Friday, November 6, 2015

Humildad... ( San Juan Clímaco )


Que todos aquellos que son conducidos por el Espíritu de Dios, se unan a nosotros en este consejo espiritual y pleno de sabiduría, que tiene en sus manos espirituales las tablas de la ciencia grabadas por Dios mismo. Nosotros estamos reunidos; juntos buscamos y escrutamos trabajosamente el sentido de esta preciosa inscripción. Uno dijo: “Es el constante olvido de las virtudes adquiridas.” Otro: “Es estimarse como el último de los más grandes pecadores.” Y otro: “Es reconocer en su espíritu su propia debilidad y su propia impotencia.” Incluso otro: “En las disputas, es adelantarse al prójimo poniendo primero fin a la cólera.” Otro: “Es el reconocimiento de la gracia divina y de la divina misericordia.” Otro todavía: “Es el sentimiento de un alma contrita y la renuncia a su propia voluntad.” Pero yo, después de haber escuchado todo esto y después de haber reflexionado con circunspección y en calma, descubrí que no había sido posible, para mí, aprender a sentir esta virtud bienaventurada escuchando hablar de ella. Por eso, a lo último de todo, habiendo recogido lo que caía de los labios de esos padres bienaventurados y dotados de conocimientos, como un perro que recoge las migajas que caen de la mesa, di esta definición: “La humildad es una gracia inefable en el alma, cuyo nombre sólo es conocido por aquellos que lo aprendieron a través de la experiencia. Es una riqueza indecible, un nombre del mismo Dios y un don que proviene de Él, pues ha dicho: Aprended, no de un ángel, ni de un hombre, sino de mí, es decir, de mí que estoy y permanezco en vosotros con mi luz y mi gracia, pues soy manso y humilde de corazón, de pensamientos y de espíritu; así hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt 11:29).

San Juan Clímaco 


                                   Catecismo Ortodoxo 

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