Monday, October 19, 2015

Código Da Vinci sobre la Virgen María


PRÓLOGO

Introducción por el archimandrita Sarantis de la Santa Iglesia de la Dormición de la Theotokos. Barrio de Amarusion – Atenas.

Este librito contiene homilías del reverendísimo sacerdote padre Atanasio Minas, de carácter apologético y muy confesional.

La apologética del padre Atanasio emana de su entera formación teológica, de su ética y conducta ortodoxa. Se atreve a comentar textos que provienen del interior de las entrañas de la Nueva Era (o Nuevo Orden), que apuntan y aspiran, de manera pérfida y mal astuta, a anular si prosperan: la divinidad de nuestro Señor Jesús Cristo, la segunda divina persona de la Todasanta Trinidad.

Uno de los cuatro artículos editados por el padre Atanasio comenta especialmente el “Código Da Vinci”. La gran circulación del “Código Da Vinci” se debe ciertamente a la esponsorización de la Nueva Era, la cual mediante los media (medios de comunicación) anuncia su libro y así extiende a todas partes su propaganda anticristo, puesto que está demostradísimo que los media son sub-instrumentos subordinados a la Nueva Era y constituyen su púlpito.

Se supone que algún “investigador” o algunos “investigadores” encontraron recientemente con fuertes luces de la Nueva Era, un código, un libro perdido y olvidado de gran valor histórico. Este código contiene secretos e informaciones desconocidas hasta ahora para la mayoría de la gente, sobre la vida de Cristo, las cuales por fin salen a la luz, para que la gente sepa gracias a la Nueva Era, la “pura verdad” sobre la persona de Cristo. Es ya consabido que aprenden partes de la vida de Cristo que no tienen fundamento y son inexistentes. Pero esto para la Nueva Era no tiene importancia, si a priori el fin es la perversión y alteración de la verdad sobre la persona de Cristo. Tanto para el zeantrópino prósopo (dioshumano rostro, persona) de nuestro Señor Jesús, así como para cada institución sagrada de Su Una, Ortodoxa, Santa, Católica y Apostólica Iglesia. Utilizan todas las artimañas anticristo para ensombrecer al Sol espiritual de la justicia por esencia, a Él, es decir, a nuestro mismo Señor.

La Nueva Era, con el diablo escondido detrás de ella, opera a través suyo, activa y energiza sutilmente un odio implacable contra la zeantrópina (dioshumano) persona de nuestro Señor Jesús Cristo, descubriendo y proyectando maneras y formas para empañar y oscurecer su divinidad abierta o principalmente, y de manera encubierta, arruinar y derrumbar la bendita esperanza de todos los hombres hacia Su zeantrópina (dioshumano) persona.

El famoso código en forma de novela, engendra en todas las conciencias humanas la duda sobre la divinidad de Cristo sin atacarle directa y abiertamente. Ésta es la táctica de los escritores de la Nueva Era, disponen de la manera y forma de cubrir el veneno de su herejía anticristo dentro de la abundancia de miel enriquecida con elementos periodísticos y logotécnicos.

El insospechado mediano lector se siente atraído y se regocija de la dulzura de la logotecnia novelística (tecnicismos retóricos de palabras); sin embargo, junto esto se traga también el contagioso, maligno e infeccioso virus de la herejía. Si el organismo espiritual del hombre de la fe cristiana tiene anticuerpos (del virus), entonces tarde o temprano detectará y marginará el virus de la herejía y finalmente lo expulsará. Pero si el lector no tiene suficiencia de anticuerpos – quizás porque los usó recientemente para enfrentarse a otro virus maligno que le envió y proyectó la Nueva Era- puede infectarse mortalmente. En el “mejor” de los casos se bombardea con incesantes e infinitos pensamientos y reflexiones compulsivas de duda (loyismí), los cuales a causa del pegajoso y maligno virus anticristo se multiplican progresando geométricamente y provocan acedía (desgana, pesadez), ansiedad e incredulidad.

