Tuesday, May 2, 2017

Santa Matrona de Moscú


"Todo el mundo, todo el mundo que venga a mí: decidme, como si estuviera viva, vuestros dolores, os veré, y os escucharé, y os voy a ayudar. Poca gente visitará mi tumba, sólo los amigos más cercanos; y, cuando mueran, será abandonada mi tumba... Pero después de muchos años la gente va a oír hablar de mí y vendrán en multitudes en busca de ayuda, con sus tristezas y peticiones de oración al Señor Dios, y voy a ayudar a todos y escuchar a todo el mundo ".

“Mi potencia en la flaqueza se perfecciona”( 2 Corintios 12:9).
El 2 de mayo se conmemora la defunción bendita (1952) y la canonización (1999) de Santa Matrona de Moscú. Fue ciega desde el nacimiento y sus piernas las tenía prácticamente paralizadas desde los diecisiete años. Los últimos 27 años vivió en casas de los bienhechores, perseguida por el régimen estalinista, físicamente débil, poseyendo sólo la ropa que llevaba y la fe cristiana ardiente.

Pero, al mismo tiempo, es una de los santos ortodoxos más eminentes del siglo XX. Su don de videncia espiritual, la fuerza de sus oraciones, su confesión del cristianismo, su entrega a los demás la hicieron el verdadero “octavo pilar de Rusia” (según predijo San Juan de Kronshtadt), una antorcha guía y madre espiritual para mucha gente durante su vida, y para todo el mundo cristiano hoy en día.

“Una vez en 1939 o 1940 Matrona dijo: “Estáis aquí riñendo y disputando, mientras una guerra tremenda está a punto de estallar. Mucha gente va a perecer, pero nuestro pueblo ruso vencerá.”

“Cada día Matrónushka recibía hasta cuarenta visitas. Ayudaba desinteresadamente, pero siempre subrayaba que no era la ayuda suya, sino la de Dios por sus oraciones. Curando a los enfermos, les exigía que creyeran en Dios y corrigieran la vida pecaminosa, acudieran a la Iglesia y a sus Santos Sacramentos.”

“Una vez en 1946 en el cuarto donde Matrona vivía entonces, vino una mujer de alto cargo estatal. Su hijo único se había vuelto loco, su marido había perecido en la guerra y ella misma, naturalmente, era atea. Estuvo con su hijo en Europa, pero los médicos de renombre no pudieron ayudar. “He venido a usted por desesperación, - dijo, - no tengo más donde ir”. Matrona preguntó: “Si el Señor le cura a tu hijo, ¿vas a creer en Dios?” La mujer dijo: “No sé qué es – creer”. Entonces Matrona pidió un vaso de agua y en presencia de la madre desgraciada empezó a pronunciar en voz alta una oración sobre el agua. Después, entregándosela este agua, la bienaventurada dijo: “Ve ahora a Káschenko (hospital psiquiátrico en Moscú), haz un acuerdo con los enfermeros que le sostengan a tu hijo bien fuerte cuando te lo lleven. Va a retorcerse, pero tú intenta tirarle el agua en sus ojos y, obligatoriamente, en su boca”.

Pasado algún tiempo, fuimos testigos de otra visita de esta mujer. Arrodillada, agradecía a la mátushka (madre), diciendo que su hijo estaba sano. La cosa ocurrió así: llegó al hospital y lo hizo todo como se lo había dicho la mátushka. Allí hubo una sala, donde de un lado de la barrera le hicieron salir a su hijo y de otro lado salió ella misma. La botellita con el agua estaba en su bolsillo. El hijo empezó a retorcerse y gritar: ”¡Mamá, tira fuera lo que está en tu bolsillo, no me atormentes!” Se quedó impactada: ¿de donde lo sabía? Enseguida le salpicó el agua en sus ojos y se la tiró en la boca. De repente el pobre se calmó, su mirada se hizo clara y dijo: “¡Qué bién!” Dentro de poco fue dado de alta.

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Sunday, April 30, 2017

Domingo de las Santas Mujeres Miróforas.


En este día conmemoramos a las Santas Mujeres Miróforas: Santas María Magdalena (22 de julio), María esposa de Cleofás, Juana (27 de junio), Salome, madre de los hijos de Zebedeo (3 de agosto), Marta y María, hermanas de Lázaro (4 de junio). También recordamos a San José de Arimatea (31 de julio), y Nicodemo.

La Santa Recta Creyente Reina Tamara de Georgia es conmemorada dos veces al año: el 1 de mayo, el día de su descanso, y también el domingo de las Mujeres Miróforas.

