
Toda la vida del justo está llena de tribulaciones, porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva al cielo (Mt 7:14), y "Muchos son los males del justo; Mas de todos ellos lo librará Jehová" (Sal 34:19). Por eso también el Apóstol dice: "Nos acosan por todas partes, pero no estamos aplastados ;nos encontramos en apuros, pero no desesperados" (2 Co. 4:8). Y otra vez se dice: "Y no sólo esto, sino que hasta de los sufrimientos nos sentimos orgullosos, sabiendo que los sufrimientos producen paciencia; la paciencia produce virtud sólida, y la virtud sólida, esperanza" (Rom 5:3-4), porque quien no da importancia al sufrimiento también desprecia el conocimiento. Al contrario, como a nadie coronan con la corona del triunfo sin el rival, así lo mismo a nadie llamarán probado sin el sufrimiento. Por eso estas palabras: "Dios me libera de toda miseria." No hay que entenderlas como si Dios nunca más permitirá la tentación, sino que junto a la tentación, da la posibilidad de soportarla.
Sucede que por la tentación del maligno, Dios que ama al hombre, le envía alguien como un gran luchador y para luchar con él, y El humilla su orgullo con la grandísima paciencia que da s sus siervos, como leemos en la historia de Noé. También como ejemplo para aquellos, que no saben soportar con paciencia, Dios muestra a sus fieles que hasta la muerte saben soportar todos los sufrimientos, como por ejemplo Lázaro. El, cubierto de heridas, nunca se lamentó de su condición de humilde, por eso recibió el descanso en el seno de Abraham que soportó los males de su vida (Lc. 16:25). Así también nosotros, aceptando los golpes de la mano de Dios, que con amor y sabiduría gobierna nuestra vida, ante todo pedimos conocer el motivo por el cual El nos da la cruz y entonces, para liberarnos de los sufrimientos y con la paciencia que junto con la prueba nos concede, la fuerza de soportar hasta el fin.
Yo deseo que ustedes tengan la misma convicción animándonos con la profunda esperanza a la alegría para poder en este tiempo, llevar las preocupaciones con paciencia; puede ser que con el sufrimiento, nosotros paguemos el débito de nuestros pecados. De tal manera nosotros, heridos, estaremos preservados de la airada mirada de Dios. Puede ser que Dios con tales pruebas quiera probar nuestra santidad. En tal caso el justo juez no permitirá el ser tentados por sobre nuestras fuerzas, sino nos dará - como premio de aceptar ya todos los sufrimientos - la corona de la paciencia y la esperanza.
Cuando les sucede algo doloroso, no se dejen llevar por la alteración sino deben estar preparados para esta prueba.
Luego, es importante aliviar la difícil situación con la esperanza de las cosas futuras. Como aquellos que tienen la vista débil, y se alejan de toda cosa resplandeciente, ellos no bajarán del cielo, sino que fueron expulsados del mirar solamente a las cosas tristes, ni ocuparse de las miserias, sino elevar los ojos con la meditación sobre los verdaderos bienes. Siempre ten a Dios en la mente y así podrás siempre alegrarte. ¿Alguien empañó tu gloria? Entonces orienta la atención a la gloria que te espera en el cielo por tu paciencia. ¿Te han causado disgusto? Contempla las riquezas celestiales y aquel tesoro que tu has preparado con tus buenas obras. ¿Te han expulsado de tu patria? La celestial Jerusalén, para ti es patria.

¡Oh amado Jerarca Juan! Mientras vivías entre nosotros Tú viste el futuro como presente, cosas distantes como cercanas, los corazones y mentes de los hombres como si fueran tuyos propios. Nosotros sabemos que en esto tú estabas iluminado por Dios, con Quien Tú estabas siempre en la mística comunión de oración, y con Quien Tú ahora moras eternamente. Así como Tú una vez escuchaste las peticiones mentales de tu rebaño disperso incluso antes de que ellos pudieran hablarte, así escucha ahora nuestras plegarias y llévalas ante el Señor. Tú has cambiado de sitio a la vida sin dolor, al otro mundo, aún Tú estás, en verdad, no lejos de nosotros, por lo que el cielo está más cerca nuestro que nuestras propias almas. Muéstranos a quienes sentimos temor y soledad, la misma compasión que Tú mostraste a una vez los temblorosos huérfanos. Danos a nosotros que caímos en el pecado, confusión y desesperación la misma austera amada instrucción que Tú diste una vez al rebaño elegido. En Ti vemos la semejanza viviente de nuestro Hacedor, el espíritu viviente del Evangelio y el fundamento de nuestra Fe.
En la vida pura que Tú has conducido durante nuestro tiempo pecaminoso, nosotros vemos un modelo de virtud, una fuente de instrucción e inspiración. Contemplando la gracia otorgada a Ti, sabemos que Dios no ha abandonado a Su gente. Más bien nosotros caímos lejos de Él, y debemos recuperar la semejanza de Divinidad como Tú lo has hecho. A través de Tu intercesión ¡oh Bendito! Concédenos que podamos incrementar nuestro esfuerzo hacia nuestro hogar celestial, poniendo nuestros afectos en cosas elevadas, perfeccionando en oración y virtud, sosteniendo guerra contra los ataques de nuestra naturaleza caída.
