- Bendito sea nuestro Dios ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Si no hay Sacerdote:
Por las oraciones de nuestros Santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios Nuestro,
Ten piedad de nosotros. Amén.
Gloria
a Ti, Dios Nuestro, Gloria a Ti.
Rey
del Cielo, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todo lugar, y que
todo lo llenas, Tesoro de bienes y Dador de la Vida, ven y haz de nosotros tu
morada, purifícanos de toda mancha, y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas.
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
Santísima
Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados.
Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras
enfermedades, por tu nombre.
Señor,
ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu
Majestad, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan
sobreesencial dánosle hoy; perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas
líbranos del maligno.
- Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
El coro canta estos Troparios, tono 6º. En
los días de fiesta y los domingos, se omiten.
Ten
piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros, porque aunque pecadores y
privados de toda defensa, te ofrecemos como a nuestro Dueño esta súplica: Ten
piedad de nosotros.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo.
Señor,
ten piedad de nosotros, pues hemos esperado en ti; no estés airado contra
nosotros, ni te acuerdes de nuestras transgresiones, mas vuélvete hacia
nosotros, oh Bondadoso, y líbranos de nuestros enemigos, porque eres nuestro
Dios, y nosotros tu pueblo, la obra de tus manos, y clamamos a tu nombre.
Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Ábrenos
las puertas de la misericordia, oh bienaventurada Madre de Dios, porque hemos
esperado en ti; no permitas que perezcamos, sino que por ti seamos librados de
las adversidades, porque eres la salvación del pueblo cristiano.
Señor,
ten piedad (12 veces)
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 50
Ten
compasión de mí, oh Dios, en la medida de tu misericordia; según la grandeza de
tus bondades, borra mi iniquidad. Lávame a fondo de mi culpa, límpiame de mi
pecado. Porque yo reconozco mi maldad y tengo siempre delante mi delito. He
pecado contra Ti, contra Ti solo, he obrado lo que es desagradable a tus ojos,
de modo que se manifieste la justicia de tu juicio y tengas razón en
condenarme. Es que soy nacido en la iniquidad, y ya mi madre me concibió en
pecado. Mas he aquí que Tú te complaces en la sinceridad del corazón, y en lo
íntimo del mío me haces conocer la sabiduría. Rocíame, pues, con hisopo, y seré
limpio; lávame Tú, y quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír tu palabra de
gozo y de alegría, y saltarán de felicidad estos huesos que has quebrantado.
Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis culpas. Crea en mí, oh dios,
un corazón sencillo, y renueva en mi interior un espíritu recto. No me rechaces
de tu presencia, y no me quites el espíritu de tu santidad. Devuélveme la
alegría de tu salud; confírmame en un espíritu de príncipe. Enseñaré a los
malos tus caminos; y los pecadores se convertirán a Ti. Líbrame de la sangre,
oh Dios, Dios Salvador mío, y vibre mi lengua de exultación por tu justicia.
Abre Tú mis labios, oh Señor, y mi boca publicará tus alabanzas, pues los
sacrificios no te agradan, y si te ofreciera un holocausto no lo aceptarías. Mi
sacrificio, oh Dios, es el espíritu compungido; Tú no despreciarás, Señor, un
corazón contrito y humillado. Por tu misericordia, Señor, obra benignamente con
Sión; reconstruye los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios
legales, las oblaciones y los holocaustos; entonces se ofrecerán becerros sobre
tu altar.
Salmo 69
Ven
a librarme, Dios mío, apresúrate, Señor, a socorrerme. Confundidos y sonrojados
queden los que buscan mi vida; vuelvan la espalda cubiertos de vergüenza los
que se gozan de mis males. Retrocedan llenos de confusión los que me dicen:
“¡ajá! ¡ajá!”. Mas alégrense en Ti y regocíjense todos los que te buscan; y los
que aman tu auxilio digan siempre: “Dios es grande”. Yo soy miserable y
doliente; mas Tú, oh Dios, ven en mi socorro. Mi amparo y libertador eres
Tú, oh Dios, no tardes.
