Tuesday, August 23, 2016

Akathisto a la Dormición de la Theotoko Madre de Dios




Kontaquio I

La memoria de los justos vive en el júbilo y la muerte de los santos es preciosa a los ojos del Señor. Nuestras pobres alabanzas no podrían nunca magnificar con justicia tu Altura y rendirte gloria dignamente, oh Toda Pura, cuando aclamamos Tu santa Dormición, diciendo: 
 
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Ikos I

Tu diste a luz en el mundo al Creador del mundo, oh nueva Eva, y aceptaste ante el ángel acoger en tu seno, más amplio que los cielos, a Nuestro Señor Jesucristo para la salvación de los hombres. La tumba no podía contener tu precioso cuerpo y fuiste llevada al cielo, donde te cantamos:

Alégrate, altar glorioso donde yació el Misterio.

Alégrate, receptáculo de todas las gracias venideras.

Alégrate, tabernáculo que cobijó al Hijo Divino.

Alégrate, cáliz inextinguible en el que beben las almas.

Alégrate, custodia sensible en la que se encarnó el Todopoderoso.

Alégrate, vaso de elección donde floreció nuestra salud.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio II

Presencia inefable y discreta de ternura, oh Misterio encarnado de nuestra salud en Cristo, desde la humilde cueva de la Natividad caminaste en la sombra de la Luz, oh Madre amante que diste a Cristo al mundo. Y siguiendo a Gabriel, los ángeles exclamaron: ¡Aleluya!

Ikos II

Modelo de virtud y de dulzura insigne. Tú que seguiste humildemente, como una madre, al Hijo de Dios, que vino a habitar en tu seno y viste el milagro de las bodas de Canaan, el primero entre todos los milagros del Señor, te magnificamos con estos himnos de alabanza:

Alégrate, desarraigo de la transgresión de Adán.

Alégrate, consuelo del exilio de Eva, nuestra primera madre.

Alégrate, paraíso encontrado del fervor de Dios.

Alégrate, salida salifica del camino de la transgresión.

Alégrate, silencio orante que produce la admiración de los ángeles.

Alégrate, paradigma de los discípulos perfectos.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio III

Tú que supiste que una espada atravesaría tu corazón, oh aceptación de la voluntad divina, probaste en tu alma santísima el júbilo de ser la salud de los hombres, y el dolor inmenso de conocer el precio de la salud, y dijiste sin cesar al Dios Altísimo: ¡Aleluya!

Ikos III


Tú, cuyo corazón de Madre conocía el júbilo materno y la exultación en Dios, mostraste dignamente, sobre el camino que ascendía al calvario, el heroísmo discreto de tu ser, y las huestes celestes y nosotros te cantamos:

Alégrate, oración que nos abre la misericordia.

Alégrate, adoración encarnada en la santidad.

Alégrate, devoción perfecta de los ascetas de Cristo.

Alégrate, invocación incomparable de la gracia.

Alégrate, respuesta a la oración de los profetas.

Alégrate, oración incesante de glorificación.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio IV

Cuando llegó el momento del sacrificio supremo y el Hijo del Hombre pereció por los hombres, junto a la cruz, cerca del apóstol Juan, asististe al último acto de salud, envuelta de dolor como de un manto, oh Madre de la pasión, y exclamabas a Dios: ¡Aleluya!

Ikos IV

Oh Madre, que conociste el crisol de la pasión y viste morir en el patíbulo a tu Señor y Dios, tú que sostuviste en tu seno puro e inmaculado al Autor de la Vida al descender de la cruz. Nosotros los fieles nos unimos a los apóstoles y celebramos tu humildad, cantando:

Alégrate, confort eficaz en todas nuestras penas.

Alégrate, tú que conociste la vida de los hombres en la tierra.

Alégrate, tú que conociste nuestros apuros y nuestras limitaciones.

Alégrate, tú que conoces las desgracias de la humanidad.

Alégrate, tú que colmas de ternura todas nuestras pruebas.

Alégrate, compasión inmensa en la adversidad.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio V

Virgen pura y bendita Soberana del Amor. Tú fuiste la única Madre que entregó a su Hijo, Cristo nuestro Dios, por la salvación del mundo. Él hizo nuevamente a todos los hombres coherederos suyos. Y desde la anunciación te convertiste, para todos nosotros, en nuestra Madre, por lo que damos gracias a Dios clamando: ¡Aleluya!

Ikos V

Por Su Resurrección y por Su Ascensión, por la efusión del Espíritu Santo el día de Pentecostés, Cristo nuestro Dios, que nació de tu seno, oh Purísima, inscribió la esperanza en la tarde de nuestra vida. Más por tu vida bella y por tu dormición, Él confirma nuestra salud y nosotros te cantamos:

Alégrate, Madre atenta a los apuros de tus hijos.

Alégrate, protectora de los que te claman.

Alégrate, alivio de las lágrimas de los hombres.

Alégrate, confort seguro de los que están en las pruebas.

Alégrate, límite de nuestra reintegración en Dios.

