Thursday, September 24, 2015

La secta de los Testigos de Jehová


Historia de la secta

La secta de los Testigos de Jehová fue fundada por Charles T. Russell, en los años 80 del siglo pasado. Así como él, también sus sucesores dirigían la Congregación de los Testigos con un poder absoluto y dejaron el sello de su personalidad y su interpretación de la Biblia. Es por eso, que conforme a la cantidad de sus presidentes, en la evolución de la Congregación se pueden enumerar cuatro períodos:



período de Charles Russell, fundador de la secta (1872-1916).
período del "juez" Joseph Rutherford (1917-1942).
período de Nathan Khorr (1942-1977).
período de Frederick Franz (1977-1992).

No obstante como los testigos afirman que el mismo Dios se manifiesta como autor de su doctrina, entonces es importante comparar la diversidad de su enseñanza en estos cuatro períodos. Ante esto se descubre el hecho sorprendente de que cada presidente de la Congregación entendía la Biblia precisamente a su manera y con frecuencia en contrariedad con los anteriores presidentes de la Congregación. Este hecho, habla de que la afirmación de los testigos de Jehová, de que Dios es el autor de su doctrina, es absurda, puesto que Dios no puede contradecirse a sí mismo. En otras palabras, la Congregación no es guiada por Dios, sino por hombres equivocados.

El fundador de la Congregación Charles Russell, siendo educado entre los presbiterianos, aun joven renegó de esta doctrina y se adhirió a los congregacionalistas, también no por mucho tiempo. Más tarde se familiarizó con la prédica de los adventistas del séptimo día. Aquí entró en él la fe en el divino contenido de las Sagradas Escrituras, y Russell comenzó a predicar su doctrina. Asimismo, también le llegó la hora de separarse de los adventistas, en el terreno de la discordancia, en lo que concierne a la forma de la Segunda Venida. Russell rompió con ellos "en la firme convicción de que antes de él nadie había sidocapaz de entender correctamente la Escritura, y que Dios lo llamó para explicarle a los hombres su pensamiento verdadero."

En 1879 Russell fundó la revista "Atalaya de Sión" ... y en 1881, la Sociedad del Atalaya el inmediato antecesor de los testigos de Jehová. En este tiempo él comenzó la publicación de sus siete tomos: "Estudios de las Escrituras," los cuales colocaba más alto que las mismas Escrituras. Russell aseveraba que este estudio vino de Dios mediante la iluminación del Espíritu Santo, y este estudio es absolutamente indispensable para el creyente, para llegar al correcto entendimiento de la Escritura (Séptimo tomo Studies in Scriptures, 1918). Él advertía a sus seguidores, que si alguno de ellos deja de leer su Estudio, e inmediatamente comienza a estudiar la Biblia, pronto se sumergirá en la oscuridad. Y al contrario, si un hombre nunca leyó la Biblia y solo leyó su Estudio, entonces permanecerá en una constante luz. En otras palabras, Russell enseñaba que es indispensable el nuevo divinamente inspirado intérprete de las Escrituras para su correcto entendimiento y que él - Russell, es ese maestro elegido por Dios. Sin embargo, la doctrina contemporánea de la Congregación Atalaya claramente contradice muchos de los dogmas principales "de la divina interpretación " de Russell. Ahora se declara inspirada intérprete de la Biblia no Russell, sino la misma Congregación, y ella pretende en esa autoridad, la que tenía Russell, que precisamente su entendimiento de la Biblia es el correcto, y que el aprendizaje de la Biblia por sí mismo, lleva a la oscuridad y a la herejía. Es así, como su revista oficial "Atalaya" condena a aquellos, "que dicen que es suficiente el estudio de la Biblia por sí mismo, en la casa o en pequeños grupos hogareños"..."Mediante este estudio de la Biblia ellos nuevamente cayeron en doctrinas apóstatas del clero cristiano" (The Watchtower, abril 15, 1981).

Es interesante, que la misma Congregación Atalaya reconoce, que si el hombre va a estudiar la Biblia solo, entonces invariablemente llegará a la enseñanza cristiana tradicional. Sin embargo, la obra de Russell, la cual él declaró completamente indispensable para el correcto entendimiento de las Sagradas Escrituras, en la actualidad es ignorada por la Congregación.

Aunque los seguidores de Russell aumentaban, su propia vida corría por una pendiente. En 1912 Russell presentó juicio a un pastor bautista, acusándolo de calumnia. Igualmente ante la revisión de las pruebas, él mismo fue hallado mintiendo, porque no pudo citar una sola palabra del texto original del Nuevo Testamento, aunque bajo juramento manifestó conocer el idioma griego.

Además de esto, en el juicio se aclaró que aunque Russell pretendía el título de pastor, nadie lo había ordenado y por eso él es un impostor. Luego de un año continuaron las incomodidades, cuando su esposa ganó contra él el proceso de divorcio, hallándose causa contra él: "egoísmo estúpido, tendencia al tiranismo y conductas inmorales con mujeres extrañas." No mucho después se conocieron sus maquinaciones deshonestas con el trigo "milagroso," lo que le trajo a Russell un gran beneficio monetario.

Esta es la imagen moral del fundador de la secta de los testigos. Russell quien escribió siete tomos de la interpretación de la Biblia, no conocía ni un idioma bíblico, no estudió en ninguna escuela eclesiástica, no estaba familiarizado con la filosofía y terminó solo siete años de la escuela primaria. Por ello, su ignorancia la compensaba con su aplomo desmesurado.

Russell murió en 1916. Lo sucedió en calidad de líder un nuevo movimiento de un conocido jurista y "juez" Joseph F. Rutherford, que había sido bautista y desde 1906 miembro de la Congregación del Atalaya. Durante la presidencia de Rutherford, la organización se volvió aun más autoritaria. Él impuso el comienzo de la "época de cambios," ignorando que cambiaba el aspecto y directamente rechazaba muchas aseveraciones de Russell. Rutherford justificaba sus cambios "con revelaciones progresivas," las que lo empujaban a verter una "nueva luz" sobre las ideas de su antecesor (Edmond Gruss, Apostles of Denial...Grand Rapids, MI 1972). Por esta razón, muchos seguidores de Russell desde el principio, entendiendo que Rutherford se separó de su antecesor, abandonaron la Congregación. Ellos creían que Russell estaba iluminado desde arriba, y que por ello cambiar su enseñanza es equivalente al rechazo de Dios. Sin embargo, la mayoría de los miembros de la Congregación, sin contradecir, se sujetaron a la doctrina cambiada.

Para diferenciarse de la reputación de su fundador, los miembros de la Congregación, en 1931, comenzaron a denominarse Testigos de Jehová.

