Sunday, December 15, 2019

Oraciones de Penitencia en Casa.


Te ofrezco, oh Señor misericordioso, la pesada carga de mis innumerables pecados, con los cuales peque ante Ti, comenzando desde mi juventud hasta el día de hoy.
Pecados del pensamiento y sentimentales. 
He pecado ante Ti, oh Señor, siendo desagradecido a Ti y tu misericordia, con el olvido de tus mandamientos e indiferencia para contigo. 
He pecado por mi poca fe, dudando en temas de la fe y con libertinaje en los pensamientos.
 
 He pecado con superstición, apatía hacia la Verdad y con el interés a enseñanzas no ortodoxas. He pecado con pensamientos blasfemos e inmundos, sospechosos y aprecivos. 
He pecado con atadura al dinero y a los elementos de lujo, diversiones pasionales, celos y envidia. 
Perdóname y ten piedad de mí, oh Señor.
 
He pecado deleitándome con pensamientos pecaminosos, ansiedad por los placeres y debilidad espiritual. 
He pecado con ilusiones, vanagloria y vergüenza falsa. He pecado con el orgullo, menosprecio a las personas y esperanza en mi mismo. He pecado con el desaliento, pena mundana, desesperación y quejas.
He pecado irritándome, siendo rencoroso y malvado. Perdóname y ten piedad de mi, oh Señor.
Pecados de palabra. 
He pecado con palabras vacías, risa vana y burlas. He pecado conversando en el templo, mencionando el nombre de Dios en vano y juzgando a mis prójimos. 
He pecado utilizando palabras cortantes, siendo pendenciero y haciendo indicaciones mordaces. He pecado con espíritu cicatero, ofendiendo al prójimo y con fanfarronería. 
Perdóname y ten piedad de mi, oh Señor.
He pecado bromeando indecorosamente participando en cuentos y conversaciones indecentes. He pecado quejándome, con el incumplimiento de mis promesas y con falsedad. He pecado utilizando palabras injuriosas, insultando al prójimo y maldiciendo. He pecado divulgando rumores depravados, calumnias y denuncias.
Pecados de hecho. He pecado con la pereza, perdiendo el tiempo en vano y faltando a los oficios religiosos. He pecado llegando tarde frecuentemente a los oficios religiosos, con negligencia y distracción en la oración y con falta de entusiasmo espiritual. He pecado desdeñando las necesidades de mi familia, desdeñando la educación de mis hijos y con el incumplimiento de mis obligaciones. Perdóname y ten piedad de mi, oh Señor.
He pecado con la gula, comiendo de mas y faltando a los ayunos. He pecado fumando, abusando de las bebidas alcohólicas y utilizando métodos para exitarme. He pecado ocupándome demasiado de mi imagen exterior, fijándome con deseo, observando cuadros y fotografías obscenas. He pecado escuchando música ruidosa, conversaciones pecaminosas y cuentos indecentes. He pecado con comportamiento seductor, masturbándome y fornicando. He pecado con diferentes distorsiones sexuales y con infidelidad. (Aquí hay que arrepentirse y confesar los pecados que son vergonzosos para enumerarlos en voz alta). He pecado aceptando el aborto o participando en él. Perdóname y ten piedad de mí, oh Señor.
He pecado con amor al dinero, con afición a los juegos de azar y deseo de enriquecimiento. He pecado con pasión por mi carrera y el éxito, codicia y prodigalidad. He pecado negando a ayuda a los necesitados, avidez y avaricia. He pecado siendo cruel, duro, seco y falto de amor. He pecado con el engaño, robo y concusión. 
He pecado visitando adivinadoras, con la invocación de malos espíritus y con costumbres supersticiosas. Perdóname y ten piedad de mí, oh Señor.
He pecado con explosiones de ira, maldad y tratando groseramente al prójimo. 
He pecado con la irreconciabilidad, venganza, insolencia e impertinencia. He pecado: fui caprichoso, antojadizo y puntilloso. 
He pecado con la desobediencia, terquedad e hipocresía. 
He pecado tratando con descuido los objetos sagrados, cometiendo sacrilegio e blasfemando. Perdóname y ten piedad de mí, oh Señor.
También he pecado en palabras, pensamientos, obras y con todos mis sentidos, a veces involuntariamente, pero más frecuente en forma consciente y por mi terquedad y costumbre pecaminosa. 
Perdóname y ten piedad de mí, oh Señor. Recuerdo algunos pecados, pero por mi indolencia y desatención espiritual, he olvidado la mayoría por completo. ¡Ay de mí, si me presentare con ellos ante el Terrible Tribunal de Dios!
 
Ahora, sinceramente y con lagrimas, me arrepiento de todos mis pecados realizados conscientemente o por ignorancia. Caigo ante Ti, Misericordioso Señor Jesús, mi Salvador y Pastor, y te ruego que me perdones como aquella vez al ladrón crucificado junto a Ti. Te pido, oh Señor, que me limpies y me hagas digno y sin condenación de ser participe de tus Purismos Sacramentos para la renovación de mi alma. 
 
También te ruego que me ayudes a odiar todo mal y todo pecado, por completo dejar de pecar, y en los días que le restan a mi vida, fortalecerme en el firme deseo de vivir cristianamente, para el bien, la verdad y para gloria de tu Santo nombre. Amen.