Los Evangelistas mencionan que entre los presentes a la cruz estaban la madre del apóstol Jacobo y Salome y las otras mujeres que seguían a Cristo desde Galilea y todos mencionan a María Magdalena primero. San Juan adicionalmente incluye a María la Madre de Dios, nombrándola a ella y a María Cleofás.

Según las costumbres judías, estas mujeres pasaron el siguiente día después de la sepultura de Cristo en descanso por ser el sábado, día de descanso, cual también coincidía con la fiesta de Pascua Judía. Las mujeres entonces recogieron las especies aromáticas para llevarlas a la tumba del Señor al amanecer del domingo y ungir su cuerpo como era la costumbre de los Judíos.

Es necesario mencionar que las mujeres se marcharon cada una a sus viviendas el Viernes en la noche y salieron de sus casas solas en la madrugada del siguiente día para ir a la sepultura de Cristo, ellas no tenían posibilidades de haberse reunido el Sábado, ellas llegaron a un acuerdo de asistir a la tumba temprano en la madrugada del primer día de la semana.

El Evangelista Mateo escribe que las mujeres llegaron en la madrugada, o como el Evangelista Marcos recuenta que llegaron al sitio donde estaba el cuerpo de Cristo antes de la salida del sol. El Evangelista Juan aclara que María Magdalena vino al sepulto cuando estaba todavía oscuro, espero impacientemente que la noche se terminara, pero no había salido el sol todavía. Ella corrió al lugar donde el Señor estaba sepultado.

Después de haber visto al Señor resucitado, María se recupero y corrió hacia donde estaban los apóstoles para complacer la voluntad del Señor mandándola a predicar. Cuando llego a la casa de los apóstoles, ellos se encontraban tristes y María les proclamo sus buenas noticias "¡He visto al Señor!" Esta fue la primera vez que se predico en el mundo La Resurrección.

Los apóstoles llevaron las buenas noticias al mundo, pero María fue la que lo proclamó por primera vez a los apóstoles.

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Friday, April 28, 2017

La Obediencia Evangélica ( San Basilio el Grande )

 
La verdadera y perfecta obediencia de los súbditos hacia el superior, se manifiesta en que, detrás del consejo del superior, no solamente se huye de todo mal, sino que sin su aprobación no se hace aquello que puede ser deseable. Mortificación y abstinencia al cuerpo es útil, pero quien va detrás de sus propias inclinaciones, hace lo que le parece y no escucha el consejo del superior, para él es antes una trasgresión que un mérito, porque: "Por tanto, quien se opone a la autoridad, se opone al orden establecido por Dios, y los que se oponen recibirán su merecido" (Rom. 13:2). Por eso la virtud de la obediencia tiene más mérito que la continencia.
El orden y la armonía en cada comunidad permanece tanto tiempo, cuanto más permanece la obediencia de los miembros a su superior, y cada desorden y caos en el gobierno de la comunidad origina anarquía por la incapacidad del que manda.
Entre la gente hay diferentes actitudes, porque no todos piensan de la misma manera lo que es necesario. Por eso para que no haya desorden y discordia, para que cada uno no viva por su propia voluntad, hace falta que aquel que manda supere por sabiduría, respeto y santidad de vida para ser moderador y superior de los demás. Cuando uno es nombrado para superior, entonces allí reemplaza la propia voluntad por sobre los demás y todos se someterán a la elegida y mejor voluntad, según los consejos del Apóstol que enseña: "Por tanto, quien se opone a la autoridad, se opone al orden establecido por Dios, y los que se oponen recibirán su merecido" (Rom. 13:2).
Ante todo es necesario, que aquel que se somete a esta forma de vida, tenga fuerte, perseverante e inamovible propósito y voluntad, que no se puede ser variable, debilitado por el espíritu maligno; él tiene que demostrar la firmeza de los mártires con la fuerza del espíritu hasta la muerte; él, con esta firmeza, tiene que permanecer fiel a los mandamientos de Dios y ser obediente a los superiores; esto es pues en esta vida la más importante causa. Porque como Dios, siendo Padre de todos quiso que todos lo llamaran Padre, exige de sus siervos la más perfecta obediencia, así, el padre espiritual entre la gente, cumpliendo sus ordenes, según el mandamiento de Dios obliga a una incondicional obediencia.
El mismo Hijo único de Dios, Señor nuestro, Jesucristo, por el cual todas la cosas existen dice: "Porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió" (Jn. 6:38).