El conocido objetivo de la Nueva Era no es que se vacíen las Iglesias de fieles, sino que dejen los “fieles” de ser verdaderamente creyentes. En tanto que pueda la Nueva Era mantener a los creyentes en heréticas confesiones y alabanzas, en sus virus, se introducen en las conciencias y toman valor y cuerpo sus programas y sus perspectivas. Porque si se debilita el cuerpo de la Iglesia –nos referimos sólo a la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia, la Iglesia Ortodoxa de Cristo- con repetidos virus malignos, entonces se nivela y se iguala su Verdad con la mentira de la herejía y puede ya asimilarse en la Πανθρησκεία (Panzriskía, Todareligión, Multireligión o Religión Única), muy pretendida y deseada por la Nueva Era.

Expresamos nuestros agradecimientos al padre Atanasio por su vivo interés de informarnos responsablemente sobre temas que atacan a nuestra fe ortodoxa. Nos ilumina el calor de su lámpara por la fe en Cristo para que percibamos el peligro de la herejía y no dejemos que a nuestro espacio y tiempo libre lo gane la oscuridad de la herejía y el engaño.

Este libro nos ayuda, con las homilías del padre Atanasios, a que también nos concienciemos de nuestro deber cristiano ortodoxo frente a todas las herejías, no solo a los contemporáneos de la Nueva Era, sino también de las herejías de los papistas y protestantes, los cuales necesitan nuestra verdadera confesión, la ortodoxa catequesis, por si se despertaran y quizás se alejaran de la oscuridad de sus engaños y vuelvan a la Verdad, a Cristo, que sólo nuestra santa ortodoxia Le enseña, Le confiesa, Le instruye e Le implora incesablemente.

Refutación a los engaños de los papistas, los protestantes y de otros herejes sobre la persona de la Παναγία (Panayía, Todasanta).

San Simeón el Nuevo Teólogo dice: “Desde que hizo al hombre exiliarse, a causa de su desobediencia, del Paraíso y de Dios, el diablo con sus demonios tiene la posibilidad de remover y perturbar las energías lógicas y noerás (espirituales humanas) de la parte logística de la psijí de cada hombre, día y noche; y a la parte logística no le es posible fortificarse de otra manera que con la incesante memoria de Dios. Es decir, con la fuerza de la cruz engendrar y ensomatizar en su corazón la divina memoria que consolidará al hombre, le convertirá y le hará consistente, inamovible e imperturbable. A ésta finalidad conduce la lucha espiritual, la cual se ha entregado para combatir y luchar cada cristiano ortodoxo dentro del estadio de la fe en Cristo; de otra manera lucha vanamente. A causa de esta lucha se hace la áskisis (ejercicio, ascesis, entrenamiento) de múltiples maneras, dónde cada uno sufre y pasa mal para Dios, con tal de doblegar las entrañas del Bondadoso y que vuelva a dar al hombre de nuevo el inicial axioma y Cristo selle la parte logística de su alma, tal como dice el Apóstol Pablo: Hijitos míos, por vosotros paso otra vez los dolores de parto, hasta que Cristo se engendre y ensomatize dentro vuestro”. San Simeón el Nuevo Teólogo dice: En la Ortodoxa psicoterapia, dentro de la parte logística de la psijí, se introduce el Logos de Dios, que es la Jaris de Jristós, la increada energía, puesto que Jristós es el Único psicólogo, terapeuta o sanador de nuestras psijes y nuestros cuerpos, como dice la Divina Liturgia.

Teniendo en cuenta estos logos de nuestro Santo Padre Simeón el Nuevo Teólogo, tal como nos los cita San Nicéforo en la Filocalia (Pág.168-169), que son recapitulación de toda la didascalia de los Santos de nuestra Iglesia, respecto a la causa de nuestro exilio del Paraíso por un lado y por otro también a la lucha que cada Cristiano debe hacer para introducirse en el estadio de la fe, y como conocemos la agapi-amor de nuestros Santos por la Zeotokos, la Nueva Eva, que con Su obediencia nos introduce otra vez en el Paraíso y la certeza de ellos que nuestra Panayía (Todasanta) es el eterno πρότυπο (prótipo, modelo, prototipo) para imitación- además que la santidad de los santos pasa dentro de la Santidad de Ella, Su intercesión- escribimos éstas líneas que siguen.

Lo emprendemos porque la Nueva Era intenta infiltrar mediante su multiculturalismo enseñanzas heréticas sobre la persona de la Zeotokos y Siempre Virgen María. Es una oferta humilde con la finalidad de proteger, primero nuestro pueblo fiel Ortodoxo de los blasfemos e insultantes dogmas de los heréticos papistas y protestantes sobre Su Santísima persona y segundo, muchos de los seguidores de estas herejías se problematizen y duden más y más y piden conocer la por Dios inspirada didascalia de la Una, Santa y Católica (en sentido real helénico, no papista) y Apostólica Iglesia, es decir la Iglesia Ortodoxa .