Salmo 50


Ten piedad de mí, ¡oh, Dios conforme con tu gran misericordia! Según la multitud de tus piedades, borra mi iniquidad. Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mi iniquidad y mi pecado está siempre ante mí. Sólo contra Ti he pecado y lo malo hice delante de Ti. A fin de que perdonándome aparezcas justo en tus palabras y quedes victorioso cuando juzgues. En iniquidad he sido concebido y en pecado me dio a luz mi madre. Tú amas la verdad, Tú me revelaste los secretos y recónditos misterios de tu sabiduría. Rocíame con hisopo y seré purificado; me lavarás y quedaré más blanco que la nieve. A mi oído darás gozo y alegría y se regocijarán mis huesos abatidos. Aparta tu rostro de mis pecados y borra todas mis iniquidades. Crea en mí, ¡oh, Dios! Un corazón puro y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me apartes de tu rostro y no quites de mí tu Espíritu Santo. 
 
Devuélveme la alegría de tu salvación y confórtame con Espíritu Soberano. Enseñaré a los prevaricadores tus caminos y los pecadores se convertirán a Ti. Líbrame de la sangre, ¡oh, Dios, Dios de mi salvación! Y proclamará gozosa mi lengua tu verdad. Señor, abre mis labios y mi boca publicará tu alabanza. Porque si hubieras querido sacrificio, los hubiese ofrecido; no quieres holocausto. El espíritu compungido es el sacrificio para Dios; un corazón contrito y humillado Dios no lo despreciará. Haz bien, Señor, con tu benevolencia a Sión, edifica los muros de Jerusalem. Entonces te agradarán los sacrificios de verdad, las ofrendas y los holocaustos; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

Piensa hermano o hermana, que no hay pecado que sobrepase la misericordia de Dios. Él mismo pues, prometio a los arrepentidos: "...si vuestros pecados fueran como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana." (Isaías 1; 18).


Obispo Alejandro Mileant
 
Catecismo Ortodoxo
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Thursday, December 5, 2019

San Nicolás de Bari Taumaturgo. 19 dic. 22 mayo (6 Dic. y 9 Mayo según calendario Religioso.)

