Wednesday, June 17, 2015

Es necesario confesarse con más frecuencia. ( San Juan Crisóstomo )


El sacramento de la confesión fue instituido por Jesucristo cuando se apareció a sus Apóstoles reunidos en el cenáculo y les dio facultad para perdonar los pecados, diciéndoles: "A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retengáis, les serán retenidos". 

Por estas palabras de Cristo se comunicó a los Apóstoles y a sus legítimos sucesores la potestad de perdonar y retener los pecados . Cristo instituyó los sacramentos para que la Iglesia los administrase hasta el final de los tiempos. Como los Apóstoles iban a morir pronto, el poder de perdonar los pecados se transmite a sus legítimos sucesores, los sacerdotes. El ministro competente para el sacramento de la penitencia, es el sacerdote, que, según las leyes canónicas, tiene facultad de absolver .

Es evidente que si el sacerdote debe perdonar o retener los pecados con equidad y responsabilidad, se supone que el pecador debe manifestárselos. Sólo el pecador puede informarle qué grado de consentimiento hubo en su pecado.

Es esencial la presencia real de confesor y penitente, por lo tanto es inválida la confesión por carta, teléfono, radio o televisión; pues además de no existir presencia real, pone en peligro el secreto sacramental.

Por mandato de la Iglesia, quien tiene pecado grave debe confesarse al menos una vez al año , o antes si hay peligro de muerte o se ha de comulgar. Pero eso es el plazo máximo. Quien quiere sinceramente salvarse y no quiere correr un serio peligro de condenarse, no puede contentarse con esto. Es necesario confesarse con más frecuencia. Con la frecuencia que sea necesaria para no vivir habitualmente en pecado grave. No vivas nunca en pecado grave!
Un buen cristiano se confiesa normalmente una vez al mes. La confesión te devuelve la gracia, si la has perdido; te la aumenta, si no la has perdido; y te da auxilios especiales para evitar nuevos pecados.


San Juan Crisóstomo

Arrepentimiento de nuestros pecados ( San Juan Crisóstomo )


La confesión es una manifestación externa del arrepentimiento de nuestros pecados y de nuestra reconciliación con la Iglesia .

Para un cristiano el sacramento de la penitencia es el único modo ordinario de obtener el perdón de sus pecados graves cometidos después del bautismo.


San Juan Crisóstomo

Tuesday, June 16, 2015

Tenemos muchas tentaciones por causa de nuestros ojos, oído y gusto. ( San Juan de Kronstadt )


Tenemos muchas tentaciones por causa de nuestros ojos, oído y gusto. Cuantos hombres sufren, porque siendo débiles miraron sin cuidado con ojos impuros, escucharon sin distinción de lo que es bueno y lo que es malo, comieron con avidez... Los gustos de la carne pecaminosa, no reprimida por la razón y los mandamientos de Dios, los arrastraron a las pasiones, oscurecieron la mente y corazón, los dominaron, quitando la paz. Con mucho cuidado hay que mirar, escuchar, comer, olfatear y tocar, porque a causa de los sentidos exteriores, como por una ventana abierta, pueden penetrar en nosotros algunos pecados, o peor aun, el causador de los pecados — el demonio con su veneno mortal.




San Juan de Kronstadt

Sunday, June 14, 2015

Ser ejemplo para el prójimo ( San Basilio el Grande )


El que alaba y ama a Dios es aquel que cumple su voluntad; pero quien no lo respeta, viola sus mandamientos: "Yo te he glorificado aquí en el mundo, cumpliendo la obra que m'encomendaste" (Jn. 17:4). "Tu que te presumes de la ley, ¿por qué deshonras a Dios al no cumplirla?" (Rom. 2:23). Cada uno, según sus posibilidades tendría que ser para los demás ejemplo de buenas obras: "Vengan a mi todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré" (Mt. 11:28). Nadie pues, sea orgulloso por su juventud, sino sea ejemplo para los fieles en la palabra y en la vida; y más adelante: "Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se salará? Ya no sirve para nada, sino para ser tirarla y que la pisen por los hombres" (Mt 5:13).


San Basilio el Grande

Aquellos que viven en vida común ( San Basilio el Grande )


Aquellos que viven en vida común, tienen que estar unidos en el amor de Jesucristo, como muchos miembros en un solo cuerpo. El Apóstol dice: "En cualquier caso, que todo se haga con orden y decoro" (1 Co. 14:40). Pues por eso yo pienso que solamente esta forma de vida puede llamarse "más hermosa y digna" cuando en ella se conserva aquel orden, como existe entre los miembros del cuerpo; uno cumple el servicio del ojo, el otro tiene la función de la oreja o de las manos y así sucesivamente. Para eso, es necesario recordar esto: cuando algún miembro no cumple su obligación y no sirve a otro, entonces a todos los miembros amenaza el peligro, así lo mismo cada negligencia del superior o del súbdito trae dificultades, esto es lo mismo que cuando la mano o el pie no quieren servir a las ordenes del ojo.


San Basilio el Grande

Friday, June 12, 2015

"Vuestro Padre sabe de que cosas tenéis necesidad, antes que vosotros pidáis... así que no os afanéis por el día de mañana..." (Mat. 6:8; 33-34). ( San Paisios )


De esto queda claro, que Dios vela por nosotros todavía antes de que llegue el momento que nos demos cuenta de las cosas que nos faltan, y que nos pongamos a pedírselo a El, como está escrito: "Vuestro Padre sabe de que cosas tenéis necesidad, antes que vosotros pidáis... así que no os afanéis por el día de mañana..." (Mat. 6:8; 33-34).
 


 San Paisios

Wednesday, June 10, 2015

Arrepentimiento ( San Serafín de Sarov )


Cuando un hombre renace a la vida por la sabiduría divina, que siempre busca nuestra salvación, debe volver su mirada hacia Dios para escapar de la perdición, debe seguir el camino del arrepentimiento, practicar las virtudes contrarias a los pecados cometidos y esforzarse, actuando en Nombre de Cristo, para adquirir el Espíritu Santo que, en nuestro interior, prepara el Reino celestial. No es en vano que el Verbo dijo: "El reino de Dios está en medio de vosotros ... El reino de los cielos se obtiene con esfuerzo, y los que hacen esfuerzo lo arrebatan" (Lk. 17:21, Mt. 11:12). 


Si bien los lazos del pecado mantienen al alma cautiva, impidiéndole con nuevas iniquidades volverse hacia el Salvador con perfecta contrición, todos aquellos que se hubieran esforzado por romper esos lazos, llegarán, finalmente, ante el Rostro de Dios, más blancos que la nieve, purificados por su gracia. "Luego vengan y discutamos - dice el Señor - Aunque sus pecados sean de un rojo intenso, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana blanca" (Is. 1:18). 

Revela el Apóstol San Juan el Teólogo en el Apocalipsis que vio a tales hombres vestidos de blanco, arrepentidos y perdonados, portando palmas en sus manos en señal de victoria y cantando Aleluyas. La belleza de su canto era incomparable. El Ángel del Señor dijo hablando de ellos: "Estos son los que vienen de la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero" (Ap. 7:14).

 San Serafín de Sarov