Salmo 142
Señor,
escucha mi oración, presta oído a mi súplica según tu fidelidad; óyeme por tu
justicia, y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún viviente es justo
delante de Ti. El enemigo persigue mi alma, ha postrado en tierra mi vida; me
ha encerrado en las tinieblas, como los ya difuntos. El espíritu ha
desfallecido en mí, y mi corazón está helado en mi pecho. Me acuerdo de los
días antiguos, medito en todas tus obras, contemplo las hazañas de tus manos, y
extiendo hacia Ti las mías; como tierra falta de agua, mi alma tiene sed de Ti.
Escúchame pronto, Señor, porque mi espíritu languidece. No quieras esconder de
mí tu rostro: sería yo como los que bajaron a la tumba. Hazme sentir al punto
tu misericordia, pues en Ti coloco mi confianza. Muéstrame el camino que debo
seguir, ya que hacia Ti levanto mi alma. Líbrame de mis enemigos, Señor; a Ti
me entrego. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Tu Espíritu
es bueno; guíame, pues, por camino llano. Por tu Nombre, Señor, guarda mi vida;
por tu clemencia saca mi alma de la angustia. Y por tu gracia acaba con mis
enemigos, y disipa a cuantos atribulan mi alma, porque soy siervo tuyo.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Aleluya,
aleluya, aleluya, gloria a ti oh Dios.
Aleluya,
aleluya, aleluya, gloria a ti oh Dios.
Aleluya,
aleluya, aleluya, gloria a ti oh Dios.
Creo
en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo
lo visible y lo invisible. Creo en un Solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de
Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial al
Padre, por quien todo fue hecho, que por nosotros los hombres y para nuestra
salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la
Virgen, y se hizo hombre, y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de
Poncio Pilato, padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las
escrituras y subió al cielo y está sentado a la diestra del Padre y de nuevo
volverá en gloria para juzgar a los vivos y a los muertos y su reino no tendrá
fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre,
que con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado y que habló por los
profetas. Creo en la Iglesia. Que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Contaquio I
Oh
Tú, que por Tu inescrutable Providencia preparaste al mundo para la
bienaventuranza eterna y que señalaste los tiempos y las estaciones y el modo
de nuestro fin: perdona, oh Señor, a los que han muerto en tiempos pasados en
todos sus pecados; recíbelos en el reino de la luz y del gozo, apresúrate a
abrirles tus paternales brazos, y escucha a los que celebramos su memoria y
cantamos: ¡Oh Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han
dormido!.
Ikos I
Oh
Tú, que salvas a Adán y a toda la raza humana de la perdición eterna, que
enviaste a Tu Hijo al mundo, oh Buen Dios, y que por Su Cruz y Resurrección nos
concedes también la vida eterna. Confiando en tu infinita misericordia,
buscamos el reino inmortal de Tu gloria, te imploramos que se lo concedas a los
que se han dormido y rezamos:
Alegra,
oh Señor, las almas cansadas por las tormentas de la vida, para que las penas
terrenales y los cánticos no los entierren en el olvido.
Escúchalos,
oh Señor, en Tu seno, como una madre responde a sus hijos, y diles: vuestros
pecados son perdonados.
Recíbelos,
oh Señor, en Tu refugio tranquilo y bendito para que puedan regocijarse en Tu
gloria divina.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio II
Iluminado
por la luz de lo Alto, San Macario escuchó una voz de un cráneo pagano: “Cuando
rezas por los que sufren en el infierno, hay alivio para los paganos”. Oh
maravilloso poder de la oración cristiana, por la que incluso las regiones
infernales son iluminadas. Tanto creyentes como incrédulos reciben consuelo
cuando clamamos por todo el mundo: ¡Aleluya!
