Monday, January 11, 2016

Akathistos al dulcísimo Jesús


Oh Guía, defensor en la lucha. Señor, vencedor del infierno, ya que me has salvado de la muerte eterna canto tu alabanza, yo, tu criatura, tu siervo. Tú, cuya misericordia no tiene límite, libérame hoy de todo peligro, Tú, a quien yo invoco:

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Oh Creador de los ángeles y Señor de las potencias del cielo, Tú que has abierto el oído y dado la palabra al sordomudo, ilumina mi espíritu y desata mi lengua para que pueda alabar a Tu Nombre purísimo y dirigirme a Ti con este canto:

Jesús, belleza luminosa, estupor de los ángeles.
Jesús, fuerza invencible, liberador de nuestros padres.
Jesús, dulzura inmensa, alabanza de los patriarcas.
Jesús, Señor muy amado, cumplimiento de los profetas.
Jesús, admirable en la fuerza, gloria de los mártires.
Jesús, paz resplandeciente, alegría de los monjes.
Jesús, lleno de benevolencia, dulzura de los sacerdotes.
Jesús, misericordia incansable, regocijo de los santos.
Jesús, purísimo, pureza de las vírgenes.
Jesús, Tú eres desde siempre, salvación de los pecadores.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Cuando viste a la viuda quebrantada de dolor, tuviste piedad de ella, Señor, y resucitaste a su hijo que estaban llevando a la tumba. Del mismo modo, Tú que amas a los hombres, fortalece mi alma y ten piedad de mí, que te grito:

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Buscando entender al Incomprensible, Felipe te dijo: “Señor, muéstranos al Padre”. Tú le respondiste: “¿Hace tanto tiempo que estoy con ustedes y tú no me conoces, Felipe? ¿No crees que yo estoy en mi Padre y que mi Padre está en mí?” A Ti, que estás más allá de toda la comprensión, con temor te grito:

Jesús, Dios desde siempre y por siempre.
Jesús, Maestro muy paciente.
Jesús, Salvador lleno de compasión.
Jesús, Amor inmenso, custódiame.
Jesús, purifícame de mis pecados
Jesús, aparta tu mirada de mis culpas.
Jesús, libera mi corazón de toda falsedad.
Jesús, yo espero en Ti, no me abandones.
Jesús, no me rechaces lejos de Ti.
Jesús, mi Creador, no me olvides.
Jesús, Tú el único Pastor Bueno, vela por mí.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Jesús, Tú has revestido con el poder de lo alto a los apóstoles que permanecían en Jerusalén. Del ardor del Espíritu Santo revísteme también a mí aunque esté desprovisto de toda obra buena y concédeme cantarte con amor: Aleluya.

Jesús, en la riqueza de tu misericordia has llamado al publicano y al pecador, ahora vuélvete hacia mí, que soy como ellos y acepta este canto como mirra muy preciosa:

Jesús, fuerza invencible.
Jesús, ternura infinita.
Jesús, belleza luminosa.
Jesús, amor inefable.
Jesús, Hijo de Dios viviente.
Jesús, te piedad de mí, pecador.
Jesús, ilumíname porque estoy en la oscuridad.
Jesús, purifícame de toda culpa.
Jesús, recondúceme a Ti, como al hijo pródigo.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Asaltado interiormente por una tempestad de duda, Pedro se hundía. Cuando te ve presente corporalmente caminando sobre las aguas, te reconoce verdadero Dios, y aferrándose a la mano que salva dice: Aleluya.

El ciego te siente pasar, Señor,  y se pone a gritar: “¡Hijo de David, ten piedad e mí!”. Llamándolo, Tú le devolviste la vista. Del mismo modo, en tu ternura, ilumina los ojos de mi corazón, a mí que te grito, diciendo:

Jesús, Creador de los ángeles.
Jesús, Redentor de los hombres.
Jesús, vencedor del infierno.
Jesús, Tú has revestido de belleza a toda criatura.
Jesús, reanima mi alma.
Jesús, ilumina mi inteligencia.
Jesús, colma de gloria mi corazón.
Jesús, da la salud a mi cuerpo.
Jesús, mi Salvador, sálvame.
Jesús, mi luz, ilumíname.
Jesús, de todo tormento, libérame.
Jesús, sálvame, aunque sea indigno.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Con tu sangre derramada, nos has rescatado. Así, Jesús, no nos dejaste prisioneros, esclavos de nuestras pasiones y de la profunda tristeza. Haznos verdaderamente libres, a nosotros que te gritamos: Aleluya.

