no se traslado a Constantinopla se quedo en el Monasterio donde Murió.

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Saturday, September 16, 2017

Santa Eufemia, Mártir (Septiembre 16)

La ciudad de Calcedonia sirvió como escenario para el Martirio de Santa Eufemia. En cuanto la doncella se negó a tomar parte en un festival en honor del dios Ares, fue aprehendida por los perseguidores y, puesta a merced de un juez inhumano, llamado Prisco, sufrió crueles torturas hasta perder la vida. Los tormentos a que fue sometida se hallan representados en una serie de frescos pintados en la iglesia dedicada a ella en Calcedonia, tal como los describió San Asterio de Amasea en su panegírico sobre la santa. Ahí se ve que un soldado le sostiene la cabeza en tanto que otro, armado con un mazo, le asesta furiosos golpes en la cara para romperle los labios, los dientes, la nariz y las quijadas, de manera que todo el rostro, la cabellera y las ropas de la santa, aparecen bañados en sangre. Luego de sufrir muchos otros tormentos, la arrojaron a las fieras, que rondaron en torno al cuerpo destrozado sin atreverse a tocarlo, hasta que un oso lo devoró. El historiador Evagrio da testimonio de que los emperadores, los Patriarcas y Gentes de todas las categorías hacían viajes a Calcedonia con la esperanza de participar en las bendiciones y gracias que Dios dispensaba a los hombres por intermedio de Eufemia, y se afirma que en el lugar de su sepultura se realizaron muchos Milagros. Ahí se erigió una gran iglesia en honor suyo y, en el año de 451, se reunió en ella el cuarto concilio general que condenó al monofisismo. Una leyenda dice que en aquel concilio los Padres de la Iglesia se pusieron de acuerdo con sus oponentes para que cada una de las partes en conflicto escribiese sus puntos de vista en un libro y pedir luego a Dios Todopoderoso que mostrara, por un signo, cuál expresaba la verdad. Se procedió de esta manera, y los dos libros sellados se depositaron en el santuario de Santa Eufemia. Al cabo de tres días de plegarias, se abrió el santuario: el libro de los monofisitas yacía a los pies de la Mártir, pero el libro Ortodoxo se hallaba en su mano derecha. En el Concilio de Calcedonia la asamblea histórica se realizo en la iglesia de Santa Eufemia, contribuyó al extraordinario prestigio de que gozó la bendita mártir. En el oriente se hace referencia a esta mártir como Eufemia la Renombrada, y se encuentra incluida entre los Santos que se nombran en el canon preparatorio que acostumbra hacer en el rito Bizantino. 

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Thursday, September 14, 2017

La Historia de la Cruz


El Periodo Precristiano

Pablo, poniéndose de pie en medio del Areópago, dijo: "Atenienses, por todo veo que vosotros sois especialmente respetuosos de la divinidad, pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba escrito: al Dios desconocido. Pues bien, a Quien adoráis sin conocer, a El os vengo yo a anunciar" (Hechos 17, 22).

LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS evidencían que el símbolo de la cruz existía en la profunda antigüedad, hace ya más de 8 mil años atrás. La cruz, en sus diversas formas, era conocida y venerada por todos los pueblos del mundo.

Los hombres primitivos veneraban la cruz como símbolo de vida desde la más remota antigüedad, y esta veneración estaba relacionada con la manera de obtener el fuego mediante la utilización de dos palitos unidos en forma de cruz.

En el antiguo Egipto se podía encontrar con frecuencia en bajorrelieves y esculturas, la así llamada cruz egipcia o "cruz ansata," es decir, la cruz de asa. Ella era símbolo del dios-sol Osiris y representaba la vida temporal y la eterna. Los egipcios conocían otra forma de cruz y la llamaban "del Nilo," ésta era símbolo de riqueza y cosecha.

En Egipto, la cruz en forma de letra T (la cruz "tau") adornaba el pecho de una enorme estatua del ídolo Serapis, erigida en la orilla del lago Meris, este ídolo personificaba la vida futura.

Los cinco planetas se representaban con símbolos de cruces. La diadema de oro de una princesa egipcia (4000 años atrás) estaba adornada con seis cruces en forma de pétalos de papiro. En un sello de piedra babilónico muy antiguo (4500 años atrás) había una cruz de este tipo. Los pueblos semíticos representaban al dios-sol Shamash como una cruz con rayos. Las pagodas gigantes hindúes, de las cuales muchas se conservaron hasta hoy día, eran construidas en forma de cruz. Para los pueblos arios desde India y Persia hasta Escandinavia la veneración del dios-sol (Apolón u Odin) estaba inseparablemente ligada con la antiquísima cruz gamma, el signo esvástico.

La cruz gamma estaba difundida en territorio ruso: en excavaciones arqueológicas se encontraron objetos con el signo esvástico, utilizados en tiempos muy antiguos, pre-cristianos. Los druidas y otros pueblos orientales conocían también la cruz de brazos desiguales y consideraban que la parte mas larga era el símbolo de la vida y los otros tres brazos representaban los tres estados del mundo espiritual: el cielo, el purgatorio y el infierno.

Cuando los primeros europeos llegaron a México, se sorprendieron al ver que "la cruz, emblema sagrado de su fe, se erigía como objeto de veneración en el templo pagano de Anahuac" (Prescott). Asimismo fueron encontradas cruces en sepulturas prehistóricas de los antiguos peruanos en América.

Así, en todos lados la cruz es símbolo, signo o jeroglífico de vida, tanto temporal como futura. Es probable que ello sea un conocimiento primitivo, ontológico; un recuerdo poco claro del regocijo del paraíso perdido hace mucho tiempo. La creación, el paraíso, la caída por el pecado se mantenían, aunque en forma desviada, en la memoria de la humanidad. He aquí como representaban el Arbol de la Sabiduría los antiguos babilonios. Rodes, quien predicó el Cristianismo en China en el siglo 17, escribe: "Observé con frecuencia que entre los ...... ....... apenas nacía un niño, los padres le hacían una cruz en la frente con carbón o tinta. Les pregunte para qué le sirve esto al niño y para qué le hacen este signo en la frente. Ellos contestaron: 'Hacemos esto para echar al diablo y obstaculizar que se apodere del niño.' 'Pero, ¿cómo puede el diablo que es un espíritu tener miedo de esto?' les pregunté. Ellos reconocieron que no sabían nada más, pero yo no demoré en abrirles el misterio y explicarles la acción de la Santa Cruz. Esto, con frecuencia, me sirvió para convertirlos al cristianismo."

La idea del Salvador era conocida por todos los hombres, independientemente de la forma encubierta en que se conservaba y se trasmitía de generación en generación.




La Pena de Muerte

Por Medio de la Crucifixión


"La maldición sea sobre todo hombre colgado de un madero" (Deut. 21:23).

LA MÁS TERRIBLE PENA de muerte entre los pueblos antiguos era la ejecución por medio de la crucifixión. De acuerdo con el testimonio de historiadores paganos, esta condena era practicada por los habitantes de Babilonia, Persia, Egipto, Cartagena. Los asirios tenían por costumbre colgar a sus prisioneros de guerra sobre estacas puntiagudas.

Los griegos adoptaron la crucifixión de estos pueblos antiguos, y de los griegos pasó a los romanos. Después de la conquista de Tiro, Alejandro de Macedonia mandó crucificar a dos mil habitantes de este país en signo de su victoria. Los romanos eran igualmente crueles con sus prisioneros. El emperador Licinio cierta vez crucificó seis mil soldados tomados en cautiverio. Las cruces estaban dispuestas a una distancia de dos metros una de otra a lo largo de la Vía Apia a Roma.

Los romanos crucificaban a sus esclavos por la menor falta. Los esclavos vivían en condiciones tan duras que no le temían a la muerte en la cruz, ellos estaban acostumbrados a una muerte tan terrible y no esperaban morir de otra manera. Horacio recuerda que un esclavo fue crucificado porque osó tomar los restos de pescado. Cierta vez, un esclavo dijo a su amo que no lo atemorice con la cruz ya que él sabía que la cruz sería su tumba, al igual que lo fue de su padre, su abuelo, su bisabuelo y su tatarabuelo.

Con el transcurso del tiempo, los amos de los esclavos, perdieron el derecho de crucificar según su criterio, y debían tener para ello una decisión del tribunal. Las ejecuciones se realizaban públicamente. Plinio dice que los esclavos eran forzados a trabajos tan pesados y abrumadores que muchos se suicidaban. Para terminar con los suicidios, el emperador mandó colgar los cuerpos de los que se quitaron la vida. Al principio, eran ejecutados por medio de la crucifixión solo los esclavos y las personas de clase baja. Los romanos libres no podían ser condenados a una muerte tan terrible, deshonrosa y degradante. Luego comenzaron a crucificar también a los ciudadanos romanos. La ley romana condenaba a la crucifixión por asesinato, deserción, insurrección, sacrilegio, etc. También ocurría que crucificaban a inocentes.

En Judea, los romanos crucificaban con frecuencia. Así, por ejemplo, luego de la muerte de Herodes el grande, Varus crucificó a dos mil criminales. En tiempos de los emperadores Claudio y Nerón, los gobernadores Cuadrato, Félix, Tiberio, Alejandro y otros crucificaban por crímenes tanto políticos como religiosos. Después de que Tito tomó Jerusalén, crucificaban a tantas personas que no alcanzaba ni la madera ni el lugar para poner las cruces.

¿Cómo fue que los hombres eligieron la cruz que veneraban y ante la cual se prosternaban, que era emblema religioso, signo de vida y salvación, símbolo de la bendición Divina, profetización de redención - cómo es que la eligieron como instrumento de un castigo tan infame y tormentoso? Por desgracia, es propio de la naturaleza humana ultrajar lo santo, desfigurar lo más hermoso y el santo sentimiento de amor transformarlo en odio. La ejecución en la cruz era la más infame exactamente porque la cruz es el objeto más hermoso.

La ejecución se realizaba de la siguiente manera: luego de la lectura de la condena de muerte, escribían en una tablita la culpa por la cual era crucificado el condenado. Esta tabla era generalmente de color rojo, cubierta de yeso y la inscripción era hecha con grandes letras negras. La tabla se llamaba 'titulus,' en griego 'titlos.'