Ikos II
San
Isaac el Sirio dijo una vez: “Un corazón misericordioso es el que arde de amor
por los hombres y animales y por toda la creación, y en todo tiempo ofrece
oraciones con lágrimas para que puedan ser purificados y protegidos”. Del mismo
modo, nosotros valientemente suplicamos al Señor que ayude a los muertos desde
el principio del tiempo y clamamos:
Envíanos,
oh Señor, el don de la oración ferviente por los muertos.
Recuerda,
oh Señor, a todos los que nos han pedido, indignos como somos, que recemos por
ellos, y perdonas los pecados que han olvidado.
Recuerda,
oh Señor, a los que han sido enterrados sin oraciones.
Recibe,
oh Señor, en Tus moradas, a todos los que han muerto de pena o júbilo por una
muerte repentina o prematura.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio III
Somos
culpables de las calamidades del mundo, del sufrimiento de las criaturas
irracionales, de las enfermedades y tormentos de los niños inocentes, pues por
causa de la caída del hombre, ha sido afectada la bienaventuranza y la belleza
de toda la creación. ¡Oh Cristo nuestro Dios, el más grande de todos los
sufrientes!. Sólo tú puedes perdonarnos a todos. Así pues, perdona a todos y
todo, y concede al mundo su prosperidad primera, para que los vivos y los
muertos puedan regocijarse y clamar: ¡Aleluya!.
Ikos III
Oh
Gozosa Luz, Redentor del mundo, abraza a todo el universo con Tu amor, pues he
aquí, se escucha Tu clamor desde la Cruz por Tus enemigos: “Padre, perdónalos”.
En nombre de Tu amor perdonador nos atrevemos a rezar a Tu Padre Eterno por el
descanso eterno de Tus enemigos y de los nuestros.
Perdona,
oh Señor, a los que han vertido sangre inocente, a los que han sembrado el
camino de nuestra vida con penas, a los que han caminado en la prosperidad por
medio de las lágrimas de sus prójimos.
No
condenes, oh Señor, a los que nos persiguen con calumnias y maldad.
Paga
con misericordia a los que hemos perjudicado u ofendido por ignorancia, y
concede que nuestra oración por ellos sea santa por el sacramento de la
reconciliación.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio IV
Salva,
oh Señor, a los que han muerto en graves sufrimientos, a los que han sido
asesinados, a los que fueron enterrados vivos, a los que fueron ahogados o
quemados, a los que fueron devorados por bestias salvajes, a los que murieron
de hambre o frío, a los que estaban expuestos en las tempestades, a los que
cayeron desde grandes alturas, y concédeles a todos el descanso eterno por la
pena de su muerte. Que el tiempo de su sufrimiento sea bendecido como un día de
redención, para que puedan cantar: ¡Aleluya!.
Ikos IV
Recompensa
con la compasión de Tu infinito amor, oh Señor, a los que han muerto en la flor
de su juventud, que recibieron en la tierra la corona de espinas del
sufrimiento y nunca experimentaron el gozo terrenal. Concede la recompensa a
los que murieron a causa de excesivo trabajo, por explotación o trabajo
agotador.
Recibe,
oh Señor, en las salas nupciales del paraíso a los chicos y chicas, y
concédeles el gozo en el banquete de bodas de Tu Hijo.
Conforta
y consuela el dolor de los padres por sus hijos muertos.
Da
descanso, oh Señor, a los que no tienen a nadie que Te ofrezca oraciones por
ellos, a Ti su creador, para que sus pecados sean borrados en la deslumbrante
luz de Tu perdón.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio V
Nos
has dado la muerte como último prodigio para devolvernos a nuestros sentidos y
al arrepentimiento, oh Señor. En esta luz terrible, la vanidad terrenal queda
expuesta, y las pasiones carnales y los sufrimientos se vuelven tenues, y se
humilla la razón sumisa. La justicia eterna y la rectitud se abren ante
nuestros ojos y así, los incrédulos y los sobrecargados de pecados confiesan en
su lecho de muerte Tu existencia real y eterna y claman a Tu misericordia:
¡Aleluya!
Ikos V
Oh
Padre de todo consuelo y alivio. Tú resplandeces con el sol, T deleitas en tus
frutos y Te alegras con la belleza del mundo, tanto con tus amigos como con tus
enemigos.