El centro de la actividad de los Testigos de Jehová pasó desde el estudio de las Escrituras, a la afiliación masiva de nuevos miembros.

La revista el "Atalaya" comenzó a repartirse por las calles gratuitamente. El tono de su prédica se tornó más agresivo: Rutherford agresivamente llevaba todas las formas de la religión organizada y despertaba en sus seguidores una abierta enemistad hacia todas las iglesias cristianas.

En el transcurso del tercer período, bajo la dirección de Nathan H. Khorr (1942-1977), la cantidad de miembros de la Congregación rápidamente aumentó. Khorr organizó la escuela del Atalaya. Él propagó el trabajo misionero en grandes proporciones, abriendo sucursales por todo el mundo. La mayor atención estaba dirigida a la preparación de predicadores con entendimiento específico de la Biblia, asimismo significativamente se propagó la actividad editorial.

En el período de la conducción de Khorr, en el año 1950, fue hecha la nueva traducción de la Biblia al idioma inglés, conocida por el nombre "Traducción del Nuevo Mundo." Los nombres de los traductores se conservan en estricta reserva. El texto en esta traducción fue cambiado en su esencia, en muchos lugares, convenientes para la doctrina de los testigos. Sin embargo, todos los bibliógrafos más importantes y los conocedores de los idiomas antiguos, no están de acuerdo con esta traducción de las Escrituras, llamándolas inexactas y tendenciosas.

La conducción del presidente Frederick W. Franz (1977-1992), puede caracterizarse como la "era de crisis," porque miles de seguidores de la Congregación, conociendo mas de cerca la historia y los métodos de la Sociedad, se convencieron de que ella no es una organización divina y la abandonaron.

Hasta el sobrino del presidente Franz, Raymond, se decepcionó de la Congregación Atalaya. En su libro "Crisis of Concience," demuestra con fundamentos, porque la Congregación Atalaya no puede pretender a la revelación divina. Siendo uno de los principales líderes de la Congregación, Raymond pone en evidencia muchas maquinaciones secretas de la conducción de esta secta.

Él pinta el cuadro de un grupo de hombres autoritarios, a los que no importan los medios que se usen, para mantener el poder en sus manos, y asumir en sí mismos la imagen de profetas iluminados del cielo. Su aseveración de que esta Congregación no es de Dios, Raymond la fundamenta con los siguientes hechos:





Alteración de textos bíblicos.

Amontonamiento de falsas profecías.

Cambios bruscos en la enseñanza doctrinaria de la secta.

Mentiras y apañamiento de vicios.

Destrucción de los lazos familiares.

Aquí también él remarca asimismo, que muchos de los dirigentes de la secta, no entendían bien la Biblia. Todo el hincapié no se hace por fidelidad a Dios, sino por fidelidad a la Congregación. La Congregación practica métodos de amenazas, contra aquellos que se atrevan a cuestionar su autoridad.

Pero lamentablemente, aun mucha gente ingenua cae con la carnada de los agresivos testigos, los cuales prometen dar las respuestas a todas las cuestiones religiosas, prometen solución a los problemas personales y enaltecen sus propias cualidades morales.

Características

de la secta

Desde el año 1909, el cuartel general de los Testigos de Jehová, se encuentra en New York, Bruklin. Los grupos locales (en la cantidad de mas de 20 mil), llaman a sus centros "Palacios del Reino." El entendimiento del sacerdocio para ellos esta ausente, cada miembro activo del culto es llamado "servidor." Aquellos que se entregan por completo al trabajo de la organización, son llamados editores dirigentes.

Los Testigos de Jehová firmemente captan para sí seguidores: golpean en las casas y departamentos, reparten literatura, se paran en las calles mas transitadas. Aparte de eso, los distingue un grupo de interesantes particularidades: ellos no aceptan la transfusión de sangre (considerando esto otra variedad de canibalismo), no festejan las fiestas religiosas y/o civiles, sea Navidad, el Día de Gracias o los cumpleaños. Desaprueban dar honores a la bandera nacional y el servicio militar, reconociendo solo como lícita su organización.

Provocó muchas críticas la traducción de las Escrituras de los testigos, con la cual ellos quieren falsificar el texto bíblico original. Esta traducción no es reconocida como válida por contener muchas desviaciones. Además, en la base de esta traducción incorrecta, los testigos hacen muchas predicciones falsas, que aceptan como profecías divinas. Así por ejemplo, la profecía sobre el fin del mundo la trasladaron muchas veces hacia tiempos posteriores: desde 1877 a octubre 1914, luego a 1925, después seguidamente a 1930, 1931, 1933...Solo en el período desde 1940 al año 1943 cambiaron 44 veces la fecha del fin del mundo! Después de repetidos fiascos con respecto a las predicciones, no se inmutaron y continúan fijando nuevas fechas. Estos y otros razonamientos de los testigos, considerados por ellos como profecías divinas, manifiestan cuan falsa es su pretensión a la directa revelación Divina y toda su doctrina.

Sin embargo, todos estos fiascos no debilitan la agresividad de la secta de los testigos.

En su desfiguración del cristianismo, los testigos llegaron a una aseveración absurda, que su propia, (permitiéndonos decir) "Biblia" semanalmente se completa en 32 páginas con cada nuevo número de su revista "Atalaya." Tal menosprecio hacia el texto sagrado es característico para algunos cultos contemporáneos. Por ejemplo, la secta de los Mormones, coloca su libro de Mormona al mismo nivel de las Sagradas Escrituras.

Equivocación de los testigos de Jehová

Los testigos desfiguran el cristianismo tan profunda y esencialmente, que su enseñanza no puede llamarse cristiana. Ellos rechazan el misterio de la Santísima Trinidad, la Divinidad de Jesucristo, y del Espíritu Santo. Su enseñanza sobre la resurrección de Cristo, el alma, la vida después de la muerte, la Segunda Venida y la vida eterna, tienen completamente otro contenido anticristiano, inventado por ellos. Habría sido mucho más honorable de su parte no remitirse a la Biblia, sino predicar su doctrina como una nueva religión, lo cual es prácticamente así. Pero ellos de mala fe, utilizan la autoridad de la Biblia, el nombre de Cristo y la terminología cristiana para atrapar rápidamente en sus redes a la gente ingenua, quien quizás conoce poco del cristianismo, pero en principio lo respeta.

Divinidad de Cristo, enseñanza sobre la Santísima Trinidad.

Nosotros los cristianos creemos que Dios, siendo único en esencia, se manifiesta trino en Hipóstasis, que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - es un Dios Tri - Personal. En otras palabras, así como el Padre es verdadero, eterno y todopoderoso Dios, lo son Su Hijo y Su Espíritu Santo. Y al mismo tiempo no tres, sino un Dios - Trinidad consubstancial e indivisible. Esta fe la recibimos de los apóstoles.

