Sunday, January 1, 2017

El teatro calma la vida cristiana para dormirla ( San Juan de Kronstadt )



El teatro calma la vida cristiana para dormirla, destruirla, comunicando a la vida de los cristianos el carácter de la vida de los paganos. “Sintieron sueño y se durmieron” (Mateo 25:5); este desastroso sueño se produce, entre otras cosas, también por el teatro. ¿Y qué más?. Las ciencias, enseñadas en el espíritu del paganismo, la preocupación mundana llevada hasta el exceso, el amor a las ganancias, la ambición y la sensualidad. El teatro es la escuela de este mundo, y del príncipe de este mundo, esto es, el maligno, pero a veces él se transforma en ángel del luz para poder tentar más fácilmente a la gente que no prevé y no se prepara, e introduce a veces una moral aparente en el escenario, y esto se hace para que todos puedan proclamar y decir que el teatro es una institución moral, y que no es menos digno de frecuentar que la iglesia, e incluso, tal vez más, porque en la iglesia todo es lo mismo, mientras que en el teatro hay variedad de obras, escenarios, vestuario y actores.




Muchos hombres, no sólo soportan la carga del maligno con gusto y voluntariamente en sus corazones, sino que se acostumbran tanto que a menudo no la sienten, e incluso se incrementa imperceptiblemente. Sin embargo, a veces el maligno aumenta su peso por diez, y entonces se vuelven terriblemente abatidos y desanimados, murmuran y blasfeman incluso contra el nombre de Dios. Los medios habituales que los hombres de nuestro tiempo toman para alejar su angustia son: los entretenimientos, las cartas, los bailes y los teatros. Pero tales medios aumentarán después incluso más la angustia y el agotamiento de sus corazones. Si de forma feliz se vuelven a Dios, entonces Él quitará el peso de sus corazones, y claramente verán que previamente esa pesada carga yacía en su corazón, aunque frecuentemente no la notaban. ¡Ay, cuántos hombres hay que han “abandonado (a Dios), la Fuente del agua viva, y lanzaron este agua por la cisterna, por cisternas rotas, que no pueden contener agua (viva)!”. Los hombres tienen muchas de estas cisternas; casi todo el mundo tiene la suya propia. Las cisternas rotas son nuestros corazones, nuestras pasiones….

De “Mi vida en Cristo”, San Juan de Kronstadt.

Catecismo Ortodoxo 

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