Testimonios de la Santa Biblia para la veneración Especial de la Theotokos
¿Por qué Honramos a la Madre de Dios?
Nosotros,
los cristianos ortodoxos, honramos a la Theotokos María más que a todos los
santos y ángeles del cielo, pues ella fue hecha digna de dar a luz a Cristo, el
Salvador del mundo cuando el Espíritu Santo la cubrió con Su sombra. El honor
que le damos a la Madre de Dios es excepcional, más honorable y más
reverenciado, pues no es sólo “una amiga Suya”, al igual que los santos, sino
que ella es la Toda Santa (Panagia) por
encima de todos los santos y todos los ángeles.
Por
eso tanto los ángeles como la gente la veneran y honran con oraciones, himnos,
alabanzas y oficios religiosos. De forma similar, el Arcángel la saludó en la
Anunciación (Lucas 1:28-29), así
como Santa Isabel, la madre del Precursor, San Juan Bautista
(Lucas
1:40-43).
La
Toda Santa Virgen misma profetizó por medio del Espíritu Santo: “Y he
aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones; porque en mí obró
grandezas el Poderoso” (Lucas 1:48-49).
Por
estas palabras, entendemos que el honor excepcional concedido a la Theotokos
es intencional e indicado por el mismo Dios. Este honor excepcional que es concedido por la Iglesia Ortodoxa a la
Siempre Virgen María forma la veneración de la Madre del Señor.
En
el marco de la veneración a la Toda Santa Theotokos,
mencionamos primeramente sus grandes fiestas, que son: el nacimiento de la Toda
Santa Theotokos, la Entrada de la Theotokos
en el templo, la Anunciación y la Dormición. Y así, por medio de los oficios
celebrados en las iglesias y en los monasterios en Su honor, las salutaciones,
los cánones de súplica, los iconos hagiográficos decorados tan bellamente, y en
especial los milagrosos, y por medio de muchas otras oraciones, pedimos la
ayuda de la Theotokos diariamente
en nuestras vidas.
Honramos
a la Theotokos porque ella es la madre
que dio a luz al Hijo de Dios, y la primera que intercede por el mundo ante la
presencia de la Toda Santa Trinidad. Ella nos ayuda muchísimo en la conquista
de nuestra salvación por medio de sus santas oraciones.
Sin
embargo, a lo largo de la historia, aparecieron algunos a los que llamamos
herejes o seguidores de otras confesiones (neo-protestantes), que blasfemaron
contra ella, tanto como lo hacen contra el Salvador y Su Biblia.
El
santo apóstol Pablo, en sus cartas, indica que en los últimos días aparecerán
personas que no tolerarán la enseñanza de la verdadera fe, y que pondrán
maestros acordes a sus obras, próximos a los cuentos de hadas. Es decir,
mientras ven la verdadera fe, negarán su poder, predicando siempre contra ella
y no siendo capaces de alcanzar la verdadera fe: “Así
como Jannes y Jambres resistieron a Moisés, de igual modo resisten estos a la
verdad; hombres de entendimiento corrompido, réprobos en la fe. Por su parte,
los hombres malos y embaucadores irán de mal en peor, engañando y engañándose”
(2ª
Timoteo 3:8, 13).
Nosotros,
desde la creación de esta nación, así es como somos conocidos: como rumanos y
cristianos ortodoxos. Así es como nacimos y tenemos el deber de mantener puro y
completo aquello que heredamos de nuestros ancestros, así como del mismo Dios.
Pues el apóstol Pablo dice: “Así pues, Hermanos,
estad firmes y guardad las enseñanzas que habéis recibido, ya de palabra, ya
por carta nuestra” (2ª Tesalonicenses 2:15).
Los
protestantes, y con ellos, los herejes neo-protestantes (seguidores de otras
confesiones contemporáneas) de nuestros días, los llamados “arrepentidos” entre
sus muchas confusiones mentales y su falsa predicación, blasfeman muchísimo más
contra la Toda Santa Theotokos y Siempre Virgen María. Estos
blasfemos contra la Madre de Dios dicen que no debemos concederle un gran
honor, porque Su Hijo, el mismo Jesús Cristo, no le rindió ningún honor.