Invoca la misericordia de Dios, que podamos un día encontrarte en Su Reino. Porque nuestro más profundo deseo es vivir por siempre con El, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
San Juan Maximovich

Kondakio I
¡Oh! excelso hacedor de milagros y excelente servidor de Cristo, Tú viertes al mundo el valiosísimo crisma de misericordia y el inagotable mar de milagros. Con amor te alabo, ¡oh, Pontífice Nicolás! Tú que tienes osadía hacia el Señor, líbrame de todos los males, para que te exclame: ¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Ikos I
Siendo tú de naturaleza terrenal, el Creador de todo te reveló con imagen de ángel; pues previó la fructífera bondad de tu alma, ¡oh, muy bendito Nicolás!, y enseñó a todos a exclamarte así:
¡Regocíjate! tú que fuiste purificado desde el seno materno.
¡Regocíjate! tú que hasta el final has sido santificado.
¡Regocíjate! que has maravillado a tus padres con tu nacimiento.
¡Regocíjate! pues manifestaste inmediatamente después de tu nacimiento la fuerza de tu alma.
¡Regocíjate! planta de la tierra prometida.
¡Regocíjate! flor de la siembra divina.
¡Regocíjate! virtuoso sarmiento de la viña de Cristo.
¡Regocíjate! árbol milagroso del paraíso de Jesús.
¡Regocíjate! lirio brotado en el paraíso.
¡Regocíjate! crisma de la fragancia de Cristo.
¡Regocíjate! por ti se aparta el llanto.
¡Regocíjate! por ti se allega la alegría.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 2
Viendo la efusión de tu miro, oh sabio de Dios, nuestras almas y cuerpos se instruyen al conocerte a ti, oh maravilloso, vertedor de miro y portador de vida, Nicolás. Ya que con milagros que fluyen por la gracia de Dios como agua, sacias a los que fielmente claman a Dios: ¡Aleluya!
Ikos 2
Infundiendo entendimientos incomprensibles sobre la Santísima Trinidad, con los Santos Padres de Nicea tú fuiste defensor de la confesión de la fe Ortodoxa, pues tú confesaste al Hijo igual al Padre, consubstancial y correinante, y desenmascarando al demente Arrio. por ello los fieles aprendieron a cantarte:
¡Regocíjate! magnífica columna de piedad.
¡Regocíjate! ciudad donde se refugian los fieles.
¡Regocíjate! fortaleza firme de la Ortodoxia.
¡Regocíjate! venerable portador y alabanza de la Santísima Trinidad.
¡Regocíjate! tú que predicaste al Hijo, con igual honor que al Padre.
¡Regocíjate! tú que expulsaste al poseído Arrio del concilio de los Santos.
¡Regocíjate! padre, gloriosa belleza de los Padres.
¡Regocíjate! muy sabia bondad de todos los divinamente sabios.
¡Regocíjate! tú que expresas palabras de fuego.
¡Regocíjate! tú que guías bien a tu rebaño.
¡Regocíjate! pues por ti se fortalece la fe.
¡Regocíjate! pues por ti se vence la herejía.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 3
Oh teóforo Padre Nicolás, con el poder que te fue dado de lo alto, tú limpiaste cada lágrima del rostro de los que sufren cruelmente, tú te mostraste como sustento de los hambrientos, gran timonel de los que están en alta mar, cura de los enfermos manifestándote como ayuda de todos los que claman a Dios: ¡Aleluya!
Ikos 3
Verdaderamente, Padre Nicolás, una canción te debería ser cantada desde los Cielos y no desde la tierra; pues, ¿cómo puede un hombre confesar la grandeza de tu santidad? Pero nosotros conquistados por tu amor te clamamos así:
¡Regocíjate! imagen de ovejas y pastores.
¡Regocíjate! santa purificación de la moral.
¡Regocíjate! recipiente de grandes virtudes.
¡Regocíjate! pura y honorable morada de la santidad.
¡Regocíjate! luminosa lámpara amada por todos.
¡Regocíjate! luz refulgente e inmaculada.
¡Regocíjate! digno interlocutor de los ángeles.
¡Regocíjate! buen instructor de los hombres.
¡Regocíjate! piadosa regla de la fe.
¡Regocíjate! imagen de mansedumbre espiritual.
¡Regocíjate! ya que por ti somos liberados de las pasiones carnales.
¡Regocíjate! ya que por ti nos colmamos de dulzuras espirituales.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 4
Una tempestad de pensamientos dubitativos atormenta mi mente, ¿cómo cantar dignamente tus milagros, bienaventurado Nicolás? Pues nadie los puede enumerar aunque tuviese muchas lenguas y los quisiese narrar, pero nosotros nos atrevemos a celebrar a Dios quien es maravillosamente glorificado en ti: ¡Aleluya!
Ikos 4
¡Oh, sabio de Dios Nicolás! Cercanos y alejados han escuchado sobre la grandeza de tus milagros, ya que por los aires, con tus ligeras y gráciles alas, acostumbraste a prevenir a los apenados, librando rápidamente a todos los que así te cantan:
¡Regocíjate! liberación de las penas.
