Podemos ver la necesidad de observar los ayunos en el Evangelio y en el ejemplo del mismo Jesucristo, quien ayunó en el desierto por cuarenta días, aunque Él al ser Dios no tenía necesidad de hacerlo. En segundo lugar a la pregunta de Sus discípulos de por qué ellos no habían podido expulsar al demonio de un hombre, Cristo les contestaba: "Por vuestra incredulidad." Y después agregaba: "Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno" (Marcos 9:29). Además hay en el Evangelio indicaciones para que nosotros ayunemos los miércoles y los viernes. El día miércoles Cristo fue entregado y el día viernes fue crucificado.
La comida que no se puede comer (carnes, lácteos, huevos) durante las abstinencias no es mala. No deshonra pero hace más pesado el cuerpo del hombre. El Apóstol San Pablo dice: "Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día" (2 Cor 4:16). Él llamó hombre exterior el cuerpo e interior al alma.
Cada privación y cada sacrificio se aprecia delante de Dios, como se dice en el Evangelio: "Al reino de los cielos se hace a la fuerza, y los valientes lo arrebatan" (Mateo 11:12). Los que insolentemente y voluntariamente violan las reglas de ayuno se llaman enemigos de la cruz, su dios es el estómago y su gloria está en su vergüenza. En los salmos se dice: "Pecarás por el vientre." Por supuesto, otra cosa es si alguien quebranta las normas del ayuno por enfermedad o por debilidad del cuerpo. Pero los sanos que ayunan resultan más saludables y buenos y además viven más años, aunque parezcan más flacos o consumidos. Durante el ayuno y la abstinencia el cuerpo no se rebela tanto, el sueño no triunfa tanto, los pensamientos vanos entran menos a la cabeza, el sueño no te vence y los libros espirituales se leen con más entusiasmo y se comprenden mejor.
Entonces si vosotros deseáis, por la gracia de Dios, purificaros de los pecados, sabed que los pecados se combaten solamente con oraciones sinceras y ayuno, pero con un ayuno prudente. He aquí un ejemplo de un ayuno imprudente. Un terrateniente, de vida placentera, quiso de repente hacer un ayuno severo y ordenó en todo el tiempo de la Cuaresma preparar para él, como única comida, semillas de cáñamo y las comía con kvas (Kvas: bebida que usan en países eslavos y se obtiene echando agua caliente sobre la harina de cebada o pan de centeno resecado y dejando fermentar el líquido obtenido.). Como resultado de tan brusco paso de placeres al ayuno, se arruinó el estómago y los doctores tardaron un año para curarlo. Hay escritos de los Santos Padres que dicen que no debemos ser asesinos de nuestro cuerpo sino de las pasiones.
San Ambrosio de Óptina
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