Los hijos de tu pueblo han visto, en un cuerpo como el nuestro, a Aquél que con su mano había creado al hombre. Y, habiéndolo reconocido como el Señor, buscaban festejarle agitando los ramos y gritando: ¡“Hosanna”! Del mismo modo, nosotros te ofrecemos un himno diciendo:

Jesús, verdadero Dios.
Jesús, Hijo de David.
Jesús, Rey de la gloria.
Jesús, Cordero inocente.
Jesús, Pastor maravilloso.
Jesús, Custodio de mi infancia.
Jesús, Consejero de mi juventud.
Jesús, alabanza de mi vejez.
Jesús, esperanza en la hora de mi muerte.
Jesús, vida después de la muerte.
Jesús, consolación en la hora misma de mi juicio.
Jesús, mi único deseo ábreme la puerta de tu Reino.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Llevando a cumplimiento el mensaje de los profetas inspirados por Dios, viniste al mundo, Jesús. Quisiste habitar entre nosotros. Tú, el Infinito, tuviste compasión de nuestra enfermedad. Porque, nos sanaste por tus heridas; nosotros hemos aprendido a cantar: Aleluya

La luz de tu Verdad se levantó sobre el universo entero y la mentira fue rechazada: los ídolos, Señor, no soportaron tu poder y cayeron. Y nosotros que recibimos la salvación de Ti, te cantamos:

Jesús, Verdad que rechaza la mentira.
Jesús, luz que no decae.
Jesús, tan grande en tu poder infinito
Jesús, Dios inquebrantable en tu compasión.
Jesús, Pan de vida, sáciame, que tengo hambre.
Jesús, fuente de la inteligencia, sáciame que tengo sed.
Jesús, vestido de gloria, envuélveme, que soy corruptible.
Jesús, manto de alegría, recúbreme, que soy indigno.
Jesús, que das a quien pide, concédeme llorar mis pecados.
Jesús, que abres a quien golpea, abre a mi pobre corazón.
Jesús, Redentor de los pecadores, purifícame de mi pecado.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Queriendo revelar el misterio escondido desde los siglos, como un cordero mudo has sido inmolado, Jesús. Siendo Dios, has resucitado de entre los muertos y has subido al cielo en la gloria. Contigo, nosotros hemos resucitado, y te aclamamos: Aleluya.

Ante nuestros ojos hiciste tu obra maravillosa cuando el Creador, nacido de la Virgen, se manifestó, resucitó de la tumba y se presentó corporalmente a los apóstoles que estaban con las puertas cerradas. Por esto, maravillados cantamos con fuerza:

Jesús, Verbo incomprensible.
Jesús, Palabra impenetrable.
Jesús, poder inaccesible.
Jesús, sabiduría inconcebible.
Jesús, divinidad inmensa.
Jesús, Señor de todo el universo.
Jesús, soberanía infinita.
Jesús, fuerza estrepitosa.
Jesús, poder eterno.
Jesús, mi Creador, ten compasión de mí.
Jesús, Salvador, sálvame.

Viéndote, Jesús, Dios misteriosamente encarnado, nosotros vivimos en el mundo sin ser del mundo y caminamos lleno de esperanza hacia tu Reino. Si has bajado a la tierra es para subirnos a nosotros al cielo, por esto te cantamos: Aleluya.