San Nicolás de Bari Taumaturgo, que hace milagros, es el Santo más venerado por los Ortodoxos y especialmente por la gente Rusa. En diferentes y peligrosos caminos de la vida él es quien Ayuda Rápidamente. Nació en Asia Menor a fines del tercer siglo. Desde temprana edad era profundamente religioso y su tío, obispo de la ciudad de Pátara, se preocupo por él y lo ordenó sacerdote, siendo joven.
Después de la muerte de sus padres San Nicolás heredó una inmensa fortuna la que puso al servicio de los necesitados. Él trataba de ayudar a la gente en forma anónima, para que no se lo agradezcan. Lo que contamos mas abajo demuestra como él ayudaba a los necesitados.
En la ciudad de Pátara vivía un hombre rico, quien tenia tres hijas. Cuando las hijas empezaron a llegar a la mayoría de edad, tuvo mala suerte en sus negocios y quedó arruinado. Entonces se le ocurrió la idea de utilizar la belleza de sus hijas para conseguir medios de vida. San Nicolás supo sobre sus planes y decidió salvar a él y a sus hijas de tan grande deshonor. Se acercó fugitivamente durante la noche a la casa del comerciante arruinado y tiró por la ventana una bolsita con monedas de oro. Cuando encontró la bolsita el contento comerciante casó a su hija mayor, dándole la dote correspondiente. Poco tiempo después San Nicolás tiró la segunda bolsita con monedas de oro, lo que alcanzó para la dote de la segunda hija y también ella se casó. Cuando San Nicolás tiró por la ventana la tercera bolsita con las monedas de oro para la hija menor, el comerciante lo esperaba. Arrodillándose delante de San Nicolás, él agradecía llorando la salvación de su familia del tremendo pecado y deshonor. Ubicadas sus tres hijas y pasando algún tiempo, el comerciante mejoró sus negocios y empezó a ayudar a la gente imitando a su benefactor.
San Nicolás quiso visitar los lugares Santos y se embarco sobre una nave en Patrás con destino a Palestina. El viaje fue tranquilo, pero el Santo supo gracias a una visión sobre la tormenta y lo dijo a sus compañeros de viaje. Efectivamente, pronto se desató una fuertísima tormenta y la nave se convirtió en un juguete de las olas. Sabiendo que San Nicolás era Sacerdote todos le pidieron que rece por la salvación. Y gracias a las oraciones del Santo el viento se calmó y vino gran silencio. Después de esto, uno de los tripulantes a raíz del viento se cayó del mástil a la cubierta y quedó muerto. La oración a Dios del Santo lo resucitó.
Después de visitar Tierras Santas, San Nicolás tenía la intención de irse al desierto y vivir lejos de la gente. Pero, Dios le indicó un acto de valor, ser un buen pastor. El Santo escuchó la voz que le ordenaba regresar a la patria y servir a la gente.
No queriendo vivir en la ciudad donde la gente lo conocía y lo elogiaba, Nicolás se fue a la cercana ciudad de Mira, principal ciudad de la región de Lisia, donde estaba la sede episcopal. San Nicolás vino como un pobre. Amando la iglesia él iba todos los días ni bien se abrían las puertas.
En aquel tiempo falleció el obispo de la ciudad de Mira y todos los obispos se reunieron para elegir al sucesor. No se ponían de acuerdo hasta que uno de ellos aconsejó: "El Señor Mismo debe mostrar Su elección. Recemos, ayunemos y esperaremos la decisión de Dios." Y así fue. Dios reveló al obispo mayor que aquel hombre quien entrará primero a la iglesia debía ser el obispo. El obispo comentó a los otros obispos sobre la revelación y antes de que empiece la Misa se paró en la entrada de la iglesia, esperando al elegido por Dios. De acuerdo a su costumbre, San Nicolás entró primero para rezar. Cuando el entraba a la iglesia, el obispo lo paró y le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Nicolás se identificó.
"Acompáñame hijo" — dijo el obispo. Le tomó la mano y lo hizo entrar a la iglesia y le comunicó que lo ordenarán como obispo de Mira. San Nicolás temía asumir un cargo tan alto, pero tuvo que aceptar el deseo de los obispos y el pueblo.
Siendo obispo Nicolás se dijo a sí mismo: "Hasta ahora pude vivir para mí mismo y para la salvación de mi alma, pero desde ahora cada instante de mi vida deberá ser para otros." Y procedió así. Olvidándose de sí mismo, el Santo dejó abiertas las puertas para todos. Se convirtió en el padre de los huérfanos y los pobres, defensor de los ofendidos y benefactor de todos. De acuerdo a los comentarios de sus contemporáneos fue una persona de carácter suave, no se enojaba, vestía la ropa sencilla, comía una vez por día — a la noche.
Cuando empezó la persecución durante el reinado del emperador Diocleciano (Años 284-305) el Santo fue encarcelado. Ahí también, olvidándose de sí mismo, con sus palabras y ejemplo el sostenía a los cristianos que sufrían con él. Sin embargo, el Señor no quiso que él muera como mártir. El nuevo emperador Constantino fue benévolo con los cristianos y les otorgó el derecho de expresar abiertamente sus creencias religiosas.
Entonces San Nicolás pudo regresar a sus fieles. Es difícil enumerar a todos los que el ayudó y sobre los milagros hechos por él. Una vez en la región de Licia empezó la hambruna. El Santo se presentó en un sueño a un comerciante, quien estaba cargando en Italia su barco con pan, le dio monedas de oro y le ordenó navegar hacía la ciudad de Mira en la región de Licia. Al despertarse y viendo en sus manos las monedas de oro el comerciante se asustó y cumplió lo que le ordenaba el Santo, trajo su pan al país hambriento y contó a los que vivían ahí sobre su visión milagrosa y gracias a la cual el vino.
En aquella época en muchas iglesias había disturbios a raíz de la herejía Arriana, que negaba la Divinidad del Señor Jesús Cristo. Para apaciguar la Iglesia, el emperador Constantino llamó al Concilio Ecuménico en la ciudad de Nicea en el año 325. Entre los obispos asistía San Nicolás de Mira. El Concilio Ecuménico condenó al arrianismo y fue compuesto el Símbolo de la Fe, en el cual se expuso en palabras exactas la Religión Ortodoxa, la fe en el Señor Jesús Cristo como el Hijo de Dios, quien era de su misma naturaleza. Durante los debates, cuando San Nicolás escuchó las palabras blasfemias, se indigno tanto que le dio una bofetada a Ario delante de todos. El Concilio le retiró su cargo como obispo por violar el orden. Sin embargo, muy pronto algunos obispos tuvieron una visión en la cual ellos veían al Señor Jesús Cristo entregando a San Nicolás el Evangelio y a la Madre de Dios cubriéndolo con su velo. Los obispos comprendieron hasta que punto el arrianismo es desagradable a Dios y le devolvieron su cargo de obispo.
De la vida de San Nicolás se sabe — que una vez el emperador condenó, a raíz de una falsa denuncia, a muerte a tres jefes militares. Acordándose de los milagros de San Nicolás, ellos le entregaron su petición, pidiendo que les ayude. Después de rezar, el Santo se presento en un sueño al emperador ordenándole dejar en libertad a sus fieles servidores, en caso contrario sería castigado. "¿Quiénes sois — que te atreves a exigir algo de mí? — preguntó el emperador" "Soy Nicolás, el obispo de la ciudad de Mira" — contestó el Santo. Sin atreverse a no cumplir la orden, el emperador reviso el caso muy atentamente y con honor dejó en libertad a los jefes militares.
Una vez navegaba un barco de Egipto a Libia. Se levantó una gran tormenta y el barco estaba a punto de zozobrar. Algunos se acordaron de San Nicolás y en sus oraciones le pidieron ayuda. Y vieron como el Santo va apurado sobre el mar enfurecido, sube al barco y toma el timón. La tormenta se calma y el barco llega bien al puerto.
San Nicolás falleció en la mitad del siglo IV, siendo anciano. Pero con su muerte no se termino su ayuda, se incrementó. Durante más de mil quinientos años él es quien ayuda rápidamente a todos los que le piden rezando. Hay muchos libros sobre su ayuda y el amor de los Ortodoxos sigue aumentando.
Cuando en el año 1087 los sarracenos devastaron la región de Licia, San Nicolás se presentó a un devoto sacerdote, en la ciudad de Bari (Italia) y le ordenó trasladar sus reliquias a esta ciudad. Esta orden del Santo fue rápidamente ejecutada y desde entonces sus reliquias se encuentran en la iglesia de esta ciudad. Las reliquias despiden un miro curativa. El recuerdo de este hecho se celebra el 22 de mayo según el calendario actual.

