¿Qué es el arrepentimiento?
Hermano pecador, esto es la preparación que debes llevar a cabo antes de que te arrepientas e ir a la confesión. Conoce primeramente que el arrepentimiento, según San Juan de Damasco, es un regreso del maligno a Dios, que se produce por medio del dolor y la ascesis (25). Así, también tú, amado, si deseas arrepentirte correctamente, debes partir del maligno y de sus diabólicas obras y regresar a Dios y a la vida propia de Dios. Debes abandonar el pecado, que es contra natura, y volver a la virtud, que es según la naturaleza. Debes odiar tanto la maldad, que puedas decir, junto con David: “Aborrezco a los de corazón doble y amo tu Ley” (Salmos 118:113), y en su lugar, debes amar el bien y los mandamientos del Señor tanto, que también puedas decir, junto con David: “Por eso amo yo tus mandamientos” (Salmos 118:127). En pocas palabras, el Espíritu Santo te avisa por medio del Eclesiástico sobre qué es verdaderamente el arrepentimiento, diciendo: “Entra en la compañía del siglo santo, con aquellos que viven, y dan alabanza a Dios. No te pares en el camino errado de los malos. Alaba a Dios antes de morir; pues el muerto, como si no fuese, no puede alabarle” (Eclesiástico: 17:25-26) (26).
Los aspectos del arrepentimiento
Conoce ahora que los aspectos del arrepentimiento son tres: la contrición, la confesión y la satisfacción (27).
Contrición
La contrición es el perfecto dolor y la pena del corazón (28) que se produce en una persona que, a causa de los pecados cometidos, decepciona a Dios y quebranta su ley divina. Este arrepentimiento no viene sino para los perfectos y los que son hijos de Dios, porque sólo procede del amor a Dios, así como un hijo se arrepiente simplemente porque ha decepcionado a su padre, y no porque hubiera sido privado de su herencia o porque vaya a ser expulsado de la casa de su padre. Con relación a esto, el divino Crisóstomo dice: “Gime después de haber pecado, no porque vayas a ser castigado (pues eso no es nada) sino porque has ofendido al Maestro, al Único tan gentil, tan bueno, al Único que te ama tanto y que anhela tu salvación como para haber entregado a Su Hijo por ti. A cuenta de esto, gime” (29).
Aflicción
Con relación a la contrición está la aflicción, que es también una tristeza y un dolor imperfecto del corazón, que se produce, no porque una persona haya ofendido a Dios por sus pecados, sino porque esta persona estaba privada de la gracia divina, habiendo perdido el paraíso y obtenido el infierno. Esta aflicción pertenece a lo imperfecto, esto es, a los contratados a sueldo y a los esclavos, porque no procede del amor a Dios, sino del temor y del amor por sí mismos, así como un contratado se arrepiente por haber perdido su salario y un esclavo se arrepiente porque teme la disciplina de su amo (30).
Así pues también, hermano pecador, si deseas adquirir esta contrición y aflicción en tu corazón, y mediante esto que tu arrepentimiento sea agradable a Dios, debes hacer lo siguiente.
Confesar a un padre espiritual experimentado
Primero, busca y conoce quién es el más experimentado padre espiritual, porque San Basilio el Grande dice que así como la gente no muestra sus enfermedades y heridas corporales a cualquier médico, sino solo a médicos experimentados que conocen cómo tratarlas, así también los pecados deben ser revelados, no a cualquiera, sino a los que son capaces de sanarlos: “La misma forma puede ser observada en la confesión de los pecados como en la manifestación de las enfermedades corporales. Así como los hombres revelan las enfermedades del cuerpo no a todos recién llegados sino a aquellos que son experimentados en su tratamiento, así también, la confesión de los pecados debe llevarse a cabo en presencia de aquellos que son capaces de tratarlos, como está escrito: “Los fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles” (Romanos 15:1), esto es, sacarlos del pecado por vuestras atenciones (31).
Cómo examinar nuestra conciencia
Segundo, tal como te sentarías y contarías tu dinero tras una transacción comercial, de la misma forma ve a un lugar a parte, hermano, y dos o tres semanas antes de acudir al padre espiritual que has encontrado, especialmente durante el inicio de los cuatro periodos de ayuno del año (32), acude a este lugar de quietud, y doblegando tu cabeza, examina tu conciencia, a lo que Filón el judío llama: “el estudio de la conciencia”, y sé para ti: “no un defensor, sino un juez de tus pecados”, según el bienaventurado Agustín. Considera, al igual que Ezequías, el transcurso de tu vida en el dolor y la amargura de tu alma: “Andaré humildemente todos mis años en la amargura de mi alma” (Isaías 38:15). Considera también cuántos pecados cometiste en obra, palabra, y por el acoplamiento de tus pensamientos (33), tras tu última confesión, contando los meses, las semanas y los días. Recuerda a la gente con la que has pecado y los lugares donde has pecado, y reflexiona en estas cosas con diligencia a fin de encontrar todos tus pecados. Así es cómo el Eclesiástico te aconseja por un lado, diciendo: “… y antes del juicio examínate a ti mismo” (Eclesiástico 18:20), y por otro lado, San Gregorio el Teólogo dice: “Examínate a ti mismo más que a tu prójimo. La cuenta de las acciones es mayor que la cuenta del dinero. Pues el dinero está sujeto a la corrupción, pero las acciones permanecen” (34).