Los Testigos de Jehová rechazan esta doctrina, y la llaman "satanista" y "razonamientos paganos." Ellos se burlan de la enseñanza cristiana y dicen que nosotros creemos en "tres dioses" o en "un monstruo de tres cabezas."

Rechazando la Trinidad, los testigos rechazan también la naturaleza divina del Señor Jesucristo, considerándolo creado, a semejanza de los ángeles, identificándolo con el Arcángel Miguel, sin ningún fundamento. Con esto repiten la antigua equivocación de los Arrianos, cuya doctrina fue minuciosamente revisada y refutada por la Iglesia, en el Primer Concilio Ecuménico en el año 325 en la ciudad de Nicea.

Ellos aseveran, que al encarnarse, Jesús se despojó de su existencia espiritual, y se convirtió en un hombre común. Cuando Jesús se bautizó en el Jordán, Dios - Jehová lo hizo Cristo - profeta, sumo pontífice y ungido. Cumpliendo la misión encomendada, Jesús perece, clavado al madero (la forma tradicional de la cruz, la excluyen como abominable símbolo pagano).

Por esta hazaña espiritual, Dios condecora a Jesús con la inmortalidad. Él resucita a Jesús, habiendo seccionado su cuerpo en elementos componentes, y rehaciéndolo como "espíritu glorioso," para que aquel pudiera encabezar la organización mundial de los Testigos de Jehová.

Esta herejía se fundamenta en la cita de su traducción errónea del primer versículo del Evangelio de San Juan: "En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era uno de los dioses" (es decir, creación). Es correcto leer aquí: "Y la Palabra era Dios."

Resurrección de Cristo y la vida luego de la muerte.

Los sectantes - atalayas no aceptan la enseñanza cristiana sobre la resurrección física de Jesucristo, al tercer día, luego de la crucifixión. Ellos enseñan a tres "Jesuses": hasta la encarnación era el arcángel Miguel, creado por Dios. Durante la encarnación Cristo se hizo hombre común, quien luego sufrió y murió y de esta manera cesó su existencia. Durante la resurrección del sepulcro, Jesús apareció como una nueva esencia, a la que otorgaron divinidad, pero no Dios según su naturaleza.

Esta atroz desfiguración del verdadero fundamento cristiano, armoniza completamente con su rechazo general de la inmortalidad del alma y de la vida luego de la muerte. Russell imitó de los adventistas la idea de que con la muerte del cuerpo concluye toda vida. Durante la Segunda Venida de Cristo, los rectos serán recreados nuevamente, según las cualidades, con las que Dios los escribió en su memoria. Esto es semejante, por ejemplo, a una nueva silla recién construida según los planos conservados del viejo modelo. Para nosotros es evidente, que esta "resurrección" jehovista no tiene nada que ver con la doctrina cristiana.

La fe cristiana enseña, que saliendo del cuerpo en el momento de la muerte, el alma continua pensando, sintiendo y deseando como antes. La personalidad del hombre, la memoria, el conocimiento del "yo," se conservan enteramente en el alma del hombre. La muerte es el género de sueño para el cuerpo. Durante la resurrección de los muertos el alma de cada hombre se juntará con su cuerpo anterior, pero renovado, y así el hombre se presentará inmortal e incorruptible, como debió haber sido según los planos principales de Dios.

Segunda Venida y reino milenario.

El tema de la Segunda Venida de Cristo y del reino milenario en la tierra, se manifiesta como lo principal en la enseñanza jehovista. He aquí que todo el interés de Russell hacia la religión propiamente comenzaba con las pruebas de computar la fecha de la llegada de Cristo. Según cálculos matemáticos no muy claros, él dedujo, que Cristo vendría en el año 1874. Cuando esto no sucedió, Russell comenzó a enseñar, que Cristo igualmente vino, pero invisiblemente (!) y ahora se encuentra en el aire, donde fue recibido por un pequeño rebaño de testigos fieles. Según sus cálculos, en 1914 llegó a su final el período pagano, y en el aire Satanás comenzó su feroz guerra contra Cristo y sus santos. Russell llamó a este año batalla de Armagedón, luego de la cual Cristo debía descender a la tierra. Cuando esto no sucedió, los testigos empezaron a mover la fecha de la llegada visual al año 1916, 1918, 1924, 1928 y así sucesivamente. Finalmente, el "juez" Rutherford llegó a una genial explicación, que la batalla de Armagedón esta suspendida hasta que los Testigos de Jehová terminen su prédica universal y prevengan a todas las naciones de la tierra del peligro inminente.

Corrigiendo a Russell, Rutherford enseñaba que el diablo estaba tan ofendido con el entronamiento de Cristo, que comenzó la Primera Guerra Mundial, la que terminó solamente cuando se produjo la "purificación del templo de Jehová" en 1918 (sobre que significa exactamente esto, las opiniones se dividen). Entonces cuando fueran re - hechos los muertos de la elite ungida, ellos se unirán con el Señor en el cielo. Desde entonces Cristo sigue juzgando a las naciones, separando a las "ovejas" de los "cabritos," este proceso se realizará con una guerra entre Cristo y el diablo en Armagedón (Ap. 16:16), la terrible y última batalla será de una aniquilación total. Junto con el diablo serán combatidas todas las organizaciones religiosas del mundo, que estén contra Dios; cristianas y otras, simbolizadas como la ramera de Babilonia (Ap. 17).

Esta última batalla ya - ya esta por comenzar, es por eso que hay que "iluminar" rápido como sea posible a la mayor cantidad de personas: porque todos aquellos que estén con el diablo contra los Testigos de Jehová, serán aniquilados.

Su enseñanza sobre la batalla de Armagedón y el reino milenario, los testigos la fundamentan en su versión de la interpretación del libro Apocalipsis (Revelación), especialmente en su capítulo 20. Es sabido, que el libro del Apocalipsis es profundamente misterioso. Esta lleno de imágenes simbólicas y alegorías, en las cuales a través de imágenes visibles, nombres y cantidades se esconden profundos misterios divinos. Por eso, no es correcto arrancar de su contexto lugares separados e interpretarlos literalmente.

Bajo la imagen de reino milenario de los santos, la Iglesia Ortodoxa enseña a entender, no un reino futuro, sino todo el período de existencia de la Iglesia, comenzando desde la resurrección de Cristo y terminando con el fin del mundo. Mil años, no es una cantidad exacta, sino un largo período. Todos nosotros vivimos y participamos en los sucesos del ya corriente período "milenario." Así entiende la Iglesia Ortodoxa el capítulo 20 del Apocalipsis.