San Basilio el Grande 

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Sunday, April 23, 2017

El Domingo de Santo Tomás - Anti-Pascua

Todos los días durante la semana después de la Pascua, que la Iglesia llama la Semana de Luces, se celebran los oficios pascuales en todo su esplendor. Diariamente se repite la procesión bautismal. Las Puertas Reales del santuario permanecen abiertas. Abunda el regocijo de la Resurrección y el don del Reino de la Vida Eterna. Luego, al final de la semana, en la tarde del sábado, se comienza la celebración del Segundo Domingo de la Pascua de Resurrección en memoria de la aparición de Cristo al Apóstol Tomás “después de ocho días”. (Juan 20,26)

Es importante recordar que el número ocho tiene un significado simbólico tanto en la tradición espiritual judía como en la cristiana. Significa más que cumplimiento y plenitud: significa el Reino de Dios y la vida del mundo venidero, ya que siete es el número del tiempo terrenal. El sábado, el séptimo día, es el bendito día de descanso en este mundo, el último día de la semana. El “primer día de la semana”, el día “después del sábado”, que en todos los Evangelios es recalcado como el día de la Resurrección de Cristo (Marcos 16,1; Mateo 28,1; Lucas 24,1; Juan 20,1.19), es por lo tanto también el “octavo día”, el día más allá que los confines de la tierra, el día que simboliza la vida del mundo venidero, el día del eterno descanso del Reino de Dios. (Ver Hebreos 4.)

El Domingo después de la Pascua de Resurrección, llamado el Segundo Domingo, es entonces el octavo día de la celebración pascual, el último día de la Semana de Luces. Por lo tanto recibe el nombre de la Anti-Pascua, y era solamente en este día en la Iglesia primitiva que los cristianos recién bautizados quitaron sus túnicas bautismales y volvieron a entrar nuevamente a la vida de este mundo.
En los oficios de la Iglesia, se da énfasis a la visión del Apóstol Tomás de Cristo, y en el significado del día llega a nosotros mediante las palabras del Evangelio:
“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo, Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” (Juan 20,27-29)

No hemos visto a Cristo con nuestros ojos físicos ni tampoco hemos tocado su cuerpo resucitado con nuestras manos, mas en el Espíritu Santo hemos visto y tocado y gustado de la Palabra de la Vida (I Juan 1,1-4), y así es que creemos.
En cada uno de los oficios de oración diarios hasta la Fiesta de la Ascensión, cantamos el Tropario de la Resurrección. En cada uno de los oficios dominicales a partir del domingo de Santo Tomás, cantamos el Canon de la Resurrección y sus himnos, y repetimos la celebración del “primer día de la semana” en que Cristo resucitó de entre los muertos. En cada Divina Liturgia, la lectura de la epístola es tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, contándonos acerca de los primeros cristianos quienes vivían en comunión con el Señor Resucitado. Todas las lecturas del Evangelio son tomadas del Evangelio según San Juan, considerado por muchos como un evangelio escrito especialmente para los nuevos bautizados en la vida nueva del Reino de Dios, mediante la muerte y la nueva vida en Cristo, en nombre de la Santísima Trinidad. Se piensa esto porque todos los “signos”, como se refieren a los milagros en el Evangelio de San Juan, tratan de temas sacramentales que involucran agua, vino y pan. Así, cada uno de los domingos después del Domingo de Santo Tomás, con la excepción del Tercero, es dedicado a la memoria de uno de estos “signos”.

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El Paraíso y el Infierno

Un Paralítico había sufrido muchos años y por fin le Rogó a Dios que haga Cesar sus sufrimientos. Se le apareció un ángel y le dijo: "Tus Pecados exigen Purificación; el Señor te propone que en lugar de un año de sufrimientos en la tierra, que te purificarían, soportes tres horas de suplicios en el infierno: puedes elegir." El paralítico pensó un poco y eligió las tres horas en el infierno. Después de esto el ángel llevó su alma al infierno.
 
En todas partes reinaba una densa oscuridad, estrechez, por todos lados los espíritus del mal, los gritos de los pecadores, en todos lados solo sufrimientos. El alma del paralítico se atemorizó indescriptiblemente y sintió una gran congoja; a sus gritos sólo contestaba el eco infernal, y el borbotear de las llamas de la gehena. Nadie prestaba atención a sus quejas y sus gritos, todos los pecadores estaban ocupados con sus propios sufrimientos. Al paralítico sufriente le pareció que ya habían pasado siglos y que el Ángel se había olvidado de él.
 
