Nunca juzguemos a nadie cuando veamos a alguien caer en pecado; lloremos y pidamos a Dios perdonarlo.
Si vamos a juzgar los errores de otros, esto va a significar, que nuestra vista del alma todavía no está limpia. El que ayuda a su prójimo, recibe la ayuda de Dios. El que condena a su prójimo con envidia y cólera, tiene a Dios, como juez. Nunca juzguemos. Vamos a considerar a todos santos, y solo nosotros mismos ,pecadores. La condena puede ser no solo con palabras, sino, con la mente y la disposición interior del corazón.
La disposición interna da el tono a nuestros pensamientos y palabras. De cualquier manera, para nosotros es mejor ser contenidos en nuestras opiniones para no caer en vituperio, en otras palabras, vamos a evitar a acercarnos al fuego, sino, o nos quemamos, o nos llenamos de hollín. La mejor cosa es condenarsa si mismos y dejar de ocuparnos de otros.
San Paisios el Athonita
San Paisios el Athonita
Catecismo Ortodoxo
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