Contaquio
I
Aunque
San Constantino había concedido su edicto de tolerancia a los cristianos,
Lucinio, que compartía el poder con él, en la tierra de Armenia, quiso
forzaros, por medio de su gobernador Agrícola, a hacer sacrificio a los dioses
paganos. Vosotros os negasteis y nosotros con gran voz clamamos: Regocijaos oh
Santos Mártires de Sebaste.
Ikos
I
Os
distinguisteis por numerosas batallas, por vuestra bravura y fidelidad, pero
aunque Lucinio os pidió rendir homenaje a los dioses paganos, vosotros
preferisteis la muerte del cuerpo para salvar vuestra alma inmortal santificada
por el bautismo y nosotros os cantamos:
Alegraos,
modelos de firmeza.
Alegraos,
ejemplos de fidelidad.
Alegraos,
parangones del fervor.
Alegraos,
imágenes del gran coraje.
Alegraos,
espejos de la Vida en Cristo.
Alegraos,
iconos de la Verdadera Vida.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
II
Fuisteis
arrojados a la prisión, y pasasteis la noche en el calabozo en oración y
salmodia. Oísteis una voz que decía: Perseverad hasta el fin y seréis salvados.
Y elevasteis vuestras manos a Dios cantando: ¡Aleluya!
Ikos
II
Al
día siguiente fuisteis llevados de nuevo ante Agrícola, y usando su adulación,
no os volvisteis débiles, mas rehusando renegar al Salvador por ganar el favor
del emperador Licinio, continuasteis confesando firmemente a Cristo. Y ante
vuestro indefectible coraje, nosotros cantamos:
Alegraos,
granos fértiles de la fe.
Alegraos,
ramo de virtudes cristianas.
Alegraos,
brotes de santas promesas.
Alegraos,
flores que florecieron en el cielo.
Alegraos,
frutos magníficos de la ascesis.
Alegraos,
cosecha agradable al Maestro.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
III
Un
tiempo después, el juez Licio vino a Sebaste para procesaros. Él os habló del
deshonor que manchaba vuestra reputación. Pero vosotros le respondisteis que
podía tomar vuestras vidas, pues para vosotros no había más precioso que la fe
en Cristo. Acacio y Acaeto, con vuestros compañeros cantaron, pues, a Dios:
¡Aleluya!
Ikos
III
Entonces
intentó lapidaros, pero las piedras lanzadas, volvían a vuestros verdugos y los
herían. Os devolvieron a la prisión y vuestra noche fue una vigilia de oración
al Dios del universo. Y una voz os hablaba así, Alejandro y Angias, y a todos
los otros: El que crea en Mi, aunque muera, vivirá. Sed valientes y no temáis
nada, y así obtendréis coronas imperecederas, mientras que los cielos claman:
Alegraos,
sufrimiento aceptado por Dios.
Alegraos,
testigos del dolor.
Alegraos,
luces en las tinieblas.
Alegraos,
esperanza en la desesperación.
Alegraos,
pruebas del Amor de Cristo.
Alegraos,
encarnaciones de la Fe.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
IV
Entonces
fuisteis lanzados a un lago helado, vigilados por un guardia, para prevenir que
salierais a tierra firme. Pero vuestra convicción cristiana no fue agitada:
Atanasio y Claudio, fuisteis introducidos en esta aguas como en las del
bautismo, cantando a Dios: ¡Aleluya!
Ikos
IV
Cirilo
y Domiciano, bravos soldados del Maestro Santo, vuestros labios no cesaron de
orar mientras que el frío cruel penetraba mordazmente en vuestra carne. Como
vuestros compañeros, vosotros mirabais al cielo como vuestra patria verdadera.
Y nosotros cantamos ahora vuestro insigne coraje diciendo:
Alegraos,
bornes en nuestro camino.
Alegraos,
faros del Espíritu Divino.
Alegraos,
cobijos de la vía estrecha.
Alegraos,
refugios de los piadosos creyentes.
