El primer grado de la oración consiste en arrojar, mediante un pensamiento o una palabra, simple y fija (monológicamente), las sugestiones en el momento mismo en que aparecen. El segundo, es vigilar nuestro pensamiento únicamente en aquello que decimos y pensamos. El tercero, el rapto del alma en el Señor. Una es la exultación que encuentran en la oración aquellos que viven en comunidad; otra, diferente, la que experimentan los solitarios: la primera puede estar todavía ligeramente manchada de imaginación, la segunda está totalmente colmada de humildad...
San Juan Clímaco
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