Aparentemente, según las palabras del Salvador, que dicen: “Díjole
alguien: ‘Mira, tu madre y tus hermanos están de pie afuera buscando hablar
contigo’. Más Él respondió al que se lo decía: ‘¿Quién es mi madre y quienes
son mis hermanos?’. Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: ‘He aquí
a mi madre y mis hermanos. Quienquiera que hace la voluntad de mi Padre celestial,
este es mi hermano, hermana o madre” (Mateo 12:47-50).
Así pues, el hecho de que la Virgen María
fuera Su madre no tuvo importancia para Él, y Su relación consanguínea o física
no tenía valor o preferencia respecto a Su relación espiritual con los que
hacen la voluntad del Padre, quienquiera que sean.
Por
otra parte, añaden que esto es obvio por la forma en la que el Señor se dirigía
a ella y porque durante diferentes ocasiones la llamaba “mujer”, que significa
que ella estaba casada, es decir, no siendo virgen, pues en este sentido se
verifica la palabra de la Biblia: “Jesús, viendo a su madre
y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: ‘Mujer, he ahí a tu
hijo’” (Juan
19:26). Además, en las bodas de
Canaan, la llama desdeñosamente diciendo: “¿Qué
nos va en esto a Mí y a ti, mujer?” (Juan
2:4). Por tanto, de este modo y
en tal caso, no podemos considerarla por encima de todos (Toda Santa) y no
podemos concederle una veneración especial.
Sin
embargo, no es como lo creen los que se engañan y se alejan de la verdad, y que
interpretan según su mente enferma, llena de egoísmo, pues en el primer caso,
se trata de otra cosa, y en concreto, a parte de la relación física, hay otra
relación con Cristo, mucho más grande e importante, que es la relación
espiritual, y que consiste en hacer la voluntad de Dios. Sin embargo, esta
relación no cancela o disminuye la relación física. La diferencia consiste en
el hecho de la relación espiritual que cualquiera puede adquirir haciendo la
voluntad de Dios. La relación significa, no sólo la relación física, sino
también una relación de amor y unión espiritual. El que hace la voluntad de
Dios se convierte en un familiar espiritual de Dios. Del mismo modo, según lo
anterior, el Salvador no sólo no dejó de lado Su relación física con Su Madre,
ni tampoco disminuyó el honor que es debido a una madre por su hijo, sino que
sólo quiso hacer hincapié en la otra relación con Él. La espiritual, aunque de
gran valor, puede incluso ser alcanzada por cualquier fiel.
En
consecuencia, fue una expresión instigadora y alentadora hacia la multitud, y
no despectiva hacia Su Madre. Nuestro Salvador Jesús Cristo, mientras estuvo
con Su Madre en la tierra, siempre la escuchaba, la amaba y se sometía a ella (Lucas
2:51), y cuando ella pedía algo, Él nunca la
desobedecía. Así, en las bodas de Canaán, a la petición de Su Madre, Cristo
obró el primer milagro, convirtiendo el agua en vino (Juan
2:3-10). Por eso, cuidaba mucho de Su Madre e
incluso mientras pendía de la Cruz, actuó con cuidado y protección y le entregó
a Su discípulo amado de entre Sus discípulos (San Juan el Evangelista) para que
cuidara de ella, según las Escrituras: “Jesús, viendo a
su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: ‘Mujer, he
ahí a tu hijo’. Después dijo al discípulo: ‘He ahí a tu madre’. Y desde este
momento el discípulo la recibió consigo” (Juan
19:26-27). ¿Veis aquí cómo el
Salvador, incluso durante el momento de Su gran prueba sobre la Cruz, no
descuidó la atención hacia la persona de Su Madre, que le dio a luz y lo crió?.
Y cómo sería posible descuidar a su madre, cuando fue Dios mismo quien nos
mandó honrar a nuestros padres, así como está escrito: “Honra
a tu padre y a tu madre….” (Deuteronomio
5:16).