Y
creemos que incluso más allá de la tumba, Tu bondadoso amor, que es
misericordioso incluso con los pecadores rechazados, no falla.
Nos
afligimos por los blasfemos malvados y empedernidos de Tu Santidad.
Que
Tu salvífica y graciosa Voluntad esté sobre ellos.
Perdona,
oh Señor, a los que han muerto sin arrepentimiento.
Salva
a los que han cometido suicidio en la oscuridad de su mente, para que la llama
de su pecado se extinga en el océano de Tu gracia.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio VI
Terrible
es la oscuridad de un alma separada de Dios, el tormento de su conciencia, el
rechinar de sus dientes, el inextinguible fuego y el gusano que no muere.
Tiemblo por el pensamiento de este hecho, y rezo por los que sufren en el
infierno, así como por mí mismo. Que nuestros himnos desciendan sobre ellos
como rocío refrescante mientras cantamos: ¡Aleluya!
Ikos VI
Tu
luz, oh Cristo nuestro Dios, ha resplandecido sobre los que moran en la
oscuridad y en la sombra de la muerte y sobre los que están en el infierno y no
pueden clamarte. Desciende a las regiones infernales de la tierra, oh Señor, y
lleva el gozo de Tu gracia a Tus hijos que se han separado de Ti por el pecado,
pero que no Te han rechazado.
Pues
sufren cruelmente. Ten misericordia de ellos.
Pues
pecaron contra el cielo y ante Ti, y sus pecados son infinitamente graves, pero
Tu misericordia es infinita.
Visita
la amarga miseria de las almas separadas de Ti.
Ten
piedad, oh Señor, de los que odiaron la verdad por ignorancia.
Que
Tu amor esté sobre ellos, no como fuego consumidor, sino como frescura del
Paraíso.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio VII
Queriendo
ayudar por Tu poderoso poder a Tus siervos que se han dormido, apareciste a tus
amados, oh Señor en sueños misteriosos, inspirándoles claramente que rezaran,
para que pudieran recordar a los difuntos, y que hicieran buenas obras y
trabajo, con fe y amor por ellos, clamando: ¡Aleluya!
Ikos VII
La
Iglesia universal de Cristo ofrece incesantemente oraciones a toda hora por los
difuntos de todo el mundo, para que los pecados del mundo sean lavados por la
purísima Sangre de Tu divina corona, y para que las almas de los que se han
dormido sean llevadas de la muerte a la vida y de la tierra al cielo por el
poder de las oraciones ofrecidas por ellos en los altares de Dios.
Que
la intercesión de la Iglesia por los muertos, oh Señor, sea una escalera al
cielo.
Ten
piedad de ellos, oh Señor, por la intercesión de la santísima Theotokos y de
todos los santos.
Perdónales
sus pecados por Tus siervos que Te claman día y noche.
Por
los hijos inocentes, oh Señor, ten piedad de sus padres, y por las lágrimas de
sus madres, perdona los pecados de sus hijos.
Por
las oraciones de los inocentes que sufren y por la sangre de los mártires,
perdona y ten piedad de los pecadores.
Recibe,
oh Señor, nuestras oraciones como recuerdo de sus virtudes.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio VIII
El
mundo entero es un cementerio sagrado y común, pues en todo lugar está el polvo
de nuestros padres y hermanos. Oh Cristo nuestro Dios, que nos amas
invariablemente, perdona a todos los que han muerto desde el principio hasta
ahora, para que puedan cantarte con infinito amor: ¡Aleluya!
Ikos VIII
Viene
el día, como horno incandescente, el día grande y terrible del Juicio Final,
cuando los secretos de los hombres sean revelados y los libros de la conciencia
sean expuestos.
“Reconciliaos
con Dios”, clama San Pablo.
“Reconciliados
antes de aquel día terrible”.
Ayúdanos,
oh Señor, a cubrir con las lágrimas de los vivos aquello que estaba ausente en
los muertos.