Pero por fin apareció el Ángel y le preguntó: "¿Cómo te está yendo, hermano?" "¡Tu me engañaste!"- exclamó el sufriente. — "¡No fueron 3 horas las que pasaron, sino muchos años, en que me encuentro aquí en indescriptibles sufrimientos!"
"¡¿Cómo que años?!" — Preguntó el Angel — "pasó sólo una hora y debes seguir sufriendo dos horas más." Entonces el sufriente comenzó a rogar al Ángel que lo devuelva a la tierra, donde él estaba de acuerdo en sufrir los años que fueran necesarios, con tal de dejar ese lugar de horrores. "Está bien, — contestó el ángel — Dios revelará en ti Su gran misericordia."
 
Encontrándose de nuevo en su lecho de enfermo, el paralítico soportó desde entonces, ahora ya con mansedumbre y con paciencia sus sufrimientos, recordando los horrores infernales, donde es incomparablemente peor (de las cartas de Sviatogoretz, pág. 89, carta 15ª, 1883).

Monday, April 17, 2017

Aunque los demonios fingen y hacen como si tuviesen la capacidad de predecir, nadie debe tener confianza en ellos ( San Antonio el Grande )

San Antonio el Grande nos enseña que «aunque los demonios fingen y hacen como si tuviesen la capacidad de predecir, nadie debe tener confianza en ellos.» Y continúa: «Algunas veces, antes de unos días, realmente comentan los nombres de los hermanos que encontramos después de pocos días. Y aquellos vienen, pero esto lo hacen los demonios no porque se interesan por ellos que les escuchan, sino para convencerles a tener confianza en ellos, y cuando ya les tienen en su mano, destruirlos… ¿Porqué, en qué nos tiene que extrañar, ya que ellos tienen cuerpos más ligeros que los hombres y en el camino adelantan a los que han visto a empezar el camino y les predicen? Esto lo predice hasta uno que esté montado a caballo, porque llega antes que el caminante…

»De la misma manera charlatanean algunas veces con las aguas de los ríos. Por ejemplo, ven caer en las tierras de Etiopía muchas lluvias, como conocen que de aquellas aguas se producen inundaciones por el río Nilo, antes de que llegue el agua a Egipto, corren antes y lo dicen… Pero si la divina Providencia mientras tanto piensa algo distinto en referencia a las aguas o para los que viajan -porque tiene la fuerza- los demonios se demuestran mentirosos y engañan también los que habían creído en ellos.

»Así se formaron los oráculos idólatras de los Helenos y de esta manera los engañaron en el pasado… Por sí mismos los demonios no conocen nada, sino que hacen como los ladrones, las cosas que ven a los demás, estas son las que transmiten. Más bien son meditadores que pronosticadores. Por lo tanto, si alguna vez predicen cosas verdaderas, tampoco entonces hace falta admirarles. Porque los médicos también por la experiencia que tienen de una enfermedad, generalmente deducen de sus experiencias y predicen el desarrollo de ella. Pero también los agricultores y los marineros hacen lo mismo. Ven el estado del tiempo y por la experiencia predicen que viene mal tiempo o bueno. Por eso uno no puede sostener que ellos predicen por inspiración divina, sino por experiencia y costumbre. Por lo tanto, si los demonios, por casualidad meditan las mismas cosas y las dicen antes, no por eso tenemos que admirarlos ni ponerles atención.
Cuerpo-figura

Los demonios en comparación con nosotros los hombres son espíritus incorpóreos e inmateriales, por eso no los percibimos con nuestros sentidos físicos. Pero en comparación con Dios que es totalmente incorpóreo, ellos tienen forma, figura y cuerpo. Son, pues, relativamente incorpóreos y se asemejan a los ángeles, con la diferencia de que sus cuerpos finos, inmaculados y etéreos que tenían antes de su caída los perdieron y adquirieron después una grosura. Se convirtieron «en algo materialmente finos, rencorosos y maliciosos».

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Saturday, April 15, 2017

Alegrémonos también nosotros, pues Cristo ha resucitado. ¡Oh júbilo eterno, Cristo ha Resucitado! ( Arzobispo Averky Taushev )

Este es el día de la resurrección; resplandece, oh pueblo. Pascua, Pascua del Señor. Cristo Dios nos ha conducido de la muerte a la vida, y de la tierra al cielo. Cantemos el himno de victoria (Irmos de la Oda I, del Canon de Pascua)

Os saludo, amados hermanos y hermanas en Cristo, con estas jubilosas palabras, para que despierten constantemente en nosotros un espíritu gozoso, especial y elevado, una oleada de fortaleza espiritual, y una brillante esperanza del futuro mejor que nos espera.