En
segundo lugar, no hay ningún motivo para el desprecio, pero en cambio parece
que cuidaba de ella confiándola al cuidado del apóstol Juan, sabiendo que Él ya
no estaría mucho más en la tierra para cuidarla hasta el fin de su vida, como
hemos visto antes. Este hecho no es deshonesto, sino ciertamente un gran honor
y respeto hacia la persona de Su Madre, a quien incluso durante Su tormento en
la Cruz, no olvidó cuidar, mostrando el gran amor que tenía por la persona de
Su Madre. Sin embargo, si la llama “mujer”, bajo ninguna circunstancia tiene
esto el sentido de una mujer casada o el propósito de despreciarla o
desdeñarla, sino sólo el sentido de indicar su sexo. Pues de la misma forma,
los dos ángeles en la tumba también se dirigieron así a María Magdalena: “Mujer,
¿por qué lloras?” (Juan
20:13). Y de mismo modo, los dos
hombres vestidos de blanco que estaban presentes durante la Ascensión del
Señor, dijeron los apóstoles: “Varones
de Galilea, ¿por qué quedáis aquí mirando al cielo?” (Hechos
1:11). Ni los ángeles ni los dos
hombres usaron las palabras “mujer” o “varones” de forma despectiva o
desdeñosa, sino más bien, de forma halagüeña.
Estos
Herejes y Neo-Protestantes
incluso nos preguntan
dónde dice en la Santa Biblia que María, la madre de Jesús, era Virgen y fue
Siempre Virgen, como la llamamos. Que ella diera a luz siendo virgen, nuestra
Biblia lo muestra así: cuando el Arcángel
Gabriel fue enviado a Nazaret y le anunció que concebiría al Hijo de Dios (Lucas
1:35), la llamó “llena de gracia” y “bendita tú
entre las mujeres” (Lucas 1:28, 42). Parece
que el Arcángel veneró (Honró) a
la Virgen María, llamándola “llena de Gracia” y
“bendita tú entre las mujeres”, y que recibió una gran gracia de Dios, la del
poder del Todopoderoso que la cubrió con Su sombra, y que ella concibió por
medio del Espíritu Santo y dio a luz al hijo de Dios. Aunque era virgen, no
habiendo conocido varón, el ángel del Señor no la llamó “bendita tú entre las
vírgenes”, sino bendita tú entre las “mujeres”, y con esto no muestra desprecio
o desdén hacia la Toda Santa Theotokos que
está “llena de Gracia”, sino
que revela un antiguo misterio: “Y pondré enemistad entre
ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje; este te aplastará la cabeza” (Génesis
3:15), y ella sería la Eva
mística y espiritual que daría a luz al nuevo Adán, Cristo, que daría la vida
al mundo.
Los Padres Teóforos de la Iglesia nos dicen que Cristo era llamado la semilla o
“linaje” de una mujer (Génesis
3:15) ya que no nació de la
semilla de un hombre, sino del Espíritu Santo y recibió el Cuerpo de la sangre
sin mancha de la Toda Santa Virgen.
En
el día del gran juicio (la Segunda Venida) esta
Reina y Virgen María, se sentará a la diestra del trono de su Hijo, con gran e
indescriptible gloria, como lo indica el salmo, diciendo: “A tu diestra
está en pie la reina, vestida de oro de Ofir” (Salmos
44:10). Puesto que el Arcángel
Gabriel también la llamó mujer, cuando dijo: “bendita tú entre las mujeres”,
¿significa esto que la Virgen María era una mujer casada?
Entonces,
¿por qué respondió ella al saludo del ángel diciendo: “no conozco varón” (es
decir, soy una virgen)?.
De
igual modo, cuando Dios creó a Eva de la costilla de Adán (Génesis
2:21-22), y se la llevó y este la llamó “mujer”, ¿era
quizá que Eva era una mujer casada, puesto que Adán la había llamado “mujer”?
¿Es posible que Eva no fuera creada virgen de la costilla del puro Adán que no
había conocido a una mujer?
En
consecuencia, si Eva fue creada por Dios, y mientras Dios mismo junto con Adán
llamaban a esta virgen “mujer”, ¿la llamaron más tarde “mujer” con el sentido
de una mujer casada?. ¿Cuán falsamente entienden todos estos Neo-Protestantes y Herejes? Puesto
que Eva era una virgen, y así la llamó él, “mujer”, del mismo modo, la Eva
mística y espiritual, la purísima Virgen María que dio a luz al Nuevo Adán,
Cristo, es Virgen por los siglos de los siglos, aunque la Santa Biblia la llame
mujer, pues se refiere sólo a su sexo, el sexo femenino.