Todas las equivocaciones de los testigos, relacionadas con la Segunda Venida y lo que sucederá luego de ella, directamente fluyen de su incredulidad en la inmortalidad del alma. Según Russell y sus seguidores, el hombre no tiene alma independiente, así como su cuerpo es su alma, también su alma es el cuerpo. Cuando el hombre muere deja de existir. No existe ninguna alma inmortal. El hombre murió y no existe. Russell aseguraba, que las palabras de Cristo relacionadas con el ladrón en la cruz: "De cierto te digo: que hoy estarás conmigo en el paraíso," corresponde traducir de otra manera, es a saber: "Hoy te digo, que estarás conmigo en el paraíso." Es sorprendente la insolencia de parte del hombre, quien no-solo no entendía el original del idioma griego, en el cual fue escrito el Evangelio, sino que ni siquiera conocía el alfabeto griego!

Según Russell, en el reino milenario los resucitados, o mejor dicho las personas re - creadas tendrán una segunda "oportunidad" en cuanto a las condiciones del Nuevo Testamento. De esta manera, la presente vida no es la única. La Biblia, por supuesto, no explica nada semejante. Al contrario, ella dice que: "...esta establecido a los hombres que mueran una vez, y después el juicio" (Hebreos 9:27). Los testigos insisten en que durante el reinado milenario se podrá volver a vivir la vida y corregir los errores anteriores. Todo dependerá de cómo se comporte el hombre en las nuevas y más favorables condiciones.

Según Russell, luego del juicio los hombres serán divididos en tres clases:

 
1° Clase: compuesta de los 144 mil testigos elegidos, será llevada al cielo y allí incorporeamente reinarán con Cristo - Miguel, y regirán la vida de la gente que quede en la tierra. Ahora viene la pregunta: Si según su enseñanza, la cantidad de 144 mil ya había sido reunida en el año 1935, entonces adonde irán a parar el resto de los testigos, que se sumaron a la Congregación luego de 1935? Para qué seguir predicando y esforzándose, cuando de todas maneras no entrarán en la cantidad de los privilegiados?

2° Clase: los "resucitados" estará compuesta del resto de jehovistas salvados. Ellos quedarán en sus cuerpos en la tierra, y no podrán heredar el reino celestial. Ellos disfrutarán de una completa tranquilidad y bienestar, no sufrirán guerras o enfermedades. No habrá muerte. Podrán casarse, multiplicarse y poblar la tierra. Pero qué será de la tierra, luego de un continuo crecimiento poblacional, cuando nadie morirá, esto queda a imaginación del lector.

3° Clase, los indignos de vivir en la tierra serán exterminados junto con Satanás y sus espíritus.

Según la enseñanza de los testigos, los muertos solo cesan de existir. Los lugares de la Biblia que hablan del infierno y de la gehena de fuego, los interpretan como alegóricos, y la enseñanza cristiana sobre esto la denominan mito pagano.

En general, toda la doctrina de los testigos sobre la salvación es arbitraria y llena de contradicciones.

Ellos enseñan que Cristo "no trajo una completa redención por los pecados, sino que solo le dio al hombre la posibilidad de merecer la salvación ahora y luego en el reino milenario."

No existe nada semejante en la Biblia. La Escritura enseña que todos los hombres son llamados hacia la salvación a través de la fe en Jesucristo. La Biblia no hace ningunas "castas" de salvados. Por lo cual, la salvación no se limita con ninguna determinación temporal (1000 años). La salvación comienza desde el momento en que el hombre vuelve a Cristo, y se prolonga hacia toda la eternidad. "De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida" (S. Juan 5:24).

La notoria inconsecuencia se observa en otros puntos de la doctrina de fe de esta secta. "Los Atalayas," autoritariamente cambiaron en relación hacia la vacunación, y ahora permiten hacer inoculaciones. La dirección de "Atalaya" propagó el entendimiento de la infalibilidad en las cuestiones de la creencia, desde el primer presidente de la secta, hacia todo el actual aparato guiador.

En un tiempo los jehovistas oficialmente afirmaban, que los esfuerzos del primer presidente no tienen ahora sentido práctico, pero luego nuevamente volvieron con él, abrazándolo como "profético." El trato oficial de la imagen del ángel, en el capítulo 9 del Apocalipsis, como Satanás, mas tarde fue interpretado como imagen de Jesucristo. En la etapa primaria los jehovistas no tenían nada en contra de la transfusión de sangre para los enfermos, ahora son irreconciliables con respecto a esto. Al principio los testigos reconocían la veneración de Jesucristo, ahora rechazan esto. Al principio la resurrección de los muertos se preveía para todos los hombres, ahora solo para unos pocos. Antes Israel se tomaba ene el sentido literal de la palabra, como nación separada, y ahora se interpreta por los jehovistas como una congregación espiritual independiente de la nación.

El entendimiento de Armagedón, la fecha de la Segunda Venida, la fecha del reinado milenario y las características de este reinado fueron cambiadas por ellos varias veces. Estos y otros cambios semejantes en la creencia, demuestran que la dirección de la secta en los tiempos presentes, parece haberse enredado en razonamientos propios, así que actualmente para el simple sectante, es muy problemático entender que se enseña ahora por verdad. Esta fue una de las muchas razones, por las cuales cerca de un millón de jehovistas dejaron la secta, en los últimos diez años. No obstante, que los testigos abiertamente están en contra de las estructuras de los gobiernos establecidos, llamándolos diabólicos, cuando les conviene, ellos mismos defienden estos gobiernos.

Influencia del ocultismo.

Aun el Apóstol Pablo advertía a los cristianos, que fueran precavidos con cualquier revelación nueva: "Mas aun si nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado sea anatema" (Gálatas 1:8).

Familiarizándonos con mayor profundidad con la doctrina de los testigos, encontramos en ella mucho en común con lo que anuncian los espíritus actuales a través de sus médiums.

Realmente, hasta el "juez" Rutherford aseguraba que los ángeles ayudaron en la confección de su revista periódica; diciendo que "Dios a través de sus ángeles procura que Su gente reciba a tiempo la información necesaria" (J. F. Rutherford, Prophecy WBTS, Watchtower Bible & Track Society, 1929, Riches 1936, pag. 316; Vindication, 1932, pag. 250). En otra oportunidad él reconoció que el "espíritu santo" dejó de ser su maestro, y en su lugar quedaron los ángeles, quienes le inducían los pensamientos necesarios. (The Watchtower, sep. 1930, pag. 263, febrero 1, 1935, pag. 41).