También os envío este gozoso saludo pascual a vosotros, nuestros amados sufrientes, el pueblo Ortodoxo Ruso que es perseguido y sufre en Rusia bajo el yugo de la mano opresora por causa de la santa Fe, con la esperanza de que nuestra voz os llegue.

En estos tiempos que vivimos, llenos de grandes tristezas, el único consuelo para nosotros es nuestra santa Fe con sus elevadas promesas, su radiante esperanza y sus expectativas que nos aportan paz al espíritu. Pues verdaderamente, nunca antes el mal, ahora tan victorioso en casi todo el mundo e infiltrado tan profundamente en la vida del hombre, e incluso en el redil de la Iglesia, había alcanzado tal poder, tal nivel de tensión. Sólo podemos oponernos a este mal con nuestra santa Fe, pues este mal avanza triunfante por el camino de la mentira con toda clase de engaño e iniquidad, venciendo a las personas que no creen en la Verdad, y que han preferido más la mentira.

“Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe” (1ª Juan 5:4). De esta manera somos consolados por el amado discípulo de Cristo, que estuvo al pie de la Cruz del Señor, contemplando los inexpresables sufrimientos del Señor, y que fue hecho digno de ser el primero en llegar a su tumba abierta, creyendo, con otros discípulos y seguidores, para experimentar la gran alegría de Su Resurrección (Juan 20:2-8).

Este gran hecho milagroso, sin precedentes en la historia del hombre, la Resurrección de Cristo, es el fundamento de nuestra fe, su piedra angular. Cristo resucitó, venciendo la falsedad humana y a la misma muerte, a la que fue sentenciado por esta falsedad. La verdad triunfó sobre la mentira, la vida conquistó a la muerte, y esto encuentra naturalmente una resplandeciente y jubilosa respuesta en nuestros corazones, oprimidos por el engaño, que tiemblan ante el rostro de la muerte. Por eso, nuestro oficio pascual es tan festivo y jubiloso, por eso nos regocijamos tanto, y por cuenta propia, alabamos a Cristo Resucitado en este día resplandeciente, la fiesta de su Resurrección, esta verdadera “fiesta de las fiestas, y triunfo entre los triunfos”. “Que los cielos se alegren, que la tierra se regocije, y que el mundo entero, tanto visible como invisible, festeje este día, porque Cristo ha Resucitado, oh gran alegría” (Tropario de la Oda I, Canon Pascual).

De hecho, esto no es sólo una imaginación, como algunas personas intentan demostrar superficialmente, pues son desafortunados en gran manera a causa de su estancamiento espiritual y su obstinada incredulidad. La verdad de la Resurrección gloriosa de Cristo está más allá de cualquier duda, en virtud del hecho de que su Resurrección fue presenciada por muchas personas de diferentes ámbitos de la vida, que vieron a Cristo resucitado en momentos diferentes, y no sólo una vez. Además, sería totalmente imposible entender y explicar este fervor inusual, este extraordinario gozo del espíritu, que hizo que los apóstoles, inicialmente atemorizados y temerosos, se volvieran valientes y celosos predicadores de la enseñanza de Cristo por todo el mundo. Debemos tener en cuenta que los discípulos del Señor, durante la predicación del Evangelio de Cristo, no sólo enseñaban a la gente una moral cristiana vacía, sino que, como podemos apreciar claramente en los Hechos de los Apóstoles, ante todo predicaron a Cristo crucificado y su Resurrección de entre los muertos al tercer día, acompañando y confirmando su predicación con muchas señales milagrosas. Esta predicación del Señor resucitado cautivó y conquistó los corazones de los hombres, e hizo de la gente su seguidora entusiasta, dispuesta a sellar su fidelidad inquebrantable a Cristo con su propia sangre.

