Akathisto a la Santa Gran Mártir Catalina de Alejandría.
Cuya memoria se celebra el 24 de Noviembre/7 de Diciembre
KONDAKION 1
Con cánticos de alabanza cantemos a Santa Catalina, novia de Cristo, virgen mártir elegida por la casa imperial y coronada en el Cielo; pues es la más gloriosa vencedora contra el tirano, la más sabia instructora de los filósofos y la guía hacia Cristo para muchos. Puesto que tienes audacia ante el Señor, Oh gran mártir Catalina, presentale con misericordia las rectas y necesitadas peticiones de aquellos que te claman:
Alégrate, Oh Catalina, sapientísima novia de Cristo
IKOS
Habiendo preservado una pureza igual a la de los ángeles, Oh Santa virgen Catalina, te elevaste hasta el coro de los ángeles, y con ellos fuiste encontrada digna de la divina iluminación; y cantaste con ellos un himno en los cielos a la Santa Trinidad; pero no dejaste de escucharnos a nosotros que desde la tierra te cantamos:
Alégrate, tú que fuiste apartada desde la infancia como un recipiente de gracia por la elección de Dios Padre.
Alégrate, tú por quien por la maravillosa economía de Dios fuiste instruida en el conocimiento de la grandeza y gloria de Cristo el Hijo de Dios.
Alégrate, signo maravilloso de la precognición de Dios manifestada en ti.
Alégrate, pues cuando el Espíritu Santo te llamó, tu misma te apresuraste a ser merecedora de Su santidad.
Alégrate, tu que fuiste iluminada por la luz de la piadosa fe.
Alégrate, tu que renaciste de la fuente sagrada.
Alégrate, honorable morada de la santidad del Espíritu.
Alégrate, cumplimiento de los sufrimientos de Cristo.
Alégrate, tu que en la tierra lavaste tus ropas con la sangre del Cordero.
Alégrate, tu que te uniste al coro de las santas vírgenes en el cielo.
Alégrate, radiante estrella, brillando con la gloria de los milagros en el firmamento de la iglesia.
Alégrate, tú que a semejanza de una paloma resplandeciste con mansedumbre en el Bendito Reino de Cristo.
Alégrate, Oh Catalina, sapientísima novia de Cristo.
KONDAKION II
Al ver que había sido encontrada digna de recibir una visión, la bienaventurada Catalina se apresuró al santo anciano espiritual quien anteriormente le había confiado el Icono de la Theotokos; y le contó como Cristo que se había aparecido ante ella junto a Su Toda-Santa Madre, había ocultado Su rostro de ella; la acusó de la inmundicia de su vida y la pidió que abandonara la infamia de la idolatría. Y al oír esto, el venerable la instruyó en los misterios de la Fe y la bautizó ; y con un espíritu renovado, cantó a Dios en acción de gracias: ¡Aleluya !
IKOS II
Tras haber adquirido en su renacimiento espiritual un buen intelecto, la verdadera nobleza y la riqueza imperecedera, Santa Catalina fue encontrada digna de Cristo, el Novio Celestial que se le apareció de nuevo, le mostró su amor prometiéndola para Sí al darle un anillo ; y reconociendo la magnitud de la buena Voluntad de Dios, quedó tan prendada de puro amor por Él que ya no volvió a considerar las cosas mundanas, sino en el incesante recuerdo de su Amado. Y tras haber sido
tenida digna de tal divina gracia, dígnate a recibir nuestras suplicas:
Alégrate, pues en la sabiduría natural que se te dio, recibiste de Dios dones espirituales que trascienden la naturaleza.
Alégrate, pues tornaste en locura la sabiduría, la gloria y las riquezas de este mundo.
Alégrate, pues no deseaste tomar para ti un novio de entre los hombres del mundo.
Alégrate, tú que en una visión fuiste prometida por Cristo mismo como Su novia sin mancha.
Alégrate, pues tuviste a la Toda-Pura Madre de Dios como garante por ti y mediadora ante el Señor, el Hijo de Dios.
Alégrate, pues verdaderamente recibiste de Cristo un maravillosísimo anillo para tu mano derecha, como muestra de tu compromiso con tu Novio Celestial.
