Monday, January 13, 2020

Oración al Arcángel San Miguel

Oh San Miguel, gran arcángel de Dios, primero entre los ángeles, tú que estás ante la inefable y trascendente Trinidad, servidor y protector del género humano, que con tus huestes aplastaste la cabeza del orgulloso Lucifer en el cielo, y que cubriste para siempre de vergüenza su malicia y sus designios, a ti acudimos con fe y te pedimos con amor que seas un escudo indestructible y una muralla firme para tu Santa Iglesia y para nuestra patria, protegiéndolas de todos los enemigos visibles e invisibles con tu espada resplandeciente. Sé un guía y un ángel guardián para nuestras autoridades civiles, concediéndoles la iluminación y el poder, el júbilo y la paz y el consuelo que viene del trono del Rey de Reyes. Sé un gobernante y un compañero invencible para nuestras fuerzas armadas, amigas de Cristo, coronándolas de gloria y victoria sobre el enemigo para que todos los que se oponen a nosotros sepan que Dios y sus santos ángeles están con nosotros. No nos prives de tu ayuda y asistencia, pues glorificamos tu santo nombre en este día, oh arcángel de Dios, pues aunque seamos grandes pecadores no queremos perecer en nuestras iniquidades, sino volvernos hacia Dios y ser vivificados por Él para cumplir buenas obras. Por eso te suplicamos que ilumines nuestra inteligencia con la luz del Rostro de Dios que brilla siempre frente a ti como el rayo, para que podamos comprender que la voluntad de Dios es para nosotros buena y perfecta y para que sepamos lo que debemos hacer y lo que debemos desdeñar y huir. Por la gracia del Señor da fuerza a nuestra débil voluntad para que, reafirmados en la Ley del Señor, podamos así dejar de ser sacudidos por los pensamientos terrestres y por los combates de la carne, que dejemos de ser distraídos como los niños sin razón por las bellezas perecederas de este mundo, olvidando en nuestra locura las cosas eternas y celestiales, por amor a lo que es corruptible y terrestre. Y por encima de todo pide para nosotros un verdadero espíritu de arrepentimiento venido de lo alto, una tristeza en Dios que no sea fingida y la contrición por nuestros pecados, a fin de que podamos pasar el número de los días que nos quedan en esta vida transitoria, no en los placeres de nuestros sentidos y en la esclavitud de nuestras pasiones, sino borrando más bien por nuestras lágrimas de fe y contrición de corazón, con nuestros combates por la pureza y las santas acciones de misericordia, las malas acciones que hemos llevado a cabo. Y cuando se aproxime la hora de nuestro reposo y de nuestra liberación de las ataduras del cuerpo, oh santo arcángel de Dios, no nos dejes sin defensa contra los espíritus malignos en los lugares elevados, espíritus que quieren impedir la ascensión del alma humana al cielo. Que, protegidos por ti, alcancemos sin trabas las gloriosas moradas del Paraíso, donde no hay pena ni suspiros, sino la Vida Eterna, y que nos sea concedido el contemplar el Rostro radiante de nuestro Maestro Benefactor y Señor, y rendirle gloria junto con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.


Catecismo Ortodoxo
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