Nos dirigimos a Dios con las palabras: "Padre nuestro!" Y con esto lo confesamos a Él — Señor del universo — como nuestro Padre, porque Él, liberándonos de la esclavitud de las pasiones, nos prohijó para si.
Diciendo mas adelante: "Que estás en el Cielo," — expresamos nuestra disposición de alejar de nosotros cualquier apego a esta temporal vida terrenal, que largamente nos aleja de lo celestial, y en adelante con empeño tender hacia allí, donde habita nuestro Padre.
Una predisposición así nos obliga a no desear ya mas nada que no se corresponda con la elevada denominación de hijos de Dios y lo que puede privarnos de la paternal herencia y someternos al severo juicio de Dios
San Juan Casiano
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