El cuarto presidente de la Congregación F. Franz también mencionaba a los ángeles, que conducían la Congregación Atalaya. Él dijo: "Nosotros creemos que los ángeles de Dios conducen a los Testigos de Jehová" (William and Joan Cetnar, Questions for Jehovah's Witnesses, Kunkletown PA 1983, 55). La revista Atalaya confirma que los ángeles iluminan, consuelan y traen verdades frescas, y comunican las revelaciones "al pueblo ungido de Dios." En otro sitio la revista afirma que "los Testigos de Jehová hay, comunica la buena noticia del reino bajo la dirección directa de los ángeles" (The Watchtower, abril 1, 1972, pag. 200).

Los líderes jehovistas, ni siquiera se inmutan al utilizar la terminología de la Nueva Era, cuando afirman que ellos son los guías de Dios (canales de comunicación), quienes activamente transmiten (canal) la revelación. En otras palabras, abiertamente se reconocen como médiums. (The Watchtower, diciembre 1981, pag. 27). En la página 200, afirman que toda la conducción espiritual la reciben de ángeles invisibles, que el mismo nombre "Testigos de Jehová" y su doctrina de la llagada invisible de Cristo en 1914, les fueron transmitidas (canalizadas por los médiums) por intermedio de ángeles invisibles (Atalaya, diciembre 15, 1987 pag. 7). Semejantes declaraciones se pueden hallar en la revista Atalaya, marzo 1, 1972 pag. 155, abril 1, 1987 pag. 19.

Estas y otras declaraciones públicas de los líderes de la Congregación, con respecto a las revelaciones "angelicales," nos convencen de que se doctrina no es de Dios, como el apóstol Pablo advertía: "Empero el Espíritu (Santo) dice manifiestamente, que en los venideros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios" (1 Timoteo 4:1).

Conclusión

El constante recorrido por las casas hecho por los predicadores jehovistas, para captar nuevos miembros, asimismo la masiva propagación de su literatura en muchos idiomas, contribuyó para que de un pequeño grupo de hombres que estudiaban la Biblia, la secta creciera en una organización de muchos millones, con recursos materiales ilimitados. La conducción de la secta se efectúa por un pequeño grupo de líderes de la Congregación, quienes despótica e inapelablemente definen la creencia y política de la misma.

Una rápida mirada a todas las enseñanzas equivocadas de los Testigos de Jehová, muestra que están llenas de contradicciones y estupideces que conducen a la perplejidad de cómo es posible que aun existan y se multipliquen. En el plano espiritual de todo su sistema esto es una quiebra. Podemos resumir toda la enorme colección compuesta por Russell, Rutherford y sus sucesores, y no hallar en ellas ni el mínimo vestigio de las virtudes cristianas fundamentales, como la humildad, el arrepentimiento y la misericordia. No existe ni una palabra sobre el amor hacia Dios o a los prójimos, no se recuerda sobre el desarrollo de la perseverancia para ahogar las pasiones, sobre llevar la cruz, sobre el camino angosto hacia el Reino de los Cielos. Aquí esta todo el hincapié: "Lee, cree y vende los libros de Russell - Rutherford, habla de Dios como de Jehová y de todas las iglesias y gobiernos como del anticristo. Actúa así y te salvarás!."

La enseñanza de los testigos de que "Dios nunca condena, ni en esta ni en la otra vida," abre el camino hacia la disolución y el pecado. Como vivas ahora resulta irrelevante para la vida eterna. Todos tendrán una segunda oportunidad. Pero si tú te mostraras también indigno de la condecoración, entonces simplemente dejarás de existir. Pasarás a la inexistencia sin sufrir dolor.

Los testigos manipulan arbitrariamente los textos sagrados, ignoran totalmente los hechos históricos y los más elementales reglamentos de la exegética, de la literatura sobre lógica y consecuencia. Ellos rechazan las principales verdades cristianas - la doctrina de la Santísima Trinidad, la divinidad de Jesucristo, la inmortalidad del alma y otras verdades - sobre la resurrección, el Temible Juicio y la vida eterna - lo desfiguran hasta lo irreconocible.

Los Testigos de Jehová se preparan con urgencia para el encuentro de Armagedón, luego del cual esperan entrar en el reino milenario terrenal. La medida de su fervor se debe a aquella energía, con la que ellos pasando cuadra tras cuadra, expanden su enseñanza. Anualmente reparten en forma gratuita 150 millones de ejemplares de libros y publicaciones en 106 idiomas. Esta organización pretende bombardear al mundo, utilizando sus enormes recursos y nuevos métodos de propaganda.

Su obstinada prédica sobre el acercamiento del feliz reino milenario propaga la idea de que es indispensable finalmente para todas las naciones reunirse en un único gobierno mundial. Solo él podrá vencer por completo los ancestrales problemas de la humanidad, como la guerra, las violaciones, la desigualdad social, la pobreza, el hambre y otros. De las Escrituras sabemos que realmente, antes de la Segunda Venida de Cristo se levantará un gobierno semejante - "Babilonia," que será guiado por la "bestia" - el feroz enemigo de Cristo y la Iglesia. Él entonces ofrecerá al mundo su religión universal, compuesta de diferentes doctrinas, entre las cuales estará también la cristiana. En el nuevo panteón de los profetas venerados y divinidades será colocado también un pedestal para Cristo, como uno de los grandes maestros y profetas. Rechazando su divinidad y desfigurando Su doctrina, los testigos de Jehová preparan al mundo para la "era pos - cristiana."

La guerra espiritual, que llevan los Testigos de Jehová contra la Iglesia y el cristianismo, no es acaso aquel Armagedón espiritual, que se anuncia en el Apocalipsis?

Y así nadie que respete por lo menos un poco la autoridad de las Sagradas Escrituras y la doctrina cristiana, puede obrar de otra manera, que no sea rechazando la vituperación de la enseñanza de los falsos Testigos de Jehová!

Jesucristo:

¿Dios u Hombre?

La fe en la divinidad de Jesucristo se manifiesta como el fundamento de todas nuestras convicciones religiosas.

Ella vuelca en nosotros fuerzas espirituales, inspira para hacer lo bueno, dirige nuestros esfuerzos y esperanzas. Sin ella el cristianismo pierde su sentido, su fuerza espiritual y se transforma en una colección de mitos antiguos y promesas imposibles.