¡Regocíjate! vehículo de la gracia.
¡Regocíjate! pues dispersas los males inesperados.
¡Regocíjate! sembrador de bienes deseados.
¡Regocíjate! rápido consuelo de los apesadumbrados.
¡Regocíjate! terrible azote de los ofensores.
¡Regocíjate! abismo de milagros vertido por Dios.
¡Regocíjate! tablas de la ley de Cristo escritas por Dios.
¡Regocíjate! firme sostén de los caídos.
¡Regocíjate! pilar de los que están erguidos.
¡Regocíjate! ya que contigo se descubre todo engaño.
¡Regocíjate! ya que por ti toda verdad se cumple.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 5
Te manifestaste como una estrella dirigida por Dios, instruyendo a los que navegan el mar enfurecido. Toda vez que la muerte les era inminente, tú intercediste por los que pedían tu ayuda, ¡Oh, Santo Taumaturgo Nicolás! al prohibir a los desvergonzados demonios voladores hundir los barcos, los echaste. Enseñaste a los fieles a clamar al Dios que salva por tu intermedio: ¡Aleluya!
Ikos 5
Vieron las doncellas, preparadas para un matrimonio deshonroso a causa de su pobreza, tu gran misericordia hacia los pobres, ¡oh, muy Bienaventurado Padre Nicolás! cuando le diste, en secreto, a su anciano padre, tres alianzas de oro, salvándolo con sus hijas de la caída pecaminosa. por ello escuchas de todos así:
¡Regocíjate! tesoro de la grandísima misericordia .
¡Regocíjate! depositario de la providencia para con los hombres .
¡Regocíjate! alimento y consuelo de quienes acuden a ti.
¡Regocíjate! pan inagotable de los hambrientos.
¡Regocíjate! riqueza dada por Dios a quienes viven pobremente en la tierra.
¡Regocíjate! pronta exaltación de los indigentes.
¡Regocíjate! rápida escucha de los mendigos.
¡Regocíjate! agradable cuidador de los que sufren.
¡Regocíjate! novio sin mancha de las tres vírgenes.
¡Regocíjate! ferviente guardián de la pureza.
¡Regocíjate! esperanza de los desesperanzados.
¡Regocíjate! gozo de todo el mundo.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 6
Todo el mundo te proclama, muy bienaventurado Nicolás, pronto intercesor en las adversidades, ya que muchas veces y a una misma hora te anticipas ayudando a los que viajan por tierra y por mar, y al mismo tiempo proteges de los furiosos a todos los que claman a Dios: ¡Aleluya!
Ikos 6
Has brillado como luz vivificadora, trayendo redención a los jefes sentenciados a una muerte impropia, y quienes te llamaron a ti, buen pastor Nicolás, cuando prontamente te apareciste en sueños al rey y atemorizándole le mandaste liberar ilesos a los sentenciados. por tanto, nosotros dando gracias junto con ellos te exclamamos:
¡Regocíjate! ayuda de quienes fervientemente te imploran.
¡Regocíjate! tú que nos liberas de la muerte injusta.
¡Regocíjate! tú que preservas de las falsas acusaciones.
¡Regocíjate! tú que destruyes el consejo de los impíos.
¡Regocíjate! tú que deshaces la falsedad como tela de araña.
¡Regocíjate! tú que exaltas gloriosamente la verdad.
¡Regocíjate! tú que liberas de los lazos a los inocentes.
¡Regocíjate! tú que revives a los moribundos.
¡Regocíjate! tú que revelas la verdad.
¡Regocíjate! tú que oscureces la mentira.
¡Regocíjate! pues por tu intermedio los inocentes son liberados de la espada.
¡Regocíjate! pues contigo se complacen de la luz.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 7
Queriendo disipar el blasfemo hedor de la herejía, tú has aparecido verdaderamente como fragante y místico miro ¡oh, Nicolás! Apacentando al pueblo de Mira, tú has llenado todo el mundo con tu crisma lleno de gracia. Aparta de nosotros también el hedor del pecado abominado por Dios para que le clamemos agradablemente: ¡Aleluya!
Ikos 7
Te conocemos ¡oh, Padre santo Nicolás! como el nuevo Noé, guía del arca de la salvación; disipador de la tormenta de todo lo malvado con tu dirección, y traes calma divina a todos quienes te claman así:
¡Regocíjate! puerto sereno de los atormentados.
¡Regocíjate! segura protección de quienes se ahogan.
¡Regocíjate! buen timonel de quienes navegan en medio de las profundidades.
¡Regocíjate! tú que calmas la furia de los mares.
¡Regocíjate! conductor de los que se encuentran en vendavales.
¡Regocíjate! abrigo de los que se encuentran en las heladas.
¡Regocíjate! brillo que disipa las penosas tinieblas.
¡Regocíjate! astro que iluminas todos los confines de la tierra.
¡Regocíjate! tú que liberas a los hombres del abismo del pecado.
¡Regocíjate! tú que sumes a satanás en la profundidad del hades.
¡Regocíjate! pues por ti osadamente invocamos la cima de la misericordia de Dios.
