El mal empieza de los malos pensamientos. Cuando te enfadas, te disgustas y te amargas, aunque sea sólo con el pensamiento, estropeas tu ambiente espiritual. Impides que el Espíritu Santo actúe y envíe la energía increada y así permites al diablo que aumente el mal. Tú siempre tienes que orar, amar y perdonar, expulsando de tu interior cada malo loyismós (pensamiento, fantasía, idea, reflexión).
San Porfirios Kafsokalivita
Catecismo Ortodoxo
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