Que
el sonido de la trompeta del ángel, oh Señor, sea para ellos el anuncio alegre
de su salvación y la gozosa manumisión de su libertad en la hora de Tu juicio.
Corona
con gloria a los que han sufrido por Ti, oh Señor, y cubre los pecados de los
débiles con Tu bondad.
Oh
Señor, que conoces a todos por su nombre, recuerda a los que buscaron la
salvación en la vida monástica.
Recuerda
a los bienaventurados pastores con sus hijos espirituales.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio IX
Bendice
el paso ligero del tiempo. Pues toda hora y todo momento, trae cercana a la
eternidad. Una nueva pena, un nuevo cabello gris son los heraldos del mundo
venidero, testigos de la corrupción terrenal, pues todo pasa (ellos nos lo
dice), y el reino eterno está cercano, donde no hay pena, ni suspiro, ni
lágrimas, sino canto gozoso: ¡Aleluya!
Ikos IX
Así
como un árbol pierde sus hojas pasado un tiempo, sí nuestros días, tras un
cierto número de años, llegan a su fin.
El
festival de la juventud se va, la lámpara del gozo huye, la locura y la despojo
de los años se acerca.
Amigos
y parientes mueren. ¿Dónde estás, joven que disfrutabas de tu juventud?.
Sus
tumbas están en silencio, pero sus almas están en Tu mano.
Pensemos
cómo nos miran desde el mundo espiritual.
Oh
Señor, Sol resplandeciente, ilumina y calienta las moradas de los que se han
dormido.
Que
el tiempo de nuestra amarga separación pase para siempre.
Concede
que todos sean uno contigo, oh Señor.
Restaura
en los fallecidos, oh Señor, la pureza de la niñez y el espíritu genial de la
juventud, y que la vida eterna sea para ellos una fiesta Pascual.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio X
Vertiendo
lágrimas en las tumbas de nuestros familiares, rezamos con esperanza y clamamos
con expectación: Dinos, oh Señor, que sus pecados son perdonados. Da a nuestro
espíritu una seguridad secreta de ello, para que podamos cantar: ¡Aleluya!
Ikos X
Mirando
a tras, veo nuestra vida pasada. ¡Que vasta multitud de gente ha fallecido
desde el primer día hasta ahora!. Y muchos de ellos me han hecho bondades. Con
gratitud por lo que les debo, con amor Te clamo:
Concede
la gloria celestial, oh Señor, a mis parientes y a mis queridos y cercanos
familiares que me vieron desde mi cuna en la niñez, y me criaron y me educaron.
Glorifica,
oh Señor, en la presencia de los santos ángeles, a los que me contaron las
alegres nuevas de salvación y me enseñaron lo que es justo y bueno, lo justo y
verdadero, por el santo ejemplo de sus vidas.
Llena
con regocijo, oh Señor, a los que me alimentaron con el maná oculto en los días
de mi pena y aflicción.
Recompensa
y salva a todos los benefactores y a los que ayudaron a otros personalmente y
con la oración.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio XI
¿Oh
muerte, dónde está tu aguijón?. ¿Dónde está la oscuridad y el terror que
reinaba en el pasado?. Desde ahora eres el ansia para la unión inseparable con
Dios. ¡Oh gran paz del Sábado místico!. Queremos morir y estar con Cristo,
clama el apóstol. Por eso, también miramos la muerte como la puerta hacia la
vida eterna, y clamamos: ¡Aleluya!
Ikos XI
Los
muertos se levantarán y los que están en las tumbas se pondrán en pie, y los
que estén vivos en la tierra exultarán de gozo cuando estén con sus cuerpos
espirituales, radiantes de gloria e incorrupción.
Huesos
secos, escuchad la palabra del Señor: “Dispondré sobre vosotros un espíritu de
vida, y pondré tendones sobre vosotros, y os revestiré de carne, y os cubriré
con piel”.