Alégrate, pues habiendo sido transformada por una maravillosa transformación, dejaste a un lado todo pensamiento mundano.
Alégrate, pues perseguiste diligentemente la fragancia del miro de Cristo.
Alégrate, buena amante del Novio inmortal.
Alégrate, receptáculo de la fragancia del Altísimo.
Alégrate, olivo plantado en la Casa de Dios,
Alégrate, cedro del Líbano que crece a gran altura.
Alégrate, Oh Catalina, sapientísima novia de Cristo
KONDAKION III
El poder del Altísimo dio entonces a Santa Catalina la audacia sin temor de denunciar al impío Emperador Maximino por sus ofrendas de sacrificios a los ídolos que al instante quedó mudo por muchas horas, y fue incapaz de contradecir las palabras de Catalina, y ella cantó en acción de gracias: ¡Aleluya!
IKOS III
Poseída por la sabiduría que le fue enviada de lo Alto, cuando el impío Emperador se puso ante ella, santa Catalina se confesó como la hija de un gobernador, habiendo dominado las ciencias de la filosofía y la retórica; y además, como público rechazo a la adoración de los ídolos, se declaró como la novia de Cristo. Consciente pues de esta audaz confesión, te ofrecemos este himno:
Alégrate, abeja que escapaste volando del hedor de la idolatría.
Alégrate, paloma que siempre te esforzaste con sinceridad en preservar la pureza de tu alma y tu cuerpo.
Alégrate, tu que, tras haberte esforzado con toda tu mente en comprender los misterios de la salvación en el Señor Jesús Cristo, fuiste enriquecida con tesoros espirituales.
Alégrate, pues excediendo en celo por la Gloria de Cristo, tu Novio Celestial, acudiste por todas partes en busca dela gente que erraba para atraerlas a la Fe en Cristo.
Alégrate, pues guiada por el brazo poderoso de Cristo, escapaste a la tempestad de la idolatría.
Alégrate, pues dirigida por los divinos Mandamientos del Soberano y ardiendo de amor por Él, te enfrentaste con decisión ante los problemas que te aguardaban.
Alégrate, pues investida con la ayuda divina, te presentaste con coraje ante el tribunal sin Dios.
Alégrate, pues por tu gran audacia acobardaste a la misma tiranía del emperador.
Alégrate, fortaleza de fe erigida por Cristo para llevar a la nada la incredulidad.
Alégrate, radiante estrella de la mañana, heralda de la aurora de salvación para aquellos que a través de ti se acercan a creer en Cristo.
Alégrate, atleta que venciste al príncipe de este mundo como un faro vence las tinieblas.
Alégrate, muralla santificada que cuidas de las ovejas de Cristo contra el hambre del lobo noético.
Alégrate, Oh Catalina, sapientísima novia de Cristo
KONDAKION IV
Agitando una tempestad de ira contra la santa virgen, el emperador le dijo: “¡No me digas maldades contra nuestros dioses!” Pero santa Catalina respondió: “Si tu deseas remover la oscuridad de la ilusión de los ojos de tu psique, debes entender que tus dioses son malignos, y acepta al Dios verdadero Cuyo nombre, solamente pronunciado, o Cuya Cruz, cuando es trazada en el aire, repelen y destruyen tus dioses. Si lo mandas, te revelaré la Verdad, cantando a Dios”: ¡Aleluya!
IKOS IV
Al escuchar tu sabia y generosa respuesta sobre la Fe de Cristo, y temiendo que fuera vencido por ti, Oh espléndida doncella, el impío Emperador, se reunió con hombres sabios, cincuenta en total, de las regiones remotas del reino, para discutir contigo. Pero fuiste fortalecida al asegurarte la victoria el Arcángel San Miguel, por lo que te regocijaste grandemente y decidiste entrar en debate con ellos. Por tanto, acepta de nosotros esta alabanza:
Alégrate, pues fuiste informada por el Arcángel sobre tu victorioso triunfo sobre tus oponentes.
Alégrate, pues poseedora del divino conocimiento del cielo, audaz y valientemente avergonzaste con su falsamente llamado conocimiento.