Existían dos tipos de cruz: 'crux compacta' o cruz Tau y 'crux immissa.' Las cruces estaban hechas de madera barata y dura, generalmente de roble u olivo. La 'crux immissa' se hacía de dos tablas toscas y fuertes, unidas en forma de cruz. Las cruces eran de 7,5 hasta 9 pies de altura. Por delitos graves se crucificaba en cruces altas, por delitos menores en cruces bajas. A veces clavaba en la cruz una estaca en forma de cuerno, esto servía de asiento y era llamado 'sedile' o 'cornu,' sobre esta estaca el condenado se sentaba para que no se le desgarren los músculos de las manos en las muñecas. Con frecuencia, en lugar de un asiento, se clavaba debajo de los pies del crucificado un soporte, generalmente hecho de la misma tabla que la cruz, sobre el cual el desdichado se apoyaba. Este soporte se llamaba 'suppedaneum lignum,' en griego 'ipopodion.'

Después del juicio y la condena, comenzaba el tormento, 'flagellum.' El condenado era cruelmente apaleado, la masa generalmente lo odiaba. Le daban a llevar la cruz, o más frecuentemente el travesaño. A veces se ataba el travesaño atrás de los hombros del condenado y sobre él sujetaban los brazos del desdichado. Cuando el condenado a muerte no quería ir al lugar de la ejecución y se negaba, entonces lo obligaban y lo empujaban y, como sus brazos estaban atados, no podía defender se de los golpes. La ley romana determinaba quitar la ropa del condenado y llevarlo desnudo por las calles principales donde había mucha gente para que también sufra moralmente. A veces, luego de los azotes, lo vestían. La ley hebrea permitía llevar al condenado vestido. Había casos en que el condenado era golpeado por el camino con tanta fuerza que la ropa se le caía y llegaba al lugar de la ejecución mutilado, con las extremidades quebradas, medio muerto. A menudo moría por el camino, entonces el cuerpo era arrastrado y luego clavado a la cruz.

Generalmente, la pena de muerte era ejecutada por un verdugo, pero a veces, eran enviados soldados. Por lo general eran cuatro, y al mayor en rango, el centurion, se le encargaba el control sobre los demás. La obligación de los verdugos consistía en traer al condenado al lugar de la ejecución, crucificarlo y ver que no lo bajen con vida. En el lugar de la ejecución, los verdugos primero le quitaban la ropa al condenado, se les permitía repartirse la vestimenta del castigado. El condenado era atado a la cruz: sin desatar sus brazos, lo acercaban al poste o cruz y sujetaban una soga al travesaño que luego arrojaban sobre el poste, elevaban al desdichado hasta que no tocara la tierra con los pies. Una vez atado el sentenciado vivía mucho tiempo, si era fuerte, moría después de una semana.

Algunos eran crucificados sobre las cruces directamente. Antes de la crucifixión, desataban el travesaño y colocaban al desdichado sobre la cruz y lo clavaban. Luego, elevaban la cruz junto con el crucifica do y la hincaban en la tierra. Sobre la cabeza del sentenciado clavaban una tablita en la que estaba escrita su culpa. Los condenados que eran clavados morían mas rápido que los que eran atados. Así, por ejemplo, en el año 1247 fue crucificado en Damasco un esclavo que vivió tres días. Durante la crucifixión, se clavaban los clavos más arriba de la palma, ya que las palmas tienen ligamentos débiles y no podían sostener el peso del cuerpo de un crucificado. Hubo casos en que la carne de los brazos se desgarraba y se desprendía de los clavos, el atormentado caía al suelo. Era aun peor si tenía clavados los pies (no siempre se clavaban a la cruz) ya que al caer, se le quebraban. Pero si esto ocurría era clavado nuevamente. Esto era tan atroz que ni aun los verdugos aguantaban semejante crueldad. Para que el crucificado no se caiga se clavaba el soporte - 'ipopodion.'

Ver al crucificado era terrible: su rostro desfigurado expresaba sufrimiento. El, ora emitía gritos salvajes, ora rezaba. La víctima se desangraba. La sangre no llegaba al cerebro, inundaba los pulmones, el corazón se detenía. El agonizante se ahogaba. Así vivía un día, dos, a veces hasta tres.

Estaba prohibido enterrar el cuerpo de los que habían muerto en la cruz. El cuerpo quedaba colgando durante mucho tiempo para burla y deshonra. Los animales salvajes y los perros saltaban y lo desgarraban, las aves de rapiña lo picoteaban de arriba. El resto se pudría y caí a al suelo. Luego colgaban los huesos pelados. Los cuerpos de los muertos en la cruz se dejaban para atemorizar a la gente. Los judíos no enterraban los cuerpos de los crucificados para no ultrajar la tierra. Cicerón dijo que no hay palabras para describir la crucifixión.


La Veneración De La Cruz

De Los Primeros Cristianos



"Nosotros predicamos a un Cristo crucificado... fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1 Cor. 1: 23-24)

LA CRUZ DE CRISTO se convirtió en el símbolo fundamental del cristianismo inmediatamente después de la Ascensión del Señor. El apóstol Pedro predicaba al Cristo crucificado ya el día de Pentecostés, diciendo: "¡Israelitas! A Jesús Nazareno...vosotros lo tomasteis y lo matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; pero Dios Lo resucitó" (Hch. 2:22-24). El apóstol Pablo escribe: "Pues l a predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan es fuerza de Dios" (1 Cor. 1:18), y también: "En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo u n crucificado para el mundo" (Gal. 6:14).

Al ascender a la Cruz, el Señor bendijo a Sus discípulos para predicar y para los sufrimientos: "Si el mundo os aborrece, sabed que a Mí me ha odiado antes que a vosotros... Si me conocieron a Mí, los conocerán también a vosotros" (Jn. 15:18-20). Desde el día del descenso del Espíritu Santo hasta Constantino el Grande, se sucedieron 300 años de crueles persecuciones al cristianismo. Los primeros cristianos no podían representar abiertamente la cruz, por ello aparecieron representaciones encubiertas, símbolos de la fe cristiana: el cordero, el pastor, la paloma, el pez, el ancla. Los dibujos simbólicos, con frecuencia se hacían sobre las lápidas en las catacumbas y los sepulcros de los primeros cristianos (ver "Las Catacumbas de Roma," "Vida Ortodoxa" N-ro. 10, 1993).

Pero el principal símbolo del cristianismo lo configuraron las primeras letras del nombre de Cristo (en griego): "X" - primera letra de la palabra Cristo, ella al mismo tiempo representaba la cruz, y, la "I" - primera letra de la palabra Jesús. Unidas, estas letras- símbolos, conformaban un monograma. Luego, la "I" se cambió por una "P" que, en unión con la "X," representaba las tres primeras letras del nombre del Señor: Jesús Cristo y el símbolo de la cruz.

No se sabe desde qué tiempos se comienza a usar este monograma. Se puede suponer que este símbolo existía en tiempos apostólicos . En el Apocalipsis de San Juan el Teólogo se dice: "Y vi otro ángel que subía del nacimiento del sol, y tenía el sello del Dios vivo" (Ap. 7:2). Se habla del monograma con más claridad aun en las palabras: ..".y le daré una piedra blanca, y en la piedra un nombre nuevo escrito que no conoce nadie, sino aquel que lo recibe" (Ap. 2:17).

Cuando este monograma tenía la barra transversal, señalaba n o solo la cruz, sino también la crucifixión. En los monumentos cristianos antiguos, se encuentran monogramas con las letras alfa y omega (primera y última letra del alfabeto griego). Comparemos con el texto de la Revelación del evangelista Juan: "Yo soy el alfa y el omega, el principio y el fin, el primero y el último." El monograma con una rama de palma, símbolo de victoria, indicaba la victoria de Cristo. Estos monograma s se representaban en los sepulcros de los mártires, ya que los que sufrieron por Cristo, vencieron a la muerte. Los monogramas que tenían estrellas hablaban del Salvador, Quien "tenía en su diestra siete estrellas" (Ap. 1:16).

Los monogramas con triángulos explicaban el misterio del Dios trihipostático. El monograma constituía una enseñanza encubierta y abreviada de la esencia de la fe cristiana; el mismo hablaba del nombre de Cristo que "es sobre todo nombre, ante el nombre de Jesús se dobló toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y en los infiernos" (Fil. 2:9-10); hablaba también de Su cruz y Su crucifixión; de las tres hipóstasis de la Divinidad. Gracias al monograma la doctrina cristiana se preservó durante los tiempos de persecución.

Los humildes y mansos soldados de Cristo, los mártires cristianos, con su amor, paciencia y sufrimientos vencieron el mundo pagano; terminaron con las crueldades de la esclavitud; destruyeron los ídolos y prepararon al mundo para recibir a Cristo. Antes de la batalla decisiva contra Masquentio, San Constantino, emperador de Bizancio (312-337), tuvo una visión de la cruz, o mejor dicho, del monograma "PX," con la barra transversal, y debajo de ella la siguiente inscripción: "Con ella vencerás." San Constantino mandó adornar con ese signo la parte superior de los estandartes de sus regimientos (labarum) y así venció al enemigo. De este modo comenzó un nuevo mundo, el mundo cristiano.

Desde fines del siglo 6 el monograma cede su lugar a la cruz. En el siglo 5to. las cruces, como escribe San Juan Crisóstomo, estaban difundidas por doquier: en las casas, en las plazas, en el desierto, en los caminos, en las montañas, en los barcos y las islas, en las habitaciones, sobre la vajilla. Constantino el Grande puso una cruz de oro puro sobre el sepulcro del apóstol Pedro en Roma. En aquella época trataban de tener cruces en todos lados: sobre el pecho, en las casas, sobre las tumbas de los seres queridos.

