¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz y buena voluntad para los hombres! (3 veces)
Abre, Señor, mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza. (2 veces)
Salmo 3 2
Señor, ¿por qué se han multiplicado los que me afligen? Muchos se levantan contra mí.
Todos los Salmos en el Devocionario son una
traducción propia del texto griego de la versión de la Septuaginta, usada en la Iglesia Ortodoxa.
Muchos dicen a mi alma: «No hay salvación para él en su Dios.»
Pero Tú, Señor, eres mi protector, mi gloria y el que exalta mi cabeza.
Con mi voz he clamado al Señor, y Él me ha escuchado desde su monte santo.
Yo me acosté y me dormí, y desperté, porque el Señor me ampara.
No temeré ante miríadas de pueblos, los que en contorno me asedian. Levántate, oh Señor: sálvame, Dios mío; pues Tú has golpeado a todos los que sin causa me aborrecen; has quebrantado
los dientes de los pecadores.
Del Señor es la salvación, y sobre tu pueblo esté tu bendición.
Nuevamente:
Yo me acosté y me dormí, y desperté, porque el Señor me ampara.
Salmo 37
Señor, no me increpes en tu furor, ni me
corrijas en tu ira.
Porque tus saetas se han clavado en mí, y has afirmado sobre mí tu mano; no hay sanidad en mi carne ante tu ira; no hay paz para mis huesos ante mis, pecados.
Porque mis iniquidades han sobrepasado mi cabeza; cual carga agobiante han pesado sobre mí.
Mis heridas han hedido y se han corrompido ante mi insensatez; me he fatigado y encorvado hasta el fin, todo el día andaba contristado; porque mis lomos se han llenado de mofas y no hay sanidad en mi carne.
Maltratado y humillado he sido sobremanera, rugía por el gemido de mi corazón.
Delante de Ti está todo mi deseo, y mi gemido no está oculto a Ti.
Mi corazón se conturbó; me abandonó mi fuerza; ni la luz de mis ojos estaba conmigo.
Mis amigos y parientes se han acercado y se han colocado contra mí; y los más allegados se han puesto a distancia; me violentaron los que buscaban mi alma, y los que procuran mal para mí han hablado vanidades y han tramado
engaños todo el día.
Yo, empero, cual si sordo, no oía; y cual si mudo que no abre su boca; me he vuelto cual si un hombre que no oye y no tiene réplicas en su boca.
Porque en Ti he esperado, Señor: Tú escucharás, Señor, Dios mío.
Porque dije: «No sea que se regocijen por mí mis enemigos.» Y, al vacilar mis pies, se jactaron sobre mí.
Porque yo para la flagelación estoy presto y mi dolor está siempre ante mí.
Porque yo anunciaré mi iniquidad, y me cuidaré de mi pecado.
Pero mis enemigos viven y se han fortalecido sobre mí; se han multiplicado los que injustamente me aborrecen; los que me devolvieron mal por bien me calumniaban, porque yo aspiraba la
bondad.
No me abandones, Señor, Dios mío, no te apartes de mí: ven en mi ayuda, Señor de mi salvación.
Nuevamente:
No me abandones, Señor, Dios mío, no te apartes de mí: ven en mi ayuda, Señor de mi salvación.
Salmo 62
Oh Dios, Dios mío, a Ti madrugo:
mi alma ha tenido sed de Ti. ¡Cuántas veces también mi carne!, en tierra desierta, intransitable y sin agua, así en el santuario me he presentado
ante Ti, para ver tu poderío y tu gloria.
Porque mejor es tu misericordia que los sacrificios, mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida, en tu Nombre elevaré mis manos; se saciará mi alma como de médula y
grosura, y con labios de júbilo te alabará mi boca.
Cuando me acordaba de Ti sobre mi lecho, por las mañanas meditaba en Ti, porque te has hecho mi auxiliador, y bajo la sombra de tus alas me regocijaré.
Mi alma se adhirió a Ti; tu diestra me
acogió.
En cambio, ellos en vano han buscado mi alma; entrarán en lo más profundo de la tierra, serán entregados bajo poder de la espada y quedarán cual presas de los chacales.
Pero el rey en Dios se alegrará, y todo el que jura por él será alabado, porque ha sido obstruida la boca de los que hablan injusticias.
Nuevamente:
por las mañanas meditaba en Ti; porque te has hecho mi auxiliador; y bajo la sombra de tus alas me regocijaré.
Mi alma se adhirió a Ti; tu diestra me
acogió.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios.
Señor, ten piedad. (3 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 87
Señor, Dios de mi salvación, día y noche he clamado ante Ti; entre a tu Presencia mi oración, inclina tu oído a mi súplica.
Porque mi alma está hastiada de males, y mi vida se ha aproximado al Hades.
He sido contado entre los que descienden a la fosa; he venido a ser como un hombre desamparado, libre entre los muertos; como los heridos que yacen en el sepulcro, de los que no te acuerdas ya,
que han sido apartados de tu mano; me han puesto en una fosa profunda, en las tinieblas y en la sombra de la muerte.