Alégrate, pues con un corazón purificado recibiste la gracia del Espíritu de la Verdad
Alégrate, pues habiéndote afirmado por tu manera de vivir y tu constante razonamiento, pisoteaste las falsedades del enemigo noético bajo tus pies.
Alégrate, órgano melodioso del Espíritu
Alégrate, reveladora de la conciencia en Cristo
Alégrate, tú que adquiriste el conocimientos de los querubines de Dios
Alégrate, tú que inflamaste con el amor de los serafines de Dios
Alégrate, más sabia entre los sabios
Alégrate, tú que hiciste afilar la espada del Espíritu contra la incredulidad
Alégrate, disipadora de la impiedad
Alégrate, instructora de los fieles
Alégrate, oh Catalina, sapientísima novia de Cristo
KONDAKION V
Fuiste semejante a una estrella divinamente radiante, oh Catalina, al haber prevalecido tus sabias palabras en la discusión sobre los cincuenta retóricos, las cuales les guio al camino cristiano que lleva a Cristo Dios, el Sol de justicia, Quién resplandeció ante la Virgen; pero, condenados por amor a Cristo a la inmolación y acompañados en su camino por tus oraciones, gozosamente entraron en el fuego cantando: ¡Aleluya!
IKOS V
Al ver sus edictos rechazados y sus exhortaciones ignoradas, el emperador se dirigió al engaño, pensando que podría seducirte con halagos, Oh bendita Catalina, prometiendo que te daría la mitad de su reino. Pero, prefiriendo la Fe que los tesoros terrenales, y amando a Cristo tu Novio más que a un reino terrenal, y la vestidura del martirio más que la púrpura real, rechazaste sus vanas palabras. Por tanto, te ofrecemos estas alabanzas:
Alégrate, oh virgen que denunciaste la falsedad.
Alégrate, pues pisoteaste la pérfida serpiente bajo tus pies
Alégrate, pues tornaste la doctrina perniciosa de los infieles en un arma para su destrucción
Alégrate, pues habiendo despojado los dioses que adoraban en su veneración, los mantuviste hasta la burla
Alégrate, pues por el concilio de los cincuenta miembros que se jactaban de tu sabiduría, tú más sabiamente los dejaste en la nada.
Alégrate, pues desenmascaraste la locura de su sabiduría terrenal ante toda la multitud.
Alégrate, clarín del Espíritu Santo, emitiendo el sonido de la verdadera teología
Alégrate, buena confesión de la fe
Alégrate, el esplendor de la luz del Evangelio
Alégrate, guardiana de las leyes eternas
Alégrate, tú que ascendiste a la montaña de la visión divina
Alégrate, pues por la luz de Cristo, habiendo iluminado a los que discutían contigo por la fe, recibieron la salvación
Alégrate, oh Catalina, sapientísima novia de Cristo
KONDAKION VI
Celosa por imitar a los apóstoles predicadores y portadores de Dios, proclamaste con audacia a Cristo, Dios verdadero, ante la presencia del tirano, y durante tu flagelación y encarcelamiento cantaste a Dios: Aleluya!
IKOS VI
Él, que brillo con el resplandor del verdadero conocimiento en tu corazón, te alejó de la pesadumbre de las tribulaciones y no te dejó padecer hambre, enviándote comida por medio de una paloma, tampoco te permitió afligirte por las tribulaciones, pues en prisión te visitó Él mismo, dándote fuerza y prometiéndote muchas coronas. Y fuiste aún más fortalecida, Oh tú que fuiste paciente de corazón , y a la Emperatriz Augusta, al General Porfirios y a los soldados que venían a ti, les convertiste a la luz de la fe cristiana, enseñándoles a cantar así:
Alégrate, redoma del amor divino
Alégrate, pues imitando a Cristo, voluntariamente saliste en marcha a sufrir
Alégrate, diamante de dureza excepcional
Alégrate, Toda-honorable fuente de inefables milagros.
Alégrate, tú que hiciste morir al enemigo con tu resistencia.
Alégrate, tu que portas las heridas del Señor sobre tu cuerpo.