Entonces,
Adán, por medio de la energía de Dios, dio a luz (es decir, de su cuerpo se
tomó una costilla, y se creó, o se dio a luz a Eva) a partir de su cuerpo
virginal, sin una mujer (es decir, sin tener conocimiento de una mujer),
mientras que durante el cumplimiento del tiempo, la naturaleza femenina, por
las energías del Espíritu Santo, dio a luz a un hombre sin un hombre, y siendo
virgen dio a luz y permaneció virgen así como en el principio Adán dio a luz
aunque era virgen. Así pues, Dios estaba complacido, pues por medio de la
Virgen María quitaría la naturaleza del Antiguo Adán mediante el Nuevo Adán que
iba a nacer de la Virgen y que vino al mundo y llevó nuestra naturaleza por Su
infinita misericordia y bondad, para salvar al Antiguo Adán con todos sus
descendientes de la sentencia de muerte. Pues aunque por Adán todos morimos,
por Cristo todos somos resucitados (Romanos 6:5; Juan 3:16,
5:24).
Por
tanto considera, oh hombre engañado (tú y tus semejantes) que la Santa Biblia
no llama a la Theotokos “mujer”
con el sentido de “casada” como tú entiendes, sino que por medio de la palabra
“mujer”, la Santa Biblia sólo se refiere al sexo femenino de la Santa Virgen
María y al mismo tiempo muestra, de forma sombría y mística que es la mujer
cuya descendencia (Cristo) aplastará la cabeza de la serpiente y por Quien
vendrá la salvación a todos.
A
lo anterior debemos añadir:
–
Siendo la Madre del
Salvador, a la Virgen María se le concedió el mayor
Honor que cualquier
criatura puede tener.
–
Al concebir al Salvador por medio del Espíritu Santo, fue limpiada
completamente del pecado más que cualquier otro humano, sin importar cuanto
santo o santa haya sido.
–
Puesto que su honor excepcional fue pre-concedido (como ningún otro honor sobre
una persona) la Toda Santa Virgen María debe ser considerada la primera entre
los santos, así como San Juan Bautista es considerado el más grande entre los
profetas
(Malaquías 3, Isaías 40:3).
Por
todo esto, la Toda Santa Virgen María es digna de un honor mayor que el de los
otros santos (un honor excepcional), porque es la reina y la corona de todos
los santos. Para conocer cómo permaneció virgen tras el parto, leed y observad
lo profetizado por el profeta Ezequiel “Después me hizo volver hacia la
puerta exterior del Santuario, la cual mira al oriente; y estaba cerrada. Y
díjome Dios: Esta puerta estará cerrada, no se abrirá, y no entrará nadie por
ella, porque ha entrado por ella el Señor, el Dios de Israel; por eso quedará
cerrada. Solamente el príncipe, por ser príncipe se sentará allí para comer en
la presencia de Dios. Por el vestíbulo de la puerta entrará, y por ese mismo
camino saldrá”(44:1-3).
Los
que se engañan añaden además que no debemos dar demasiado honor a la Virgen
María e incluso no llamarla “Siempre Virgen”, pues tuvo más hijos, que fueron
nombrados en la Santa Biblia como “hermanos y hermanas” de Jesús, mientras que
Jesús es llamado “primer nacido” (Mateo 1:35), por
lo que se sugiere que más tarde tuvo otros hijos.
Es
cierto que la Santa Biblia habla sobre algunos hermanos del Señor, así como de
Sus hermanas; y con las palabras de los judíos, que se asombraron por la
milagrosa persona del Señor, dice: “¿No es Este el hijo del carpintero?
¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y
sus hermanas no están todas entre nosotros?” (Mateo
13:55-56; Marcos 6:3). Sin
embargo, en este caso, por la frase “primer nacido”, no significa que tengamos
que presuponer la existencia de otros nacidos después (segundo, tercero…etc.).
Esta era una forma de hablar en el Antiguo Testamento, y “primer nacido” se le
llamaba al primero que abría la matriz, independientemente de si tenía otros
hermanos o no (Éxodo 13:2), y
donde muchas veces, la numeración absoluta (1, 2, 3…) es sustituida o usada y
mezclada junto con la forma táctica (primero, segundo…etc).
Este
judaísmo introdujo el uso en el lenguaje del Nuevo Testamento. Ahora, “primer
nacido” significa “sólo nacido” con el sentido de “único nacido”. Cualquier
otro significado es rechazado porque si fuera cierto que Jesús tenía otros
hermanos de sangre (hijos de María), no habría dejado a Su Madre al cuidado de
algún apóstol, sino al cuidado de uno de sus hijos.
