"Ortodoxia": ("verdadera glorificación") si la primera mitad del concepto habla de lo correcto, verdadero, de la verdad, que se exige del cristiano, la segunda mitad llama glorificar a Dios. La Gloria Divina es la segunda idea encerrada en el concepto de Ortodoxia. Nos induce que todas las facetas del cristianismo: visión del mundo, relaciones con la gente, salvación personal, se encuentran y unifican en lo principal, o sea, — la glorificación de Dios.
Si la "Gloria Divina" significa servicios religiosos y oración — estos se encuentran en el centro de atención ortodoxa.
Indudablemente la Gloria Divina esta incluida no solo en la liturgia: "glorifiquen a Dios en cuerpos vuestros y almas vuestras que son Dios." Esto significa: una vida moral, pureza moral no es solo la condición de una oración agradable a Dios, sino es en si misma la glorificación y el servicio a Dios.
Más adelante pensamiento en Dios, observación con la mente y el corazón de la bondad, misericordia, sabiduría, y omnipotencia Divinas e inclinación del corazón y la mente ante los misterios de la grandeza y del amor de Dios al hombre- es también la glorificación de Dios.
Sin embargo, en la base de Ortodoxia queda la glorificación con el servicio de oración. Y esto porque la oración ortodoxa — el servicio en el templo — reúne a todo. Ella es el alma de Ortodoxia. Para asegurarse de esto, es suficiente entrar en el contenido de la liturgia ortodoxa.
"Oren sin cesar," enseña el Apóstol. Con esto el nos induce la necesidad de la "sobriedad del alma," por medio de una continua recordación de Dios. Esta indicación del Apóstol se cumple tanto en la oración de cristianos aislados, como en el servicio conjunto. La enseñanza de una individual e incesante oración es la base de la ciencia de los Santos de la Iglesia, sobre la salvación. Su modelo es : "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi," o en forma corta : "Señor ten piedad," este no es el pedido por nuestras necesidades cotidianas al Padre Celestial, sino el arrepentimiento por nuestros pecados ante el Salvador y el pedido de salvación del alma.
La oración comunitaria tal como esta indicada en la Ortodoxia por la regla perfecta y plena de la Iglesia, creada en los monasterios, esta distribuida de tal manera que la oración fluye casi sin pausa o en el templo, o en la celda, de día y de noche, y en la antigüedad, había templos monásticos con el servicio "sin dormir." Las Horas 1ª, 3ª, 6ª y 9ª horas del día, se continuaban con las interhoras en el servicio de la tarde, de medianoche y de la mañana, así pasaba la noche.
Y a pesar que la vida, con sus exigencias, no permite acercarse al ideal de la regla (tanto en las condiciones de las parroquias, como también en la vida monástica), sin embargo, el servicio religioso ortodoxo se caracteriza por su longitud y contenido.
"Oren unos por los otros." La memoria de la Iglesia de sus miembros se sostiene por la constante recordación de sus nombres, durante el servicio religioso. Personas espiritualmente cercanas a los orantes y a menudo separadas de ellos por grandes distancias particularmente se recuerdan los sufrientes, enfermos, o a los que se encuentran en viaje.
Esta memoria no cesa ni después de la muerte. A menudo la oración por los difuntos sigue elevándose no solo después de muchos años de su deceso. Así continua a través de la Iglesia la comunión con los muertos, padres y hermanos nuestros, en nuestra oración por ellos y en la invisible mutua oración de ellos por nosotros.
"Si comen, o hacen cualquier otra cosa, todo lo hagan a la gloria de Dios." "Todo esta bien y nada esta mal, si se recibe con agradecimiento, ya que se santifica con la palabra Divina."
Estas palabras apostólicas nos explican porque en el orden ortodoxo de la vida, la oración de la Iglesia a menudo sale del templo, y se puede decir, que entra en el medio mismo de la vida popular.
A muchos ortodoxos esta santificación de la naturaleza y la vida, parecía y parece como algo pagano, como restos de las costumbres y ceremónias precristianas. Pero esta cercanía a la vida se encuentra en el espíritu de Ortodoxia. La santificación solemne de las aguas con la salida en procesión a las fuentes, en los días de festividades de Bautismo del Señor, en la mitad de Pentecostés, y el 1º de agosto. La santificación con agua bendita, de los campos en primavera, de los rebaños, la bendición de las casas y de todas las estructuras domesticas, de la comida en Pascua, de los frutos, verduras, flores, espigas, después de la cosecha. Los iconos y la Cruz del Señor en las casas, en los cruces de caminos, en las plazas, en las entradas. Todo esto son los ejemplos de la santificación por la Iglesia de todos los aspectos de la vida fuera de los templos. Con la oración comunitaria se bendice todo el camino terrenal del cristiano desde el día de su nacimiento. La oración del primer día después de nacimiento, con la aplicación del nombre, "el bautismo," las oraciones en el 40-mo día, oraciones antes del comienzo de toda la actividad buena, antes de un viaje, en la enfermedad, las oraciones de agradecimiento y otras, entran la regla de la vida en la Iglesia.
"¡Bendice alma mía el Señor y todo mi interior a Su Santo nombre!" "Todo lo que respira que glorifique al Señor." Estos dos pensamientos del Salmista, en Ortodoxia se encarnan más plenamente.
"Todo mi interior" que bendiga al Señor: Todas las aptitudes y talentos están llamados y atraídos a la glorificación de Dios. Y por eso, nosotros no solo con el pensamiento nos dirigimos a Dios, sino Lo glorificamos con el lenguaje y con el canto y con la pintura y otras artes armónicas. Los mosaicos y los frescos, las telas y el bordado con oro, esculturas en bajo relieve, porque ellas con su corporeidad no cubren al espíritu, el arte de la orfevrería, la arquitectura y otras manifestaciones del talento humano, encuentran su lugar en la glorificación del nombre Divino y Sus Santos.
Y en las manos de un cristiano Ortodoxo, toda la naturaleza, "todo lo que respira" que alabe al Señor.
La santificación del agua, la luz de la vela en las manos del orante, el perfume del incienso, las palmas para la Entrada de Señor a Jerusalén, las flores en Pentecostés — estos dones de la naturaleza están llamados ser los medios de nuestra alabanza a Dios.
La celda o la ermita monástica en el fondo misterioso del bosque, una capilla o una cruz sobre la fuente, la peregrinación por decenas y centenas de kilómetros — todo esto es la comunicación del hombre con la naturaleza, cuando se unen en una alegría conjunta, cuando se inclinan ante la bondad creativa y providente de Dios.
Pero, desgraciadamente, ahora todo esto en nuestra patria Rusia esta encerrado entre las paredes de unos pocos templos. ¿Es esta la libertad de la vida religiosa?
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