Obispo Alejandro Mileant
 
Catecismo Ortodoxo
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Wednesday, December 4, 2019

Santa Mega Mártir Bárbara


17 Dic. (4 Dic. según calendario Religioso.)
Santa Bárbara fue la única hija de un noble pagano, quien pronto se quedó viudo. Dioscórides, su padre, fue un hombre poderoso, quien estaba acostumbrado a la completa obediencia de sus subalternos. Amaba a su hija más que cualquier cosa en el mundo y de acuerdo a su pagano pensar le deseaba solamente los bienes terrenales. Vivía Santa Bárbara en Heliópolis en Fenicia (al norte de Tierra Santa) a fines del III y principios del IV siglos. Pensando que el trato con la gente haría que Bárbara conozca la gente no deseada, Dioscórides edificó para ella una magnífica vivienda con una alta torre y dio la orden de que no salga.
Estando sola, la joven Bárbara se consolaba sentada al lado de la ventana de su torre mirando con fascinación la belleza de los alrededores. A ella le gustaba ver la vista de las colinas que desaparecían a lo lejos, el suave verdeo de los valles, la blancura de las nubes que se desplazaban sobre el celeste firmamento, el aroma de las flores del campo y de la hierba. Cuando oscurecía, ver como miríadas de estrellas, una detrás de otra, se encendían sobre el oscurecido cielo. El alma joven de Bárbara tenía un gran deseo de conocer al Creador de esta divina belleza. Las contestaciones de sus educadores paganos no la satisfacían y después de pensar mucho Bárbara llegó a la conclusión de que debe ser un Creador bueno, con profunda sabiduría y todopoderoso quien creó todo y a todo le dio vida. A Él quiso conocer Bárbara.
Cuando Bárbara llegó a la mayoría de edad, su padre decidió casarla. Empezaron a visitarla muchos pretendientes, pero ella los rechazaba, utilizando diferentes argumentos. Entonces, el padre pensó que ella se hizo insociable porque estaba encerrada mucho tiempo y le permitió salir de la casa y conocer gente. Dios hizo que Bárbara conozca a los jóvenes cristianos y ellos le contaron sobre Dios — Creador y sobre Cristo Salvador. Ella, con su sensible alma entendió que finalmente encontró lo que buscaba desde hacía tiempo. Se hizo cristiana y se bautizó a escondidas de su padre.
Cuando Dioscórides regresó a la casa, el vio con asombro que en el baño, que se edificaba para Bárbara, había tres ventanas en vez de dos que el ordenó hacer y sobre el mármol había un dibujo de una cruz. En una tensa conversación con su padre Bárbara no pudo ocultar más su creencia cristiana. Ella explicó que las tres ventanas simbolizan la Santa Trinidad y la cruz dibujada en memoria del crucificado Salvador. Enfurecido Dioscórides quiso matarla con su espada, pero Bárbara huyó.
Dioscórides la encontró recién al día siguiente y la dejó encerrada durante varios días sin comida. Después, el entregó a Bárbara al intendente de la ciudad Martiano como cristiana y dijo: "Haga con ella lo que quieres. Yo no quiero saber nada con ella."
Seducido con la belleza de la joven, Martiano trató al principio de convencerla con palabras dulces para que abjure de su credo y que haga una ofrenda a los ídolos paganos, pero Bárbara rechazó categóricamente su ofrecimiento y con coraje declaró delante de todos que es cristiana, que cree en Cristo como Dios y Salvador de los hombres. Esta firme declaración de la joven enfureció al intendente y él ordenó que la martiricen moralmente y físicamente. Ni su desnudez, ni azotes públicos con tendores de los bueyes que provocaban horribles heridas, hicieron dudar al fuerte espíritu de Bárbara. Durante sus sufrimientos ella rezaba al Dios sin parar, encomendándose a Él.
Después de que la martirizaron por segunda vez, la Santa fue encarcelada. Ahí, en la cárcel ella fue honrada con la aparición del Mismo Cristo Salvador, quien le curó las heridas y le prometió una gran recompensa en el Cielo.
Por la mañana, los verdugos vinieron a la cárcel y para su asombro encontraron a la mártir completamente sana. Pero ellos no comprendieron la evidencia del milagro y pensaron que sus dioses paganos la curaron. El intendente trató de obligar nuevamente a la Santa de hacer ofrenda a los ídolos, pero ella fue inconmovible. Entonces empezaron nuevos suplicios y la Santa encontraba nuevas fuerzas espirituales en su ardiente oración a Dios. Viendo que ni suplicios, ni halagos podían obligarla a abjurar el intendente ordenó decapitarla. Para ofenderla más, el intendente ordenó que la lleven al lugar del suplicio completamente desnuda. Pero el Señor hizo milagro para tranquilizar a su mártir, una luz sobrenatural la envolvió como si fuera una vestimenta y los paganos no pudieron ver su desnudez. Antes del martirio, santa Bárbara pidió a Dios que todos los que se acordarán de su martirio y pidan su ayuda queden liberados de una muerte súbita. El Señor escuchó el pedido de la mártir y ella oyó la voz que le prometía esto.
Completamente enfurecido, su propio padre la decapitó. Con Bárbara fue decapitada cristiana Juliana. Viendo los sufrimientos de Bárbara, ella reprochó al intendente su crueldad.
El justo juicio Divino sobre los torturadores no se hizo esperar mucho, en el mismo día el padre de Bárbara y el intendente fueron muertos con un rayo que los pulverizó.
Las reliquias de la Mega Mártir Bárbara se conservaban en la iglesia griega durante varios siglos. En el año 1108 la princesa Griega Bárbara se casó con el príncipe de Kiev Sviatopolk Iziaslavovich. Ella trajo consigo las reliquias de su celeste protectora que fueron colocados en el Monasterio Michailovsky-Zlatoverj en Kiev.