Se
da otro argumento al segundo punto sobre los “hermanos” del Señor. Los hermanos
son mencionados incluso por su nombre, y son cuatro, mientras que las hermanas
deben de ser al menos dos. Sin embargo, bajo ninguna circunstancia podían ser
hermanos / hermanas de Jesús Cristo e hijos de María, la Madre de Jesús,
porque:
-Según
una antigua tradición aceptada, María, la Madre de Jesús, permaneció virgen
después del nacimiento según la forma en la que aparecía en la visión del
profeta Ezequiel (44:1-3).
-La
madre de los llamados “hermanos / hermanas” del Señor es otra persona diferente
a la de la Virgen María, porque en la Santa Biblia, la primera es llamada
“María” o “la otra María”, o la “hermana de Su madre, María de Cleofás”, siendo
mencionada incluso al lado de la Madre del Señor y cerca de ella (Mateo
27:55-56; 28:1; Marcos 15:40-47; Juan 19:25).
-A
los “hermanos” del Señor ni siquiera se les llama hermanos, sino “esclavos” (Santiago
1:1), y “siervos-esclavos” (Judas
1:1) del Señor, los autores de las dos epístolas universales,
y allí son llamados “esclavos” (Santiago 1:1; Judas 1:1)
del
Señor y no hermanos.
-Si
fueran Sus hermanos, Cristo los habría hecho apóstoles. Si bien, algunos
sugieren que estos dos “hermanos del Señor”, llamados Santiago y Judas, son los
mismos apóstoles que llevan este nombre (de hecho, Santiago es el mismo que el
joven “hermano del Señor” en todas las listas de los apóstoles, mientras que
Judas, “el hermano del Señor” es quizá Judas Tadeo). Al mismo tiempo, este es
un caso simple, adecuadamente fundado, especialmente porque no se llaman a sí
mismos “apóstoles” como tampoco se llaman “hermanos del Señor”. Sobre Santiago,
“el hermano del Señor”, sabemos que fue el primer obispo de Jerusalén y
disfrutó del mayor honor de los fieles así como de los apóstoles (Hechos
12:17; 15:13), desde que Santiago, hijo de Zebedeo, fuese
asesinado
(Hechos
12:2). Cristo habría confiado la Virgen a su
cuidado, y no al apóstol Juan, quien ciertamente habría sido más distante que
un hijo o una hija suya.
Teniendo
en cuenta el hecho de que en todo Oriente, y especialmente en Judea, el
significado “hermano” es usado en un sentido más amplio, para un primo u otros
familiares cercanos y distantes, como por ejemplo en Génesis
(13:8), donde Abraham llama a Lot “hermano”, aun
cuando era su sobrino, hijo de su hermano (Génesis
11:27), aceptamos que “hermanos del Señor” eran
primos de Jesús. Pero no primos hermanos, pues si su madre es llamada hermana
de la Madre del Señor (Juan 19:25), no
podría haber sido hermana del mismo padre porque tendría el mismo nombre María,
pero la palabra hermana, aquí debe tener el significado de cuñada, pues la
Virgen María era hija única. Podría haber significado cuñada por José, que no
está excluido que tuviera alguna hermana que estuviera casada. En este caso,
sus hijos, llamados “hermanos del Señor”, podrían haber sido como mucho primos
segundos de Jesús Cristo.
Como
si no tuvieran nada que añadir (decir) sobre la virginidad de la
Theotokos, y tras el nacimiento, añaden
incluso este pasaje de la Santa Biblia: “Y
no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito y le puso por nombre
Jesús” (Mateo 1:25),
explicando
que tras el nacimiento, la Virgen María podía tener otros hijos.
Consideremos
y entendamos que en la Biblia, la frase “y sin que la conociera” (hasta ese
momento e incluso después) significa eternidad. Porque el Señor dijo: “…..Y
mirad que yo con vosotros estoy todos los días, hasta la consumación del siglo”
(Mateo 28:20).
¿Es
posible que esto signifique que Él se alejará de nosotros tras la consumación
del siglo?. ¿No dijo el divino apóstol Pablo: “…. y así estaremos siempre
con el Señor”
(1ª
Tesalonicenses 4:17) ?. En
otro Pasaje de la Santa Biblia está escrito: “Oráculo del Señor a mi
Señor: ‘Siéntate a mi diestra, hasta que Yo haga de tus enemigos el escabel de
tus pies’” (Salmos 109:1).