Alégrate, cielo y tierra reunidos por el Amor del Señor.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio VI

Al pie de la vivificante cruz, el Señor, antes de entregar Su espíritu al Padre, quiso confiarte a la guardia bienaventurada de su discípulo amado, el apóstol Juan, y el futuro teólogo fue honrado dando gracias a Dios y clamando a Su trono: ¡Aleluya!

Ikos VI

Asombro del mundo y misterio de los fieles. Tu has compartido nuestra condición humana, y en la tierra de los vivos has conocido las penas y los sufrimientos de los hombres. Por eso, en nuestra angustia, acudimos a tu misericordia y te proclamamos:

Alégrate, aceptación de la encarnación del Altísimo.

Alégrate, esposa no desposada de los esponsales místicos.

Alégrate, Madre irreprochable del Mesías esperado.

Alégrate, alcance de los siglos y gloria de los elegidos.

Alégrate, descenso entre nosotros de la gracia encarnada.

Alégrate, iniciadora del júbilo de los fieles.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio VII

Madre del Verbo que rescató con Su Vida la salud de la humanidad del pecado. En el recuerdo de Tu Hijo y la oración en la paz de Dios que no conoce ocaso, pasaste el resto de tus días protegida por el apóstol Juan, que clamaba a Dios: ¡Aleluya!

Ikos VII

Tres días antes de tu bienaventurada Dormición, el arcángel Gabriel se te apareció para anunciarte que el tiempo de reunirte con tu Hijo en el Reino celestial había llegado. Y las huestes celestiales, con cánticos inefables, proclamaron sin cesar:

Alégrate, bendición encarnada del favor de Dios.

Alégrate, júbilo de los santos ángeles en las alturas.

Alégrate, tú, a quien vio Moisés en el Sinaí.

Alégrate, sierva que por obediencia fuiste Reina.

Alégrate, pronta desaparición de la maldición.

Alégrate, muerte que conviertes el sueño en el despertar a la gloria.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio VIII

Por la gracia de Dios, los santos apóstoles, a excepción de Tomás, fueron transportados cerca de ti antes de tu partida a la Vida. Cuando asistieron a tu bienaventurada muerte, fuiste velada por su amor grandioso, oh Templo del Rey divino, al que clamaron: ¡Aleluya!

Ikos VIII

Desde el Monte Sión, en el que dormiste en la paz, oh Soberana, tu cuerpo fue llevado por los apóstoles, como cortejo nupcial de la Esposa no desposada. Ellos te acompañaron con incienso y cánticos para que reposaras dulcemente en Getsemaní, dando gracias a Dios y clamándote:

Alégrate, cirio que alumbra con la Luz de Dios.

Alégrate, incensario cuya fragancia se eleva al cielo.

Alégrate, soporte del Libro Vivo de la encarnación.

Alégrate, columna de la fe y la rectitud.

Alégrate, coro en el que se reencuentran los fieles en Cristo.

Alégrate, icono de la semejanza encontrada.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio IX

Modelo de los creyentes que rescataste a Eva y diste a nuestro padre Adán la esperanza. Tu cuerpo inmaculado permaneció tres días en la tumba, oh Receptáculo impecable de nuestra salud, al igual que el de Tu Hijo y Dios, mientras que le cantaban a Él: ¡Aleluya!

Ikos IX

Al tercer día, el apóstol Tomás vino con los apóstoles para ver tu cuerpo bendito, pero cuando abrieron tu tumba, no hallaron tu cuerpo y comprendieron que, sin conocer la corrupción, se había unido con tu alma en el cielo, donde los ángeles y los elegidos cantan así:

Alégrate, flor incorruptible del Edén.

Alégrate, cortejo paradisíaco donde germina la salud.

Alégrate, ramo florecido de la raíz de Jesé.

Alégrate, deípara del cultivador de nuestras almas.

Alégrate, tú que uniste lo divino con la naturaleza humana.

Alégrate, ramo embalsamado con las virtudes teológicas.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio X

Tú que recibiste en tu seno al Creador, moriste obedeciendo las leyes naturales, y por la voluntad de Su Gracia, exceptuando el pecado, compartiste nuestra vida. Por eso Dios te eligió, para hacer de ti un modelo perfecto, y nosotros cantamos Su gloria: ¡Aleluya!

Ikos X

Virgen y Madre ilustrísima, el sueño de la muerte no guardó tu cuerpo, oh soberana del mundo y Theotokos, premisa de nuestra propia resurrección. Los fieles, asombrados por tu ascensión, te rinden homenaje con estas alabanzas:

Alégrate, sol pacífico que se alza en el Paraíso.

Alégrate, cumplimiento de una vida de devoción.

Alégrate, tristeza tornada en canto de alegría.

Alégrate, terminación insigne de consagración.

Alégrate, escalera del amor divino manifestado en ti.

Alégrate, puerta de la misericordia que se abre para todos.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio XI

Diste a luz a la Vida y conociste la muerte, pero Cristo, al que le concediste Su venida, no consintió que la corrupción destruyera tu cuerpo purísimo, oh tú que intercedes por nosotros con amor. Y así, oh premio de nuestra resurrección, los ángeles te acogieron clamando a Dios: ¡Aleluya!