Alégrate, tu a quien la emperatriz Augusta y a aquellos que le acompañaban, les mostraste el camino de la hazaña del martirio.
Alégrate, pues fuiste una luz en medio de la oscuridad
Alégrate pues el Señor mismo, la Luz del mundo, se reveló a ti cuando estabas en prisión.
Alégrate, rápida libertadora de las ataduras del pecado.
Alégrate, pronta sanadora de los enfermos.
Alégrate, ayuda en nuestra salvación.
Alégrate, Oh Catalina, sapientísima novia de Cristo
KONDAKION VII
El emperador sin Dios, deseando atraerte a la abominable adoración idolátrica a sus dioses, volvió a tenderte trampas, Oh Toda-Sabia, y trató de distraerte por medio de la falsa alabanza a tu hermosura, pero tu llamaste a la belleza “algo transitorio y que rápidamente pasa” y confesaste a Cristo como al Divino y verdadero Dios por lo que Le cantamos: ¡Aleluya!
IKOS VII
El emperador hizo gala de su ira e inhumanidad de nuevo cuando ordenó al gobernador romper tu puro, virginal y santo cuerpo en la rueda; pero por la mano maravillosa del ángel tú fuiste en seguida desatada sin haber sufrido ningún daño. La rueda de repente se rompió, y mientras se rompía, muchos incrédulos murieron. Al ver esto, el emperador fue asolado por el terror, y la multitud de las personas que estaban allí presentes exclamaron en voz alta: “¡Grande es el Dios de los cristianos” Y maravillándonos por esto, te clamamos:
Alégrate, pues habiendo abrazado la vida inmaterial, valientemente entregaste la belleza de tu cuerpo para ser echado como desperdicios.
Alégrate, pues en tu cuerpo causaste el resplandor de Dios floreciendo en lo sucesivo.
Alégrate, pues diste tu cuerpo sin mancha a diversos y dolorosos tormentos por amor a tu Creador.
Alégrate, pues en la fuerza de ese amor, fuiste mostrada victoriosa, sin acobardarte por miedo a la crueldad de las torturas.
Alégrate, pues de forma divinamente sabia, preferiste recibir graves palizas en tu cuerpo, en aras de la superioridad de la hermosura espiritual.
Alégrate, a través de las heridas que sufriste por amor a Cristo, deseaste ser adornada con verdadera vestidura púrpura real.
Alégrate, pues prevaleciste sobre las palabras astutas y tentaciones del tirano.
Alégrate, pues abatiste las esperanzas del cruel, esperanzado en debilitar la fuerza de tu determinación.
Alégrate, Oh mártir de visión preciada y maravillosa a los ángeles
Alégrate, gloria de las compañías de atletas.
Alégrate, espléndida victoria sobre el enemigo.
Alégrate, terror de los infieles.
Alégrate, Oh Catalina, sapientísima novia de Cristo.
KONDAKION VIII
Contemplando la extraña renuncia a la gloria y el sufrimiento por Cristo de la emperatriz, el general y sus soldados, trasladémonos lejos del mundo y de la carne, y elevémonos al conocimiento de Dios, Pues Él es la belleza, la gloria y la corona de los que cantamos: ¡Aleluya!
IKOS VIII
Jesús se hizo para ti todo tu deleite y deseo, Oh Santa Catalina; Pues con dulzura sufriste el amargo tormento por amor a Él, y pisaste bajo tus pies el cetro que se te ofreció, prefiriendo la recompensa que estaría por venir. Por tanto, acepta de nosotros estas alabanzas:
Alégrate, pues a través de tus divinamente sabias enseñanzas la emperatriz, creyendo, se apresuró a la piedad
Alégrate, pues tras haber sufrido el dolorosas torturas y la decapitación por la espada, a través de ti fue manifiestamente considerada digna del Reino de los Cielos.
Alégrate, luna resplandeciente, que ahuyentas la oscuridad de la incredulidad en los que caminan de noche.