La forma inicial de la cruz y la más difundida era la cruz equilátera, de ella provienen muchas variedades de cruces. El beato Agustín y San Irineo suponen que Cristo fue crucificado sobre una cruz romana o latina (crux imissa). La cruz egipcia o de San Antonio es la llamada crux comissa, según la Tradición San Antonio Magno tenía una cruz así; la cruz de San Andrés es la llamada crux decussata sobre la cual fue crucificado San Andrés, según la Tradición. Además de la cruz ortodoxa rusa, se conoce también, por ejemplo, la cruz Jordana de la pequeña Rusia (es la que representaban en las puertas de las casas en la pequeña Rusia, Ucrania, cuando recorrían con el agua del 'Jordán').

La Cruz de Cristo


"Venid, fieles, prosternémonos ante el madero vivificante, sobre el cual Cristo, Rey de Gloria voluntariamente extendió sus brazos, nos elevó al estado de gracia original, que nos fu e anteriormente quitado mediante dulzuras por el enemigo y fuimos hechados por Dios... regocíjate, Cruz, redención completa de Adán caí do..." (estrofa a la Cruz).

UN SÓLO MANDAMIENTO les dio Dios a los hombres en el paraíso : no comer los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal. Pero Adán y Eva se tentaron y cayeron en el pecado y con ello perdieron e l estado de gracia eterna del paraíso. "Por medio de un sólo hombre - el primer Adán - entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron en Adán" (Rom. 5:12). Para hacer volver a las personas al estado de gracia original, había que redimir el pecado, hacer una ofrenda de reconciliación. Esto lo hizo el mismo Dios "porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo Unigénito para que todo el que crea en El no perezca sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16).

Vendido por su discípulo malo por el precio de un esclavo fugitivo, Cristo, Rey de Gloria, soportó todo el ritual completo de la deshonrosa y terrible muerte en la cruz. He aquí se entrega a Pilato para ser azotado. "Los soldados tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, lo vistieron de púrpura y decían: '¡Regocíjate, Rey de los judíos!' Y lo golpeaban en las mejillas." La corona que colocaron sobre la cabeza de Cristo en el pretorio de Pilato, estaba hecha como lo suponen, de manojos unidos de varas de una planta con espinas que crece en el sur llamado sisira ('zizyphus spina - Christi' o en árabe 'shibruk').

Cristo, condenado a la crucifixión, llevando Su cruz "salió al lugar llamado 'de la Calavera,' que en hebreo se dice 'Golgota'" (Juan 19:17). 'Golgota' en hebreo significa calavera, el mismo significado tiene 'kranion' en griego (lugar de la calavera - Mateo 27:33) y 'kalvaria 'en latín. Los hebreos y los romanos tenían los lugares de ejecución fuera de la ciudad, allí estaban tirados huesos humanos y calaveras secas roídos por animales, porque los ejecutados generalmente no eran sepultados. Según la antigua tradición, en el 'lugar de la calavera,' directamente debajo de la cruz del Salvador fue sepultado alguna vez Adán. Las gotas de sangre de Cristo cayeron sobre la calavera de Adán y lo resucitaron a la vida eterna.

No se sabe con seguridad, de que forma y tamaño era la cruz sobre la que sufrió y murió Cristo. Se puede empero suponer, que estaba hecha de tablas de madera. Palestina no tenía madera propia, sino que la compraba y la traía a Jerusalén de Alepo. Por causa de la falta de bosque, el material se economizaba, y las cruces no se hacían de vigas gruesas, sino preferentemente de tablas finitas. Los escritores de iconos, para representar figuradamente y explicar porque el Señor caía al llevar la cruz, representaban la cruz grande y pesada, por encima de las fuerzas del Salvador. Pero Cristo caía no sólo por el peso de la cruz, sino por la pérdida de fuerzas.

Se supone que Cristo murió sobre una 'crux imissa.' ¿De qué altura era? Los Santos Padres aseguran que la cruz de Cristo era mas alta que la cruz de los ladrones que fueron crucificados con el Salvador. San Gregorio Niceno escribe que la cruz de Cristo era alta por cuanto la Santísima, muy bendita Madre besaba los pies de su Divino Hijo estando de pie. A causa de la altura, el soldado no pudo alcanzarle a Cristo la esponja embebida en vinagre con la mano, sino que tuvo que usar una caña (Mt. 27:48; Mc. 15:36; Jn. 19:29). Hay quienes piensan que la cruz era de 15 pies de altura (450 cm.). Parte de ella estaba enterrada. Arriba "había sobre El una inscripción, escrita en palabras griegas, romanas y hebreas." "Jesus Nazareno Rey de los Judíos" (Lc. 23:38; Jn. 19:19). Estas palabras estaban escritas sobre una tabla que fue clavada en la cruz sobre la cabeza del Salvador. La tabla estaba hecha del mismo material que la cruz y no se preservó entera hasta nuestros días. Una parte insignificante de ella se encuentra en el templo de la Santa Cruz de Jerusalén, en Roma. Esta pequeña tabla, esta fuertemente estropeada por gusanos.

Es difícil determinar de qué material estaba hecha: de roble, cedro o sicomoro. Su largo es de 235 mm. y su ancho de 130 mm. Sobre ella se pueden ver los caracteres griegos y latinos. Arriba hay dos líneas torcidas y que al parecer son la parte inferior de las letras hebreas. En el centro esta escrito en griego Nazareos, y debajo las palabras: 'Nazaraenus re.' Las letras son de color rojo sobre un fondo blanco, tienen ahondamientos, por lo visto, están talladas con un cincel. Su altura es de 28-30 mm. Por su tamaño las letras se podían ver y leer bien a la altura a la que estaba clavada la tabla.

Cristo estaba clavado a la cruz con cuatro clavos. Desde tiempos antiguos los escritores de iconos representaban a Cristo clavado a la cruz exactamente con cuatro clavos. Después de encontrar el Vivificante Madero, la reina Elena llevó consigo a Constantinopla parte de la Cruz y los cuatro clavos. De acuerdo con la Tradición, cuando regresaba ella de Tierra Santa, se desató una tormenta en el mar. La reina arrojó un clavo al mar para tranquilizar las arrebatadas olas. Otros dos clavos se los obsequió a Constantino el Grande. El cuarto clavo se conservó en Georgia, lo recibió como regalo el rey georgiano Mirian. A mediados del siglo 17 el rey de Georgia, Archil, obsequió este clavo a Moscú en una funda de oro. El clavo estaba hecho de hierro y era de tres o cuatro vershoks (antigua medida rusa, aproximadamente 4.4 cm.). En Occidente hay también clavos que pertenecieron a la Cruz, pero ellos son mas grandes. Su largo es de 12 cm. y su grosor de 8,5 mm. en la cabecilla. Uno se estos clavos se conserva en la Catedral de Notre Dame de París, y el segundo en una basílica de Roma. Se pueden encontrar de estos clavos en la biblioteca del Vaticano. Afirman que con ellos estaba unida la Cruz.

Debajo de los pies de Cristo había una tabla no muy grande clavada, un pedestal, sobre el que El se apoyaba. Ya en los primeros siglos, los cristianos representaban a Cristo crucificado con el pedestal debajo de los pies. Con el tiempo, comenzaron a dibujar el pedestal inclinado: la parte derecha hacia arriba y la izquierda hacia abajo. Esto simbolizaba a los dos malhechores que fueron crucificados a la derecha y a la izquierda de Jesús: "Uno de los malhechores colgados le insultaba diciendo: 'Si eres el Cristo, sálvate a Ti y a nosotros.' Pero el otro le reprendió diciendo: '¿Es que no temes a Dios, cuando sufres la misma condena?' ...Y dijo a Jesús: '¡Acuérdate de mí, Señor, en Tu Reino!' Y Jesús le dijo: 'En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso'" (Lc. 23:39-43).

Los crucifijos existentes desde los primeros tiempos cristianos "con los Presentes" representan el siguiente pasaje del Evangelio: "Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien más amaba, dice a Su madre: '¡Mujer, ahí tienes a tu hijo.' Luego dice al discípulo: 'Ahí tienes a tu madre.' Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa" (Jn. 19:25-27).

La Cruz y la crucifixión del Salvador fueron profetizados con exactitud por los profetas entre 1000 y 500 años antes de Cristo. Está profetizado: "y con los malhechores fue contado..." (Is. 53:12); "atravesaron mis manos y mis pies" (Sal. 21:16). Se cumplió: "Y al mismo tiempo que a El, crucificaron a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda" (Mt. 27:38). Está profetizado: ."..repartense entre si mis vestiduras y se sortean mi túnica" (Sal. 21:19). Se cumplió: "Y se repartieron Sus vestidos, echando a suertes " (Lc. 23:34). Está profetizado: "Hiel me han dado por comida, en mi sed me han abrevado con vinagre" (Sal. 68, 22). Se cumplió: "Le dieron a beber vinagre mezclado con hiel" (Mt. 27, 34). Está profetizado: "no le quebraréis ningún hueso..." (Ex. 12:46); "Y mirarán a Aquel al que traspasaron..." (Zac. 12:10). Se cumplió: "Pero al llegar a Jesús, como le hallaron ya muerto, no le quebrantaron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza..." (Jn. 19:33-34).

El profeta Isaías así formula el misterio de la salvación : "El tomó sobre Si nuestras debilidades y llevó nuestras dolencias... y con Sus heridas hemos sido sanados" (Is. 53:4-5). "Dijo el Señor a Mi Señor: siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos a tus pies" canta David el salmista. ¿Acerca de qué enemigos habla el profeta? Acerca del pecado, la muerte y el diablo. En las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento, la palabra "pedestal" (KEBESH, en griego 'ipopodion') es una metáfora que significa la victoria sobre los enemigos. Y el pedestal sobre el que se apoyaban y estaban clavados los pies de Cristo se convirtió en símbolo grande y eterno de la victoria Divina. ¿Muerte, dónde esta tu aguijón? ¿Ades, dónde esta tu victoria? ¡Cristo ha Resucitado!

Catecismo Ortodoxo 

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La Veneración De La Cruz En La Iglesia Ortodoxa.