Obispo Alejandro Mileant

Catecismo Ortodoxo
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Saturday, November 23, 2019

Curación de la gravemente enferma Xenia. ( Santa Xenia de San Petersburgo )


En la ciudad de Novorosiysk en el año 1911 había una señora sumamente enferma llamada Xenia, que tenia cáncer de mama. A pesar de que recibía la ayuda de distintos médicos, la enfermedad progresaba rápidamente. Sus sufrimientos eran día a día cada vez mayores. Viendo que no se mejoraba, la enferma pidió a su amiga O., para que le escriba al párroco del cementerio de Smolensk, y que le pida que se oficie una panijida por la Sierva de Dios Xenia, y que en sus oraciones se incluya el nombre de la doliente Xenia, con la solicitud de que se le envíe después del oficio, aceite de la lamparilla de la sepultura de la Beata. Mientras tanto su enfermedad se agravó de tal modo, que por las palabras de los médicos, no había más esperanzas. Y además los médicos, se negaban en calmarle aun más sus sufrimientos. La enferma, yacía en la cama, no podía hablar ni mover con el brazo. Solo le daban para que trague hielo, y para ello le levantaban la cabeza junto con la almohada. Todo hacia parecer que le habían llegado sus últimas horas. Así esto continuó hasta el día 21 de julio, fecha en la cual recibieron la carta del cementerio de Smolensk, con la afirmación de que se había oficiado la panijida por la Sierva de Dios Xenia, y una encomienda con dos frasquitos de aceite, y un poco de arena del sepulcro. La amiga O., le entregó enseguida a la enferma la arena y un frasquito de aceite, el otro se lo dejó para curarse su pierna enferma. La arena se la colocó a la enferma debajo de la almohada, y con el aceite, le frotó el pecho. A la noche le repitieron la frotación con el aceite, y la pusieron en la cama.

Increíblemente, la enferma durmió toda la noche cosa que hacía mucho tiempo no realizaba. El 22 de julio la enferma pidió a su amiga O. el frasco con aceite, y sola se frotó. Al pasar dos o tres días sucedió un milagro, la enferma se levantó de su cama, atravesó por sus propios medios su dormitorio, parte del corredor y se ubicó en la puerta del comedor, sintiéndose todavía decaída. Pero al día siguiente, fue directamente al comedor, sin sentir ningún dolor en el pecho.

Todos, los que vieron a Xenia moribunda, no podían comprender, a que se debía ese cambio. Ante sus ojos era como si ella hubiese resucitado entre los muertos. Notificando de lo ocurrido, O., solicitó de parte de la enferma que se oficie una misa, y que le envíen más aceite, imágenes, y cruces de la tumba de la Beata.

Troparion y oración a la Beata Xenia.

Troparion tono 7:

Amaste la pobreza de Jesucristo, disfrutas del banquete inmortal, con la aparente necedad desenmascaraste la necedad del mundo, por cruz de la humildad recibiste la fuerza de Dios, por lo cual adquiriste el don de ayuda milagrosa, Beata Xenia ruega ante el Señor para que podamos liberarnos de todo mal a través del arrepentimiento.
Santa Xenia de San Petersburgo
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Saturday, November 16, 2019

La Oración ( San Serafim de Sarov )

Cuando era tentado por el demonio él ayunaba y oraba sin cesar durante mil días y mil noches, de pie o arrodillado sobre una gruesa piedra plana, o en una cueva cavada bajo su isba, Serafín de Sarov exclamó, como el publicano del Evangelio: "¡Señor Jesús, ten piedad de mí, pecador!" Nadie sabrá jamás a qué imágenes horribles, a qué tentaciones, tan sutiles como atroces, respondía ese grito de alarma. Pero Cristo estaba allí. 
 
"¿Quién nos separará del amor de Cristo? exclamó san Pablo, ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?.. Por la cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles ni los príncipes, ni potestades, ni el presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Ro. 8-35-38).