Tú estás plenamente presente en la tierra sin dejar de estar ausente en el cielo. Jesús, ¡cuánto, voluntariamente, has sufrido por nosotros! Con tu muerte, has vencido a la muerte, y con tu resurrección, nos has dado la vida, y por esto nosotros te cantamos:

Jesús, dulzura del corazón.
Jesús, vigor del cuerpo.
Jesús, limpieza del alma.
Jesús, vivacidad del espíritu.
Jesús, alegría de mi corazón.
Jesús, mi esperanza, mi única esperanza.
Jesús, alabanza excelsa, alabanza eterna.
Jesús, plenitud de mi alegría.
Jesús, mi único deseo, no me rechaces.
Jesús, mi Pastor, búscame.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Todos los ángeles magnifican incesantemente tu Santo Nombre Jesús, cantando en el cielo: “Santo, Santo, Santo”. Nosotros pecadores, también, con nuestros labios de arcilla, sobre la tierra te cantamos: Aleluya.

Viéndote, oh Jesús, nuestro Salvador, los oradores más elocuentes quedan sin palabra. No son capaces de decir cómo tú permaneces Dios inmutable y hombre perfecto. Pero nosotros, llenos de admiración delante del misterio, con fe aclamamos:

Jesús, Dios desde toda la eternidad.
Jesús, Rey de reyes.
Jesús, Señor de los señores.
Jesús, justicia de los vivos y de los muertos.
Jesús, esperanza de quienes están sin esperanza.
Jesús, consolación de los que lloran.
Jesús, gloria de los humildes.
Jesús, por tu compasión, cúrame.
Jesús, expulsa de mí el desaliento.
Jesús, ilumina los pensamientos de mi corazón.
Jesús, mantén despierto en mí el recuerdo de la muerte.

Queriendo salvar el mundo, oh Sol que surges, has tomado un cuerpo como el nuestro y te has humillado hasta la muerte. Por esto tu Nombre ha sido exaltado sobre todo nombre y de todos los seres de la tierra y del cielo sientes cantar: Aleluya.

¡Dios eterno, Consolador! Cristo verdadero: purifícanos de toda mancha, como has purificado a los diez leprosos y cúranos como has curado a Zaqueo, el publicano, de modo que arrepentidos te cantemos:

Jesús, tesoro incorruptible.
Jesús, riqueza inexorable.
Jesús, alimento de los fuertes.
Jesús, fuente inextinguible.
Jesús, vestido de los pobres.
Jesús, abogado de las viudas.
Jesús, defensor de los huérfanos.
Jesús, ayuda de los trabajadores.
Jesús, guía de los peregrinos.
Jesús, piloto de los navegadores.
Jesús, consuelo de los angustiados.
Jesús, levántame de mi culpa.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Te ofrezco, yo indigno, un himno lleno de ternura y de arrepentimiento. Como la cananea te llamo: “¡Jesús, ten piedad de mí!” Cúrame, Jesús, a mí que te grito: Aleluya.

Pablo, que hasta aquel momento te perseguía, obedece al poder de la voz que lo ilumina del conocimiento divino y se convierte al instante. Así también Señor -Luz que ilumina a quien está en las tinieblas de la ignorancia- ilumina los ojos oscurecidos de mi alma que te invoca:

Jesús, Dios invencible en tu fuerza.
Jesús, Señor omnipotente e inmortal.
Jesús, Creador resplandeciente de gloria.
Jesús, guía seguro.
Jesús, Pastor infatigable en tu ternura.
Jesús, Salvador muy compasivo.
Jesús, ilumina a mis sentidos cegados por las pasiones.
Jesús, cúrame, que estoy desfigurado por el pecado.
Jesús, defiende mi corazón de los malos deseos.

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí

Dadme la gracia, Jesús, tú que perdonas toda deuda. Acógeme, arrepentido, como has acogido a Pedro que te había negado. Llámame, a mí pecador, como has llamado  a Pablo que te perseguía, Y escúchame, que te canto: Aleluya.

Celebrando tu Encarnación, todos nosotros te alabamos. Con Tomás, te confesamos Dios y Señor que, sentado a la diestra del Padre vendrás a juzgar a vivos y a muertos. Otórgame un lugar a tu derecha a mí que te canto:

Jesús, fuego de amor, enciéndeme.
Jesús, morada eterna, refúgiame.
Jesús, manto de luz, revísteme de tu belleza.
Jesús, perla de gran precio, brilla sobre mí.
Jesús, sol que surge, ilumíname.
Jesús, luz santa, esclaréceme.
Jesús, de toda enfermedad, presérvame.
Jesús, arráncame de la mano del adversario.
Jesús, libérame de la pena eterna.