"Cruz, custodia de todo el universo; Cruz, belleza de la Iglesia; Cruz, cetro de los zares; Cruz, confirmación de los fieles; Cruz, gloria de los ángeles y herida de los demonios" (svetilen a la Cruz). En la Iglesia Ortodoxa la Cruz ocupa un lugar especial. Tres veces en el año se oficia en honor a la Cruz: el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Cruz, durante la tercera semana de la Gran Cuaresma y el 1 de agosto, día de la Procesión de la Cruz.

Al final de los matutinos el Obispo o el Sacerdote sacan la Cruz al centro de la Iglesia para que sea venerada por los fieles. "Ante Tu Cruz nos Prosternamos ¡oh, Soberano! y Glorificamos Tu Santa Resurrección."

La Cruz es el fundamento de toda la vida de la Iglesia. Al construirse un templo primero se bendice el lugar donde esta previsto erigir el nuevo templo. La bendición la realiza un obispo o un sacerdote. Los cimientos del templo se hacen en forma de cruz, de círculo (Simbolo de la Eternidad) o de nave (Símbolo de la Iglesia). El edificio del templo se corona con una o varias cruces. Una cruz simboliza a Cristo; tres, a la Santísima Trinidad; cinco, a Cristo y los cuatro evangelistas; trece, a Cristo y los apóstoles. La cruz se alza sobre el templo encima de la cúpula como símbolo de nuestro triunfo y victoria. San Juan Crisóstomo dice: La Cruz está en todos lados y Resplandece más que el sol."

Acerca de la veneración de la Cruz escribieron muchos escritores de la Iglesia y teólogos: los apologetas Tertuliano, Minucio, Felix, Octaviano; teólogos, tanto orientales como occidentales, San Teodoro Estudita, Gamartolio y otros.

Los Concilios quinto y sexto de Trulla del año 629 prohibieron representar cruces en el piso de los templos para que no se pisotee y profane la Cruz.

Durante la herejía iconoclasta algunos herejes afirmaban que l a veneración del madero de la Cruz es idolatría. En defensa de la Cruz se alzaron la reina Irene y el Patriarca Tarasio. En el VII Concilio Ecuménico en Nicea en el año 787, fue condenada la herejía iconoclasta . En ese mismo Concilio se determino que la veneración de la Cruz tiene el mismo significado que la confesión del Salvador.

Pero aun así, la herejía iconoclasta no fue derrotada por completo. La emperatriz Teodora, siguiendo a Irene, se pronunció nuevamente en defensa de la veneración de la Cruz y de los santos iconos. En el concilio local de Constantinopla del año 842, presidido por el Patriarca Metodio fue confirmada la santidad del 7 Concilio Ecuménico y la veneración de los santos iconos. En honor a ello se estableció la fiesta del Triunfo de la Ortodoxia. En la Iglesia Ortodoxa esta festividad se conmemora el primer domingo de la Gran Cuaresma hasta hoy día.

La Cruz es una realidad, en toda su plenitud, actual y concreta de la Iglesia. Los textos litúrgicos proclaman: "la invencible, incomprensible fuerza de la Sagrada y Vivificante Cruz.... La Divina Liturgia comienza con la exclamación del sacerdote del nombre de Dios en sus tres Personas: "Bendito sea el Reino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo." En ese momento el sacerdote hace la señal de la cruz con el Evangelio sobre el altar. Durante el oficio el sacerdote bendice haciendo la señal de la cruz. El obispo persigna al pueblo con el dikirios y trikirios, bendiciéndole en el nombre de Cristo en Sus dos naturalezas y en el nombre de Dios en Sus tres Personas. Cuando se canta el Trisagio, el obispo hace la señal de la cruz con el dikirios sobre el Evangelio. Ello significa que bendice el Evangelio y señala el misterio de la Cruz que se relata en él y con la cual se bendecirán los Santos Dones en el momento de la transubstanciación. Al final del canto del Trisagio, el obispo bendice al pueblo con la cruz y el dikirios, lo que recuerda el misterio de la redención realizada por Cristo en Sus dos naturalezas sobre la Cruz. En la Liturgia la Cruz tiene un significado especial, ya que la transubstanciación ocurre durante la bendición de los Santos Dones con la señal de la Cruz.

Durante el oficio, el sacerdote o el obispo, más de una vez bendicen a los fieles con la mano, con los dedos colocados de manera tal que recuerden las dos primeras letras del nombre de Jesucristo. Al finalizar la Liturgia, el sacerdote pronuncia la despedida con la Cruz en la mano y de la misma manera dice el sermón. Después de la despedida los fi eles besan la Cruz y saludan a su padre espiritual y el santo templo donde oraron. Al salir de este santo lugar los fieles se paran de frente al altar y se persignan.

La Cruz es la fuerza divina de todos los sacramentos. Cuando el sacerdote santifica el agua durante el bautismo hace la señal de la cruz y bendice el agua diciendo: "Que se destruyan, bajo la imagen de Tu Cruz, todas las fuerzas adversas." Al bautizado se le coloca una cruz con l as siguientes palabras: "El que quiera seguirme, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame" (Mc. 8:34). Ello le recuerda al recién bautizado que él es un seguidor de Cristo quién murió en la Cruz. El que oficia el sacramento del bautismo unge al bautizado con óleo, luego con santo miro haciendo la señal de la cruz en su cuerpo. Los cabellos de la cabeza del bautizado también se cortan en forma de cruz.

Los comulgantes se acercan a tomar la Santa Comunión con los brazos puestos en forma de cruz sobre su pecho. Este momento recuerda la Mística Cena y la muerte de Cristo en la Cruz.

Durante el sacramento del matrimonio el sacerdote bendice tres veces a los novios con la señal de la cruz diciendo: "Señor, Dios nuestro, con gloria y honor, corónales." Este momento es la esencia del sacramento.

El sacramento del arrepentimiento se realiza cuando el sacerdote pronuncia la oración de absolución y hace la señal de la cruz sobre el penitente, esto santifica el sacramento.

Durante la unción con óleo el, o los sacerdotes ungen al enfermo con óleo santificado y hacen la señal de la cruz sobre su cuerpo. Durante el entierro, el sacerdote que oficia el funeral coloca una cruz sobre el pecho del difunto, si es un sacerdote o un obispo se l e ponen además de la cruz, el Evangelio. Al final del funeral el sacerdote hace la señal de la cruz sobre el cuerpo del difunto habiéndole asperjado con agua bendita. Este es el momento de la despedida del padre espiritual con el difunto.

Toda la vida diaria del cristiano está custodiada por la señal de la cruz. Los primeros cristianos se bautizaban persignándose. El Santo Apóstol Juan antes de su entierro dibujó una cruz sobre su cabeza con la mano. En las actas de San Afri se relata que cierta vez un pagano les dijo a San Narquis y a su diácono: "Sé que son cristianos ya que con frecuencia signan su frente con la cruz."

Ya en tiempos de los apóstoles se comenzaba todo acto con la señal de la cruz. Al entrar al templo, los cristianos se persignaban. Ha cían lo mismo al comenzar y al finalizar las oraciones. El sacerdote se persignaba al comenzar el sermón. Con la señal de la cruz se comenzaba cualquier oficio de la Iglesia: la bendición, la santificación, etc. Tertuliano escribe que los cristianos se persignaban durante todas sus ocupaciones, ante cada movimiento: cuando salían o volvían a su casa, cuando se vestían y se calzaban, al entrar al baño, al sentarse a l a mesa, al encender las lámparas, al comenzar una conversación, al acostarse, etc. Se signaban siempre con la mano derecha aunque de distinta manera, al principio lo hacían con un dedo signando la frente, la boca y el pecho. Esto se llamaba la pequeña cruz. Luego se persignaban tocan do con la mano la frente, el pecho, el hombro derecho y después el izquierdo. Con el tiempo comenzaron a poner tres dedos juntos al persignarse, con lo que recordaban la Santísima Trinidad, y los dos dedos restantes los apretaban contra la palma como símbolo de las dos naturalezas de Cristo. Los ortodoxos mantuvieron esta forma de persignarse hasta nuestros días.

En el mundo cristiano, la cruz es símbolo de verdad, honestidad y respeto. Los cristianos colocaban el signo de la cruz en documentos, cuando firmaban cualquier papel importante. Los analfabetos, en lugar de su apellido podían dibujar tres pequeñas cruces sobre el papel, y dicha 'firma' era reconocida. Los obispos hasta hoy día colocan una cruz antes de su nombre al firmar un papel. Los hombres de estado y los militares que sobresalían durante la guerra, eran condecorados con Cruces.

La vestimenta de los monjes incluye el 'analavo' o 'paraman,' "que se coloca sobre los hombros en forma de cruz. Esto significa que los monjes llevan sobre si el signo de la cruz. ¿Cuál es la cruz del monje? La completa mortificación, es decir, que el hombre murió para todo lo mundano, ello ocurre en el monje por su fe en Cristo" (de Abba Doroteo, del editor).

Es difícil enumerar todos los casos en que la cruz actúa sobre nuestra vida. Pero hay una significación más de la cruz que es especialmente importante para el cristiano. Hasta que se cumpla el tiempo y aparezca la Cruz, "la señal del Hijo del Hombre en los cielos" (Mt. 24:30),todos los cristianos, la Iglesia que lucha, estamos llamados a seguir a Cristo en su camino de la Cruz. El Señor dijo: "El que quisiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame" (Mc. 8:34). Para seguir a Cristo, tomemos nuestra cruz, es decir, nuestras desgracias, nuestros sufrimientos y tribulaciones, nuestras tragedias familiares, nuestros esfuerzos de fe y las negaciones de nuestro ser. El beato Agustín dice: "Toda la vida del cristiano que vive de acuerdo con el Evangelio, implica su cruz y sufrimientos." "Tomar la cruz - escribe el obispo Ignati Brianchaninov - significa la sumisión voluntaria y devota al juicio de Dios ante todas las aflicciones que nos envíe o que permite la providencia de Dios."

De este modo, tomemos nuestra cruz y vayamos en pos de Cristo, en pos de Cristo al Golgota. Si morimos con Cristo también resucitaremos con El; si sufrimos con Cristo también nos glorificaremos con El. ¡ Debemos tener un poco de paciencia aquí, entonces reinaremos eternamente!