¡Regocíjate! pues contigo nos libramos del diluvio de la ira y encontramos la paz con Dios.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 8
Tu sagrada iglesia se manifiesta como un extraordinario milagro a quienes acuden a ti ¡oh, bienaventurado Nicolás! en ella, aun ofreciendo pequeñas oraciones, recibimos la curación de grandes males, solo si por la fe en Dios, depositamos en ti nuestra esperanza, exclamando fielmente: ¡Aleluya!
Ikos 8
Tú eres verdaderamente ayuda de todos ¡oh, teóforo Nicolás! y uniste a todos los que acuden a ti como libertador, alimentador y médico diligente de todos los habitantes de la tierra, instando a todos a alabar clamándote así:
¡Regocíjate! fuente de toda curación.
¡Regocíjate! ayuda de los que sufren cruelmente.
¡Regocíjate! alba que brilla para los perdidos en la noche pecaminosa.
¡Regocíjate! rocío celestial para los que están en el calor del trabajo.
¡Regocíjate! tú que otorgas prosperidad a los que la necesitan.
¡Regocíjate! tú que preparas abundancia para los que la piden.
¡Regocíjate! tú que frecuentemente te anticipas a las peticiones.
¡Regocíjate! tú que restauras las fuerzas de los ancianos.
¡Regocíjate! revelador de muchos que se han apartado del camino de la verdad.
¡Regocíjate! fiel servidor de los misterios de Dios.
¡Regocíjate! ya que por ti pisoteamos la envidia.
¡Regocíjate! ya que por ti llevamos una vida virtuosa.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 9
Alivia todas las enfermedades, Oh Nicolás, nuestro gran intercesor, distribuyendo bienaventuradas curaciones, que dulcifican nuestras almas, alegrando los corazones de todos quienes fervientemente acuden a tu ayuda, clamando a Dios: ¡Aleluya!
Ikos 9
Oh sabio de Dios, padre Nicolás, vemos a los oradores vanidosos e impíos avergonzados por ti, como al blasfemo Arrio, divisor de la Deidad y Sabelio, sobre quien prevaleciste, el que confundió las personas de la Santísima Trinidad. en cambio a nosotros nos fortaleciste en la fe Ortodoxa. por lo tanto te clamamos así:
¡Regocíjate! escudo defensor de la piedad.
¡Regocíjate! espada que cortas la iniquidad.
¡Regocíjate! maestro de los mandatos divinos.
¡Regocíjate! tu que exterminas las enseñanzas contrarias a Dios.
¡Regocíjate! escalera confirmada por Dios, por la cual subimos al cielo.
¡Regocíjate! amparo hecho por Dios, bajo el cual muchos se cubren.
¡Regocíjate! porque hiciste sabios a los ignorantes con tus palabras.
¡Regocíjate! que sacudiste a los perezosos con tu temple.
¡Regocíjate! luz inextinguible de los mandamientos de Dios.
¡Regocíjate! rayo luminoso de las leyes del Señor.
¡Regocíjate! ya que con tu enseñanza se destruyen las cabezas de los herejes.
¡Regocíjate! pues por ti los fieles se hacen dignos de la Gloria.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 10
¡Oh! padre nuestro Nicolás, deseando salvar tu alma, en verdad sometiste tu cuerpo al espíritu; al principio silenciosamente y combatiendo los pensamientos; luego sumando la contemplación de Dios a los hechos adquiriste entendimiento perfecto y con él confiadamente conversaste con Dios y los Ángeles, clamando siempre: ¡Aleluya!
Ikos 10
Eres muralla, oh muy bienaventurado, para quienes alaban tus milagros y para todos los que acuden a tu intercesión. por ello líbranos a nosotros, débiles en virtudes, de la pobreza, tentaciones, enfermedades y diferentes necesidades, que con amor te cantamos así:
¡Regocíjate! tú que rescatas de la miseria eterna.
¡Regocíjate! tú que otorgas la riqueza incorruptible.
¡Regocíjate! alimento imperecedero para los hambrientos de la verdad.
¡Regocíjate! bebida inagotable de los sedientos de la vida.
¡Regocíjate! tú que preservas de la subversión y la guerra.
¡Regocíjate! tú que liberas de las cadenas y el cautiverio.
¡Regocíjate! muy glorioso intercesor en las desgracias.
¡Regocíjate! magno defensor en las tentaciones.
¡Regocíjate! tú que rescataste a muchos de la perdición.
¡Regocíjate! tú que a tantos has conservado indemnes.
¡Regocíjate! pues por ti, los pecadores escapan de la muerte cruel.
¡Regocíjate! pues por ti los arrepentidos reciben la vida eterna.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 11
¡Oh muy bienaventurado Nicolás! Tu más que nadie has ofrecido himnos a la Santísima Trinidad, con el pensamiento, la palabra y los hechos. Mediante muchas pruebas explicaste los preceptos de la verdadera fe, instruyéndonos con fe, esperanza y amor a cantar al Único Dios en la Trinidad: ¡Aleluya!