Sobre mí se ha establecido tu furor, has traído en mi contra todas tus tormentas.
Has alejado de mí a mis conocidos, me han puesto por abominación para ellos; fui entregado y no salía, mis ojos languidecieron de miseria.
He clamado a Ti, Señor, todo el día a Ti he extendido mis manos:
¿acaso a los muertos harás maravillas?,
¿o los resucitarán los médicos, y te confesarán?
¿Acaso narrará alguno en el sepulcro tu
misericordia, y tu verdad en el lugar de la perdición?
¿Acaso se conocerán en las tinieblas tus maravillas, y tu justicia en la tierra olvidada?
Mas yo a Ti he clamado, Señor; al despuntar el alba, te llegará mi oración.
¿Por qué, Señor, rechazas a mi alma, y apartas de mí tu Rostro?
Pobre soy yo, y he estado en fatigas desde mi juventud; y una vez exaltado, he sido humillado y confundido.
Sobre mí han pasado tus iras, y tus terrores me han turbado; me han cercado cual agua, todo el día
me han rodeado a una.
Has alejado de mí al amigo y al prójimo y a mis conocidos por mi miseria.
Nuevamente:
Señor, Dios de mi salvación, día y noche
he clamado ante Ti; entre a tu Presencia mi oración, inclina tu oído a mi súplica.
Salmo 102
Bendice, alma mía, al Señor, y todo dentro de mí su santo Nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides todos sus beneficios; el que perdona todas tus iniquidades; el que sana todas tus dolencias; el que redime a tu alma de la corrupción; el que te corona con misericordia y compasión; el que colma de bienes tu deseo, que tu juventud se renueva como la del águila.
El Señor hace misericordia y juicio a todos los agraviados.
Manifestó sus caminos a Moisés, y su voluntad a los hijos de Israel.
Compasivo y misericordioso es el Señor, tardo para la ira y de mucha piedad; no hasta el fin se airará, ni para siempre se enfurecerá.
No ha hecho con nosotros según nuestras iniquidades ni según nuestros pecados nos ha retribuido.
Cuanto se alza el cielo de la tierra, tanto ha fortalecido el Señor su misericordia sobre los que le temen.
Cuanto dista el oriente del occidente, tanto ha alejado de nosotros nuestras iniquidades.
Como se conmisera el padre de los hijos, así se ha compadecido el Señor de los que le temen; porque Él conoció nuestra hechura, se acordó de que somos polvo; el hombre, como heno son sus días,
como flor del campo florecerá; que si un viento pase por ella, ya no existirá ni volverá a conocer su lugar.
Pero la misericordia del Señor es desde siempre y para siempre sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos, los que guardan su Alianza y se acuerdan de sus mandamientos para cumplirlos.
El Señor en el cielo ha dispuesto su Trono, y su Reino sobre todos señorea.
Bendecid al Señor, todos sus ángeles, poderosos en fuerza, que ejecutan su palabra al oír la voz de su mandato.
Bendecid al Señor, todas sus potestades, servidores suyos que hacen su voluntad.
Bendecid al Señor, todas sus obras, en todo lugar de su dominio: bendice, alma mía, al Señor.
Nuevamente:
En todo lugar de su dominio: bendice, alma mía, al Señor.
Salmo 142
Señor, escucha mi oración: advierte mi súplica en tu verdad, atiéndeme con tu justicia.
Y no entres en juicio con tu siervo porque no será justificado ante Ti ningún viviente.
Porque el enemigo ha perseguido a mi alma, ha humillado hasta el suelo mi vida; me ha sentado en tinieblas como a muertos desde hace siglos; se ha desalentado mi espíritu; mi corazón se ha turbado dentro de mí.
Recordé los días de antaño, medité en todas tus obras, las hechuras de tus manos contemplé.
Extendí mis manos hacia Ti, mi alma es como tierra sedienta de Ti.
Escúchame pronto, Señor: ha desfallecido mi espíritu.
No apartes de mí tu rostro, pues me asemejaría a los que descienden a la fosa.
Hazme oír al despuntar el alba tu misericordia, porque en Ti he esperado. Hazme conocer el camino en que he de andar porque hacia Ti he levantado mi alma.
Arráncame de mis enemigos, Señor, que en Ti me he refugiado; enséñame a cumplir tu voluntad porque Tú eres mi Dios.
Tu Espíritu, que es bondadoso, me guía en tierra recta. Por tu Nombre, Señor, me vivificarás.
Con tu justicia sacarás a mi alma de la
tribulación y con tu misericordia exterminarás a mis enemigos.
Y perderás a todos los que atribulan a mi alma porque yo soy tu siervo.
Nuevamente:
Atiéndeme en tu justicia y no entres en juicio con tu siervo (2 veces).
Tu Espíritu, que es bondadoso, me guía en tierra recta.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios nuestro y Esperanza nuestra:
¡Gloria a Ti!
Por las oraciones de nuestros santos padres, oh Señor Jesucristo, Dios nuestro: ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.
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