San Serafim de Sarov 
 
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Monday, November 11, 2019

La veneración de los Santos en la Iglesia Ortodoxa



Durante el Bautismo, la persona recibe un nombre en honor de algún santo, el cual, desde este momento se convierte en su protector celestial. La persona Ortodoxa debe conocer la vida de su Santo y Orarle diariamente para que él lo instruya en la vida y le ayude. El día del Santo se celebraba por nuestros antecesores por medio de la Santa Comunión; este día se festejaba con más solemnidad que el día de cumpleaños.
¿Cuál es el sentido en la Ortodoxia de venerar a los Santos de Dios? ¿Acaso los Santos en el Cielo están enterados sobre nuestras necesidades y dificultades aquí en la tierra y están realmente ellos interesados en nuestras vidas? ¿Escuchan ellos nuestras oraciones y tratan ellos de ayudarnos? ¿Existe realmente la necesidad de dirigirnos a ellos, o es suficiente rezar a Dios? Debido a que los sectarios han perdido la tradición apostólica, ellos no entienden el significado de la misión de la Iglesia de Jesucristo y por esta razón rechazan la necesidad de rezar a los santos en el Cielo. Trataremos de explicar en breve forma la enseñanza de la Iglesia sobre este tema.
La enseñanza ortodoxa sobre la veneración de los santos deriva de la deducción que todos aquellos que todavía se encuentran en el proceso de salvación o aquellos que ya están salvados, o sea, los vivos y muertos, todos ellos componen una familia unida en Dios. La Iglesia es una gran sociedad que abarca el mundo visible e invisible. Es una enorme organización universal, construida sobre un cimiento de amor, donde cada uno de nosotros debe preocuparse no sólo de sí mismo, sino también del bienestar y salvación de los demás. Los Santos son aquellas personas que durante sus vidas terrenales manifestaban más amor al prójimo que los demás.
Nosotros, siendo Ortodoxos, creemos que en el momento de la muerte la persona virtuosa no interrumpe el contacto con la Iglesia, pero asciende a un nivel celestial muy alto, donde reina la Iglesia Triunfante. Una vez encontrándose en el mundo espiritual, el alma de la persona virtuosa no deja de pensar, desear y sentir, y estas cualidades se manifiestan en una forma más profunda y perfecta.
La gente no ortodoxa, habiendo perdido la vívida relación con la Iglesia terrenal y Celestial, tiene un concepto muy turbio y contradictorio con respecto a la vida de ultratumba. Algunos de ellos piensan que después de la muerte, el alma de la persona entra en un estado de adormecimiento, como si se desconectara de todo que lo rodea; otros piensan que el alma de la persona, aunque sigue siendo activa después de la muerte, pierde todo el interés al mundo terrenal que ella abandonó. Otros dicen que a los santos no se les debe rezar por la razón de que los cristianos deben tener una relación directa con Dios.
¿Cuál es la enseñanza de las Santas Escrituras con respecto a los virtuosos que dejaron este mundo terrenal y sobre la fuerza de sus oraciones? En los tiempos de los apóstoles la Iglesia se percibía como una familia espiritual —la Iglesia terrenal y la Iglesia Celestial. El apóstol Pablo se dirigía a los cristianos neófitos en la siguiente forma: "Mas os habéis llegado al monte de Sión, y a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, y a la compañía de muchos millares de ángeles, y a la congregación de los primogénitos que están alistados en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos perfectos" (Hebr. 12:22-23). En otras palabras, ustedes, convirtiéndose en cristianos, se reunieron a esta gran familia y entraron en una íntima relación espiritual con el mundo del Cielo y los virtuosos que se encuentran allí. Las palabras de despedida del apóstol Pedro a los cristianos de Asia Menor eran: "También yo procuraré con diligencia, que después de mi fallecimiento, vosotros podáis siempre tener memoria de estas cosas" (2 Pedro 1:15); claramente testifica por medio de esta promesa que él continuará preocupándose de ellos desde aquel mundo espiritual.
La antigua práctica de dirigirse a los santos mártires y a todos los santos para que ellos nos ayuden por medio de la fuerza de la oración se estableció sobre una consciente y vívida relación con el mundo Celestial y terrenal de la Iglesia.
No a todos, pero a los más fervientes y virtuosos, aún en esta vida terrenal, Dios los caracteriza como a "Sus amigos," glorificándolos por medio de los dones del Espíritu Santo y los milagros. De la misma forma Jesucristo se dirigió a los apóstoles en la Última Cena: "Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; mas os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os he hecho saber" (Juan 15:14-15; Mat. 12:50). La santa historia nos ofrece una vasta cantidad de ejemplos de la cercanía espiritual, "la oración de los santos a Dios." Así, por ejemplo, Abraham pidió a Dios que Él tenga misericordia para la gente de Sodoma y Gomorra, y Dios estaba listo para cumplir su pedido, si por lo menos hubiesen existido diez virtuosos en esas ciudades (Gen. 18:16). Otra vez fue cuando Dios anuló el castigo a Abimelec, el rey de Gerar, por las oraciones de Abraham (Gen. cap. 20). La Biblia narra que Dios hablaba con el profeta Moisés cara a cara, "como un hombre que habla con su amigo." Cuando María, la hermana de Moisés, cometió un pecado y fue castigada por la lepra, Moisés rogó a Dios del perdón para ella (Éxodo 33:11; Núm. Cap. 12). Se puede también presentar otros ejemplos sobre la fuerza de la oración de los santos de Dios.
Los santos no impiden y no debilitan en la gente la necesidad de rezar directamente a Dios, nuestro Padre Celestial. Como sabemos, los abuelos no disminuyen la autoridad de los padres sobre sus niños cuando tratan de ayudarles a educarlos. Mas nada alegra tanto a los padres que observar a los hermanos mayores preocuparse de la crianza de los menores. De la misma forma nuestro Padre Celestial se alegra cuando los santos rezan por nosotros y tratan de ayudarnos. Los Santos poseen una fe más fuerte que la nuestra y se encuentran cerca de Dios, debido a la pureza, que ellos con sacrificio obtuvieron aquí en la tierra. Por esta razón es muy importante que nos dirijamos a los santos como a nuestros hermanos mayores, que rezan por nosotros al lado del trono de Dios.