Ikos 11
¡Oh, Padre Nicolás, elegido por Dios! Te vemos como rayo refulgente e inextinguible en la penumbra de la vida; ya que tú has conversado sobre la Luz no creada de la Trinidad con las inmateriales luces angelicales, y has iluminado las almas de los fieles que te cantan así:
¡Regocíjate! brillo de la luz del sol trino.
¡Regocíjate! aurora del sol sin ocaso.
¡Regocíjate! cirio encendido por la llama Divina.
¡Regocíjate! pues apagaste la llama demoníaca de la deshonra.
¡Regocíjate! prédica radiante de la fe ortodoxa.
¡Regocíjate! hermoso resplandor de la luz del Evangelio.
¡Regocíjate! relámpago que extingues las herejías.
¡Regocíjate! trueno que asustas a los seductores.
¡Regocíjate! maestro del entendimiento verdadero.
¡Regocíjate! tú que revelas los secretos de la mente.
¡Regocíjate! ya que por ti se abolió la adoración de lo creado.
¡Regocíjate! ya que por ti aprendimos a adorar en la Trinidad al Creador.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 12
Conociendo la gracia que te ha sido otorgada por Dios, alegrándonos, celebramos tu memoria correctamente; ¡oh, gloriosísimo, Padre Nicolás! recurrimos con fervor a tu milagrosa intercesión. Sin poder contar tus gloriosos hechos, innumerables como los granos de arena y la multitud de las estrellas, sumidos en la perplejidad, cantamos a Dios: ¡Aleluya!
Ikos 12
Cantando tus milagros, te engrandecemos, ¡oh, muy alabado Nicolás! pues en ti Dios, glorificado en la Trinidad, maravillosamente fue glorificado. Aunque te ofreciéramos una multitud de himnos y salmos compuestos por el alma, ¡oh! santo taumaturgo, no hacemos nada para igualar el don de tus milagros, y sorprendidos por ellos te exclamamos así:
¡Regocíjate! servidor del Rey de reinantes y del Señor de señores.
¡Regocíjate! tú que moras con Sus siervos celestiales.
¡Regocíjate! ayuda de reyes fieles.
¡Regocíjate! elevación del género cristiano.
¡Regocíjate! sinónimo de victoria.
¡Regocíjate! eminente portador de la corona*. (*corona de la victoria).
¡Regocíjate! espejo de todas las virtudes.
¡Regocíjate! fuerte defensa de los que acuden a ti.
¡Regocíjate! toda nuestra esperanza en Dios y en Su Madre.
¡Regocíjate! salud de nuestros cuerpos y salvación de nuestras almas.
¡Regocíjate! pues por ti somos liberados de la muerte eterna.
¡Regocíjate! ya que por ti somos merecedores de la vida sin fin.
¡Regocíjate, oh, Nicolás, gran taumaturgo!
Kondakio 13
¡Oh, santísimo y muy milagroso Padre Nicolás! Consuelo de todos los desdichados, acepta nuestra presente ofrenda y ruega al Señor que seamos liberados de la Gehena por tu intercesión agradable a Dios, para que podamos cantar contigo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
(Este Kondakio se lee tres veces, luego se lee el Ikos 1 (¨Siendo tú... ¨) y el Kondakio 1 (¨¡Oh! excelso hacedor...¨).

La Iglesia Ortodoxa honra y venera a la Virgen María como "más honorable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines." En todos los servicios se menciona su nombre, y se pide su intercesión ante el trono de Dios. Se le da los títulos de Theotokos o Deipara y Madre de Dios. Ella tiene un papel definitivo en la teología cristiana y de ningún modo se la puede considerar como un instrumento que, una vez utilizada, fuera desechado y olvidado.
Los que se oponen a la veneración de la Theotokos basan su oposición en lo que llaman "falta de evidencia escritural para apoyar tal práctica." Aunque es verdad que la Iglesia depende más de su tradición fuera de la Sagrada Escritura (es decir, de los Concilios Ecuménicos, de los textos litúrgicos, etc). para los detalles y la precisa definición de la veneración de la Santísima Virgen, hay varios pasajes del Nuevo Testamento que en realidad forman la base de nuestra práctica.