¡Oh, Tres veces bendito madero de la Cruz! muéstranos el camino para la salvación de nuestra vida.

Catecismo Ortodoxo 

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Wednesday, September 13, 2017

Qué dice la Palabra de Dios y Santos Padres sobre el Misterio de la Redención.

¿Qué decía el Mismo Señor Jesucristo?

"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en El creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Ju. 3:14-15; comp. Num. 21:8-9).

"El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos" (Mat. 20:28).

"Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo" (Ju. 6:51).

"Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado" (Luc. 22:19).

"Esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mat. 26:28). "Si el grano de trigo cae en la tierra y no muere, él solo queda; mas si muere, mucho fruto lleva" (Ju. 12:24). "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo" (Ju. 12:32).

"Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones" (Luc. 24:46-47). "Os es necesario que yo vaya: porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os le enviaré" (Ju. 16:7).

¿Qué decían sobre el Sacrificio en la Cruz de Jesucristo los profetas del Antiguo Testamento?

"El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahvé descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado." (Is. 53:5-7); "por las rebeldías de su pueblo ha sido herido" (8). "se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes" (12).

"Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis manos y mis pies. Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me miran" (Sal. 21:17-18).

¿Qué decía Juan el Bautista? "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Ju. 1:29).

¿Qué decían los Apóstoles?

San Apóstol Juan en su Evangelio mencionando el concejo que dio Caiafa a los judíos sobre Jesucristo: "nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda" (Ju. 11:50), luego agrega el Apóstol: "esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo pontífice de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por aquella nación, mas también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban derramados" (51-52).

En su epístola san Apóstol Juan dice: "La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado" (I Ju. 1:7).

En Apocalipsis san Apóstol Juan escribe: "Los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación" (Apoc. 5:8-9).

"De Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre" (Apoc. 1:5).

San Apóstol Pedro prescribe a los cristianos: "Conversad en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (I Ped. 1:17-19).

"Pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas… El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia: por la herida del cual habéis sido sanados" (2:21, 24). "porque también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (3:18).

San Apóstol Pablo dice: "Primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: que Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras" (I Cоr. 15:3). "Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave" (Efic. 5:2). "Cristo fue ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos" (Heb. 9:28). "El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación" (Rom. 4:25). "Al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados" (Rom. 3:25). "Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, mas por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención" (Heb. 9:12-14).

Todos estos textos de la Palabra de Dios claramente atestiguan que nuestra redención la cumplió Cristo-Salvador con Su Sangre, vertida por pecados nuestros y con la muerte en la Cruz.

¿Cómo enseñaban los Hombres Apostólicos?

San Barrabas dice: "Vamos a creer que el Hijo de Dios no podía sufrir sino solo por nosotros… por nuestros pecados El quiso sacrificar la vasija del espíritu" (Epíst. VII), "tal como Abraham quiso sacrificar a Isaac" (Epíst. V).

San Clemente Romano dice: "Vamos a mirar al Señor Jesucristo, Cuya Sangre fue dada por nosotros; vamos a mirar con atención a la Sangre de Cristo y razonar cuán preciosa es Su Sangre ante Dios, cuando vertida para nuestra salvación trajo para todo el Mundo la gracia de la penitencia" (Epíst. a los Corintios 1:21).

San Ignacio Portador de Dios dice: "Cristo murió por vosotros, creyendo en Su muerte, vosotros os salvasteis de la muerte" (Epíst. a los Tral. 2).

San Policarpo de Smirna dice: "El sufrió por nuestros pecados la misma muerte… todo lo sufrió por nosotros para que vivamos en El" (Epíst. a los Filip. 1:8).

¿Cómo enseñaban los maestros cristianos de los siglos 2 y 3?

El hombre que escribió una epístola a Diógenes le escribe: "Dios dio a Su propio Hijo como rescate por nosotros, al Santo por los impíos, al Justo por los injustos, al Inocente por los culpables, al Incorrupto por los corruptos, al Inmortal por los mortales" (Epíst. a Diógenes IX).

San mártir Justino escribe: "Cristo, por la voluntad del Padre, se hizo hombre para salvar a los que creen en El y fue sometido a la denigración y sufrimientos para con la muerte y la resurrección vencer a la muerte (Apolog. I, 63).

San Irineo de Lyon escribe: "Cristo redimió a nosotros con Su Sangre y rindió Su alma por nuestras almas, y Su carne por nuestra carne" (Contra las herejías V, 1).

Tertuliano escribe: "Cristo quiso nacer de la carne en la carne para con Su nacimiento reformar nuestro nacimiento y con Su muerte destruir nuestra muerte" (Contra Marc. III, 9).

San Cipriano de Cartagena escribe: "Cristo nos otorgó esta gracia, dio a nosotros el don de Su misericordia, venciendo a la muerte con Su cruz, redimiendo a los creyentes con el precio de Su Sangre, reconciliando al hombre con Dios Padre, vivificando con el renacimiento celestial" (Prin. Demetrio 25).

¿Cómo enseñaban los grandes Padres de la Iglesia del siglo 4?

San Atanasio el Grande, Arzobispo de Alejandría, escribe: "Como se debía, por fin, a toda la gente pagar su deuda (la deuda consistía en que toda la gente era mortal, lo que era la causa de la llegada de Jesucristo a la tierra); por eso El habiendo demostrado Su Deidad con Sus acciones, entregó en sacrificio a la muerte por toda la gente el templo de Su Cuerpo. Para que, por un lado, hacer a todos no culpables y libres del viejo delito, por otro lado, — revelar a Sí Mismo vencedor de la muerte e incorruptibilidad de Su Cuerpo transformar en el comienzo de la resurrección universal… La muerte era imprescindible: era necesaria la muerte por toda la gente, ya que era necesario el pago de la deuda común que pesaba sobre toda la gente. Para esta finalidad, el Verbo, inmortal por Su naturaleza, tomó la carne mortal, para a ella como Su carne sacrificar por toda la gente y para sufrir con la carne la muerte por todos" (Sobre la encarnación 20).

Y así habla San Gregorio el Teólogo: "Cristo es llamado "liberación" (I Cor. 1:30) como el que libera a nosotros prisioneros del pecado, como el que da a Sí Mismo por nosotros como redención y sacrificio purificador por el universo" (Palabra sobre la Teología 4). "Por cada nuestra deuda está dado Aquel que es más alto que nosotros… Para eso árbol por el árbol y manos por la mano; manos extendidos con coraje, por la mano extendida sin contención; manos clavados por la mano insubordinada; manos que unen en uno los confines del mundo, por la mano que expulsó a Adán. Para eso elevación sobre la cruz por la caída, bilis — por haber saboreado, la corona de espinas por mala gobernación, la muerte por la muerte" (Palabra 3).

San Cirilo de Jerusalén: "Fuimos enemigos a causa del pecado, y Dios designó la muerte para el pecador. ¿Cuál de los dos debía ser: según la justicia se debía matar o por amor al hombre vulnerar el designio? Pero observa la sabiduría Divina: El conservó la verdad del designio; y la fuerza del amor al hombre. Elevó Cristo "nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia" (I Ped. 2:24)" (Enseñanza XIII, 33).

"Y no te extrañes que esté redimido todo el mundo ya que murió por él no un hombre común sino el Hijo de Dios Unigénito. El pecado de un hombre Adán tenía tanta fuerza que trajo muerte al mundo. Si la muerte reinaba en el mundo "por un delito" (Rom. 5:18), entonces mas todavía ¿con la verdad de Uno no reinará la vida? Y si entonces por el árbol, del cual comieron, fueron expulsados del paraíso, ¿no sería útil ahora a través del árbol de Jesús entrar para los creyentes al paraíso? Si el primer-creado de la tierra trajo la muerte universal, ¿no traería la vida eterna El que creó al hombre de la tierra, cuando El Mismo es vida? Si Finees, siendo celoso y habiendo asesinado al que pecaba, paró la ira de Dios (Num. 25:8), entonces Jesús, Quien dio la muerte no a otro que a Sí Mismo como precio de redención ¿no podrá saciar la ira contra los hombres? (2 Tim. 2:6)" (Enseñanza 2).

"No era poco importante El que murió por nosotros; no era el Cordero sensible, no un hombre común, no solo Ángel, sino Dios Encarnado. No era tan importante la culpa de los pecadores, como era importante la verdad de Aquel que murió por ellos. No pecamos tanto, cuanto hizo de la verdad El que puso Su Alma por nosotros, y de nuevo, cuando quiso la retomó" (Enseñanza XIII, 33).

San Basilio Grande dice: "Entonces como nadie de los hombres, según la palabra de las Escrituras, podía "redimirse ni pagar a Dios por su rescate" (Sal. 48:8) para lograr la clemencia de Dios, ya que todos eran culpables del pecado, tal precio de redención por las almas de todos apareció la santa y preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo vertida por ellos. ¿Por qué? Porque El no era un simple hombre, sino el que sobrepasa por Su ser a los hombres — Dios-hombre, y además por Su parte humana completamente sin pecado, por eso no necesitaba dar a Dios el rescate por la redención de Su alma y El Mismo podía dar y dio tal rescate por otros apareciendo según la palabra del Apóstol: "Tal pontífice nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores… Que no tiene necesidad cada día, como los otros sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus pecados, y luego por los del pueblo" (Heb. 7:26-27; 9:7) (Interpretación del Salmo 48:8-9).

San Juan Crisóstomo dice: "Imagínate que a una persona alguien debe diez óbolos y él encarcela al deudor junto con su esposa, hijos y sirvientes; pero llega otro quien no solo paga aquellos diez óbolos, sino además regala diez mil talentos de oro, lleva al prisionero al palacio real, lo sienta en un lugar de honor y colma de honras y distinciones, entonces el que prestó diez óbolos se olvida de ellos. ¡Con nosotros pasó igual! Cristo pagó mucho más de lo que debíamos: Su pago en comparación con la deuda es como el mar sin medida con una gota pequeña. Así, no dudes hombre, viendo tal riqueza de bienes; no tengas curiosidad para saber cómo fue apagado el destello de la muerte y el pecado, cuándo fue vertido un mar de dones de gracia" (Sobre la epístola a los Romanos charla 10, 2).