Los santos Joaquín y Ana, los padres de la Santísima, mientras llegaron al conocimiento de su propia naturaleza, la cual es buena en los perfectos y en aquellos que también vivieron la divina zeoría (expectación, visión), proyectando en si mismos la grandeza de Dios y que no temen ninguna recaída, comieron y conocieron el fruto del árbol de la Gnosis, el de conocer el bien y el maligno, malastuto, sin prejuicio, y el justo Dios los bendijo en su vejez y les regaló fruto de vientre, la Siempre Virgen. La concepción se hizo de manera divina pero absolutamente natural. Nuestra Panayía pues, trajo y tuvo el pecado original consigo. A la edad de tres años Sus Padres la dedicaron al Templo de Dios, entró en el Santo de los Santos y se entregó a grandes combates ascéticos y espirituales. Ayunos, vigilias, oraciones, silencio, lágrimas, metanias, estudio del Antiguo Testamento, obediencia a los justos Sacerdotes del Templo, como San Zacarias, y conocimiento del Dios de las profecías sobre el del siglo apócrifo, misterio de la Divina Economía, la comprensión mística de Su ofrecimiento a este misterio. Con estos y otros muchos, que quedan desconocidos, luchó nuestra Panayía, superó el dolor de la ausencia de Sus padres, como también la falta del afecto familiar, porque de nuestra Panayía no faltaban los sentimientos, emociones y la agapi-amor por Sus padres. Así con la en Dios paciencia, Su agapi hacia Dios y Su voluntad, estaba en el primer lugar y superaba cualquier perversa e imperversa y normal dificultad sentimental y emocional. Estas luchas Suyas la convirtieron en Πάναγνη (Pánagni, todapura) y Χαριτωμένη (Jaritomeni, Jarificada, con increada divina energía Jaris), humilde para todos los hombres. Más Pura y Brillante que las milicias de las potencias celestes. Por eso San Gregorio Palamás La llama la línea fronteriza que une la Creada e Increada naturaleza. El Santo Dios Trinitario estando agradecido de Su agapi-amor hacia Él y todos los Jarismas (dones) que había adquirido con Su Jaris (increada energía), la escogió para servir al mega (magno) misterio de la divina encarnación del Dios Logos, para la sanación y salvación del género humano. La liberó durante el momento de la Concepción de Su hijo de este mismo pecado original, el cual llevaba como una semilla seca que no trae ninguna vegetación de frutas o hojas.

Nuestra Santa Iglesia Ortodoxa nos enseña que el Mismo Logos Dios con el favor del Padre y la co-energía cooperación (sinergia) del Todosanto Espíritu, ++++++++ entró en Su Santísimo vientre, y se creó a Sí Mismo, es decir Su fisis-naturaleza humana con psijí separada de la deidad. Dicen nuestros Padres: “Tomó de lo nuestro para regalarnos de lo Suyo, es decir, la vida eterna y el Paraíso”. ¿Donde están ahora pues los heréticos Papistas y los Protestantes que insultan La Zeotocos, los unos por la derecha y los otros por la izquierda?

San Juan el Damasceno a Nestorio, el cual quería borrar el pronombre de “Θεοτόκος-Zeotokos”, le llama utensilio, recipiente de la deshonestidad y que tiene como padre a Satanás. Y para nuestra Panayía nos dice: “Mereció honra por encima de cada creación”, siendo la Misma creación. Contesta tanto a los Protestantes que llaman a la Panayía “buena mujer” y niegan que es Zeotokos (Madre de Dios), como a los Papinos Romanocatólicos, los cuales enseñan la sin inseminación (inmaculada) concepción y el traspaso sin muerte de la Panayía a los cielos, es decir, otra creación, no ὁμοούσιος (omoúsios, consubstancial) con nuestra naturaleza, con el género humano y la hacen Dios, por encima de Su Hijo que padeció, fue enterrado y resucitó.

Con esta enseñanza blasfema los heréticos papistas anulan los ejercicios y luchas espirituales, y el ofrecimiento tanto de Sus justos padres y de Ella Misma que por doce años vivió en el Templo de Dios.