El arcángel Gabriel fue enviado de Dios a anunciar a la Virgen la concepción y el nacimiento del Salvador. "Salve, tú que eres llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú entre las mujeres" (Lucas 1:28) Esta salutación forma parte del himno con más frecuencia cantado en su honor de ella en la Iglesia. ¿Sería incorrecto repetir las palabras del mismo mensajero de Dios? Isabel, la prima de María recibió la visita de ésta (acontecimiento que habría de ser bastante común) después de la anunciación como de una persona extraordinaria, pues pudo reconocer (siendo llena del Espíritu Santo) en ella algo más que de común, en vista de su pregunta: Y de dónde esto a mí, que la Madre de mi Señor venga a mí? (Lucas 1:43) ¿Habrá acaso alguna diferencia entre "Madre de Dios" y "Madre del Señor" en este contexto? Seguramente Dios es Señor! (Salmo 117(118): 27) Fue durante esta visita que la Bienaventurada recitó las palabras que son el himno principal dedicado a ella en el oficio de maitines: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador. Porque ha mirado a la bajeza de su sierva; porque he aquí desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones" (Lucas 1:47-48) Isabel había recibido al Espíritu Santo a fin de que pudiese clamar así como lo habla hecho el arcángel, "Bendita tu entre las mujeres" (Lucas 1:41-42) Es el mismo honor dado por su prima que todas las generaciones de la Iglesia ofrecen a la Virgen, llamándola bienaventurada. Finalmente, al ver Jesús a su Madre y al discípulo Juan al pie de la cruz, se la encomendó, estableciendo entre ellos una nueva relación espiritual: "He aquí a tu Madre" (Juan 19:27) ¿Qué otra significación podrá tener esta declaración de nuestro Señor sino la de designar a su Madre la Madre de los que creen en El? La encarnación de Dios fue predicha en el
Antiguo Testamento. Dios escogió a un pueblo y le dio un destino especifico, el de producir una humanidad santa y pura, de la que pudiera tomar su humanidad, o sea su carne. La Virgen María, por su impecabilidad personal, cumplió con todas las esperanzas y profecías de Israel; entre todas la más importante es la de Isaías: "He aqui que la Virgen concebirá y parirá hijo, y llamará su nombre Emmanuel" (Isaías 7:14) La Iglesia siempre ha tomado como prototipos o símbolos del papel de la mí Theotokos en la dispensación divina las siguientes figuras del Antiguo Testamento: La primera es la de la escala de Jacob, la que se refiere a ella como el medio escogido por Dios para Su entrada literal en el mundo. "Y soñó, y he aquí una escala que estaba apoyada en tierra, y su cabeza tocaba en el cielo: y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella" (Génesis 28:12) Y en el Exodo (3:2): "Y apareciósele el Angel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza: y miró y vio que la zarza ardía en fuego y la zarza no se consumía." Esto se refiere al hecho de que quedó intacta, es decir, virgen, aun después del alumbramiento. Y luego la profecía de Ezequiel, también con relación a su perpetua virginidad: "Y dijome el Señor: Esta puerta ha de estar cerrada: no se abrirá, ni entrará por ella hombre, porque el Señor Dios de Israel entro por ella: estará por tanto cerrada" (44:2).
Las consecuencias de disminuir la parte de la Theotokos en la vida cristiana son más serias de lo que se puede imaginar a menos que se consideren todas sus implicaciones. La teología ortodoxa insiste en las dos naturalezas perfectas de nuestro Señor Jesucristo: fue Dios perfecto y Hombre perfecto. La Virgen María comunica la humanidad a Dios Verbo en la encarnación. La redención de la raza humana se hizo posible por medio de la unión de Dios y el hombre en Cristo. El dar escasa importancia a la impecabilidad de la Madre de Cristo, el alegar que tuviera otros hijos con José (cosa que no se puede demostrar en el Nuevo Testamento), y el no acordarse de la parte que ha sonido en la historia de la salvación de 108 hombres, todos éstos contribuyen grandemente a un mal entendimiento general en el protestantismo de la encarnación en toda su plenitud y fuerza. Va estrechamente relacionada con estos errores arriba mencionados la negación del nacimiento virginal de Cristo, la que se encuentra bien difundida en la contemporánea teología liberal. Del nacimiento de la Virgen depende la doctrina de la divinidad del Señor Jesús. Esta también es rechazada por muchos en nuestros días, y con ella la de la Santísima Trinidad.
La reacción ortodoxa a la doctrina romana de la inmaculada concepción de la Theotokos ha sido negativa. Los teólogos generalmente ven en esta última una depreciación de la singularidad de Cristo como el nuevo Adán y una separación de la Virgen de la raza humana.
La Santísima Virgen no es corodentora ni mediatriz sino intercesora y protectora de los fieles. El contenido de la oración dirigida a ella es una petición por su intercesión. El concepto ortodoxo de la Iglesia explica la invocación de la Theotokos y de todos los Santos. La Iglesia militante en la tierra y la Iglesia victoriosa en 108 cielos están íntimamente ligadas por amor. Sí conviene que un pecador pida que otro pecador que rece por él, ¿no será aún más conveniente pedir a los santos del cielo ya glorificados cerca del trono de Dios que rueguen por nosotros? Seguramente ellos saben algo de lo que pasa aquí en la tierra. Si no, ¿cómo es que hay gozo delante de los Ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente? (Lucas 15:10) Los santos del cielo "son iguales a los ángeles" (Lucas 20:36), a quienes utiliza Dios para el cumplimiento de sus propósitos. (Hechos 12:7).
Hay suficiente evidencia escritural para confirmar la veneración e invocación ortodoxas de la Santísima Virgen y de los Santos. Aunque no la hubiera, las otras fuentes igualmente válidas de la Tradición ofrecen abundante evidencia de su rectitud e importancia.