Ikos XI

En tu alumbramiento, oh Madre de la Iglesia, conservaste santamente tu virginidad, y entre todas las mujeres eres bendita, y tu Hijo, nuestro Dios, venció a la muerte con Su muerte. Y cuando tu cuerpo descendió al sepulcro, el Maestro vino a rescatarlo, por lo que nosotros cantamos:

Alégrate, alba y zénit de la complacencia de Cristo.

Alégrate, misterio resuelto de la vida y la muerte.

Alégrate, maternidad que nos hace hermanos del Señor.

Alégrate, alumbramiento que nos hace hijos del Altísimo.

Alégrate, puerta mística de la Resurrección.

Alégrate, dormición que exalta nuestra fe en Dios.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio XII

Escalera que conduce de la tierra al cielo. Zarza ardiente que arde sin ser consumida. Tierra fértil donde germina el fruto de la salud. Lámpara que hace iluminar la Luz de los hombres. Es digno y justo magnificarte y clamar al Dios que te ha exaltado: ¡Aleluya!

Ikos XII

Protección y refugio de los desesperados, intercesión ardiente ante el Señor, renuevo de la raza humana, gloria de las vírgenes y guía de la salud. Nosotros nos inclinamos ante tu ejemplo insigne y te ofrecemos nuestras alabanzas:

Alégrate, bandera de los primeros ancestros rescatados.

Alégrate, cofre de intercesiones otorgadas.

Alégrate, púlpito en el que Dios manifiesta su misericordia.

Alégrate, oratorio encarnado de la oración pura.

Alégrate, luminaria que hizo aparecer a la Luz verdadera.

Alégrate, santuario que cobijó al Único Santo.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Kontaquio XIII

(Este kontaquio se Repite tres veces)

En tu purísima Dormición, oh Soberana, los lamentos de duelo se tornaron en júbilo y tu inmaculado cuerpo no salió más que la fragancia del incienso y la certeza de la resurrección. Y así nosotros alabamos al Dios Altísimo diciendo: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

En tu purísima Dormición, oh Soberana, los lamentos de duelo se tornaron en júbilo y tu inmaculado cuerpo no salió más que la fragancia del incienso y la certeza de la resurrección. Y así nosotros alabamos al Dios Altísimo diciendo: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

En tu purísima Dormición, oh Soberana, los lamentos de duelo se tornaron en júbilo y tu inmaculado cuerpo no salió más que la fragancia del incienso y la certeza de la resurrección. Y así nosotros alabamos al Dios Altísimo diciendo: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

Kontaquio I

La memoria de los justos vive en el júbilo y la muerte de los santos es preciosa a los ojos del Señor. Nuestras pobres alabanzas no podrían nunca magnificar con justicia tu Altura y rendirte gloria dignamente, oh Toda Pura, cuando aclamamos Tu santa Dormición, diciendo:
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Ikos I

Tu diste a luz en el mundo al Creador del mundo, oh nueva Eva, y aceptaste ante el ángel acoger en tu seno, más amplio que los cielos, a Nuestro Señor Jesucristo para la salvación de los hombres. La tumba no podía contener tu precioso cuerpo y fuiste llevada al cielo, donde te cantamos:

Alégrate, altar glorioso donde yació el Misterio.

Alégrate, receptáculo de todas las gracias venideras.

Alégrate, tabernáculo que cobijó al Hijo Divino.

Alégrate, cáliz inextinguible en el que beben las almas.

Alégrate, custodia sensible en la que se encarnó el Todopoderoso.

Alégrate, vaso de elección donde floreció nuestra salud.
¡Alégrate, Madre de la Vida que te has unido a la Vida!

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados. Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras dolencias por tu nombre.

Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Majestad, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo, el pan sobreesencial dánosle hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, más líbranos del maligno.
Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Bendice, padre.
Aquél, que es bendito os bendiga, Cristo, Dios nuestro, en todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Amén. Oh Cristo nuestro Dios, fortalece en la santa y verdadera fe a todos los cristianos piadosos y ortodoxos, así como a esta santa asamblea por los siglos de los siglos.
¡Santísima Madre de Dios, sálvanos!
 
Tú más venerable que los querubines, e incomparablemente más gloriosa que los serafines, que sin mancha engendraste a Dios el Verbo, a Ti verdadera Madre de Dios, te magnificamos.
¡Gloria a Ti, Cristo Dios nuestro, esperanza nuestra, gloria a Ti!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Señor ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Padre, bendice.

 Que Cristo, nuestro verdadero Dios, por las plegarias de su Madre Santísima y por su gloriosa Dormición, de los santos gloriosos Apóstoles, de los santos y justos antepasados del Señor, Joaquín y ana, y de todos los Santos, tenga piedad de nosotros y nos salve, porque él es bueno y amante de la humanidad. Amén.

Catecismo Ortodoxo 

http://catecismoortodoxo.blogspot.ca/ 

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