Todavía en la tierra, los santos veían y sabían todo aquello que para la gente común estaba oculto. Especialmente estos dones tienen que ser muy bien conocidos por ellos en el momento cuando se liberan del cuerpo físico y pasan al mundo espiritual más elevado. Por ejemplo, el apóstol Pedro pudo ver lo que sucedía en el corazón de Ananías; a Eliseo se le abrió la mala acción de Gizeo y, lo que es asombroso, que también se le abrieron todas las intenciones secretas de la corte del rey de Siria, las cuales él comunicó al rey de Israel. Algunos de los santos, a los cuales se les manifestaba en espíritu el mundo Celestial, veían muchedumbre de ángeles, otros eran dignos de contemplar la imagen de Dios (Isaías, Ezequiel); otros eran elevados hasta el tercer Cielo, y escuchaban misteriosas palabras, el sentido de las cuales no podía ser descrito, como en el caso del apóstol Paulo. Con más razón, estando presentes en el Cielo, ellos tienen la capacidad de saber todo lo que sucede aquí en la tierra y escuchar a todos aquellos que se dirigen a ellos, debido a que los santos en el Cielo se "igualan a los ángeles" (Hechos 5:3; 2 Reyes, cap. 4; 2 Reyes 6:12; Lucas 20:36). Por medio de la parábola del Señor sobre el "Rico y Lázaro," nosotros nos enteramos que Abraham, encontrándose en el Cielo, podía escuchar el llanto del rico que sufría en el infierno, a pesar del enorme precipicio que los separaba. Las palabras de Abraham: "tus hermanos tienen a Moisés y a los profetas, óiganlos," claramente nos informan que Abraham conoce la vida de la gente hebrea; los últimos aparecieron recién después de su muerte; también conoce a Moisés y sus leyes, sabe sobre los profetas y sus escrituras. Los ojos espirituales de los puros en el Cielo, indudablemente son más amplios que eran aquí en la tierra. El apóstol escribe: "Ahora vemos por espejo, en oscuridad; mas entonces veremos cara a cara: ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido" (1 Cor. 13:12).
La cercanía de los santos al Trono de Dios y sus oraciones por los fieles que están en la tierra podemos verla en el libro de Revelación en el cual el apóstol Juan escribe: "Y miré, y oí voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los animales, y de los ancianos; y la multitud de ellos era millones de millones" (Rev. 5:11). A continuación él describe las visiones de los jinetes, la gente que está rezando en el Cielo, los que sufren en la tierra: "Y otro ángel vino, y se paró delante del altar, teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso para que lo añadiese a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y el humo del incienso subió de la mano del ángel delante de Dios, con las oraciones de los santos" (8:3-4).
¡Es muy grande la fuerza de la oración! "Confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos; la oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho" (Sant. 5:16), instruía el apóstol Santiago. La oración por el prójimo es una expresión de amor hacia él; y los santos en el Cielo, orando por nosotros, nos manifiestan su amor de hermandad y preocupación.
En el Evangelio y otros libros del Nuevo Testamento encontramos muchos casos que testifican la fuerza de la oración por la demás gente. Así, por ejemplo, por el pedido del oficial del rey, el Señor curó a su hijo (Juan 4:46-53); por la súplica de la mujer cananea su hija fue liberada del demonio (Mat. 15:21-23); por el pedido del padre, el Señor curó a su hijo poseído (Marc. 9:17-25); por el pedido de los amigos, curó y perdonó al paralítico, que ellos bajaron del techo con su lecho de enfermo (Marc. 2:2-25); por la fe del centurión romano fue curado su siervo (Mat. 8:5-13). Además, la mayoría de las curaciones milagrosas del Señor, Él las realizaba a distancia, estando lejos.
Si las oraciones de la gente común tienen tanta fuerza, con más razón son las oraciones ardientes de los santos que presencian el Trono de Dios. "Y ésta es la confianza que tenemos en Él, que si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye" (1 Juan 5:14), nos escribe Juan, el apóstol muy querido por el Señor.
Ésta es la razón por la cual la Iglesia de los tiempos más antiguos en sus enseñanzas siempre hablaba a los fieles sobre la utilidad espiritual de la oración a los santos. Esto se puede ver por medio de las liturgias antiguas y monumentos literarios. En la liturgia del apóstol Santiago nosotros leemos: "En especial conmemoramos la Santa, Gloriosa y siempre Virgen María, Bendita Madre de Dios. Recuérdate de ella Dios, y por Sus puras y santas oraciones ten misericordia y piedad de nosotros." San Cirilo de Jerusalén, explicando la liturgia de la Iglesia de Jerusalén, dice: "Luego conmemoramos en la liturgia por el reposo en primer lugar: los patriarcas, profetas, apóstoles, mártires, para que por medio de sus plegarias, Dios reciba nuestras oraciones."
Existe una vasta cantidad de testimonios de los padres y maestros de la Iglesia, especialmente desde el cuarto siglo, sobre la veneración de los santos por la Iglesia. Pero ya desde el principio del segundo siglo, existen testimonios literarios sobre el antiguo cristianismo donde directamente se indica la fe y la oración de los santos en el Cielo por sus hermanos aquí en la tierra. Los testigos de la muerte del mártir San Ignacio el beato (principio del segundo siglo) dicen: "Volviendo a nuestros hogares llenos de lágrimas, nosotros celebramos la vigilia nocturna. Luego, después de haber dormido brevemente, unos de los nuestros de repente vieron aparecer a San Ignacio, el beato, y abrazarnos. Otros lo vieron rezando por nosotros." Otras escrituras semejantes a ésta, en las cuales se menciona la oración y ayuda de los mártires por nosotros, existen en otros relatos sobre la época de las persecuciones de los cristianos.
La convicción de la santidad del difunto se confirma particularmente por medio de los siguientes testimonios: Martirio por Jesucristo, la intrépida manifestación de la fe, el abnegado servicio a la Iglesia, el don de curar. En especial, cuando Dios confirma la santidad del difunto por medio de los milagros después de su muerte mediante su conmemorada oración.
Aparte de ayudarnos mediante la oración, los santos nos ayudan a conseguir la salvación por medio del ejemplo de sus vidas. El conocimiento de las vidas de los santos enriquece al cristiano con la experiencia espiritual, debido a que ellos con más fervor personificaban el Evangelio en sus vidas. Existen muchos ejemplos de la vívida fe, coraje, perseverancia y paciencia. Siendo gente igual que nosotros, y habiendo superado las más intensas tentaciones, ellos nos inspiran para que con paciencia y sumisión sigamos nuestro camino hacia la salvación.
El apóstol Santiago llamaba a los cristianos para que ellos imiten con paciencia a los profetas antiguos y a Job el Mártir, para recibir una fuerte fe como el profeta Elías. El apóstol Pedro instruye a las mujeres cristianas a tomar el ejemplo de humildad y obediencia de Sara, la esposa de Abraham. San Paulo indica unos ejemplos de los sacrificios de los puros en la antigüedad, comenzando de Abel y terminando con los Mártires de Macabeo, tratando de convencer a los cristianos para que ellos los imiten y concluyendo estas instrucciones con las siguientes palabras: "Por tanto nosotros también, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta" (Hebr. 12:1; 1 Pedro 3:6; Sant. Cap. 5).
El Señor dice: "Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mat. 5:15-16). Los Santos son aquellas estrellas luminosas que nos indican el camino hacia el Reino de los Cielos.
Apreciaremos entonces la cercanía entre Dios y los santos y nos dirigiremos a ellos para que ellos nos ayuden, siempre recordando que ellos nos quieren y se preocupan de nuestra salvación. El conocimiento de la vida de los Santos en nuestros tiempos es muy importante, especialmente cuando existen tantas orientaciones cristianas y el verdadero e ideal concepto cristiano es disminuido y tergiversado.