Alegraos,
parada santa de nuestras vidas.
Alegraos,
esperas del Inefable.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
V
Domno
y Eudecio, con vuestros compañeros rezasteis así: Señor, haz que todos
nosotros, los cuarenta, podamos perseverar y ninguno falte a tu Nombre Sagrado.
Y perseverasteis en la oración ferviente, cantando a Aquel que salvó a los tres
jóvenes del horno: ¡Aleluya!
Ikos
V
Elías
y Eunoquio, a pesar de los guardias que tentaban de haceros volver a la falsa
razón del mundo y a la cobardía de la perjura, vosotros continuasteis vuestra
ascesis en el agua helada. Maravillados por vuestra constancia, nosotros cantamos:
Alegraos,
jardín de cuarenta flores.
Alegraos,
tropa que marcha al Cielo.
Alegraos,
cielo con múltiples estrellas.
Alegraos,
últimos combates por la Vida Verdadera.
Alegraos,
orgullo de todos los creyentes.
Alegraos,
camino de la Ortodoxia.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
VI
Eutiquio
y Flavio, cuando, pensando influenciar vuestra santa voluntad de morir por el
nombre glorioso de Cristo, instalaron baños calientes cerca del lugar de
vuestro martirio, para calentar vuestros cuerpos helados por el frío y
renunciar a vuestra fe, vosotros rehusasteis con vuestros compañeros, cantando
a una sola voz a Dios: ¡Aleluya!
Ikos
VI
Gayo
y Gorgonio, todas las seducciones del mundo fueron vanas ante el carácter
inflexible de vuestra fe. Permanecisteis en el hielo con vuestros hermanos en
el martirio y con oración ferviente al Señor, vosotros habéis merecido las
alabanzas que cantamos:
Alegraos,
hijos valientes del Padre.
Alegraos,
hermanos de Cristo en la cruz.
Alegraos,
receptáculos del Espíritu.
Alegraos,
hijos de la Toda Pura.
Alegraos,
compañeros de todos los santos.
Alegraos,
exaltación de los fieles.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
VII
Heliano
y Heraclio, atletas de la fe cristiana, comensales de los mártires de todos los
tiempos, abandonasteis el tiempo y la época de vuestros verdugos, para
refugiaros en la Eternidad, cantando a Dios: ¡Aleluya!
Ikos
VII
Hesiquio
y Juan, vuestro ejemplo sagrado es para nosotros más preciado que el oro, pues,
sin perder vuestro coraje en ningún momento, pusisteis vuestra mirada fija en
el Reino de lo Alto, despreciando la llamada de los paganos a uniros a sus
errores. Por eso nosotros cantamos:
Alegraos,
entusiasmo del Reino.
Alegraos,
vigor de la rectitud.
Alegraos,
fuerza invencible de Cristo.
Alegraos,
bello heroísmo de los puros.
Alegraos,
energía celeste y santa.
Alegraos,
ardor en el invierno del mundo.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
VIII
Leoncio
y Lisímaco, san Efrén el Sirio, el arpa inefable del Espíritu Santo en nuestra
iglesia, cantó vuestras alabanzas y la de vuestros compañeros, poniéndoos como
ejemplo de fidelidad a los creyentes de siglos venideros y dando gracias a
Dios, cantando: ¡Aleluya!
Ikos
VIII
Melecio
y Melitón, se habló de vosotros, y el historiador Sozomeno de Bizancio dejó un
escrito sobre el hallazgo vuestras santas reliquias y las de vuestros gloriosos
compañeros por la emperatriz Pulqueria, que cantó para honraros:
Alegraos,
pasarelas hacia el Edén.
Alegraos,
manifestaciones de Gracia.
Alegraos,
reflejos del cielo sobre la tierra.
Alegraos,
fronteras del más allá.
Alegraos,
canales de bendición.