Oh Jesús, manso y humilde de corazón, en tu amor que nada desprecia, mira nuestra miseria, perdónanos sin límite y en tu compasión infinita acepta nuestra humilde oración como has aceptado la pobreza ofrecida de la viuda.

Jesús, a imagen de los niños, tus preferidos, transfórmame.
Jesús, como los pastores asombrados, atráeme hacia Ti.
Jesús, como al ciego de nacimiento, tócame, para que yo te vea.
Jesús, como al paralítico, cúrame para que yo camine contigo.
Jesús, como la cananea que te suplicaba, escúchame.
Jesús, como a María que te escuchaba, háblame de Ti.
Jesús, como sobre Pedro que te había negado, fija tu mirada sobre mí.
Jesús, como María Magdalena que te amó mucho, perdóname.
Jesús, como Zaqueo, llámame y ven a mí.
Jesús, como a la hija de Jairo, revíveme.
Jesús, como a la Samaritana, transfórmame.
Jesús, como a Juan –el discípulo amado- hazme permanecer en Ti.
Jesús, al terminar mi vida, como al buen ladrón, dime: “Hoy estarás conmigo en mi Reino.” Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.

                                     Catecismo Ortodoxo 

                      http://catecismoortodoxo.blogspot.ca

El Padre nuestro


Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, como en la tierra es en el cielo . El pan nuestro sustancial dánosle hoy, perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del maligno. 

Catecismo Ortodoxo 

http://catecismoortodoxo.blogspot.ca/

Saturday, January 9, 2016

Akathisto al Santo Apóstol Andrés, el primer llamado


Cuya fiesta se celebra el 30 de Noviembre/13 de Diciembre.

Kondakio I

Alabemos, oh fieles, al discípulo primer llamado que siguió a Cristo, al apóstol Andrés, hermano de Pedro, como al primero que condujo a los paganos del error hacia el bautismo. Por eso, cantémosle: ¡Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés!

Ikos I

Mi alma está turbada por numerosos pensamientos y malas palabras. Purifícala por la gracia que descendió sobre ti, oh Andrés, Predicador de Cristo, para que siendo purificada, pueda surgir de ella un canto digno:

Alégrate, pues de pescador te convertiste en apóstol.

Alégrate, pues al principio tuviste a San Juan Bautista como maestro.

Alégrate, pues de todos los discípulos, fuiste el primer llamado por el Salvador para la misión apostólica.

Alégrate, pues tu gran fe te permitió ser discípulo de Cristo.

Alégrate, pues guiaste a tu hermano Pedro a Cristo.

Alégrate, pues con todos los discípulos, seguiste al Señor.

Alégrate, pues de entre ellos, eres el primer apóstol de Cristo.

Alégrate, pues guardaste un amor fiel por el Señor.

Alégrate, pues por amor lo hiciste conocer como Dios dador de vida.

Alégrate, pues predicando a los paganos la fe en Jesús Cristo, sufriste mucho.

Alégrate, pues fuiste golpeado por la madera y la piedra.

Alégrate, pues estos salvajes te mordían con sus dientes.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio II

Venerable Andrés, por la palabra del Evangelio has sacado a los pueblos de lo más profundo del error, como prometiste a nuestro Señor Jesús Cristo, que te enseñó a conducir al pueblo a la fe. Por eso cantamos a Dios: ¡Aleluya!

Ikos II

Tú, que conoces el Misterio, tú que eres dispensador del conocimiento inexpresable de Cristo, y que recibiste el Espíritu Santo, hablas en lenguas y distribuyes los dones. Por eso, te alabamos y te cantamos:

Alégrate, receptáculo del Espíritu Santo bajo forma de lenguas de fuego.

Alégrate, pues atravesaste muchos países.

Alégrate, pues fuiste mordido por los paganos, y el Señor Jesús te sanó.

Alégrate, pues ordenaste a muchos obispos y sacerdotes entre los mejores cristianos.