También anulan toda la obra del Dios Trino para la sanación y salvación de los hombres mediante Jesús Cristo, y niegan que la Panayía es el eterno prototipo o modelo de santidad; y todo esto porque de acuerdo con la herejía de ellos, la concepción de la Panayía era inseminada (sin semilla), – ¡¡¡vaya blasfemia!!!; entonces todos los hombres tomarían la justificación de que como nosotros hemos sido concebidos de modo natural teniendo el pecado original, y en cambio ella sobrenaturalmente no tiene pecado original, no podemos tenerla como modelo, prototipo, porqué la comparación es desigual e injusta. Entonces se justifican nuestros pazos y nuestra acedía, pesadez, negligencia y pereza. Se anula así la didascalia de San Simeón el Nuevo Teólogo, que dijimos al principio, que es también la didascalia de todos los santos.
¡¡¡Se anula así también la obra sanadora y salvadora de Su Hijo, Su Dios y nuestro Dios!!! ¡¡¡Dios mío, a que desastroso y degenerado estado han llegado!!!

Si pudieran escuchar, aunque sólo fuera ahora, a San Juan el Damasceno, quien destapa sus engaños de la manera siguiente: “A la Santa Virgen la proclamamos como Zeotocos (Madre de Dios) verdaderamente en su justa palabra; porque tal como Él, que nació de ella, es verdadero Dios, así también ella que alumbró, al verdadero Dios, encarnado de ella, es verdadera Zeotocos. Porque decimos que de ella nació el Dios, no porque la divinidad del Logos tomó su principio de ser (existencia) de ella, sino porque el mismo Dios Logos, que nació intemporalmante del Padre antes de los siglos y existe sin principio ni fin con el Padre y el Espíritu, en los últimos tiempos y para nuestra sanación y salvación, se instaló en la matriz de la Zeotocos, se encarnó invariablemente y nació de ella. La Santa Virgen, cierto es que no parió hombre desnudo, sino a Dios verdadero, pero encarnado, sin que él bajara el cuerpo del cielo y lo pasara a través de ella, como si fuera ella un canal, sino que tomando de ella sarks, un cuerpo de carne y hueso igual que la nuestra, lo creó para sí mismo. ¿Porque si ha traído el cuerpo del cielo y no lo tomó de nuestra naturaleza, cual es la necesidad de la encarnación? La encarnación de Dios Logos se hizo para que el logos, la misma naturaleza que pecó, cayó y se desgastó, pudiera vencer al tirano que la engañó y así liberarse del desgaste, tal como dice el divino Apóstolos. “Como por el hombre vino la muerte, la resurrección vino también por el hombre” (Edición exacta de la fe Ortodoxa, 1992, pág.253). Se demuestra por lo anterior que la concepción sin semilla de que hablan los heréticos papistas es una variación de la herejía del nestorianismo; las dos herejías empiezan de un punto de salida distinto para llegar las dos al mismo resultado engañoso: Nestorio enseña que el cuerpo de Cristo es celeste, no proviene de la Panayía (Todasanta), de la que pasó como por un tubo y los papistas dicen que la Panayía tomó cuerpo sin pecado original: ¡¡¡Dios mío, que engaño!!! Así la sanación y salvación en Cristo se hace imposible. ¿Veis pues, engañados papinos (romanocatólicos) y protestantes cómo habla el santo? Y a la Siempre Virgen la proclama Zeotokos, contestando a los Papistas y Protestantes diciendo que toda la obra del Dios Trino, Sanador y Salvador nuestro Jesús Cristo se apoya en la verdad que la sarks (carne, cuerpo) que tomó Cristo de la Panayía es igual, de la misma esencia que la nuestra; la tomó de nuestra fisis-naturaleza que es la que pecó, cayó y se corrompió, según San Juan el Damasceno. Así en nuestra Iglesia, proclamamos la única verdad bajo el sol, que el Señor tomó cuerpo y psijí igual que la nuestra en todo pero sin el pecado. “Mandó Dios a su Hijo, el Unigénito, hecho de mujer”. No dijo hecho “por mujer” sino “de mujer”. Interpreta esta parábola San Juan el Damasceno: “Así pues, reveló el divino Apóstolos que Éste es el Unigénito Hijo de Dios y Dios, que se hizo hombre de la Virgen y Él mismo es el que nació de la Virgen, el Hijo de Dios y Dios, puesto que nació corporalmente; por lo que se hizo hombre, sin instalarse en hombre, que se había creado desde antes como profeta, puesto que el mismo se hizo esencialmente y verdaderamente hombre, con otras palabras, en su hipostasis construyó viva sarks (cuerpo, carne) con psijí lógica y noerá (espiritual humana) y se hizo Él mismo en esta hipóstasis; esto significa lo “hecho de mujer”. ¿Porque, cómo el mismo Logos de Dios se hizo hombre bajo la ley, si no se hizo hombre “omoúsios” de la misma esencia que nosotros?”