Levantaos,
los antiguos, pues sois redimidos por la sangre del Hijo de Dios, restaurados a
la vida por Su muerte, pues la luz de la Resurrección ha amanecido sobre
vosotros.
Ábreles
ahora, oh Señor, el abismo de Tus perfecciones.
Tú
has hecho brillar sobre ellos la luz del sol y de la luna, para que puedan ver
la gloria de los coros radiantes de los ángeles.
Los
has deleitado con la magnificencia de las luces celestiales del oriente y del
occidente, para que también puedan ver la luz sin ocaso de Tu Divinidad.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio XII
La
carne y la sangre no heredarán el reino de Dios. Mientras vivimos en la carne,
estamos separados de Cristo. Y si morimos, viviremos eternamente. Pues nuestro
cuerpo corruptible debe revestirse de incorrupción, y esta naturaleza mortal
debe resplandecer con la inmortalidad, para que en la luz del día eterno
podamos cantar: ¡Aleluya!.
Ikos XII
Esperamos
el encuentro con el Señor, esperamos el alba clara de la Resurrección,
esperamos la resurrección de sus tumbas de nuestros parientes muertos y de
nuestros allegados, y su restauración a la santa belleza de vida.
Y
nos regocijamos en la próxima transfiguración de toda la creación y clamamos a
nuestro Creador: “Oh Señor, que creaste al mundo para el triunfo del gozo y la
bondad, que nos has restaurado de los abismos del pecado a la santidad, concede
que los muertos puedan reinar en la nueva creación y resplandezcan como luces
celestiales en el día de su gloria.
Que
el Divino Cordero sea su luz perpetua.
Concede,
oh Señor, que también nosotros podamos celebrar con ellos la Pascua inmortal.
Une
a los muertos y a los vivos en un gozo interminable.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio XIII
(Este contaquio se Repite tres veces)
Oh
misericordioso y eterno padre, cuya voluntad es que todos se salven, que
enviaste a Tu Hijo a los perdidos y derramaste Tu vivificador Espíritu: Ten
piedad de nuestros familiares y nuestros allegados que se han dormido, y de
todos los que han muerto desde todos los tiempos; perdónalos y sálvalos, y por
su intercesión visítanos, para que con ellos, podamos clamarte, oh nuestro Dios
y Salvador, el himno de victoria: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Oh
misericordioso y eterno padre, cuya voluntad es que todos se salven, que
enviaste a Tu Hijo a los perdidos y derramaste Tu vivificador Espíritu: Ten
piedad de nuestros familiares y nuestros allegados que se han dormido, y de
todos los que han muerto desde todos los tiempos; perdónalos y sálvalos, y por
su intercesión visítanos, para que con ellos, podamos clamarte, oh nuestro Dios
y Salvador, el himno de victoria: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Oh
misericordioso y eterno padre, cuya voluntad es que todos se salven, que
enviaste a Tu Hijo a los perdidos y derramaste Tu vivificador Espíritu: Ten
piedad de nuestros familiares y nuestros allegados que se han dormido, y de
todos los que han muerto desde todos los tiempos; perdónalos y sálvalos, y por
su intercesión visítanos, para que con ellos, podamos clamarte, oh nuestro Dios
y Salvador, el himno de victoria: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
(Se repite el ikos I y el contaquio I)
Ikos I
Oh
Tú, que salvas a Adán y a toda la raza humana de la perdición eterna, que
enviaste a Tu Hijo al mundo, oh Buen Dios, y que por Su Cruz y Resurrección nos
concedes también la vida eterna. Confiando en tu infinita misericordia,
buscamos el reino inmortal de Tu gloria, te imploramos que se lo concedas a los
que se han dormido y rezamos:
Alegra,
oh Señor, las almas cansadas por las tormentas de la vida, para que las penas
terrenales y los cánticos no los entierren en el olvido.
Escúchalos,
oh Señor, en Tu seno, como una madre responde a sus hijos, y diles: vuestros
pecados son perdonados.
Recíbelos,
oh Señor, en Tu refugio tranquilo y bendito para que puedan regocijarse en Tu
gloria divina.