Alégrate, pues predicando en ciudades y pueblos, aumentaste el número de los cristianos.

Alégrate, pues tras muchos años de predicación, terminaste tu vida en el martirio.

Alégrate, pues los infieles paganos te hicieron sufrir en la cruz, poniéndote cabeza abajo.

Alégrate, pues tu alma divina se elevó al cielo.

Alégrate, pues el Señor Jesús Cristo ha puesto sobre tu cabeza una corona preciosa.

Alégrate, pues todos los coros celestes cantaron bellos himnos por tu coronación.

Alégrate, pues los ángeles y los santos te recibieron con júbilo en el Reino.

Alégrate, humilde siervo de la Toda Santa Triada.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio III

Te apresuraste con deseo a la llamada del Señor, oh apóstol Andrés, y como un ciervo que escucha el murmullo de las fuentes de agua, escuchaste con atención su enseñanza, y predicaste a todos al verdadero Dios. Por eso cantamos: ¡Aleluya!

Ikos III

La perla preciosa, oculta en lo más profundo de tu corazón, la expusiste ante el mundo, oh apóstol Andrés. Y recibiéndola con fe, los paganos la transformaron en un tesoro. Por eso, nosotros te cantamos:

Alégrate, pues alabas a la Toda Santa Theotokos.

Alégrate, pues cantas con los ángeles y todos los santos.

Alégrate, protector nuestro.

Alégrate, intercesor nuestro ante la Toda Santa Theotokos.

Alégrate, mediador nuestro ante el Señor Dios.

Alégrate, siervo de los misterios de Cristo.

Alégrate, poderoso fundamento del testimonio de Cristo.

Alégrate, pues predicaste la fe dada por nuestro Señor Jesús Cristo.

Alégrate, iluminador del conocimiento celeste.

Alégrate, pues enseñaste la fe verdadera.

Alégrate, pues gracias a ti nuestro Señor Jesús Cristo está presente.

Alégrate, pues gracias a ti el maligno huye.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio IV

Tomando el Evangelio en las manos, como una buena noticia, oh venerable Andrés, enriqueciste toda la tierra con tu divina predicación. Por eso honramos tu memoria y tus sufrimientos, cantando a Dios: ¡Aleluya!

Ikos IV

Transformando los templos paganos en iglesias de Dios, santo apóstol Andrés, acogiste a los nuevos conversos invitándolos a recibir el bautismo del agua y del Espíritu. Por eso te cantamos:

Alégrate, pues eres aliviado por el canto de los ángeles.

Alégrate, pues has crucificado las cosas terrenales y Jesús Cristo vive en ti.

Alégrate, pues por ti se disiparon las tinieblas.

Alégrate, pues por ti el mundo se iluminó.

Alégrate, pues estás unido divinamente a Dios.

Alégrate, cielo más alto que el cielo.

Alégrate, pues te mostraste como co-participante de la naturaleza divina.

Alégrate, pues hiciste venir a numerosos hijos a Dios.

Alégrate, pues eres útil para las necesidades de la Iglesia.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio V

Conociste las profundidades de la naturaleza humana, oh venerable Andrés, capaz de hacer milagros. Y fuiste a ver a tu hermano Pedro para decirle: ¡He encontrado al que buscabas! Y así, le mostraste el conocimiento del Espíritu. Por eso cantamos a Dios: ¡Aleluya!

Ikos V

Con la red de la Palabra, echada en la profundidad del error, pescaste “peces humanos”, bienaventurado apóstol Andrés, y sobre la mesa de Cristo, los has llevado como alimento purificado. Por eso te cantamos:

Alégrate, Andrés, dulzura de la mente.

Alégrate, divino deleite del pueblo.

Alégrate, pues por ti se propagó la fe.

Alégrate, pues por ti, las maldades son vencidas.

Alégrate, pues por el nombre de Cristo, viste como futilidades las cosas mundanas.

Alégrate, pues te hiciste todo para todos, para salvarlos.

Alégrate, gran vaso de la sabiduría de Dios.

Alégrate, dulce pensador de Cristo.