De repente nace la pregunta: si se encuentran en estos engaños los papistas, los protestantes, la plaga de herejes e incrédulos, ¿cómo podrán luchar contra los pazos pasiones, apegos, adicciones, emociones enfermizas, de manera que la parte logística (fuerza, energía lógica, que viene de logos) que es por naturaleza libre, no se esclavice en lo pasional, que son las otras dos partes y fuerzas energías de la psijí que son la irascible y la anhelante o volitiva, las cuales son esclavas? Si lo que es libre por naturaleza se hace esclavo de los pazos, de lo pasional, así también se justifica la deshonestidad que los cardenales pederastas algunas veces indemnicen a los padres de los niños que arruinan con dinero del “banco del espíritu santo” del Vaticano (y muchas cosas más).

Se justifican entonces, se autojustician y se autoabsuelven, cuando degradan y niegan los santos mártires, como el megalomártir Yeóryios (Jorge) y la Santa Caterina y proclaman falsos santos homofilófilos, maricones, asesinos y pederastas.

¿Comprendéis el crimen contra la humanidad que cometéis idiotas? Decís que lo comprendéis. Por eso vuestro pecado queda en el siglo. Por eso os ocupasteis, fundamentasteis y decretasteis como dogma la infabilidad y la primacía de poder del César Papa, de manera que enseñéis sin vergüenza, aparentemente como si fuera didascalia de la Santa Escritura la herejía sobre el purgatorio (fuego purgador) y formuláis de distinta manera el engaño de metempsicosis (samsara, nirvana) de la Nueva Era (Orden Nuevo). Dais falsas esperanzas con los papeles de perdón y del fuego purgatorio, tal como os dije. Pero por un último intento volved al sano juicio y escuchad otra vez lo que enseñan y como interpretan nuestros Santos Padres el pasaje de San Pablo: “ Si la obra de uno se quema y se hace ceniza, éste será perjudicado, porqué sus esfuerzos se perderán; pero él mismo puede ser que se salve con gran dificultad como aquel que cruza entre llamas (se salvará si Dios le juzga, por lo menos por si su buena disposición se ha merecido el perdón y la salvación)”. (1ª Corintios, 3´15)

La interpretación de San Juan Crisóstomo se ha publicado en la prensa ortodoxa por el distinguido profesor de la Universidad de Atenas. La obra de San Nectario “Sobre la inmortalid de la psijí y los oficios en memoria de los muertos” es conocida. Nosotros exponemos la opinión de otro gran Santo para que se vea el acuerdo entre los Santos Padres.

Traducción de San Nikita Stizatos: “El último día del Juicio aparecerá de manera ardiente, y con fuego se comprobarán, como dice San Pablo (1ªCor. 3´13-15) las obras de cada uno”. Es decir, si las obras de alguien que edificó para si mismo son de esencia indestructible, imperecederas, quedarán indestructibles, imperecederas y permanecerán indestructibles dentro del fuego; y no solo no se quemarán, sino que brillarán, puesto que se katartizarán de cualquier posible mancha. Pero si las obras de alguien que se cargó pesadamente a si mismo son de esencia perecedera, destruible, se quemarán y se destruirán y le dejarán con las manos vacías dentro del fuego. Las obras imperecederas son las lágrimas de metania, la caridad, la humildad, la esperanza, la agapi-amor (ni ágapes ni agapitos degenerados) y cualquier otra cosa que se hace por el respeto. Todas estas, y mientras viva el hombre, se co-crean y co- construyen en divino templo de Dios y cuando el hombre se va, van junto con él y permanecen imperecederas por los siglos. Las obras que destruye aquel fuego son conocidas por todos: vanagloria, avaricia, hedonismo, odio, envidia, robo, borrachera, kakoloyía, condena y cualquier otra malicia que se opera y energiza con el cuerpo por el deseo, anhelo o ira. Además, éstas, mientras vive el hombre se corrompen con él, así como él se calienta por el fuego del deseo, también cuando se separa del cuerpo le siguen, pero no quedan para siempre junto a él; puesto que se queman, dejan al hombre que las hacía, dentro del fuego a infernar inmortalmente por los siglos de los siglos”. (San Nikitas Stizatos, capítulos gnósticos, Filokalía de los Santos Nípticos, tomo 4º, pág.134).