Las Sagradas Escrituras no revelan exactamente el tiempo de la segunda venida de Cristo, sin embargo, nos indican una serie de señales determinadas por las cuales podemos deducir la relativa proximidad de ese día. Al Concluir Su Enseñanza acerca del fin del mundo, el Señor Jesucristo dijo: "Aprended la parábola de la higuera: cuando sus ramos están tiernos y brotan las hojas, conocéis que el estío se acerca; así vosotros también, cuando veáis todas estas cosas, entended que el fin está próximo, a las puertas" (San Mateo 24:32-34); quiere decir que los mismos acontecimientos demostrarán hasta qué punto se aproximó el fin del mundo. En los discursos del Salvador y los preceptos de los apóstoles, encontramos las siguientes "señales" sobre la inminencia del segundo advenimiento de Cristo:
A) La difusión universal del Evangelio. "Será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin" (San Mateo 24:14).
B) El extremado debilitamiento de la fe. Aunque la doctrina cristiana se conocerá universalmente, a la gente le será indiferente, de modo que "el Hijo del hombre, al venir, ¿encontrará fe en la tierra?" (San Lucas 18:8). De acuerdo con las palabras del santo apóstol Pablo, "llegará el tiempo en que los hombres no aceptarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas" (2 Tim. 4:3-4) es decir, que los hombres en lugar de interesarse por la verdad, preferirán lo que sea curioso y agradable de escuchar.
C) Surgirán falsos profetas y falsos mesías, quienes inducirán a los hombres a diversas sectas y cultos salvajes, adulando los bajos instintos de la multitud. En cuanto a los falsos maestros, el Señor previene a los fieles diciendo: "Cuidad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, y dirán 'yo soy el Mesías' y engañarán a muchos... no sigáis sus huellas... Se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes señales y prodigios para inducir a error, si fuera posible, aun a los mismos elegidos. Mirad que os lo digo de antemano" (San Mateo 24:4-5, 24-25 y San Marcos 13:6). El libro del Apocalipsis describe los milagros del último falso profeta, y el santo apóstol Pablo explica que estos milagros no serán verdaderos sino sólo aparentes. (Apoc. 13:13-15; 2 Tes. 2:9).
D) Conversión a Cristo del pueblo hebreo. De acuerdo con el apóstol Pablo, paralelamente con la masiva apostasía del cristianismo de muchos pueblos, tendrá lugar el retorno del pueblo hebreo a Cristo: "No quiero dejaros, hermanos, en ignorancia acerca de este misterio que la crueldad (incredulidad) estará en Israel sólo hasta cierto tiempo: hasta que entre (en la Iglesia) la totalidad de los gentiles; luego se salvará Israel entero (de los últimos tiempos), como está escrito: vendrá de Sión el Redentor y apartará la desgracia de Jacob... ¡Oh, profundidad de la riqueza, la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables son sus caminos!" (Ver los capítulos 10 y 11 de la epístola a los Romanos).
Se ha de notar que esta profecía del santo apóstol Pablo ya comenzó a cumplirse inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en Nueva York, judíos creyentes, comenzaron a difundir entre sus hermanos según la sangre, la fe en nuestro Señor Jesucristo. Con un muy buen dominio del Antiguo Testamento, comprobaron y se persuadieron de que Jesucristo es el verdadero Mesías prometido a sus padres. Como resultado de su predicación, en algunas grandes ciudades de los Estados Unidos de América han surgido comunidades de hebreos cristianos. Hacia el año 1990 el número de estos hebreos bautizados alcanzó varias decenas de miles. (Los interesados en este tema pueden solicitar la literatura (en idioma inglés) de: VETH SAR SHALOM PUBLICATION, 250 w. 57 st. New York, N.Y. 10023).
e) El mal y las injusticias crecerán extremadamente. La pérdida de la fe conducirá a una mayor caída de la moral. El santo apóstol Pablo caracteriza a los hombres de antes del fin del mundo de la siguiente manera: "En los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles, porque habrá hombres egoístas, avaros, orgullosos, altivos, maldicientes, rebeldes a los padres, hostiles, irreconciliables, desleales, calumniadores, disolutos, inhumanos, enemigos de todo lo bueno, traidores, protervos, henchidos, amadores de los placeres más que de Dios, que con una apariencia de piedad, están en realidad lejos de ella" (2 Tim. 3:1-5) y que "por exceso de maldad se enfriará la caridad de muchos" (San Mateo 24:12). De la totalidad de los vaticinios de las Sagradas Escrituras debe concluirse que la llegada del último y temible día del fin del mundo será precedida por un gradual deterioro moral secular, y consecuentemente, la vida espiritual de la humanidad sufrirá una profunda descomposición. Los intereses carnales predominarán sobre los espirituales. Se perderá el interés por Cristo, y hasta se dejará de pensar en Él. Para muchos su vida y su doctrina no serán más que un antiguo recuerdo. Se repetirá nuevamente el estado antediluviano de la humanidad, acerca del cual leemos en la Biblia: "Viendo Dios cuánto había crecido la depravación del hombre sobre la tierra, y cómo todos los pensamientos y deseos de su corazón tendían en todo tiempo al mal, se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra... Pues la Tierra se corrompió ante la faz de Dios y se colmó de actos de maldad" (Gén. 6:5-6). Una situación similar vivirá también la humanidad antes del segundo advenimiento de Cristo.