Alégrate, tú que iluminaste las compañías de soldados, sumidos en la ignorancia por la idolatría, con tus virtudes como rayos del sol
Alégrate, paloma del apuesto Esposo que cantó en el desierto de este mundo
Alégrate, tú que alegraste al Soberano de las huestes celestiales con el dulce canto de tu confesión
Alégrate, tú que perfumaste las vestiduras de Cristo con dulce fragancia
Alégrate, tú que buscaste a Aquel que es el Hijo Unigénito en la colina eterna como un cervatillo sobre los montes de los bálsamos.[1]
Alégrate, tú que navegaste fácil y rápidamente sobre el tumultuoso mar de este mundo
Alégrate, pues llegaste al refugio tranquilo de la vida siempre bendita
Alégrate, pues por la salvación de aquellos que estaban cerca de ti, enviaron grandes y diversas riquezas de ti ante Cristo
Alégrate, pus emprendiste la batalla del sufrimiento por amor a Cristo
Alégrate, oh Catalina, sapientísima novia de Cristo.
KONDAKION IX
Todo ser angélico se llenó con alegría, al contemplarte, oh gloriosísima Catalina, victoriosa sobre el príncipe de las tinieblas de este mundo; y te dieron la bienvenida en los cielos como a una comandante triunfante precedida por una compañía de mártires, y cantaron himnos de victoria, clamando en alta voz a Dios: ¡Aleluya!
IKOS IX
Los labios de los más elocuentes oradores se pararon, pues fueron incapaces de contradecir tus palabras, y en silencio rendían honor a tus dones. Y aunque somos débiles, nos atrevemos a abrir nuestros labios en alabanzas a ti, ofreciéndote este himno:
Alégrate, melodioso instrumento del Espíritu Santo.
Alégrate, tú que adquiriste el divino conocimiento en Cristo
Alégrate, rayo de sublime esplendor
Alégrate, tú que hiciste sencillos los dogmas divinos
Alégrate, adorno y confirmación de la ciudad de Alejandría
Alégrate, belleza y orgullo del Monte Sinaí
Alégrate, tú que imitaste el celo de Elías
Alégrate, tú que por la pureza de tu psique y de tu cuerpo revelaste la Zarza que arde sin consumirse.
Alégrate, tú que amaste con pureza a Aquel que es Puro.
Alégrate, Oh gloriosísima que liberaste a los que estaban cautivos por el oscuro enemigo
Alégrate, tú que resplandeces de la hermosura de la virginidad y del perfume del martirio con la gracia increada.
Alégrate, orgullo de los mártires y maestra de la piedad
Alégrate, oh Catalina, sapientísima novia de Cristo.
KONDAKION X
Deseando salvar tu alma, desdeñaste tu cuerpo, oh Catalina, y habiendo dado al tirano tu consentimiento de ser decapitada, te alegraste de salir de ahí, cantando a Cristo Dios, tu Novio inmortal: ¡Aleluya!
IKOS X
Te mostraste como un baluarte firme e inexpugnable ante las mujeres que te acompañaron y con lamentaciones te llamaron “duro corazón” e “indiferente a ti misma”, oh novia de Cristo, pues no cuidaste tu tierna vida en la flor de su juventud, ya que despreciaste el reino terrenal y los bienes que se te ofrecían. Pero además prohibiste sus lamentos y sus vanas palabras no beneficiosas para ti, acelerando lo más rápidamente posible tu unión con tu amado por la muerte; y por su amor escuchaste estas cosas clamando en alta voz:
Alégrate, tú que con regocijo inclinaste tu cabeza debajo de la espada por amor a Cristo, Cabeza de la Iglesia
Alégrate, tu que con paciencia llevaste a buen fin el curso de tu lucha.
Alégrate, tú que no fuiste disuadida del camino de la confesión de Cristo por la tribulación, las heridas o la espada
Alégrate, tú que preservaste la llama del amor inextinguible en medio de las corrientes de tu sangre
Alégrate, buena doncella virgen, pues te adornaste magníficamente con los sufrimientos sagrados
Alégrate, pues fuiste encontrada digna de entrar en la cámara nupcial celestial de Cristo
Alégrate, radiante doncella, pues habiendo amado al Único a quien deseabas, fuiste tras Él completando el camino angosto.