Y así como los cazadores no se satisfacen con la simple búsqueda de un animal en el bosque, sino que buscan acabar con él por todos los medios, del mismo modo, hermano pecador, no debes estar igualmente satisfecho con el mero examen de tu conciencia y con la búsqueda de tus pecados, pues esto te aprovecha poco, sino lucha con toda la mente para eliminar tus pecados por el dolor del corazón, a saber, por la contrición y la aflicción. Y para adquirir la contrición, considera cuán gravemente has herido a Dios por tus pecados. Para adquirir también la aflicción, considera así mismo cuán gravemente te has herido a ti mismo por tus pecados.
Notas
Nota: La numeración no coincide con el libro original.
25. “El arrepentimiento es el regreso de lo que es contra natura a lo que está en relación a la naturaleza, del maligno a Dios, por las ascesis y la agonía” (De Fide Orthodoxa 2, 30, PG 94, 976A).
26. Con relación al verdadero arrepentimiento, ver la Homilía sobre el arrepentimiento al final del libro original.
27. George Koressios, escribiendo sobre los Misterios, añade un cuarto aspecto del arrepentimiento, la pérdida del pecado (llamada clave), que pasa por la gracia del Espíritu Santo a través de la mediación del padre espiritual y que, dice, en especial define el misterio del arrepentimiento (extraído de su Teología).
28. Este dolor no solo consiste en manifestaciones sensibles, como gemidos y lágrimas, sino que principalmente consiste en la voluntad interior del hombre odiando el pecado y deseando que el pecado nunca ocurriera, y con la resolución de no volver a cometer el pecado. Y nótese también que este dolor y contrición del corazón, según Koressios, es un elemento del arrepentimiento y, tanto como sea encontrado en el corazón, una persona estará en estado de arrepentimiento. Pero tan pronto como el dolor sale del corazón, así también sale la persona del estado del arrepentimiento, lo que significa que el dolor y la contrición deben estar presentes en el corazón del penitente perpetuamente, pues en esta forma su arrepentimiento es verdadero. Con relación a este dolor, ver más sobre ello en la Homilía sobre el arrepentimiento, al final del libro original.
29. Sobre II Corintios, homilía 4, 6, PG 61, 426.
30. Algunos maestros dividen la tristeza y el dolor que un pecador siente a causa de sus pecados en tres partes: el dolor que tiene antes de la confesión, que ellos llaman imposición o reproche (pros-tribe); el dolor que tiene durante la confesión, al que llaman contrición (syn-tribe), y el dolor que tiene después de la confesión, al que llaman aflicción (epi-tribe).
31. Regulae Brevius 229, PG 31, 1236A; tr. Trabajos ascéticos de San Basilio, pp. 313-314.
32. Mi hermano cristiano, no esperes hasta el último momento para confesar y acudir a tu padre espiritual cuando los días en que deseas comulgar están cercano, sino acude muchos días antes. Y ciertamente, durante los cuatro periodos de ayuno del año, tan pronto como empiecen, acude a confesar con anticipación y cuando tengas tiempo, para que seas propiamente corregido. Uno o dos días antes de comulgar, acude a tu padre espiritual para que pueda leer una oración de perdón en ti por la cuenta de tus perdonables pecados que hayas cometido entre el tiempo de tu confesión y tu recepción de la Comunión, y así, recíbela en esta forma, según esta buena costumbre que siguen los monjes de la Santa Montaña.
33. A causa de que a la gente de hoy en día le resulta oneroso llevar a cabo este examen de su conciencia a la luz, o a causa de la falta de memoria no son capaces de recordar sus pecados, ver las zonas pertinentes de la parte 1 de este libro, sobre las Instrucciones para el padre espiritual, que hemos preparado para ti, hermano, particularmente, y el capítulo 3, Concerniente a los pecados mortales, perdonables, y los pecados de omisión, y el capítulo 4, Concerniente a los Diez Mandamientos, donde explicamos quién yerra en estos mandamientos, a fin de aliviar su conciencia, ayudando a recordar fácilmente los pecados. Así que, mira allí y examina tu conciencia y trae a la memoria los pecados que has cometido de acuerdo con lo que se dice allí para que los confieses. Lee también el capítulo 6, Con relación a los pensamientos, a fin de aprender de ahí que también se deben confesar los malos pensamientos, si no todos, y sin duda los pensamientos que te asalten y más te molesten, porque así como los huevos del ave, cuando están ocultos en el estiércol, son cobijados y los pollos surgen, también los malos pensamientos, cuando no se revelan al padre espiritual, se vivifican y se convierten en hechos, según indica San Juan Clímaco: “Como los huevos de la gallina que se calientan en el fango del estiércol, así los pensamientos que no son confesados se cobijan y se procede a su obra” (Paso 26, PG 88, 1085C; tr. La Escalera, p. 193).
San Nicodemo el Agiorita
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