Alégrate, bálsamo divino para los ciegos.

Alégrate, remedio milagroso para los enfermos.

Alégrate, mensajero de las divinas palabras inspiradas por Dios.

Alégrate, cima de la compasión divina.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio VI

Como un puente divino, el Espíritu luminoso que lo llena todo descendió sobre ti, oh venerable apóstol Andrés, bajo la apariencia de una lengua de fuego, para revelarte como predicador de lo inexpresable. Por eso, cantamos a Dios: ¡Aleluya!

Ikos VI

Dejando las redes de los pescadores y tomando la Cruz, seguiste a Cristo que te llamó, y echando la red del Espíritu, en lugar de peces, pescaste hombres. ¡Gloria al Espíritu que te fue dado!. Por eso te alabamos:

Alégrate, gran intérprete de la encarnación divina.

Alégrate, libro imaginado por Dios, útil para el intelecto.

Alégrate, tesoro divino de los tesoros del cielo.

Alégrate, pues eres la enseñanza necesaria para los maestros.

Alégrate, pues evangelizaste a los pueblos elegidos por Dios.

Alégrate, pues hiciste milagros entre los débiles.

Alégrate, ruptura de la sombra de la Ley.

Alégrate, sólida columna de la Verdad.

Alégrate, pues te enriqueciste con las palabras de la sabiduría.

Alégrate, morada de la Toda Santa Triada.

Alégrate, Iglesia de los hijos espirituales.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio VII

Bienaventurado apóstol Andrés, encontraste al que deseabas, y ahora, en los lugares sagrados en los que habitas con Él, recoges la cosecha de tu pena por la medida de tu celo. Por eso, con himnos, glorificamos a Dios, diciendo: ¡Aleluya!

Ikos VII

Amaste al Maestro y le seguiste. En tu vida, fuiste buen consejero. Santísimo Andrés, seguiste hasta tu muerte la pasión de Cristo sin desfallecer. Por eso te cantamos:

Alégrate, altura inigualable de la predicación de Dios.

Alégrate, medida divina de la que no se conoce profundidad.

Alégrate, boca de oro del Consolador.

Alégrate, boca sellada con el fuego de la Palabra.

Alégrate, escollo de la sabiduría de los sabios.

Alégrate, negación del conocimiento de los sabios.

Alégrate, heredero del reino jubiloso del cielo.

Alégrate, anuncio de los misterios de Cristo.

Alégrate, ruiseñor celeste que habla con dulzura.

Alégrate, lengua de fuego viva, que hablas del conocimiento divino.

Alégrate, dulzura para nuestros oídos.

Alégrate, pues por ti, Cristo salva nuestras almas.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio VIII

Por la gracia que te fue dada por Dios, oh santo apóstol Andrés, los espíritus malignos son expulsados por la palabra, las enfermedades se alejan y todas las pasiones del alma se disipan en los que están enfermos. Por eso, cantamos a Dios: ¡Aleluya!

Ikos VIII

Tú que naciste en Betsaida, nos llamas a celebrar tu fiesta, invitándonos en este día. Por el valor de tus combates y con el Espíritu de Cristo que ilumina nuestra mente, tus divinas enseñanzas son para nosotros un alimento celestial. Por eso te cantamos:

Alégrate, luz de las almas oscurecidas por el paganismo.

Alégrate, verdadero camino de los extraviados.

Alégrate, pues viste la luz de Cristo y la predicaste.

Alégrate, testigo particular de la pasión de Cristo.

Alégrate, buen dispensador de los milagros del Señor.

Alégrate, medida de la belleza primera.

Alégrate, maestría de los dogmas de Dios.

Alégrate, descubrimiento luminoso de la luz increada.

Alégrate, modelo de los sufrimientos que proceden de los pecadores.

Alégrate, boca que anuncia a Dios Cristo.

Alégrate, pues observas las obras de Dios.

Alégrate, pues escuchas lo que los hombres no pueden escuchar.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio IX

Recibiendo el mandato de ascender al Monte Sión, oh apóstol Andrés, y tomando la Copa de la Salvación, la bebiste regocijándote, pasando de la muerte a la vida divina, en la presencia de Cristo nuestro Dios, y cantándole: ¡Aleluya!