Terminando con sentimientos de dolor y humildad, nos dirigimos también a estos Ortodoxos que se injertaron y juntaron con este veneno del papismo y del protestantismo.

Padres y hermanos, hagamos metania, alejemos, de nuestra santa Iglesia Ortodoxa que es la única arca de sanación y salvación del mundo, la herejía papista y protestante sobre nuestra Panayía (Todasanta) y en tanto que no se vea en ellos disposición de metania, arrepentimiento y regreso a la paterna Tradición, que cesen y paren los falsos pseudodiálogos, las falsas pseudoagapes (de degenerados agapitos/as) y las falsas pseudopiedades y respetos con abrazos, que se expresan con el supuesto y aparente renacimiento litúrgico – mejor dicho anarquía- y las recambiadas divinas liturgias con blasfemas traducciones. Tenemos el deber y la obligación con estos engañados hermanos de predicarles y enseñarles la Ortodoxia y solo la Ortodoxia, y parar de rodear sus pseudoreliquias de sus supuestos santos en nuestros santos ortodoxos sacrificios, porque aunque alguna de estas reliquias fuera verdadera, no energiza, no opera no tiene la increada energía Jaris cuando éstas se usan como anzuelo, para capturar, tergiversar, arruinar y derrumbar la fe Ortodoxa.

Son muy características las palabras con que se refiere San Juan el Crisóstomo, en su 1ª homilía sobre los Hebreos, (tomo 4ª). Si se usan como anzuelo reliquias verdaderas, cuerpos de Santos o libros de profetas, para que sean engañados los creyentes, no energiza, no opera la increada Divina Jaris. ¿Padres y hermanos, por qué tienen que jactarse los Papinos o Papistas Romanocatólicos de que de esta manera aceptamos la primacía y lo infalible del heresiarca (patriarca de los trileros) cesar papa? Sabed que “vive el Kirios (Señor) Sabaoz” y apokaliptará revelará pronto los fraudulentos planes de todos ellos que insisten y permanecen en la herejía del papismo y del protestantismo y de todos sus co-caminantes, que según el Yérontas (Starets) Porfirio “hacen la guerra a la Iglesia dentro de la Iglesia”. El Kirios-Señor viene. En Él y al Padre y al Espíritu Santo procedente del Padre pertenece la doxa-gloria y el poder en los siglos. Si Kirie-Señor Jesús, ven. Amén.

La Ortodoxia no es una religión, es fe en apocalipsis, revelación. La columna vertebral de la Ortodoxia es kázarsis, iluminación y zéosis, más el discernimiento entre esencia y energía increadas y creadas, la auténtica psicoterapia; es “fe energizada por la agapi-amor” (Gal.5,6), la increada energía agapi de Jristós, energizada por la increada energía Jaris (gracia) del Dios Trina. En nuestra Iglesia se sana el hombre físicamente y psijicamente como dice la divina liturgia, “Jristós el médico de nuestros cuerpos y psijes”, sanación del hombre (Adán) enfermo a causa del obscurecimiento de su nus por el movimiento de la energía maligna de su propia voluntad (Eva) egoísta y orgullosa y del Maligno. “Ven y lo verás”.

Presbítero Athanasio Minas

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Es cierto que toda buena acción hecha en nombre de Cristo confiere la gracia del Espíritu Santo, pero la oración es la única práctica que está siempre a nuestra disposición. ( San Serafín de Sarov )


Oh, cómo amaría, amigo de Dios, que en esta vida estéis siempre en el Espíritu Santo. “Yo os juzgaré en el estado en el que os encontrare, dijo el Señor” (Mt. 24,42; Mc.13,33-37; Lc. 19, 12 y siguientes). Desgracia, gran desgracia si El nos encuentra angustiados por las preocupaciones y penas terrenales, ya que, ¿quién puede soportar Su cólera, y quién puede resistirlas? Es por eso que El dijo:“Vigilad y orad para no ser inducido a la tentación” (Mt. 25, 13-15). Dicho de otra manera, vigilad para no ser privado del Espíritu de Dios, ya que las vigilias y la plegaria nos dan Su gracia.