¿Significa
esto, quizá, que tras esto, nuestro Salvador Jesús Cristo no se sentará a la
diestra de Su Padre para gobernar con Él por los siglos?. Mas sabemos muy bien
que “…. su reinado no tendrá fin”
(Lucas 1:33).
De
nuevo, en otro pasaje de la Santa Biblia, se dice que Noé envió al cuervo y el
cuervo salía y volvía hasta que la tierra quedó seca (Génesis
8:7), ¿significa esto que regresó al barco tiempo después?.
Y
nuevamente se dice en la Santa Biblia que Micol, hija de Saúl, y mujer de
David, no dio a luz ningún hijo “hasta el día de su muerte” (2ª
Samuel [2ª Reyes] 6:23). ¿Significa
esto, quizá, que ella dio a luz cuando murió, puesto que se dice “hasta el día
de su muerte”?.
Por
lo tanto, abramos los ojos de sus almas a todos estos blasfemos contra la
verdad, contra estos testimonios que fueron tomados de la Santa Biblia y
entendamos que la frase “y no la conoció hasta que” (hasta ese momento e
incluso después), en la Santa Biblia, significa la eternidad, pues el Salvador
existirá eternamente con los apóstoles y con todos aquellos que cumplan Sus
mandamientos, así como también estará eternamente sentado a la diestra del
Padre reinando en Su reino que no tendrá fin, así como el cuervo nunca regresó
al arca de Noé, y así como Mecol, la hija de Saúl, eternamente nunca dio a luz
ningún hijo tras el día de su muerte, y así como de la misma forma, el justo y
temeroso de Dios José, eternamente no la “conoció”, a quien era virgen antes
del nacimiento, a la Toda Santa e Inmaculada Virgen María, Theotokos y Madre de la Luz, la Reina de
los ángeles y de los fieles, y que permaneció virgen durante el nacimiento y
por siempre, tras el nacimiento.
Tras
todo esto, las personas con tendencia hostil contra la
Theotokos dicen que no debemos dirigir nuestras
oraciones a ella con las súplicas: “no tenemos otra protección, y no tenemos
otra ayuda más que tú”, y “Toda Santa Theotokos, sálvanos”,
siendo un gran error, porque ponemos a la Theotokos a
la par con el Salvador, como mediadora de nuestra salvación, ya que sólo uno es
nuestro mediador, Jesús Cristo.
En
cuanto a nuestra súplica a la Theotokos, de
la siguiente forma: “no tenemos otra protección”, con ella no negamos la
unicidad de Jesús Cristo como el mediador de nuestra salvación objetiva, pero
tampoco podemos descuidar el beneficio de cualquier ayuda para nuestra
salvación subjetiva. El significado de esta súplica es el siguiente: “Tú puedes
darnos la mayor ayuda para nuestra salvación subjetiva, pues no podemos encontrar
otra gran ayuda en cualquier santo o no tenemos a nadie más que pueda ayudarnos
tanto como tú nos ayudas, siendo la Madre de nuestro Salvador”. Así mismo, las
palabras de la súplica que le dirigimos, “Toda Santa Theotokos, sálvanos”,
significan “Intercede ante tu Hijo para que nos salve” o “nos redima”. En la
lengua griega, en la que fueron escritos casi todos los libros del Nuevo
Testamento, así como los libros de adoración ortodoxa, el verbo “salvar”
también significa “redimir” (librar, absolver, etc.), del mal, de la tentación,
de los pecados, de la preocupación, de las dificultades financieras. Así: “Toda
Santa Theotokos, sálvanos”, significa “ayúdanos con tus
súplicas para que seamos redimidos del mal, del contratiempo, de las
actividades del maligno, de nuestras pasiones”.
Al
mismo tiempo, mediante el “sálvanos”, no queremos decir “perdona nuestros
pecados”, sino “intercede ante tu Hijo para nuestra salvación”. Es imposible
entristecer a su Hijo mediante la devoción (Que Significa Rendir Honor) a la Theotokos, pues
de esta forma, la adoración debida a Él no es disminuida de ninguna forma, sino
al contrario, y toda la gran devoción “particular” a la
Theotokos pasa a su Hijo, que la eligió y la
santificó para ser Su Madre.