Pero ante toda su excepcional importancia, la verdad de la Divinidad de Cristo, no-se auto evidencia. Algunos sitios en los Evangelios pareciera que contradicen esto. Es por eso, que la gente que impugna la Divinidad de Cristo, no encuentra obstáculos en buscar estos textos bíblicos, los que pareciera confirman sus ideas de que Jesucristo fue solo un hombre o puede ser un ángel encarnado, y por eso no puede ser llamado Dios en el sentido propio de esta palabra. Ante esto los adversarios de la fe en la divinidad de Cristo se basan en que el mismo Jesús nunca se llamó a sí mismo Dios y de esto sacan una conclusión errónea, que este título le fue concedido mas tarde.

Las ideas contrarias con relación a la naturaleza de Cristo, comenzaron a verterse desde los primeros días del cristianismo. Especialmente fuertes discusiones y agitaciones ofreció en el 4to. siglo la herejía arriana, la que enseñaba que Jesucristo solo era Hijo de Dios por título pero por naturaleza - un ángel, creado por Dios.

La herejía arriana fue minuciosamente revisada en el Primer Concilio Ecuménico, establecido en la ciudad de Nicea en el año 325. Los Padres del Concilio rechazaron la herejía arriana y compusieron el Símbolo de la fe, que se utiliza hasta hoy en la Iglesia, en el cual puntualmente expusieron la correcta enseñanza sobre Jesucristo.

En nuestros tiempos, la secta de los Testigos de Jehová sacó del polvo escondido la herejía arriana y en su variante enseña como si Jesucristo fuera el arcángel Miguel encarnado. La peligrosidad de la secta de los Testigos de Jehová se resume en que poseyendo recursos materiales ilimitados, ella inunda al mundo con su literatura y con sus predicadores.

Aunque las Escrituras Sagradas mencionan a Jesucristo Hijo de Dios, las personas que impugnan su naturaleza divina se basan en que la Sagrada Escritura denomina hijos de Dios a otras personas, por ejemplo, a los ángeles y a los hombres. Para evaluar esta cuestión hay que tener en cuenta lo siguiente. Al hablar de los hombres o de los ángeles, las Sagradas Escrituras nunca utilizan el singular y nunca llaman a determinado hombre u ángel 'hijo de Dios', sino que siempre utiliza la forma plural de manea colectiva: hijos de Dios. Al lector siempre le resulta axiomático, que aquí se habla de los 'hijos de Dios' no por naturaleza sino aceptados misericordiosamente por el Señor, ellos son niños no por naturaleza, sino prohijados. (Aquí el entendimiento literal de 'hijos' lleva a la absurda conclusión de que algunos hombres, por ejemplo, los enemigos de Dios, a quienes la Escritura denomina "hijos del diablo," tienen otra procedencia, distinta a la de los fieles).

Solamente con respecto a Jesucristo las Sagradas Escrituras cambian hacia el singular, llamándolo Hijo de Dios y además solo con respecto a Él se agregan estas palabras puntuales como Unigénito, Amado, Hijo del Dios Vivo, Hijo de verdad o Verdadero. (Romanos 8:22). Esto remarca que a diferencia de nosotros Jesucristo es el Hijo de Dios por naturaleza. Él es Hijo en el sentido real de esta palabra. Por eso los mormones cometen un error imperdonable cuando dicen que Jesucristo tenía otros dioses - hermanos, como por ejemplo, Lucifer (Satanás) y distintos espíritus. Las Sagradas Escrituras severamente distinguen al Hijo de los hijos: El Primero es nacido, los siguientes creados.

Al principio de la prédica de Jesucristo, Dios Padre dio testimonio sobre Su Hijo, diciendo: "Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento" (S. Mateo 3:4). Mas tarde en el monte Tabor Dios Padre repitió estas palabras agregando: "A él escuchen" (S. Mateo 17:5). Esto determina que los hombres debemos recibir todo lo dicho por el Señor Jesucristo como la completa e invariable verdad.

Pero que se puede por ejemplo decir a los que rechazan la divinidad de Jesucristo, cuando el mismo Jesucristo dijo: "Mi Padre es mayor que yo... sobre aquel día y hora (fin del mundo) nadie sabe, ni los ángeles de Dios, ni el Hijo, solo el Padre... el Hijo nada puede hacer, si no ve al Padre haciendo... Mi alma esta triste hasta la muerte...No sea mi voluntad, sino la tuya...," y frases semejantes, en las que Él se colocó en una segunda y servidora posición en relación con el Padre? (S. Juan 14:28, S. Marcos 13:32, S. Lucas 22:42, S. Mateo 24:39).

Además de eso si Jesucristo realmente se hubiera creído Dios, entonces porque no lo manifestó abiertamente? Con esto habría disipado cualquier duda con relación a su naturaleza.

Para entender porque Jesucristo no manifestó públicamente acerca de su divinidad, tratemos de ubicarnos mentalmente en aquella época y circunstancias, en las que Él predicó.

Pensemos como habrían reaccionado las personas ante las palabras de un hombre que caminaba por la ciudad diciendo: "Yo soy Dios." Seguramente la muchedumbre se habría burlado de Él como si fuera un loco, y los dirigentes de la fe judía se habrían apurado para decir que era un vituperador, y lo habrían condenado. Solo los paganos que reconocen muchos dioses, hubieran podido aceptar semejantes manifestaciones con mayor seriedad que los judíos, entendiéndolo por supuesto, en el sentido de sus creencias. (Recuerda la reacción de los paganos al ver los milagros del apóstol Pablo, como ellos querían tratarlo como uno de los dioses y traerle ofrendas, Hechos: 14,11). En nuestros tiempos, escuchando a un predicador que se llama a sí mismo dios, simplemente lo rechazaríamos con menosprecio. De esta manera, la directa manifestación del Salvador sobre su divinidad no habría traído los resultados necesarios.

Realmente, el Hijo de Dios no vino al mundo para subyugar a sus contemporáneos con su poder, como a siervos ponerlos bajo su divina potestad; sino para convencerlos para que retornen de sus pecados y comiencen a creer correctamente y a vivir con rectitud. Las personas se habían alejado tanto de lo espiritual que se les hizo imposible entender correctamente la verdad de la divinidad de Cristo. Recuerda del Evangelio cuan difícil le era a Cristo predicar entre los judíos, cuantas burlas tuvo que escuchar de parte de los sabios malvados, quienes contradecían en las disputas y hacían renegar de la fe al pueblo simple. Por eso la primer obra para Jesucristo era llevar a los hombres con arrepentimiento hacia Dios y cambiar sus prejuicios religiosos, sembrar en ellos la semilla de la fe verdadera. Habiendo llegado a esto, había que inspirarlos hacia la nueva correcta forma de vivir, enseñar a perdonar, compadecer y amarse unos a los otros.