Es cierto que toda buena acción hecha en nombre de Cristo confiere la gracia del Espíritu Santo, pero la oración es la única práctica que está siempre a nuestra disposición. ¿Tenéis, por ejemplo, deseo de ir a la iglesia, pero la iglesia está lejos o el oficio terminó? ¿Tenéis deseos de hacer limosna, pero no veis a un pobre, o carecéis de dinero? ¿Deseáis permanecer virgen, pero no tenéis bastante fuerza para esto por causa de vuestras inclinaciones o debido a las asechanzas del enemigo que por la debilidad de vuestra humanidad no os permite resistir? ¿Pretendéis, tal vez, encontrar una buena acción para practicarla en Nombre de Cristo, pero no tenéis bastante fuerza para esto, o la ocasión no se presenta? En cuanto a la oración, nada de todo esto la afecta: cada uno tiene siempre la posibilidad de orar, el rico como el pobre, el notable como el hombre común, el fuerte como el débil, el sano como el enfermo, el virtuoso como el pecador.

Se puede juzgar el poder de la plegaria que brota de un corazón sincero, incluso siendo pecador, por el siguiente ejemplo narrado por la Tradición Santa: A pedido de una desolada madre que acababa de perder a su hijo único, una cortesana que la encuentra en su camino, afligida por la desesperación maternal, osa gritar al Señor, mancillada como estaba aún por sus propios pecados: “No es por mí, pues soy una horrible pecadora, sino por causa de las lágrimas de esta madre llorando a su hijo, y creyendo firmemente en Tu misericordia y en Tu Todo-poder, que te pido: resucítalo, Señor!” Y el Señor lo resucitó.

Tal es, amigo de Dios, el poder de la oración. Más que ninguna otra cosa, ella nos da la gracia del Espíritu de Dios y, sobre todo, está siempre a nuestra disposición. Bienaventurados seremos cuando Dios nos encuentre vigilantes, en la plenitud de los dones de Su Espíritu Santo. Entonces podremos esperar gozosos el encuentro con Nuestro Señor, que riega revestido de poder y de gloria para juzgar a los vivos y a los muertos y para dar a cada uno su merecido.


San Serafín de Sarov

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El corazón puro percibe a Dios y lo descubre, mientras que el corazón fatuo no lo ve, incluso cuando se le indica. ( San Nectario de Egina )


El corazón puro percibe a Dios y lo descubre, mientras que el corazón fatuo no lo ve, incluso cuando se le indica.

Es evidente que la incredulidad es un fruto malvado de un corazón malvado; el corazón puro y sin argucia descubre a Dios en todo, lo discierne en todo, y cree siempre sin dudar en su existencia. Cuando el hombre de corazón puro ve el mundo de la naturaleza, es decir, el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas, y observa los sistemas que los constituyen, la multitud infinita de estrellas en el cielo, la innumerable cantidad de pájaros, de cuadrúpedos y de toda especie animal sobre la tierra, la variedad de plantas, la abundancia de los peces del mar, queda inmediatamente estupefacto y clama con el profeta David: ¡Cuán variadas son tus obras, oh Señor! Todo lo hiciste con sabiduría” (Salmos 103:24). Tal hombre, impulsado por un puro corazón, descubre a Dios igualmente en la gracia de la Iglesia de la cual, el hombre de malvado corazón se aleja. El hombre de puro corazón cree en la Iglesia, admira su vida espiritual, descubre a Dios en los misterios, en las alturas de la teología, en la luz de las revelaciones divinas, en las verdades de las enseñanzas, en los mandamientos de la ley, en el cumplimiento de los santos, en la buena obra, en cada don perfecto, y en general en la totalidad de la creación. Es justa, pues, la palabra del Señor en sus Bienaventuranzas con relación a los que tienen el corazón puro: “Bienaventurados los de corazón puro, porque verán a Dios” (Mateo 5:8).


San Nectario de Egina

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