Con
respecto a lo que se ha dicho, demostramos por medio de testimonios de la Santa
Biblia, el honor, la gloria y los dones que Dios concedió a su Toda Santa
Madre, porque: Dios, una vez más, y desde la caída de Adán y Eva, predijo sobre
la
Theotokos que ella sería aquella mujer-virgen que,
mediante su Hijo, aplastaría la cabeza de la serpiente (Génesis
3:15). Más tarde, se profetizó que ella sería la
Virgen que sería la intercesora para la entrada en el mundo del Salvador Jesús
Cristo (Jeremías 31:2-23); el
Arcángel Gabriel vino a ella para honrarla y la llamó “llena
de Gracia” y “bendita entre las
mujeres”, y “Madre de mi Señor” (Lucas 1:40-45), bendijo
su vientre y sus pechos pues ella llevaría y alimentaría al Salvador del mundo,
Cristo (Lucas 11:27-28). El
Salvador, como su Hijo, le obedeció y se sometió a ella (Lucas
2:51); el primer milagro del Salvador se realizó
en las bodas de Canaan mediante su súplica (Juan
2:3-10); el Salvador cuidó de ella incluso cuando
sufría dolores insoportables en la cruz, confiando al más amado de Sus apóstoles
el cuidado de Su madre, y ella misma, por medio del Espíritu Santo, profetizó
que todas las generaciones la llamarían bienaventurada y cantaría con gloria
que Dios la hiciera digna por su humildad (Lucas
1:48-49), mientras que el mismo Nombre
de Theotokos, en lengua hebrea es
traducido como “Señora Virgen”.
Esta
Señora y Virgen Reina se sentará a la diestra del trono de su Hijo en el día de
la Segunda Venida (Salmos 44:9). Concibió
y dio a luz por medio del Espíritu Santo al Hijo de Dios (Lucas
1:35), habiendo sido cubierta por la sombra del
Espíritu Santo por el poder del Todopoderoso, y permaneció virgen incluso
después del parto (Ezequiel 44:1-3), y
por eso es más honorable que los querubines e incomparablemente más gloriosa
que los serafines, no teniendo más hijos que a Jesús Cristo, el Salvador del
mundo. La madre de los llamados “hermanos” del Señor no es la
Theotokos, sino María la de Cleofás
(Mateo
27:55-56; Marcos 15:40-47; Juan 19:25), mientras que los
“hermanos” del Señor son sólo familiares de Él y no Sus hermanos naturales,
pues en los tiempos antiguos de los hebreos, los familiares cercanos eran
llamados “hermanos” (Génesis 13:8). La
madre de los hermanos del Señor, María la de Cleofás, es llamada hermana de la
Madre del Señor, según el sentido de familiares cercanos (Juan
19:25, etc).
Habiendo
visto testimonios de la Biblia para estas verdades que se refieren a la
Theotokos, si tuvierais una mente clara y alejada de
la oscuridad de las herejías y pecados, seríais capaces de entender muy
claramente (iluminadamente) porqué
los cristianos ortodoxos de la Iglesia de Cristo concedemos la súper-devoción (Honor Especial) a
la Toda Santa Theotokos María. Suplicándole,
la tenemos como intercesora ante su Hijo y nuestro Dios, para que nos ayude mediante
sus mediaciones intercesoras que siempre presenta a Dios por toda la raza
humana, y especialmente por los cristianos devotos.
¿Por qué no honráis a la Madre del
Señor, cuando la Santa Biblia misma os revela que el Arcángel Gabriel la honró
con su saludo? (Lucas 1:29).
¿Cuál
es la razón por la que no Honráis a la
Theotokos, que, según el testimonio de la Santa Biblia
y del mensajero, el Arcángel Gabriel, ella está “llena de Gracia”?
(Lucas
1:28-30). ¿Por qué sois tan duros de corazón y
ciegos, que no comprendéis que no honráis a la Theotokos aun
cuando por la gracia del Espíritu Santo, Isabel confesó que ella era la Madre
del Señor y era “bendita entre las mujeres”? (Lucas
1:40-43).
Si
decís que creéis en los escritos de la Santa Biblia, ¿por qué, entonces, no
honráis y respetáis a la Theotokos, cuando
la Biblia os revela que ella será bendecida por todas las generaciones, por
causa del honor que Dios le concedió?
¿Cuál
es la razón por la que llegasteis a tan gran ignorancia, cuando en vez de
honrar y respetar a la Theotokos, blasfemáis
contra ella y en vuestro desorden (locura) la consideráis como una mujer común?