f) Se difundirán el sortilegio, el servicio a la fuerza maléfica y otras abominaciones paganas. La misma concepción del mundo, por parte de los hombres, será envenenada por la mentira diabólica: "Pero el Espíritu claramente dice que en los últimos tiempos se apartarán algunos de la fe, dando oídos a los espíritus que seducen y a las enseñanzas demoniacas" (1 Tm. 4:1). El libro del Apocalipsis profetiza la extraordinaria penetración de la fuerza diabólica en la vida humana. Esta fuerza del más allá, a la manera de humo llenará y envenenará la misma atmósfera que respira la gente, como lo describe el santo apóstol Juan: (11) "Cuando fue abierto el pozo del abismo, del mismo subió el humo como si fuera de un gran horno, el sol y el aire se ensombrecieron a causa del humo del pozo. Y del humo salieron las langostas sobre la tierra... Y por rey tenían al ángel del abismo cuyo nombre es, en hebreo, Abadon y en griego, Apolyon (destructor)" (Apoc. 9:2-3 y 11). Y aunque el Señor mediante muchas tribulaciones, llamará a los hombres a la penitencia, "no se arrepentirán de las obras de sus manos, no dejarán de adorar a los demonios... y no se arrepentirán de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de sus robos" (Apoc. 9:20-21).
g) "Crecerán la enemistad recíproca y el odio y aumentará la persecución a los creyentes." El nombre de cristiano será odioso para los hombres que rechazarán toda cultura religiosa, todo recuerdo y toda invocación a Dios, cifrando toda su esperanza en sí mismos, en su mente, en sus conocimientos y en sus habilidades. El número de los cristianos se reducirá considerablemente, y los enemigos de los creyentes a menudo serán sus propios familiares, como profetizó el Señor: "Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de Mi nombre... y unos a otros se harán traición y se aborrecerán... y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y les darán muerte... pero no se perderá un sólo cabello de vuestra cabeza - concluye el Salvador consolándolos. El que perseverare hasta el fin se salvara" (San Mateo 24:9-10; San Marcos 13:12-13 y San Lucas 21:18).
h) Las guerras sangrientas y diversas calamidades naturales adquirirán dimensión catastrófica. Los hombres languidecerán bajo el peso de las tribulaciones. No tendrán fuerza suficiente para superarlas, tampoco buscarán la ayuda de Dios debido a su incredulidad. Entonces, "oiréis hablar de guerras y rumores de guerras; pero no os turbéis porque es preciso que esto suceda, mas no es aún el fin. Se levantará nación contra nación... y habrá hambre, mortandad y terribles fenómenos y grandes señales en el cielo, sobre el sol, la luna y las estrellas. Desolación y perplejidad en los pueblos y el mar se pondrá ruidoso y turbulento. Los hombres morirán de miedo a la espera de las grandes desgracias que deberán llegar al universo, pues los poderes del firmamento serán sacudidos" (San Mateo cap. 24; San Marcos cap. 13 y San Lucas cap. 21). Las últimas palabras de esta profecía ya se refieren al propio fin del mundo. Pero antes de su llegada ocurrirá aún algo más terrible para la vida de la humanidad: la entronización del anticristo.
"... Hoy en día, la gente pierde la razón y no entiende lo que están haciendo, perdieron terreno bajo sus pies. Y esto es porque nadie quiere controlarse, cada uno quiere vivir sin control, según su propia voluntad. Pero esto lleva a una completa catástrofe. Es verdad, que Dios le otorgó al hombre la libertad de actuar como quisiera, pero también le dio la razón para que entienda sus limitaciones y la frontera entre lo correcto y lo incorrecto. Cuando el hombre es presuntuoso, no toma en cuenta su debilidad, — comete errores. Muchos quieren entender todo con la lógica humana, y lo que su mente no entiende, lo rechazan. En lugar de tener fe y gracia Divina, ellos se guían por su cerebro corporal, y así se desordena la vida social. ¡Esto es terrible!
Por eso, a la gente que viene a consultarme, les aconsejo:
Reconocer su alejamiento de Dios.
Arrepentirse de ello.
Confesarse con humildad.
"... Lo trágico es, que hoy, mas que nunca, la gente acepta las sugerencias diabólicas y se demoniza. Ellos pueden liberarse de estas sugestiones, solo siguiendo los consejos, mencionados mas arriba."
Santo Paisio del Monte Athos

Todos los que cumplen cualquier servicio al hermano, tendrán que hacerlo con todo fervor por todos, como si lo hicieran no a las personas, sino al mismo Cristo, que con gran misericordia recibe para sí todo lo que hacemos a las personas ofrecidas a El. Por esto El prometió el Reino celestial: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: "vengan benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme". Entonces le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo fuiste un extraño y te hospedamos, o estuviste desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron" (Mt. 25:34-40). Pues entonces reciben el premio por su celo aquellos que responsablemente cumplen sus obligaciones; y así el juicio eterno exigirá más a los indiferentes o a aquellos que con poca diligencia y actividad han cumplido el servicio para ser dignos del nombre de hermano de Cristo, según las palabras: "El que cumple la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mt. 12:50). ¿Con qué disponibilidad tenemos que servir a nuestro hermano? Tenemos que servirle de tal manera como si sirviéramos al mismo Dios, que dijo: "Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron" (Mt. 25:40).
San Basilio el Grande