"Cristo, por Su lado, murió por todos para salvar a todos, y esta muerte coincide completamente con la pérdida de todos, pero no destruyó los pecados de todos ya que ellos mismos no lo quisieron" (Sobre la epístola a los Hebreos, charla 17, 2).

"¿No sería la causa, por la cual El (Cristo) fue entregado a la muerte, que odiaba pecados? Para nivelarlos (pecados), El voluntariamente murió. ¿Por qué, sin embargo, está dicho "elevó" o "elevará"? Para indicar a la cruz, ya que sobre ella fue clavado en la cruz el pecado: con la cruz fueron perdonados los pecados" (Interpretación del prof. Isaías, cap. 53).

"De cuantos bienes se hizo culpable para nosotros la cruz de Cristo, con la fuerza del Crucificado sobre ella hizo tantos cambios… ella se tornó para nosotros no causa de sufrimientos, sino la liberación de sufrimientos… La cruz es la salvación de la Iglesia… La cruz — es la liberación nuestra de los males que nos aprisionaban y el comienzo de los bienes que nos fueron otorgados, la cruz — es la reconciliación con Dios de Sus enemigos y la conversión a Cristo de los pecadores… Con la cruz estamos liberados de la violencia del diablo y con la cruz estamos salvados de la muerte y perdición. La cruz unió a los hombres con los ángeles, haciendo su naturaleza ajena a toda corrupción y ofreciendo la posibilidad de llevar una vida incorrupta… Antes de la cruz estuvimos ajenos al paraíso, en cambio con la aparición de la cruz en seguida el ladrón fue hecho digno del paraíso. ¡O, gran fuerza de la Cruz! De tales tinieblas la cruz nos llevó hacia la luz sin ocaso, de la muerte nos llamó a la vida eterna, de la corrupción nos hizo renacer a la incorruptibilidad. En realidad, ¿qué bien recibimos no de la cruz, qué gracia nos es otorgada no a través de la cruz?.. Cristo pende de la cruz — y el diablo es muerto; Cristo es clavado a la cruz — y toda alma es liberada de lazos" (Palabra para la Elevación de la cruz, t. VIII, pág. 864).

San Efrén Siríaco dice: "Por nosotros sufrió el valiente Señor, por nosotros crucificado el Único Sin Pecado… por nosotros impuros es muerto Cristo Salvador nuestro" (Palabra sobre el sufrimiento del Salvador).

San Atanasio el Grande habla particularmente sobre el por qué la redención nuestra se produjo a través de la crucifixión del Señor nuestro Jesucristo en la cruz: "¿Por qué el Señor sufrió no cualquier otra muerte sino la de la cruz? El que hace esta pregunta que sepa que ésta, justamente, podía ser salvadora para nosotros y a ésta sufrió el Señor para nuestra salvación. Ya que si El vino para llevar sobre Sí Mismo el juramento que estaba sobre nosotros, entonces ¿con qué otro modo podía ser Él el juramento si no sufría la muerte que estaba bajo el juramento? Y tal muerte es la muerte sobre la cruz, ya que está escrito: "Maldito cualquiera que es colgado en madero" (Gal. 3:13). En segundo lugar, si la muerte del Señor es la redención de todos, si con ella se destruyen los obstáculos y se produce el llamado a los pueblos (Ef. 2:14), entonces, ¿cómo podría El llamarnos a Su Padre si no se crucificaría en la Cruz? Ya que solo sobre la cruz se puede morir con los brazos abiertos" (Sobre la encarnación 25).

San Juan el Damasceno — padre de nuestra teología dogmática, al final del siglo 8 escribía: "Él muere, recibiendo por nosotros la muerte y por nosotros Se sacrifica para el Padre. Nosotros pecamos ante el Padre y El debía recibir el preció de redención por nosotros para así liberarnos de la condena. Pero no al verdugo del género humano es ofrecida la Sangre del Señor" (Exposición exacta de la fe, cap. 27).

De todo lo arriba mencionado está claro que la redención nuestra es cumplida por el Señor Jesucristo a través del derrame de la preciosa Sangre de El por nosotros como Cordero de Dios que toma el pecado del mundo a través de Su muerte sobre la Cruz.

Todo esto está marcado en nuestro Servicio Religioso. Así en el tropario de 6ª hora de Cuaresma se canta:

"En el sexto día y hora clava en la cruz el atrevido pecado de Adán…," en cambio en el Viernes Santo se canta el tropario: "Redimiste nos del juramento de la ley con Tu honorable Sangre, clavado en la cruz y traspasado por la lanza, vertiste la inmortalidad a los hombres. ¡Salvador nuestro, gloria a Ti!"

Catecismo Ortodoxo 

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La Cruz — Poder de los Reyes.

La Cruz — "Poder de los Reyes," la Cruz — invencible victoria de la piedad, la cruz — arma invencible; con estas palabras y expresiones la Santa Iglesia glorifica a la Cruz, "sobre ella se crucificó Cristo — Rey y Señor," en el solemne día de la festividad de Elevación Universal.

Y que estas no son solo palabras, sino la realidad, claramente testifica gran acontecimiento del año 312 d.C. — un maravilloso signo en los cielos que definitivamente convirtió al Emperador del antiguo y pagano Imperio Romano, Constantino el Grande, en un profundo creyente cristiano y no solo puso fin a terribles persecuciones de los cristianos que habían durado tres siglos. También dio comienzo a la paulatina cristianización de todo el Imperio.

Cómo aconteció todo, relata detalladamente un famoso historiador de la iglesia, Eusebio Pamfilo, en su "Primer libro sobre la vida del beato Rey Constantino." Él, ante todo, relata sobre el padre del Emperador Constantino, Constancio Floro, quien estaba bien dispuesto hacia el cristianismo y no quería perseguir a los cristianos, tal como pasaba con sus antecesores Diocleciano, Maximiano y Maxentio.

Después de la muerte de su padre los ejércitos nombraron a Constantino Augusto. "Afirmado en el reino, Constantino enseguida se ocupó de su herencia, visitó las regiones que estaban bajo el poder de su padre y con gran humanidad las gobernó. Además de esto, sometió a las tribus bárbaras que vivían sobre bordes de Rin y sobre la costa occidental del océano. A los que intentaron levantarse hizo pacíficos y a otros que parecían animales salvajes venció, pero viendo que no tenían capacidad de aceptar las reglas pacíficas de la vida, expulsó de los límites de su imperio. Luego él se representó a todo el universo como un gran cuerpo y viendo que la cabeza de este cuerpo — la ciudad real del Imperio Romano, sufre una dura esclavitud de un tirano, primero encargó la defensa a los gobernadores de otras partes del imperio como personas de mas edad (Galerio, Maximiano y Maximino, entre los cuales entonces estaba dividido en 4 partes el Imperio Romano). Pero cuando ninguno de ellos pudo ayudar a Roma y hasta terminaban sus esfuerzos en forma vergonzosa, Constantino dijo que no puede vivir hasta que la ciudad real queda bajo el peso de desastres — y comenzó los preparativos para destruir al tirano." (cap. 22, 25 y 26).

Mientras tanto, el tirano mismo Maxentio que estaba en Roma viendo en el Constantino un peligroso rival, le declaró la guerra. "Las fuerzas de Constantino eran mas débiles que las de sus enemigos. El sintió que necesita ayuda desde lo alto y la buscó. El comenzó a pensar a qué dios llamar para ayuda. Con esto pensó que no pocos reyes al poner su esperanza en muchos dioses se engañaron y terminaron mal sus obras y que su padre Constancio toda su vida veneraba al Único Alto Dios y tenía signos de Su protección y así se convenció que se debe honrar a Dios de su padre" (cap. 27).

"Y comenzó a llamar a El y pedir y rogar que le apareciera, le enseñara sobre El y le extendiera Su mano. Constantemente elevando sus oraciones y pedidos, el Rey obtuvo el muy sorprendente signo enviado por Dios; de manera que era hasta difícil de creer, si contaba alguien otro. Pero a nosotros nos convencía con juramento el mismo Rey victorioso, cuando mucho tiempo después lo conocimos y hablamos con él escribiendo este libro; por eso ¿quién dudaría de la verdad de lo dicho? — mas todavía ¡cuando el tiempo subsiguiente fue testigo de su verdad!"

"Una vez, en horas de mediodía, cuando el sol comenzó a inclinarse hacia el occidente — decía el Rey — vi con mis propios ojos formado por la luz el signo de la cruz sobre el sol con la inscripción "¡Con esto vence!"

Esta visión causó pavor tanto a él mismo como también a todo el ejército, que lo seguía no sabiendo adónde, y seguía viendo el milagro revelado" (cap. 28).

Esto pasó el 28 de octubre de 312, cuando Constantino con el ejército iba contra Maxentio, encerrado en Roma. Esta milagrosa visión de la cruz en pleno día atestiguada por muchos escritores contemporáneos en base a palabras de los testigos.

Es particularmente importante el testimonio del confesor Artemio ante Julián el Apóstata, al cual durante el interrogatorio Artemio decía: "Cristo desde lo alto llamó a Constantino cuando éste hacía la guerra contra Maxentio, mostrándole a mediodía el signo de la cruz, que radiante brillaba sobre el sol y con letras romanas parecidas a estrellas profetizaba la victoria en esta guerra. Estando allí, vimos este signo y leímos las letras, lo vio todo el ejército: muchos testigos de esto están en tu ejército también si solo tu desearas preguntarles" (Ver Historia de Filostorgio, 45).

"Constantino, sin embargo, estaba perplejo y se decía: "¿Qué puede significar semejante visión?" Mientras él pensaba y razonaba — se hizo noche. Entonces en sueño le apareció Cristo Dios con la visión que se vio en el cielo y ordenó hacer un estandarte semejante a lo que se vio en el cielo y usarlo para la protección contra los enemigos" (cap. 29).

"Al levantarse la mañana siguiente Constantino relató a sus amigos este misterio y luego, llamando a los maestros que sabían trabajar con oro y piedras preciosas, se sentó entre ellos y después de describir la imagen del signo les ordenó de hacer una igual de oro y piedras preciosas. Este estandarte — dice Eusebio — lo vimos con nuestros ojos" (cap. 30).