Ikos IX

Venerable Andrés, apóstol de Cristo, el fuego del Espíritu Santo que descendió sobre ti te ordenó, en una lengua que nunca habías hablado, anunciar al mundo su gloria. Por eso te ofrecemos estas alabanzas:

Alégrate, pues anunciaste la pasión y la resurrección de Cristo.

Alégrate, pues sólo tu explicas la caída de los demonios al infierno.

Alégrate, pues estás colmado con los frutos del Espíritu Santo.

Alégrate, plenitud de sus dones.

Alégrate, pues por ti la Toda Santa Triada ha sido glorificada.

Alégrate, salud milagrosa distribuida a los fieles.

Alégrate, herida temible de los demonios.

Alégrate, luz más brillante que el sol.

Alégrate, consejero y luz de los ciegos.

Alégrate, iluminador de todos.

Alégrate, poderoso vencedor de los enemigos.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio X

¿Quién te ha enseñado a hablar así, oh santo apóstol Andrés? ¿Quién te ha iluminado el espíritu para ver claramente la gloria inaccesible? ¿Quién ha revelado la luz de la verdad en tu corazón, sino nuestro Señor Jesús Cristo? Por eso, le cantamos: ¡Aleluya!

Ikos X

La mente se conmueve por la predicación que has dispensado sobre toda la tierra, oh guardián de los misterios de Cristo, pues has sido honrado por el Señor entre los Doce Apóstoles. Por eso, te cantamos:

Alégrate, nuestro intercesor ante Dios.

Alégrate, pues el Señor nos envía su infinita misericordia por tus santas oraciones.

Alégrate, pues por tu ayuda, el tirano Satanás ha sido alejado lejos de nosotros.

Alégrate, pues apartas de nosotros los malos pensamientos y las enfermedades.

Alégrate, perla brillante de Cristo.

Alégrate, consuelo espiritual de los desgraciados.

Alégrate, salud corporal de los enfermos.

Alégrate, guía maravillosa para todos los que navegan.

Alégrate, compañero de los que viajan por tierra.

Alégrate, ayuda de los que te invocan en el aire.

Alégrate, pues alimentas a los hambrientos de buenas obras.

Alégrate, pues escuchas nuestras oraciones para nuestra salvación.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio XI

Por el aliento del Espíritu, Dios te inflamó con el celo de la fe para revelarte como orador de la Palabra de Dios, oh gran apóstol Andrés, y tú cantas a tu Salvador: ¡Aleluya!

Ikos XI

Bienaventurado apóstol de Cristo, que llevas la luz y que das júbilo, tu divina conmemoración brilla, como un destello de curación para los que te cantamos:

Alégrate, estrella más luminosa que el sol.

Alégrate, candelero que brilla como un rayo de oro.

Alégrate, dador de los dones a los fieles cristianos.

Alégrate, pues sostienes a los monjes entristecidos por las penas.

Alégrate, cazador que atemorizas a los demonios.

Alégrate, belleza luminosa de la Iglesia de Cristo.

Alégrate, cueva de la que mana el buen olor de Cristo.

Alégrate, joya estimada entre los apóstoles.

Alégrate, ilustre antorcha de los mártires.

Alégrate, júbilo que la el gozo a los piadosos cristianos.

Alégrate, alabanza bienaventurada de todos los santos.

Alégrate, oración e intercesión útil para todos los ortodoxos.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio XII

Como un discípulo elegido por Aquel que se dejó colgar en la Cruz, y siguiendo hasta la muerte a tu Maestro, ascendiste también a ella, regocijándote de ser colgado sobre esta cruz que te habría el camino al cielo, tres veces bendito, oh santo apóstol Andrés. Por eso, cantamos a Dios este himno angélico, diciendo: ¡Aleluya!

Ikos XII

Todos los pueblos iluminados por ti y elevados de la tierra al cielo, te damos las gracias, oh santo apóstol Andrés. Alejándonos de la servidumbre del enemigo, nos hemos convertido en conciudadanos de los ángeles y co-herederos de la gloria del Señor. Por eso, te decimos con celo:

Alégrate, apóstol Andrés, dulce nombre estimado por los fieles.

