Los días a los que hemos llegado son malos. Si por el bien de sus elegidos y por medio de las oraciones de la Santísima Madre y de todos los santos, el Señor no tiene misericordia, entonces, no sólo casas e iglesias, sino incluso ciudades enteras serán devastadas a causa de los muchos pecados de la gente, y por la falta de amor y fe. Estemos preparados. Me aproximo a la muerte y le pido que venga pronto para que no vea los dolorosos días de la ira del Señor.
En cuanto a la vida que deberíais llevar, el matrimonio o el celibato, esto es voluntad de Dios, porque a menudo, lo que los hombres quieren es una cosa y lo que Dios manda es otra. Tanto la vida del matrimonio como el celibato son buenas, pero la vida virginal es mejor y superior, porque el hombre célibe tiene cuidado de ser complaciente a Dios, mientras que el hombre casado se esfuerza por ser complaciente con su mujer y el mundo (1ª Corintios 7:32-34). Dios no fuerza a nadie, ya sea a la vida matrimonial o al celibato. “Si alguno quiere seguirme, renúnciese a sí mismo, y lleve su cruz y siga tras de Mí” (Mateo 16:24; Marcos 8:34; Lucas 9:23). El hombre, si quiere, debe elegir por sí mismo, ya sea una vida o la otra. Si duda sobre cuál de las dos vidas debe seguir, entonces, que ofrezca la oración más ferviente, con compunción y devoción, para que Dios le revele qué vida es la más ventajosa y beneficiosa para él seguir. Y Dios, que dice: “Pedir y se os dará, buscad y encontraréis” (Mateo 7:7; Lucas 11:9), os la revelará.
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