Sólo la gran verdad de la Resurrección de Cristo puede explicar la rápida propagación de la fe cristiana sobre toda la faz de la tierra, incluso ante las condiciones y situaciones más desfavorables. ¿Qué más podría obligar a miles de personas durante tantos siglos, soportando tormentos indescriptibles, a derramar su sangra y dar su vida por Cristo? ¿Qué otra fuerza podría hacer que los ricos, los nobles, los hombres de gran posición, e incluso los emperadores del mundo pagano se apostaran humildemente al pie de la Cruz de Cristo glorificando su Resurrección? De hecho, ¿que podría conseguir que hombres y mujeres renunciaran a sus frutos vanos, comodidades y placeres de este mundo que se encuentra en el mal, consiguiendo que se retirasen a los desiertos, montañas, cuevas y precipicios para vivir una vida agradable a Dios en incesante oración, silencio, ayuno y luchas, con el propósito de allegarse más a Cristo en la otra vida, que Él nos abrió por su gloriosa Resurrección de entre los muertos?

San Pablo, apóstol de los gentiles, experimentó el poder creador de vida de Cristo resucitado en innumerables ocasiones durante su vida. Así, dice: “Si solamente para esta vida tenemos esperanza en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres” (1ª Corintios 15:19), pues como él mismo explica: “Y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación, vana también nuestra fe” (1ª Corintios 15:14). El apóstol Pablo, a quien Cristo se le apareció muchas veces, aunque también fue discípulo de Cristo en esta vida terrenal, así mismo testifica con convicción: “Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicia de los que durmieron” (1ª Corintios 15:20). “Porque como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1ª Corintios 15:22).

“Pero cada uno por su orden: como primicia Cristo; luego los de Cristo en su Parusía; después el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya derribado todo principado y toda potestad y todo poder. Porque es necesario que Él reine hasta que ponga a todos los enemigos bajo sus pies. El último enemigo destruido será la muerte” (1ª Corintios 15:23-26).

Esta es la verdadera fuente de nuestro gozo resplandeciente en el día glorioso de la Resurrección de Cristo. La Resurrección de Cristo es para nosotros la afirmación gozosa y convincente del triunfo final de la Verdad de Dios, el triunfo sobre el mal, el triunfo sobre la muerte. Sin embargo, para ser participantes de este triunfo final de la Verdad de Dios y celebrar esta victoria sobre el mal con Cristo, la victoria sobre la muerte, debemos ser “crucificados con Cristo” en esta vida terrenal, para que podamos unirnos a su Resurrección. Con la ayuda de la gracia de Dios, otorgada por la virtud de las obras de Cristo, debemos vencer el mal (es decir, el pecado) que mora en nosotros. Al recibir el santo misterio del Bautismo, estamos obligados a hacer esto. En la maravillosa lectura que la Iglesia ha asignado para el Gran y Santo Sábado, el santo apóstol Pablo pregunta: “¿Ignoráis acaso que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados? Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados junto con Él en la muerte, a fin de que como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en nueva vida” (Romanos 6:3-4). “Sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no puede tener dominio sobre Él. Así también vosotros tenemos por muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Romanos 6:9, 11). Esta es la clara enseñanza de la Palabra de Dios para nosotros sobre el poder y el sentido del gran y glorioso hecho de la Resurrección de Cristo.

¡Cómo se puede alegar y enseñar lo contrario, como hacen los herejes contemporáneos, soñando con el establecimiento de algún tipo de “Reino de Dios” terrenal! Están dispuestos a legitimar la unión pecaminosa de la humanidad, que ha traicionado a Cristo resucitado, a este mundo que yace en el pecado, con todos sus placeres vanos, comodidades y beneplácitos. “Cristo nos ha conducido de la tierra al cielo…”, por su Resurrección, y así, ¿cómo y por qué, después de esto, regresaríamos a la tierra, de la cual hemos sido arrancados, aunque temporalmente, y deberíamos seguir caminando sobre ella? Volver a unirnos con el mundo (Es Decir, con lo terrenal) es una ingratitud insensible a Cristo resucitado, una burla insana a la santidad de su Resurrección.

¡No! Si los cristianos no son más que “cristianos de nombre”, debemos acabar con la vida terrenal, llena de pasiones pecaminosas. “Celebramos el exterminio de la muerte, la destrucción del hades, el comienzo de la vida eterna…”, y todos nuestros pensamientos y sentimientos deben estar dirigidos hacia “el día sin ocaso del Reino de Cristo”, que nos espera, y hacia el cual debemos esforzarnos con todo nuestro corazón.

“Purifiquemos nuestros sentidos de todo lo terrenal, y contemplemos a Cristo, con la radiante luz inaccesible de la Resurrección, y escuchemos con claridad: ¡Regocijaos, cantemos el himno de victoria!

Alegrémonos también nosotros, pues Cristo ha resucitado. ¡Oh júbilo eterno, Cristo ha Resucitado!

Pascua de 1963

Catecismo Ortodoxo
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