Un cambio espiritual tan profundo en forma colectiva era imposible de alcanzar con amenazas y milagros. Evidentemente, cuando el Señor Jesucristo hacía manifiesta su naturaleza divina con algún milagro, esto despertaba en el común de los judíos pensamientos insanos sobre el glorioso reinado mesiánico en la tierra, en el cual ellos iban a enseñorearse ante las demás naciones. Es por eso que el Señor Jesucristo tenía la necesidad de prohibir que se divulguen los milagros por Él realizados.

Para renovar moralmente a la gente y hacerlos aptos para la fe verdadera, Cristo escogió el buen camino, induciendo las palabras y los ejemplos personales. Desde la compasión hacia la gente perdida, decidió compartir con ellos su pobreza, esfuerzos y penas. Para curar sus llagas y heridas, Él tomó sobre sí los pecados de la gente y en la cruz los lavó con su purísima sangre.

En general, toda la obra de la salvación de la humanidad pecadora, comenzando desde el momento de la encarnación del Salvador y finalizando con sus sufrimientos en la cruz, fueron para Él obras de una voluntaria auto humillación. Según las palabras de apóstol Pablo: "Cristo siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios, sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo."(Filipenses 2:6-9).

El profeta Isaías describe de esta forma el sacrificio voluntario de auto humillación del Mesías: "No hay parecer en Él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre Él; y por sullaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino, mas Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros. Angustiado Él y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. De la cárcel y del juicio fue quitado; y Su generación ¿quién la contará? (Isaías 53). Con estas palabras concluyentes el profeta se dirige hacia las conciencias de aquellos que rechazaron con desprecio al Salvador, y como si les hablara dice: ustedes rechazan con desprecio a Cristo sufriente y humillado, mas comprendan, que por su causa, pecadores, Él sufre tan pesadamente. Obsérvense en su hermosa espiritualidad, y entonces quizás, podrán entender que Él vino para ustedes desde el mundo de arriba. Mas voluntariamente auto humillándose para nuestra salvación, el Señor Jesucristo, no obstante, permanentemente revelaba el misterio de su unidad con Dios Padre a aquellos que eran capaces de sobrepasar la burda concepción de la muchedumbre. Así por ejemplo, les dijo a los judíos: "Yo y el Padre una cosa somos...El que me ha visto, ha visto al Padre...Yo soy en el Padre y el Padre en mí...Todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son mis cosas...Vendremos a él, y haremos con él morada" (S. Juan 10:30, 14:10-23, 17:10). Estas y otras expresiones semejantes remarcan unánimemente en Él Su naturaleza divina.

Además, el Señor Jesucristo paulatinamente revelaba su esencia, de manera que solo Dios puede hacerlo. Por ejemplo, Él se llamó a sí mismo CREADOR, cuando dijo: "Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro" (S. Juan 5:17).

Significativamente los judíos al oír estas palabras, las entendieron enteramente y quisieron matar a Cristo con piedras como a un vituperador, "porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también a su Padre llamaba Dios, haciéndose igual a Dios" (S. Juan 5:17-18). No contradiciendo su entendimiento el Señor con esto ratificó que ellos lo habían comprendido bien.

En otras conversaciones el Señor Jesucristo se llamó a sí mismo ETERNO. Cuando por ejemplo los judíos le preguntaron: "¿Tú quien eres?" Jesús les respondió: "El que al principio también os he dicho" (Yo Soy, 8:24-25). Y más adelante agregó: "De cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese, yo soy" (S. Juan 8:58). Aquí debemos prestar atención a que Jesús no dijo "yo fui," como corresponde correctamente decir gramaticalmente según el contexto, mas utilizó el tiempo presente: "Yo Soy" - o puntualmente: "Yo el que Soy." El profundo sentido de esta palabra se demuestra en el original del idioma hebreo. Cuando Moisés ante la zarza que ardía sin consumirse, preguntó a Dios como era Su nombre, el Señor contestó: "Yo - el que Soy" (en hebreo: Jehová). Entonces el mismo nombre "el que Soy" (Jehová) remarca la diferencia de esencia de Dios: Él es Aquel, que siempre existe, Él es eterno. Llamándose a sí mismo "el que Soy" (Jehová) Jesucristo usó aquel nombre con el que los hebreos llamaban a Dios. Recuerda ante esto, que el nombre Jehová se veneraba tanto por los judíos, que solo lo utilizaban en ocasiones especiales y solemnes, mas en la conversación habitual usaban los nombres Señor, Creador, Altísimo, Bendito y otros.

Luego de su resurrección de los muertos Jesucristo ratificó su eternidad, diciendo: "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, que es y que era, y que ha de venir, el Todopoderoso " (Ap. 1:8). En otras oportunidades Él se denominó como Omnisciente diciendo: "Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre" (S. Juan 10:15). Evidentemente la esencia de Dios es inabarcable para las creaciones limitadas.

Solo Dios puede conocer su naturaleza en su totalidad. El Señor Jesucristo también se llamó Omnipresente, cuando dijo: "Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, que está en el cielo"..."Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos" (S. Juan 3:13 y S. Mateo 18:20). Aquí otra vez Cristo usó la palabra "el que Soy," remarcando que Él nosolo estuvo o estará en los cielos, sino que constantemente permanece allí.

De esta forma como dividiendo con Su Padre todas Sus Divinas Virtudes: creación, eternidad, omnisciencia, omnipresencia y otros - Jesucristo debe ser reconocido por todos igual al Padre, por honor, por eso "todos deben honrar al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió" (S. Juan 5:23). Todo lo dicho aquí debe inspirar en el hombre no prejuicioso, una verdad indubitable; es a saber, que Jesucristo se manifiesta como Verdadero Dios, igual al Padre por naturaleza.

Aunque Jesucristo evitaba llamarse directamente a sí mismo Dios, para no despertar en la muchedumbre inquietudes innecesarias, igualmente Él consentía a aquellos que eran capaces de llegar hasta esta verdad. Así por ejemplo, cuando el apóstol Pedro en presencia de otros apóstoles dijo: "Tú eres Cristo, Hijo del Dios Vivo." El Señor aceptó su confesión de fe, agregando, que Pedro no llegó a este convencimiento solo por su razonamiento, sino gracias a una iluminación especial desde arriba: "Bienaventurado tú Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que esta en los cielos" (S. Mateo 16:16-18).

De manera semejante, cuando el apóstol Tomás hasta ese momento dudaba viendo ante sí al Salvador resucitado, exclamó: "Señor mío y Dos mío" (S. Juan 20:28) - Cristo no rechazó esta denominación, sino que además ligeramente reprochó a Tomás por su tardanza y dijo: "Porque me has visto (resucitado), Tomás, creíste: bienaventurados los que no vieron y creyeron" (S. Juan 20:29).