Alégrate, pues por tu sangre manifiestamente clamaste a Cristo tu Novio: “escapo hacia la fragancia de Tu miro noético que emanas, Oh Novio mío”.
Alégrate, pues te retiraste a espléndidas mansiones y te vestiste con vestidos nupciales, sosteniendo la lámpara de la virginidad en tu mano derecha, y tu cabeza decapitada en la izquierda.
Alégrate, pues tu divinamente sabia oración fue agradable a Dios; puesto que los que invocan tu nombre con fe, el soberano les guarda de las tentaciones, otorgándoles buena salud y la liberación de las aflicciones de la psique y el cuerpo.
Alégrate, adorno de los mártires
Alégrate, poderoso refugio de los cristianos
Alégrate, oh Catalina, sapientísima novia de Cristo
KONDAKION XI
Con audacia te ofrecemos himnos de alabanza. Si el discurso falla entonces el intelecto se pierde en lo que decir, pero tu grandemente sabio discurso, que rescató a muchos de la ignorancia y la infamia de la idolatría, nos mueve a cantar a Dios, que representó tus maravillosas hazañas: ¡Aleluya!
IKOS XI
Contemplándote siendo una vela luminosa extinguida por decapitación, pero reestablecida radiantemente sobre el candelero celestial ante el trono de la Toda-Santa Trinidad, los santos ángeles adoraron a Aquel que vive para siempre; y tras haber recibido una orden del Soberano, enterraron tu cuerpo virginal en el Monte Sinaí, que tal y como tú misma deseaste, no fue visto por los enemigos del Señor. Y nosotros alegremente te ofrecemos este himno:
Alégrate, virgen similar al Sol que ascendiste a los cielos en espíritu
Alégrate, tú que llegaste a la Sion celestial.
Alégrate, corona de gloria en la mano del Señor
Alégrate, recipiente que contiene el gozo de la abundancia de la casa de Dios
Alégrate, tú que te acercaste en espíritu al tabernáculo eterno no hecho por mano de hombre
Alégrate, pues tu cuerpo incorrupto descansó en la montaña de la Ley, donde fue visto el movimiento de Dios en el Sinaí
Alégrate, virgen que seguiste el tren de la Soberana Reina Virgen ataviada con vestiduras de oro no tejido, y adornada de variados colores.
Alégrate, pues a través de ti la Madre de la Vida es dignamente alabada con himnos en medio de sonidos de instrumentos musicales celestiales tocados por doncellas.
Alégrate, pues en ti resplandece la majestad de Cristo Dios
Alégrate, intercesora ante el trono eterno
Alégrate, tú que desde el Templo Celestial cuidas de aquellos que ruegan por tu intercesión
Alégrate, incienso de oraciones, ofrecido por nosotros y agradable al Soberano.
Alégrate, Oh Catalina, sapientísima novia de Cristo.
KONDAKION XII
Te fue dado la gracia increada por Dios para guiar a los hombres al conocimiento de Su Verdad que se esconde en el misterio, y para conceder las peticiones de todos aquellos que las obtengan para su beneficio. Por tanto, te suplicamos con compunción, Oh sabia virgen: ilumina los ojos de nuestra mente y establece para nosotros un camino que conduzca al cielo, y que podamos contigo ofrecer cánticos a la Fuente de la Sabiduría, y ahora y por siempre cantemos: ¡Aleluya !
IKOS XII
Cantando las valientes batallas de tu martirio, te alabamos como a un recipiente vivificador de salvación para el hombre; pues por tu conocimiento de Dios, refutaste la sabiduría de los sabios de este mundo, y llamando “sabios oradores” a la gente santa, el pueblo de la renovación, pues sufrirían por Cristo. Por tanto, oh bondadosa virgen, llevándonos también a nosotros que estamos sumidos en la ignorancia y que deseamos acercarnos a la Luz de Cristo te clamamos:
Alégrate, espejo de la sabiduría de Dios
Alégrate, tú que has sido vestida con el poder del Altísimo
Alégrate, atleta ungido con el óleo de la alegría
Alégrate, comandante que enviaste a la tropa de Dios al júbilo eterno
Alégrate, tú que has entrado en el esplendor de los santos
Alégrate, tú que estás en el coro de los ardientes siervos, ante Aquel que habita en la Luz inaccesible
Alégrate, tú que con tu atronadora voz cantas el himno Tres veces Santo
Alégrate, tú que probaste la inefable dulzura de los manjares del paraíso
Alégrate, pues la alabanza y el júbilo resuenan a tu alrededor en las alturas.