Alégrate, destructor de todas las supersticiones.

Alégrate, bella flor fragante del paraíso.

Alégrate, pues tus oraciones son como una escalera que nos eleva hacia el cielo.

Alégrate, arma invencible del pueblo fiel.

Alégrate, vencedor en el campo de batalla contra los adversarios durante los días de guerra.

Alégrate, pues nos liberas de todas las necesidades.

Alégrate, pues proteges este santo lugar contra los incendios.

Alégrate, pues nos salvas de la astucia del enemigo.

Alégrate, pues nos ayudas a obtener el perdón divino al final de nuestra vida.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio XIII (Este Kondakio se repite tres veces)

Oh maravilloso y venerable apóstol Andrés, imploramos tu ayuda con lágrimas, para que, por tus oraciones, nos salves del sufrimiento eterno y nos hagas dignos del gozo del paraíso, y así, contigo, cantemos a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

Oh maravilloso y venerable apóstol Andrés, imploramos tu ayuda con lágrimas, para que, por tus oraciones, nos salves del sufrimiento eterno y nos hagas dignos del gozo del paraíso, y así, contigo, cantemos a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

Oh maravilloso y venerable apóstol Andrés, imploramos tu ayuda con lágrimas, para que, por tus oraciones, nos salves del sufrimiento eterno y nos hagas dignos del gozo del paraíso, y así, contigo, cantemos a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!







(Se repite el ikos I y el Kondakio I)

Ikos I

Mi alma está turbada por numerosos pensamientos y malas palabras. Purifícala por la gracia que descendió sobre ti, oh Andrés, Predicador de Cristo, para que siendo purificada, pueda surgir de ella un canto digno:

Alégrate, pues de pescador te convertiste en apóstol.

Alégrate, pues al principio tuviste a San Juan Bautista como maestro.

Alégrate, pues de todos los discípulos, fuiste el primer llamado por el Salvador para la misión apostólica.

Alégrate, pues tu gran fe te permitió ser discípulo de Cristo.

Alégrate, pues guiaste a tu hermano Pedro a Cristo.

Alégrate, pues con todos los discípulos, seguiste al Señor.

Alégrate, pues de entre ellos, eres el primer apóstol de Cristo.

Alégrate, pues guardaste un amor fiel por el Señor.

Alégrate, pues por amor lo hiciste conocer como Dios dador de vida.

Alégrate, pues predicando a los paganos la fe en Jesús Cristo, sufriste mucho.

Alégrate, pues fuiste golpeado por la madera y la piedra.

Alégrate, pues estos salvajes te mordían con sus dientes.

Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés.

Kondakio I

Alabemos, oh fieles, al discípulo primer llamado que siguió a Cristo, al apóstol Andrés, hermano de Pedro, como al primero que condujo a los paganos del error hacia el bautismo. Por eso, cantémosle: ¡Alégrate, oh Santo Apóstol Andrés!



Oración al Santo Apóstol Andrés

Señor, nuestro Dios, que hablaste y la criatura fue creada, no apartes tu divina mirada de nosotros, pecadores, para que tu temible y terrible cólera no se cierna sobre nosotros, pues es fruto de los pecados que cometemos cada día por ignorancia. Sometidos a las pasiones, somos pecadores miserables y débiles, pero Tú eres la fuente de la Vida y la misericordia. No nos abandones, oh Señor. No desdeñes nuestra oración pecadora y sé favorable con nosotros a pesar de nuestras transgresiones, pues somos incapaces de obtener tu misericordia por un celo continuo. Sin embargo, concédenosla, oh Señor, pues eres misericordioso.

Por las oraciones de tu santo apóstol Andrés, concédenos la salud y una vida protegida de todo mal. Por su invocación de hoy, haznos fuertes por tu gracia, para que celebremos su fiesta con jubilo, desde lo más profundo de nuestros corazones, y glorifiquemos tu santo Nombre, por los siglos de los siglos. Amén.

Catecismo Ortodoxo 

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