"Tenía siguiente aspecto: sobre una larga lanza cubierta de oro fue fijada una barra transversal que formaba con la lanza el signo de la cruz. Arriba, sobre la punta de la lanza estaba fijada un corona de oro y piedras preciosas y sobre ésta — el símbolo de nombre salvador: dos letras indicaban el nombre de Cristo: XP (indicada por los trazos de la X, de cuyo medio salía la letra P). [Hay que aclarar que en ruso X=J y P=R. El nombre de Cristo en ruso es JRISTOS.] Estas letras el rey tenía costumbre de llevar sobre su yelmo. Luego sobre la barra transversal colgaba un fino y blanco trozo cuadrado de tela de rey cubierta de distintas piedras preciosas y que brillaba con rayos de luz. Bordado de oro parecía a los que lo veían inexpresablemente hermoso. Sobre la lanza debajo del signo de la cruz colgaba una representación de oro del Rey amado por Dios y de sus hijos.

El rey usaba este estandarte salvador para vencer a la fuerza enemiga contraria y ordenó en todos los ejércitos llevar estandartes semejantes" (cap. 31).

"Sobrecogido por la santa visión y decidido de no honrar a ningún otro dios además del visto, Constantino llamó a los portadores de Su palabra y les preguntó ¿Quién es este Dios y qué significado tiene el signo visto? Ellos respondieron que aquel Dios es el Hijo Unigénito de único Dios y el signo visto — es el símbolo de inmortalidad y solemne signo de la victoria sobre la muerte que tuvo El cuando había venido a la tierra. Luego revelando en detalle la enseñanza sobre la encarnación, ellos explicaron a Constantino también la causa de Su venida" (cap. 32). Así comenzó la revelación de la nueva religión cristiana al Emperador, antes pagano, y en la cual él comenzó a profundizar cada vez más, como relata Eusebio.

"Constantino aprendía de sus palabras y, teniendo ante su vista el milagro de la Aparición Divina y comparando la visión celestial con la explicación de palabra, se afirmaba cada vez más en sus pensamientos. Estaba convencido que el conocimiento de todo esto le es enviado de lo alto y hasta comenzó a leer los Escritos Divinos. Además, ordenó que lo acompañen los sacerdotes de Dios — pensando que a Dios que él vio hay que honrar con todos los medios de servicio.

Protegido así por esperanza buena en Él, él se apresuró al final de apagar el fuego del tirano (cap. 32).

Habiendo llamado a Dios de todos y como Salvador y Ayuda a Su Cristo, Constantino con el estandarte de la victoria salió con el ejército contra Maxentio que se fortificó en Roma. Con la Fuerza de Dios, Emperador Constantino obtuvo una brillante victoria sobre el tirano Maxentio, que hacía en Roma actos deshonestos y malvados. Huyendo, el tirano fue tirado desde el puente de Milvian al Tiber y se ahogó a 15 km. de Roma. Agradeciendo a Dios el vencedor solemnemente entró en la ciudad imperial, donde lo recibían "con caras y corazones alegres, con bendiciones y inexpresable gozo. Familias enteras con sus esclavos en voz alta y sin contención lo proclamaban como su libertador, salvador y bienhechor. El en posesión de una innata piedad, no se vanagloriaba con estas exclamaciones y lisonjas, sino teniendo presente la ayuda de Dios, enseguida elevó una oración de agradecimiento al Dador de la victoria" (cap. 39).

Con monumentos populares y escritos el Emperador Constantino hizo saber a toda la gente la fuerza del salvador estandarte de Cristo. "En medio de la ciudad imperial él elevó a este sagrado estandarte y escribió en forma definitiva e imborrable que este salvador estandarte es el protector del Imperio Romano y de todo el reino. Y cuando en el lugar mas poblado de Roma colocaron su estatua — él inmediatamente ordenó fijar en la mano de su imagen aquella alta lanza en forma de la cruz y escribir en latín la siguiente leyenda: "Con este salvador estandarte, un verdadero testimonio de coraje, salvé y liberé vuestra ciudad de yugo del tirano y después de la liberación devolví al senado romano y el pueblo la libertad, el brillo anterior y la fama" (cap. 40).

Después el Emperador Constantino y sus guerreros muchas veces experimentaban la ayuda y la fuerza de la Cruz del Señor. Como atestigua Eusebio, "donde el estandarte de la cruz aparecía, allí los enemigos huían y los vencedores los perseguían. Cuando el Emperador lo supo, ordenó llevar el estandarte salvador como un medio real de la victoria, donde veía alguna de sus huestes debilitada. La victoria enseguida se reconstituía, ya que a los que luchaban fortificaba la fuerza enviada desde lo alto" (Lib. II, cap. 7).

"Por eso a aquellos de sus escuderos que se distinguían por la fuerza física, fuerza del alma y carácter piadoso, Constantino ordenó estar sirviendo solo a este estandarte. Tales hombres había no menos de cincuenta, y ellos no tenían otra obligación que estar parados alrededor del estandarte o seguirlo como guardia cuando cada uno por turno lo llevaba sobre sus hombros." Al escritor de estos acontecimientos relataba el Emperador mismo y a su relato agregó el siguiente acontecimiento recordado (Lib. II, cap. 8):

"Una vez, en plena batalla, en el ejército se produjo gran confusión y ruido. En ese tiempo el que llevaba el estandarte sobre sus hombros sufría mucho de cobardía y pasó su carga a otro para huir del campo de la batalla. Cuando uno tomó el estandarte y el otro se alejó y estaba fuera de la guardia del estandarte — una flecha lo hirió en el abdomen y él cayó muerto, recibiendo el castigo por la cobardía y falta de fe. Por el contrario, para aquel que tomó el estandarte salvador, éste le conservó la vida de manera que a pesar de muchas flechas que mandaban a él — quedaba intacto; todos los golpes recibía la lanza del estandarte" (Lib. II, cap. 9).

Con la fuerza de la Cruz del Señor, el Emperador Constantino venció luego al Liquinio que luchaba contra el cristianismo, a los Escitas y a los Sarmatas (Lib. II, cap. 12, 16 y 17; lib. IV, cap. 5 y 6). De manera que la cruz que era el instrumento, entre los paganos, del suplicio deshonroso se tornó con Emperador Constantino el estandarte de la victoria — solemne victoria del cristianismo sobre el paganismo y objeto de la más profunda veneración.

Con el edicto de Milán en el año 312 el Emperador Constantino permitió a todos sin inconvenientes abrazar el cristianismo.

Con el edicto del año 313 se ordenaba devolver a los cristianos lugares de reuniones religiosas y todas las posesiones inmobiliarias que fueron confiscadas durante las persecuciones.

En el año 314 Emperador Constantino prohibió los juegos paganos, luego liberó a los sacerdotes de funciones cívicas y las propiedades de la iglesia de impuestos comunes; suprimió la ejecución por crucifixión y emitió una severa ley contra los judíos que se levantaban contra la Iglesia Cristiana (313-314); permitió la liberación de los esclavos en las iglesias sin particulares trámites que eran muy engorrosas en los juzgados civiles (316), prohibió a personas particulares de hacer sacrificios a los ídolos y usar el adivinamiento en casa, dejando este derecho solo a las sociedades (319); dio la orden para todo el Imperio Romano de festejar el domingo (321); abolió las leyes existentes entre los romanos contra la soltería y protegió a cristianos y cristianas que daban el voto de castidad; dejó a la Iglesia el derecho de recibir propiedades por testamento; permitió a los cristianos de ocupar altos puestos gubernamentales; ordenó construir libremente templos cristianos y prohibió colocar en ellos, según la costumbre en templos paganos, las estatuas o imágenes imperiales (325).

Así se ve con que poder invencible se manifestó la fuerza de la Cruz de Cristo transformando el enorme mundo pagano en un imperio cristiano y a sus reyes — en fieles guardianes de la Iglesia y la piedad cristiana. Y todos los intentos de hacer renacer el paganismo y en una u otra forma vulnerar al verdadero cristianismo, invariablemente terminaban en derrota. El Emperador Constantino fue declarado Santo por la Iglesia y llamado "Igual a los Apóstoles."

La fuerza de la Cruz del Señor vencía y el verdadero cristianismo festejaba la victoria sobre sus enemigos. Es por eso insensato y criminal negar esta fuerza Divina.

Catecismo Ortodoxo 

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¿Por qué se Necesitó para la Redención de la Gente el Sacrificio en la Cruz de Cristo?

La respuesta a esta pregunta nos dan numerosas sentencias de las Sagradas Escrituras y también la Sagrada Tradición en las personas de muchos Padres ortodoxos y maestros de la Iglesia de los primeros siglos del cristianismo. Con particular fuerza y en forma convincente revela nos esto San Atanasio el Grande Arzobispo de Alejandría, a quien llaman "Padre de la Ortodoxia," y grandes maestros Universales y Santos — Basilio el Grande, Gregorio el Teólogo y Juan Crisóstomo.

Tal como atestigua la Palabra Divina en la persona de nuestro Creador-Señor "La Misericordia y la Verdad se encontraron; la Justicia y la Paz se besaron" (Sal. 84:11).

El Señor es infinitamente justo: Él es el Juez justo, lo que muy claramente atestigua la Palabra Divina: "Que es justo Yahvé y lo justo ama, los rectos contemplarán su rostro" (Sal. 10:7); "tú amas la justicia y odias la impiedad" (Sal. 44:8); "¡Justo eres tú, Yahvé, y rectitud tus juicios!" (Sal. 118:137); "Justicia eterna es tu justicia, verdad tu ley" (Sal. 118:142).

Y he aquí, según la ley incondicional de la Verdad Divina, para el hombre que pecó, en la persona de nuestros ancestros Adán y Eva, fue proclamada la justa sentencia que trajo la expulsión del Paraíso, privación del gozo y alegría de comunión con Dios, lo que para ellos era la maldición, y como consecuencia del pecado — la muerte.