Alégrate, pues la Gloria eterna te iluminó.
Alégrate, tú que has sido coronada con la corona del Reino de los Cielos por la Divinidad en Tres Hipóstasis
Alégrate, mediadora de la Gracia increada y la gloria sin fin por nosotros
Alégrate, Oh Catalina, sapientísima novia de Cristo
KONDAKION XIII
O santa gran mártir Catalina, recibe este himno de alabanza, y no dejes nunca de rogar al Señor en nuestro favor, para que nos libre de nuestros enemigos, visibles e invisibles; y por tu justa mediación nos haga merecedores del Reino eterno, para que contigo podamos cantar a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
(Este KONDAKION se recita tres veces, y a continuación se repiten el IKOS I y el KONDAKION I.)
Oraciones a la Santa y Gran Mártir Catalina
Oración I
Oh Santa Catalina, virgen y mártir, verdadera novia de Cristo. Te suplicamos como alguien que recibió una gracia increada especial por el dulce Jesús, tu Novio, el cual se te apareció; te rogamos que tras haber avergonzado engaños del tirano por tu sabiduría y haber vencido a los cincuenta retóricos, dándoles doctrina celestial de lo cual participaron y ascendieron a la Luz de la verdadera Fe, te dignes asimismo a pedir para nosotros esa misma sabiduría de Dios, para que también nosotros, habiendo roto en pedazos todas las trampas del tirano del hades, y habiendo rechazado las tentaciones del
mundo y la carne, nos sea mostrado ser dignos de la gloria divina, y podamos ser encontrados dignos de ser recipientes que propaguen nuestra Santa Fe Ortodoxa, y en el Tabernáculo Celestial alabemos y glorifiquemos junto a ti a Nuestro Señor y Soberano Jesús Cristo, con el Padre y el Espíritu Santo, por todos los siglos. Amen
Oración II
O santa gran mártir Catalina, recipiente escogido de pureza, pilar de la Ortodoxia, intercesora nuestra de digna alegría, luchadora por la ley, santa que duermes un santo sueño en la Santa Montaña. Puesto que te revelaste incluso a los cristianos que jamás te rogaron, te suplicamos con sinceridad: desciende tú vista desde lo alto, escucha el sonido de nuestra súplica, ten presente misericordiosamente las desgracias de nosotros pecadores, visita la oscuridad de nuestra mente, llévanos a mantener nuestro pensamiento en lo celestial y no en lo terrenal. Por tus intercesiones apresúrate en nuestra ayuda para que podamos superar los deseos de nuestra carne, nuestro apego apasionado al mundo y las artimañas de los espíritus malignos que con malicia guerrean contra nosotros; que por tu intercesión nos sea mostrado ser dignos de ser liberados de sus asaltos maliciosos en los días de esta vida y en los asaltos aéreos[2] tras nuestra partida. O toda-sabia virgen, concédenos todo aquello que pedimos que sea para nuestro beneficio, pues a ti te está permitido interceder por nosotros ante tu amado Novio, Cristo nuestro Dios. Sabemos que la oración del justo tiene gran poder cuando actúa de forma conjunta con la bondad de nuestro misericordioso Dios, a Quien sea la gloria, honor y acción de gracias, por los siglos de los siglos. Amén.
[1] Traducción según el Cantar de los Cantares 8:14 en la versión de Juan Straubinger.
[2] En los puestos de peaje aéreos que debemos pasar tras la muerte.
Traducido y adaptado para Gloria de Dios
y de Su Santa Gran Mártir Catalina de Alejandría
por el hipodiácono Miguel P.
en Diciembre de 2014 (c)
¡Gloria a Dios por Todo!
http://cristoesortodoxo.com/2014/12/07/akathisto-a-la-santa-gran-martir-catalina-de-alejandria/
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