Recuerda, finalmente que la misma condenación de Cristo para la muerte en la cruz fue oficialmente publicada por reconocerse Su Divinidad. Cuando el sumo pontífice Caifás conjurando preguntó a Cristo: "¿Dinos, eres tú el Cristo, Hijo de Dios?" Cristo respondió: "Tú has dicho," utilizando la forma determinada para la respuesta afirmativa. (S. Mateo 26:63, S. Lucas 22:70, S. Juan 19:7).

Ahora corresponde explicar otra cosa, que esta relacionada con esta importante pregunta: de dónde Caifás, así como muchos judíos y hasta los demonios (¡) podrían sacar la idea, de que el Mesías sería Hijo de Dios? La respuesta aquí es una: de la Escritura del Antiguo Testamento. Él especialmente preparaba el terreno para esta fe. Realmente, hasta el rey David, que vivió mil años antes del nacimiento de Cristo, en tres salmos nombra al Mesías Dios (Salmos 2, 44 y 109). El profeta Isaías, que vivió 700 años antes del nacimiento de Cristo, reveló esta verdad con mayor claridad. Prediciendo el milagro de la encarnación del Hijo de Dios, Isaías escribía: "He aquí que la virgen concebirá, y parirá un hijo, y llamará su nombre Emmanuel," lo que significa: "Dios con nosotros." Y no mucho mas adelante el profeta aun más fehacientemente devela la Naturaleza del Hijo que debe nacer: "Y llamaráse Su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno..." (Isaías 7:14, 9:6). Estas denominaciones no son posibles de adjudicar a nadie mas que a Dios. Sobre la eternidad del Niño que debe nacer escribía también el profeta Miqueas (ver Miqueas 5:2).

El profeta Jeremías, que vivió aproximadamente 200 años después de Isaías nombra al Mesías "Señor" (Jeremías 23:5 y 33:16), sobreentendiendo a Aquel Señor, que lo envió a la prédica; y el discípulo de Jeremías, el profeta Baruj, escribió las siguientes y maravillosas palabras sobre el Mesías: "Este es nuestro Dios, y ningún otro se igualará con Él. Él encontró todos los caminos de sabiduría y la otorgó a Susiervo Jacobo y a Su amado Israel. Luego de eso Él se apareció en la tierra y anduvo entre los hombres" (Baruj 3:36-38) - es decir el mismo Dios vendrá a la tierra y vivirá entre los hombres!

He aquí el porque los judíos mas atentos, teniendo estas indicaciones definidas en la Sagrada Escritura, podían reconocer sin vacilación en Cristo al verdadero Hijo de Dios. Es notablemente, que aun antes del nacimiento de Cristo la recta Elizabeth al encontrarse con la Virgen María, que esperaba al Niño, la recibe con el siguiente saludo solemne: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Y de dónde esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? (S. Lucas 1:40-43). Es evidente, que la recta Elizabeth no podía tener otro Señor, mas que Aquel al cual ella servía desde su infancia. Como explica el apóstol Lucas, Elizabeth no dijo esto de su parte, sino por inspiración del Espíritu Santo.

Habiendo asimilado con fuerza la fe en la Divinidad de Cristo, los apóstoles sembraban esta fe en Él también entre todos los pueblos. Con la revelación de la naturaleza Divina de Jesucristo, el evangelista Juan comienza su Evangelio:

"En el principio era la Palabra,

y la Palabra era con Dios,

y la Palabra era Dios...

Esta era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas;

y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho...

Y aquella Palabra fue hecha carne,

y habitó entre nosotros,

lleno de gracia y de verdad...

y vimos su gloria,

gloria como del unigénito del Padre,

A Dios nadie le vió jamás;

El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre,

Él le declaró (a Dios)" (S. Juan 1:1-18).

La denominación del Hijo de Dios como Palabra (Verbo), más que otras denominaciones, revela el misterio de las relaciones recíprocas internas entre la Primera y Segunda Hipóstasis de la Santísima Trinidad - Dios Padre y Dios Hijo. Realmente, el pensamiento y la palabra son distintos uno del otro en cuanto a que el pensamiento permanece en la razón, y la palabra es la expresión del pensamiento. Al mismo tiempo son inseparables. Ni el pensamiento existe sin palabra, ni la palabra sin el pensamiento. El pensamiento es como la palabra escondida en el interior, y la palabra es la manifestación del pensamiento. El pensamiento, encarnándose en la palabra, transmite a los que escuchan el contenido del pensamiento. En este plano el pensamiento, siendo el principio independiente, es como el padre de la palabra, y la palabra es como el hijo del pensamiento. Antes del pensamiento ella es imposible, sin embargo no procede de ningún lugar fuera, sino solo del pensamiento y queda inseparable del pensamiento. De forma semejante el Padre, el enorme Pensamiento que todo lo abarca, dimanó de su seno al Hijo - Palabra (Verbo), Su primer Intérprete y Mensajero (según San Dionisio de Alejandría).

Sobre la Divinidad de Cristo los apóstoles hablaban con total claridad: "Empero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero: y estamos en el verdadero, en Su Hijo Jesucristo" (1 S. Juan 5:20). De los israelitas nació "Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas" (Romanos 9:56). "Esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo" (Tito 2:13). "Si ustedes judíos hubieran conocido [la Sabiduría de Dios], no hubieran crucificado al Señor de gloria" (1 Corintios 2:8). "En él (Cristo) habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente" (Colosenses 2:9). "Y sin contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne" (1 Timoteo 3:16). Con respecto a que el Hijo de Dios no es una creación, sino Creador, que ilimitadamente esta por encima de todas las esencias creadas por Él, el apóstol Pablo detalladamente lo demuestra en el primer y segundo capítulo de su epístola a los hebreos. Los ángeles son solo espíritus servidores.

Es indispensable recordar, que la denominación del Señor Jesucristo como Dios - Theos - por sí misma habla de la plenitud de Divinidad. "Dios" con comillas de lógica, filosóficamente, no puede ser "segundo escalón," "menor categoría," Dios limitado. La virtud de naturaleza divina no depende de las condiciones, de la disminución. Si es "Dios," lo es enteramente, y no en partes. Solamente gracias a la unidad de las Hipóstasis en Dios es posible reunir en una proposición el nombre del Hijo y del Santo Espíritu en igualdad con el nombre del Padre, por ejemplo: "Por tanto, id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo..." (S. Mateo 28:19). "La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la participación del Espíritu Santo sea con vosotros todos" (2 Corintios 13:13). "Tres son los que dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno" (1 Juan 5:7). Aquí el apóstol Juan subraya, que Tres son uno - una esencia.


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