Oh
Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han dormido.
Contaquio I
Oh
Tú, que por Tu inescrutable Providencia preparaste al mundo para la
bienaventuranza eterna y que señalaste los tiempos y las estaciones y el modo
de nuestro fin: perdona, oh Señor, a los que han muerto en tiempos pasados en
todos sus pecados; recíbelos en el reino de la luz y del gozo, apresúrate a
abrirles tus paternales brazos, y escucha a los que celebramos su memoria y
cantamos: ¡Oh Señor de indecible amor, recuerda a Tus siervos que se han
dormido!.
Oración Por los Que se han Dormido.
Oh
Dios de los espíritus y de toda carne, que has pisoteado la muerte, derrotado
al maligno y dado vida a Tu mundo:
Da
descanso, oh Señor, a las almas de Tus siervos que se han dormido: patriarcas,
metropolitas, arzobispos, obispos, sacerdotes, diáconos, hipodiáconos, monjes y
monjas, y a todos los que Te han servido en Tu iglesia, a los fundadores de
todas las iglesias y monasterios, y a todos los antepasados ortodoxos, padres,
hermanos y hermanas que han muerto aquí y en todo lugar, oficiales, soldados y
los ejércitos de tierra, mar y aire que han entregado sus vidas por su fe y
país, a todos los fieles asesinados en las guerras civiles, a los que se han
ahogado, quemado, congelado hasta la muerte, devorados por bestias salvajes, y
los que han muerto repentinamente sin arrepentimiento y no tuvieron tiempo de
reconciliarse con la Iglesia y con sus enemigos, a los que arrebataron sus
vidas en un momento de trastorno mental, a los que pidieron que rezáramos por
ellos, a los que no tienen a nadie que rece por ellos, a los que murieron sin
un entierro cristiano, (NOMBRES), en la morada de la luz, en la morada de
delicia, en la morada de descanso, donde no ha sufrimiento, ni pena, ni dolor.
Perdona todos sus pecados de pensamiento, palabra y obra, porque Tú eres un
Dios bondadoso y Amante de los hombres. Pues no hay nadie que viva sin pecado.
Tú eres el único sin pecado, y Tu justicia es la justicia eterna, y Tu Palabra
es la Verdad.
Pues
Tú eres la Resurrección, la Vida y el Descanso de Tus siervos que se han
dormido (NOMBRES), oh Cristo Dios nuestro, y a Ti te rendimos gloria, junto con
Tu Padre Eterno, y Tu santísimo, bueno y vivificador Espíritu, ahora y siempre,
y por los siglos de los siglos. Amén.
- Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,
ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,
ten piedad de nosotros.
Gloria
al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos. Amén.
Santísima
Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados.
Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras
dolencias por tu nombre.
Señor,
ten piedad. Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu
Majestad, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan
sobreesencial dánosle hoy; perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas
líbranos del maligno.
- Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
- Bendice, padre.
- Aquél, que es bendito os bendiga, Cristo, Dios nuestro, en todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
- Amén. Oh Cristo nuestro Dios, fortalece en la santa y verdadera fe a todos los cristianos piadosos y ortodoxos, así como a esta santa asamblea por los siglos de los siglos.
- ¡Santísima Madre de Dios, sálvanos!
- Tú más venerable que los querubines, e incomparablemente más gloriosa que los serafines, que sin mancha engendraste a Dios el Verbo, a Ti verdadera Madre de Dios, te magnificamos.
- ¡Gloria a Ti, Cristo Dios nuestro, esperanza nuestra, gloria a Ti!
- Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
- Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad,
- Padre, bendice.
- Que Cristo, nuestro verdadero Dios, por las plegarias de su Madre Santísima, toda pura e inmaculada, de los santos gloriosos Apóstoles, de los santos y justos antepasados del Señor, Joaquín y Ana y de todos los Santos, dé el descanso a todos sus siervos difuntos, tenga piedad de nosotros y nos salve, porque él es bueno y amante de la humanidad.
- Amén.
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