Cuando un hombre se considera que realmente es el peor de todos, y exclama piadosamente aunque sea un solo rezo por él ¡"Señor, ten piedad!", este rezo, tiene la fuerza equivalente a 1000 rezos de "¡Señor ten piedad!" de otras personas, que carecen de humildad. La oración debe trasformarse para nosotros en una continua necesidad.
Tenemos que orar por los que necesitan la oración y por todo el mundo. Dividiremos nuestra oración en tres partes: una — por nosotros mismos, otra — por los seres vivientes y la tercera — por los difuntos. Debemos regularmente entregar por escrito nuestros nombres en los servicios religiosos (proscomidion) para que el sacerdote los mencione ante la sagrada mesa de sacrificio. No debemos confiarnos en nosotros mismos. La audacia es un gran escollo para la Gracia Divina. Cuando toda la esperanza la ponemos en Dios, El sin falta nos ayudará!
Santo Paisio del Monte Athos
Santo Paisio del Monte Athos
Catecismo Ortodoxo
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