El Espíritu Santo la ha presentado en los Salmos como Reina de los ángeles y de
toda la creación, sentada a la diestra de su Hijo, vestida de oro y adornada (Salmos
44:14) y la nombráis como a una mujer común, como
al resto.
El
Espíritu Santo revela en la Santa Biblia que ella será conmemorada de
generación en generación y todas las naciones le cantarán himnos incesantemente
por los siglos de los siglos (Salmos 44:18), mientras
que vosotros no queréis glorificar y honrar a la
Theotokos. El Espíritu Santo revela: “Toda
hermosa entra la hija del rey, vestida de tela de oro” (Salmos
44:14). Por la gloria interior
muestra que es un templo del Espíritu Santo, inmaculado, mientras que vosotros
blasfemáis contra la Theotokos y
no la honráis.
La
Madre del Señor es esa Virgen que dio a luz a Emmanuel Dios (Isaías
7:14), y decís que ella es una mujer como todas
las demás mujeres. El Espíritu Santo, por medio de la boca del profeta Ezequiel
representa a la Theotokos como
“una puerta cerrada” por la que nadie entrará, sino sólo el Dios de Israel, y
tras su paso, permanecerá cerrada
(Ezequiel
44:2), es decir, ella será virgen antes del
nacimiento, durante el nacimiento, y tras el nacimiento, permanecerá siempre
virgen, y vosotros decís que la Theotokos tuvo
otros hijos a parte del Hijo de Dios, a quién dio a luz.
Sería
mejor colgar una piedra a vuestro cuello y saltar al mar (Mateo
18:6-7; Marcos 9:42; Lucas 17:1-2) que escandalizar las
almas de los cristianos inocentes con vuestras mentiras y vuestras blasfemias
satánicas y malditas. ¡Cómo se atrevería el justo y temeroso de Dios, José, a
tocar a la Toda Santa Virgen después del nacimiento, especialmente tras recibir
la revelación por medio del ángel de que “su concepción es del Espíritu Santo” (Mateo
1:20), y que “salvará a su pueblo de sus pecados”,
Cristo (Mateo 1:21)!.
¿Podría
quizá el justo y temeroso de Dios José (a quien Dios reveló que la Virgen
María, su prometida, concibió por el Espíritu Santo y había entendido que,
mediante ella, Dios obraría la salvación de la raza humana, aplastando la
cabeza de la serpiente
[Génesis
3:15], y que ella es la Virgen, profetizada por el
Espíritu Santo mediante el profeta Isaías, que daría a luz al Emmanuel, Dios y
Salvador del mundo [Isaías 7:14]), ser
capaz de tener pensamientos humanos ilícitos con respecto a ella? Exactamente a
causa de esto, el justo y temeroso José demostró ser celoso, obediente y
servicial con tal herramienta del Niño divino, desde Su nacimiento hasta tener
que escapar a Egipto y luego regresar
(Lucas
2:4-5; Mateo 2:13; 20:21-23), así como el resto del
tiempo de su vida, hasta la edad de 30 años de nuestro Salvador, pues pudo
entender completamente la llamada al servicio a la
Theotokos, por quien Dios vino al mundo, para redimir
a la raza humana.
Por
lo tanto, que permanezcan en silencio las bocas de todos los herejes y
neo-protestantes, y dejen de blasfemar contra la Reina de los Angeles y la
Theotokos, y contra el justo y temeroso José, con
relación a los malignos y locos pensamientos de que la Toda Santa y Purísima Virgen
María, la Theotokos, la “llena de gracia”, pudiera tener otros
hijos.
Negando
todas las locas blasfemias de los herejes, nosotros, los hijos de la Iglesia de
Cristo, tengamos siempre a la Theotokos como
ferviente intercesora y orante por nuestra salvación frente a Dios. Honremos
incesantemente su nombre como Madre del Hijo de Dios. Que las vírgenes la
glorifiquen como la madre Siempre Virgen. Que el sacerdote y el monje la tengan
como la Madre del Sumo Sacerdote Jesús Cristo, mientras que nosotros, los
piadosos cristianos, junto con los ángeles y los santos, cantémosle diariamente
el Akathisto y el Canon de la Paráclesis a la
Theotokos, repitiendo juntos el santo himno: “Alégrate,
Novia no Desposada”.
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