Pero Dios no solo es justo en Su juicio: Él es: "clemente y compasivo, tardo a la cólera y lleno de amor" (Sal. 102:8); Él "es amor" (I Ju. 4:16), tal como enseña esto en forma extensiva y emocionada el discípulo amado de Cristo, San Juan el Teólogo.

¿Cómo se puede hacer coincidir en la obra de la redención del hombre caído lo uno con lo otro — perfecta Justicia y perfecto Amor?

El Sacrificio en la Cruz de Cristo resultó justamente tal coincidencia según la Sabia Todobondadosa e inconcebible para la limitada mente humana Providencia Divina, tal como siempre y en todas partes enseñaba esto la verdadera Iglesia de Cristo, guiada por los testimonios de Sagradas Escrituras e interpretaciones de Sus grandes Padres y Maestros.

Según Su ilimitado e inexpresable amor al hombre, el Señor podía simplemente perdonar al hombre caído, pero ¿dónde estaría entonces Su ilimitada justicia? — Sería entonces vulnerada. Y así en nombre de Su justicia, como la más clara y activa expresión de Su Amor Paterno hacia nosotros, gente caída, Señor Mismo toma sobre Sí el cumplimiento de la justa sentencia y muere en la cruz, después de crueles sufrimientos por nosotros, en la Persona del Amado Hijo Suyo, con el Cual Él, según la enseñanza de la Palabra Divina, es Uno (ver Ju. 10:30: "Yo y el Padre una cosa somos") y "al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto los pecados" (Rom. 3:25).

La Palabra Divina claramente atestigua que "sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Heb. 9:22) y como la sangre de terneros y cabras en el Antiguo Testamento por sí sola no daba el perdón, — "no puede quitar los pecados" (Heb. 10:4), entonces Cristo-Salvador entró en el santuario no con sangre ajena, como lo hacían los sumo-sacerdotes del Antiguo Testamento, sino con Su Sangre… y adquirió una eterna redención (Heb. 9:12).

Así siempre enseñaban a los cristianos los Santos Apóstoles: "En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (I Ju. 4:10).

"Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras" (I Cor. 15:3).

Dice San Apóstol Pedro: "habéis sido rescatados no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (I Ped. 1:18-19). Aquí es una clara indicación que los sacrificados corderos del Antiguo Testamento eran protoimagenes del Sacrificio en la Cruz de Cristo-Salvador y por eso Él Mismo recibió el nombre del "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Ju. 1:29) o "del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo" (Apoc. 13:8), ya que el sacrificio por los pecados del mundo del Hijo de Dios estaba previsto en el preeterno Concejo Divino desde la creación del mundo.

"Cristo padeció por nosotros… El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia: por la herida del cual habéis sido sanados" (I Ped. 2:21, 24).

"Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne" (I Ped. 3:18).

Aclarando el significado del Sacrificio en la Cruz de Cristo, por fin, San Atanasio el Grande dice: "Como se debía, por fin, a toda la gente pagar su deuda (la deuda consistía en que toda la gente era mortal, lo que era la causa de la llegada de Jesucristo a la tierra); por eso Él, habiendo demostrado Su Deidad con Sus acciones, entregó en sacrificio a la muerte por toda la gente el templo de Su Cuerpo. Para que, por un lado, hacer a todos no culpables y libres del viejo delito (o sea del pecado primordial de Adán que pesaba sobre toda la gente), por otro lado, — revelar a Sí Mismo vencedor de la muerte e incorruptibilidad de Su Cuerpo transformar en el comienzo de la resurrección universal… La muerte era imprescindible: era necesaria la muerte por toda la gente, ya que era necesario el pago de la deuda común que pesaba sobre toda la gente. Para esta finalidad el Verbo, inmortal por Su naturaleza, tomó la carne mortal, para a ella como Su carne sacrificar por toda la gente y para sufrir con la carne la muerte por todos. (Sobre la encarnación 20).

De la misma manera como sobre "el pago de la deuda" o "rescate" enseña sobre el Sacrificio de la Cruz de Cristo también San Basilio el Grande.

"Entonces como nadie de los hombres, según la palabra de las Escrituras, podía "redimirse ni pagar a Dios por su rescate" (Sal. 48:8) para lograr la clemencia de Dios, ya que todos eran culpables del pecado, tal precio de redención por las almas de todos apareció la santa y preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo vertida por ellos. ¿Por qué? Porque Él no era un simple hombre, sino el que sobrepasa por Su ser a los hombres — Dios-hombre, y además por Su parte humana completamente sin pecado, por eso no necesitaba dar a Dios el rescate por la redención de Su Alma y Él Mismo podía dar y dio tal rescate por otros apareciendo según la palabra del Apóstol, "Tal pontífice nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores…Que no tiene necesidad cada día, como los otros sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus pecados, y luego por los del pueblo" (Heb. 7:26-27; 9:7) (Interpretación del Salmo 48:8-9).

Y así habla San Gregorio el Teólogo: "Cristo es llamado "liberación" (I Cor. 1:30) como el que libera a nosotros prisioneros del pecado, como el que da a Sí Mismo por nosotros como redención y sacrificio purificador por el universo (Palabra sobre la Teología 4).

"Por cada nuestra deuda está dado Aquel que es más alto que nosotros… Para eso árbol por el árbol y manos por la mano; manos extendidos con coraje, por la mano extendida sin contención; manos clavados por la mano insubordinada; manos que unen en uno los confines del mundo, por la mano que expulsó a Adán. Para eso elevación sobre la cruz por la caída, bilis — por haber saboreado, la corona de espinas por mala gobernación, la muerte por la muerte (Palabra 3).

También San Juan el Crisóstomo subraya que el sacrificio en la Cruz de Cristo-Salvador no era otra cosa que "el pago de la deuda" por los pecados de los hombres:

"Imagínate que a una persona alguien debe diez óbolos y él encarcela al deudor junto con su esposa, hijos y sirvientes; pero llega otro quien no solo paga aquellos diez óbolos, sino además regala diez mil talentos de oro, lleva al prisionero al palacio real, lo sienta en un lugar de honor y colma de honras y distinciones, entonces el que prestó diez óbolos se olvida de ellos.

¡Con nosotros pasó igual! Cristo pagó mucho más de lo que debíamos: Su pago en comparación con la deuda es como el mar sin medida con una gota pequeña. Así, no dudes hombre, viendo tal riqueza de bienes; no tengas curiosidad para saber cómo fue apagado el destello de la muerte y el pecado, cuándo fue vertido un mar de dones de gracia (sobre la epístola a los Romanos charla X, 2).

"¡Para nivelar a los pecados, Él voluntariamente murió! ¿Por qué, sin embargo, se dice "elevó"? Para definir la Cruz, porque sobre ella fue clavado el pecado: con la cruz fueron resueltos los pecados" (Sobre Isaías, cap. 53).

"Vamos a llevar la cruz de Cristo como una corona. Todo lo que se refiere a nosotros se produce por medio de la cruz: si es necesario el renacimiento, aparece la cruz; si estamos alimentados con aquel Misterioso Alimento, o por imposición de las manos elevados a la dignidad eclesiástica, o para algo otro, ¡en todo caso está el símbolo de nuestra victoria! Por eso con particular preocupación la dibujamos en nuestra vivienda, sobre las paredes, puertas, frentes y en la mente. Es — el signo de nuestra salvación y libertad para todos y demostración de la misericordia de nuestro Señor: "como un cordero al degüello era llevado," (Isaías 53:7). Por eso te proteges con el signo de la cruz, piensa en tu mente sobre todo el significado de la cruz, apaga tu ira y también otras pasiones. Cuando haces el signo de la cruz sobre ti, llena tu mente con gran atrevimiento, haz libre tu espíritu. Que sepan, en todo caso, qué es lo que nos da la libertad."

Por eso también Pablo, incitando nos a la libertad a la que tenemos derecho, enseña así, recordando la cruz y la Sangre del Señor: "Por precio sois comprados; no os hagáis siervos de los hombres" (I Cor. 7:23). Piensa, dice, sobre aquel precio que fue pagado por ti y no seas esclavo de ninguna gente. Precio él llama la Sangre vertida sobre la cruz. No simplemente con los dedos se debe tratarla, sino ante todo, con la disposición del corazón con gran fe; y cuando así está marcado sobre tu rostro, ninguno de los impuros demonios quedará cerca de ti viendo la espada con la cual le dieron el golpe, viendo el cuchillo del cual recibió la herida mortal." (Palabra de cómo no hay que avergonzarse de glorificar la Honorable Cruz — Obras, tomo III, pag. 916-917).

"La Cruz es la salvación de la Iglesia. La Cruz es liberación nuestra de los males que nos aprisionaban y el comienzo de los bienes que nos dieron, la cruz — es reconciliación con Dios de sus enemigos y vuelta de los pecadores a Cristo… Con la Cruz estamos liberados de la violencia del diablo y con la cruz estamos liberados de la muerte y perdición. La cruz unió a la gente con los ángeles, haciendo su naturaleza ajena a la corrupción y dándoles la posibilidad de llevar una vida incorrupta. Antes de la Cruz fuimos ajenos al Paraíso, en cambio con la aparición de la cruz el ladrón fue hecho digno del Paraíso.

¡O, gran fuerza de la cruz! Cristo está sobre la cruz — y diablo está muerto; Cristo está clavado sobre la cruz — y toda alma está liberada de lazos" (Palabra para la Elevación — tomo VIII, pag. 804).

Así, ¡en qué está el gran significado del Sacrificio en la Cruz de Cristo para nosotros según la enseñanza de la Palabra Divina y los más grandes Padres de nuestra Iglesia Ortodoxa-Cristiana!

¡Inclinémonos con humildad y veneración ante este gran Misterio de la Redención nuestra del pecado, maldición y muerte, tal como enseña nuestra Santa Iglesia con un amor agradecido a Dios-Salvador nuestro, en profunda conciencia emocionada que en el mundo no hay nada que podría ser comparado con tal amor de Dios hacia nosotros, pecadores caídos, que es unido sabiamente con Su Divina justicia!

¡Gloria, Señor, a Tu honorable Cruz!

Catecismo Ortodoxo 

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