El corazón se purifica con lágrimas y suspiros. Un suspiro con dolor del alma es igual a dos baldes de lágrimas. Lloremos nuestros pecados, esperando siempre el amor y la clemencia Divina. Sumerjamos el alma en fuentes de lágrimas. No reduzcan la oración solamente a palabras. Conviertan su vida en una permanente oración a Dios.
San Paisios el Athonita
San Paisios el Athonita
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