Alegraos,
promesas de la Vida futura.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
IX
Nicolás
y Filoctimón, san Gregorio de Nisa, el brillante teólogo de Cristo nuestro
Dios, escribió dos discursos que él mismo predicó en una iglesia dedicada a los
santos cuarenta mártires, de los que formabais parte, clamando incesantemente a
Dios: ¡Aleluya!
Ikos
IX
Prisco
y Quirión, ni la mordedura glacial del agua sobre vuestros cuerpos, ni la
perspectiva de la muerte terrestre, ni las tentaciones humanas de poner fin a
vuestro suplicio de frío, no superaron vuestra resolución de vivir para Cristo
en el paraíso. Por eso, nosotros os cantamos a plena voz:
Alegraos,
incienso que se eleva al cielo.
Alegraos,
cirios ardientes ante Dios.
Alegraos,
lámparas iluminadas con el amor de Cristo.
Alegraos,
sustentos firmes de los creyentes.
Alegraos,
coro sutil de oración.
Alegraos,
oraciones rectas que ascienden al cielo.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
X
Sacerdón
y Severiano, al igual que las de vuestros compañeros ardientes en la fe,
vuestras reliquias sagradas son una muralla indestructible contra las
invasiones, según san Basilio el Grande, que añadió que vosotros sois, santos
mártires, un recurso aprobado en la prueba. Nosotros alabamos a Dios cantando:
¡Aleluya!
Ikos
X
Sisinio
y Esmeraldo, la elocuencia de los oradores, la sabiduría de los filósofos
permanece muda ante el estruendo espiritual, que, con vuestros compañeros de
tortura, habéis dado a los cristianos de todos los tiempos. Sois ejemplo de
fidelidad, amor y fe indefectible. Por eso nosotros os alabamos así:
Alegraos,
pilares de la fe de la Iglesia.
Alegraos,
ambones santos del Inefable.
Alegraos,
columnas de la piedad.
Alegraos,
candelabros de la Única Luz.
Alegraos,
puertas reales de Dios.
Alegraos,
santuarios del misterio.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
XI
Teodulo
y Teófilo, servidores amantes y amados de Dios, miembros de la santa milicia de
los cuarenta mártires de Cristo en Sebaste. Vuestro renombre incorrupto en
Cristo a través de los siglos, asombra y maravilla a los fieles que claman a
Dios: ¡Aleluya!
Ikos
XI
Valente
y Valerio, ninguna argucia del enemigo, ninguna estratagema del tirano, superó
vuestra fe invencible. Pues la gracia de Dios permanecía en vosotros y vuestros
compañeros en Cristo. Y como un muro, ella no permitía que declinara vuestra
afección por Cristo y sus promesas. Por eso nosotros os cantamos:
Alegraos,
holocaustos de gran valor.
Alegraos,
ofrendas inestimables.
Alegraos,
sacrificios de gran precio.
Alegraos,
oblaciones de pureza.
Alegraos,
propiciaciones insignes.
Alegraos,
inmolaciones consentidas.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
XII
Viviano
y Xantias, al igual que vuestros compañeros, habéis combatido el buen combate
por Cristo. Pero uno de los condenados cedió a las insidias del diablo, y
abandonando el lago, fue hacia el baño caliente y murió. Coronas descendían del
cielo hacia vosotros, y viéndolo Aglayo, uno de los guardias que os
custodiaban, vino a vosotros para unirse al martirio cantando: ¡Aleluya!
Ikos
XII
Gloriosos
mártires, vuestros cuerpos, muertos o aún con vida, fueron retirados del lago
helado por la orden del tirano, entregados al fuego y lanzados los restos al
agua para que desaparecieran para siempre. Pero al tercer día, os aparecisteis
al obispo del lugar, Pedro, que recogió de las aguas vuestros restos sagrados
que fueron al momento venerados por los piadosos cristianos que os claman:
Alegraos,
bravos soldados de la fe.
Alegraos,
combatientes del paraíso.
Alegraos,
guerreros armados del único Amor.
Alegraos,
compañeros de lucha del Bien.