Obispo Alejandro Mileant
 
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Thursday, November 7, 2019

El esfuerzo Monástico ( Obispo Alejandro Mileant )


Ninguna vida pasada puede ser impedimento para el ingreso a vida monástica porque esta consiste en el arrepentimiento y el Monasterio es lugar de sanación. El ingresante a un monasterio es sometido primero a prueba con el objetivo de establecer cuán sincera y seria es su intención de consagrarse a la vida monástica. En el caso de que el superior del monasterio se convenza de la sincera tendencia del nuevo ingresante al monasterio, lo bendice para llevar el hábito con cinturón y la caperuza (una vestimenta larga negra con mangas estrechas con cinturón y un gorro de forma cónica). El futuro monje lleva el nombre de novicio y su obligación principal es aprender a obedecer a su padre espiritual.
En el cumplimiento concienzudo de la obediencia impuesta, el novicio debe revelar toda su paciencia y humildad — virtudes fundamentales del monje. "La obediencia está por encima del ayuno y de la oración " — dice un dicho monástico. Esto es porque la obediencia, fundamentada en la paciencia y la humildad, sirve para desarraigar al mal principal del alma humana que es el orgullo, como así también al amor propio, del cual surgen todas las pasiones.
Del medio monástico salieron la mayor cantidad de santos y esto es natural pues el objetivo de la vida monástica es el perfeccionamiento espiritual. Los santos del orden monástico son llamados en eslavo "prepodobnie" (semejantes en mayor medida) pues ellos se asemejaron más a Cristo que los demás. Se hace monje aquel que sintió que todo en la vida es vanidad, quien quiso librarse de la prisión y encontrar a Dios. El camino monástico es un camino en línea recta, el camino de la distancia más corta entre dos puntos: el hombre y Dios.
En el entorno monástico surgió una riquísima literatura espiritual. Para la mayoría de la gente mundana estos escritos son como la "matemática superior." Los estados espirituales descriptos en ella no pueden ser conseguidos por gente que viva una vida mundana. Sin embargo algo de esta literatura monástica es accesible para todos aquellos que buscan a Dios. La gente rusa amaba leer libros tales como "Filocalia" en el cual se compilan (En 5 tomos) los consejos de los héroes espirituales de la antigüedad; "La Escala" (Al Paraíso) de san Juan, abad de la montaña de Sinaí; "La lucha invisible" de san Nicodemo del Santo Monte; "Enseñanzas provechosas para el alma" del abba Doroteo; los consejos de los maestros espirituales Varsonofio y Juan.


Obispo Alejandro Mileant
 
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