Alegraos,
tropa sagrada del buen combate.
Alegraos,
santas milicias del Señor.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Contaquio
XIII
(Este
contaquio se recita tres veces)
Fieles
soldados de Cristo, os habéis unido a las milicias celestes donde intercedéis
por la salvación de nuestras almas ante el Trono de Gloria con los otros
elegidos del Reino. Rogad por nosotros a la Santísima Trinidad para que nos
conceda una fe inquebrantable mientras que nosotros cantamos: ¡Aleluya,
Aleluya, Aleluya!
Fieles
soldados de Cristo, os habéis unido a las milicias celestes donde intercedéis
por la salvación de nuestras almas ante el Trono de Gloria con los otros
elegidos del Reino. Rogad por nosotros a la Santísima Trinidad para que nos
conceda una fe inquebrantable mientras que nosotros cantamos: ¡Aleluya,
Aleluya, Aleluya!
Fieles
soldados de Cristo, os habéis unido a las milicias celestes donde intercedéis
por la salvación de nuestras almas ante el Trono de Gloria con los otros
elegidos del Reino. Rogad por nosotros a la Santísima Trinidad para que nos
conceda una fe inquebrantable mientras que nosotros cantamos: ¡Aleluya,
Aleluya, Aleluya!
(Se
Repite el Contaquio I y el ikos I)
Contaquio
I
Aunque
San Constantino había concedido su edicto de tolerancia a los cristianos,
Lucinio, que compartía el poder con él, en la tierra de Armenia, quiso
forzaros, por medio de su gobernador Agrícola, a hacer sacrificio a los dioses
paganos. Vosotros os negasteis y nosotros con gran voz clamamos: Regocijaos oh
Santos Mártires de Sebaste.
Ikos
I
Os
distinguisteis por numerosas batallas, por vuestra bravura y fidelidad, pero
aunque Lucinio os pidió rendir homenaje a los dioses paganos, vosotros
preferisteis la muerte del cuerpo para salvar vuestra alma inmortal santificada
por el bautismo y nosotros os cantamos:
Alegraos,
modelos de firmeza.
Alegraos,
ejemplos de fidelidad.
Alegraos,
parangones del fervor.
Alegraos,
imágenes del gran coraje.
Alegraos,
espejos de la Vida en Cristo.
Alegraos,
iconos de la Verdadera Vida.
Alegraos,
oh Santos Mártires de Sebaste.
Oración
a los Santos Cuarenta Mártires
De
Sebaste
Santos
mártires de Cristo, celebrados por los teólogos y los poetas de nuestra
iglesia. Interceded por nosotros ante el Dios de misericordia, para que nos
conceda, a pesar de la debilidad de nuestra fe y nuestra falta de seguridad,
permanecer fieles al Salvador hasta el fin de nuestra vida y ser acogidos por
vosotros en el paraíso. Nosotros que somos a menudo pusilánimes, que el ejemplo
del guardia Aglayo que vio descender las coronas de la gloria sobre vosotros y
fue convertido instantáneamente tomando el lugar del que había renegado de
Cristo, para unirse a vosotros, como Matías había remplazado a Judas entre los
apóstoles, nos haga imitarlo y unirnos al rango de los que siguen al Maestro
hasta el fin del combate que conduce a la victoria santa de la salvación.
Santos
Quirión, Cándido, Heraclio, Domno, Hesiquio, Esmeraldo, Eunoquio, Valente,
Viviano, Claudio, Prisco, Teodulo, Eutiquio, Juan Xantias, Heliano, Sisinio,
Aggias, Aetio, Flavio, Acacio, Ecdiquio, Lisímaco, Alejandro, Elías, Gorgonio,
Teófilo, Domiciano, Gayo, Atanasio, Cirilo, Sacerdón, Nicolás, Valerio,
Filoctimón, Severiano, Melecio, Melitón, Leoncio y Aglayo, que fue convertido
por el ejemplo de los santos mártires, rogad a Dios por nosotros. Amén.
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